Deuda pública: ¿cuándo negociamos en serio?

23/06/2005
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El gobierno ha anunciado a la opinión pública la conclusión de un acuerdo de refinanciamiento de la deuda del Estado con el llamado Club de París (formado por los Estados acreedores del Perú) que disminuirá los pagos del servicio de la deuda durante los próximos 5 años, posponiéndolos para años posteriores. Ello ha motivado inusitado jolgorio en niveles gubernamentales así como en sectores de la derecha, que celebran la refinanciación como un gran éxito. Ciertamente, no es malo reperfilar los pagos a nuestros acreedores. Pero más allá del triunfalismo oficialista, es necesario entender que una negociación de deuda seria debe conseguir beneficios sustanciales para el país y no simplemente salir del paso incrementando futuras cargas y contrayendo más deuda. Por ello, los términos de esta refinanciación no pueden presentarse engañosamente: dicen que nuestro pago de deuda disminuirá en US$ 400 millones anuales, deslizando que esta disminución fuera una condonación definitiva. No lo es. Lo que se ha logrado es posponer ese pago por unos años y en su momento tendremos que cancelarlos, con intereses compensatorios. Esa postergación, además, no sale gratis: se da a cambio de prepagar US$ 2,000 millones ahora, supuestamente sin descuentos. Y para ello emitiremos bonos, o sea cubriremos deuda con... más deuda, sin saber aún a qué tasa de interés, de lo que dependerá el ahorro financiero a valor presente que llegaría, en una visión optimista de Kuczynski, a unos US$ 90 millones. El cuestionamiento de fondo a esta renegociación es que produce sólo un alivio temporal y superficial que no resuelve el problema real. Lo que Kuczynski y sus antecesores han logrado en las últimas décadas son analgésicos y paliativos. Se han limitado a administrar la deuda, haciendo malabarismos para patear la cuenta para mañana, cuando sea otro quien se haga cargo del problema. Nada de reformas de fondo, de negociaciones en serio. Esta ruleta financiera -que asume deuda nueva para pagar deuda vieja- hace que el endeudamiento, al final, crezca inexorablemente. Así, este gobierno, supuestamente "exitoso" en materia de la deuda, la ha incrementado de US$ 24 mil millones en el año 2001 a más de US$ 31 mil millones para el 2005. Por ello, escandaliza que el gobierno presente como un éxito su manejo displicente de la deuda al elevarla en US$ 7,000 millones en apenas 4 años de gestión. La perniciosa consecuencia de esta política "exitosa" de refinanciar deuda, una y otra vez, es que el servicio de la deuda se come cada vez más y más los recursos del Estado. Así, si en el año 2001 el 20% del Presupuesto Público iba al servicio de la deuda, para el 2005 se lleva el 27%. Este año, los peruanos dedicaremos más de 13,000 millones de soles a pagar deuda, restringiendo recursos para urgentes demandas sociales. Cada centavo que va al pago de esta deuda que crece y crece, es un centavo menos para dedicar a la educación y a los servicios sociales abandonados, a los hospitales y al SIS al borde del colapso, a la niñez desamparada, a los maestros, personal de salud, los policías y demás servidores públicos con sueldos de hambre. La deuda estrangula al Estado y debe enfrentarse con una estrategia integral. Necesitamos una Ley General del Sistema de Endeudamiento Público, que imponga topes y controles razonables a los tecnócratas que por años han empeñado al país sin rendir cuentas. Debemos poner alto al endeudamiento mediante Decreto Supremo, exigiendo que las operaciones de deuda se aprueben mediante Ley del Congreso. Es necesaria una Auditoría General de la Deuda Pública para determinar su origen, sus condiciones, su uso, su validez, e impulsar la creación de un Tribunal Internacional de Arbitraje de la Deuda, donde el Perú pueda denunciar deuda ilegítima o deuda "odiosa". Tenemos que negociar a fondo esquemas de conversión de deuda por inversión social en salud, educación, reparaciones a víctimas de la violencia, etc. El grave problema de la deuda pública nunca se resolverá si persistimos en esta política ramplona de refinanciar cada vez que se nos vencen las cuotas, incrementando la carga futura de nosotros y de nuestros hijos. Nuestro desarrollo como país requiere una reforma integral del manejo de la deuda. Y si este gobierno no la asume, las fuerzas de izquierda y progresistas debemos impulsar que lo haga el nuevo gobierno a elegir. - Javier Diez Canseco es parlamentario. La República, Lima, 22 de junio del 2005.
https://www.alainet.org/es/articulo/112299?language=en

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