El cinismo de Blair
20/07/2005
- Opinión
Tony Blair nos ha puesto frente a un monumento al cinismo. Trata de hacer
creer al mundo –y sobre todo a los británicos- que los atentados del 7 de
julio no tienen nada que ver con su decisión de acompañar a Bush en la
invasión de Irak. Pero toda la evidencia contradice su absurda pretensión
y sobran argumentos para abordar el debate y esclarecimiento de esta
cuestión, que resulta de la mayor importancia para comprender el mundo en
que vivimos y desentrañar las claves del terrorismo en la relación entre
opresores y oprimidos. En primer lugar ya se sabe que los servicios
secretos británicos emitieron un informe tres semanas antes de los
atentados en el que establecían: “La situación en Irak continúa actuando
como motivación y foco de una serie de actividades relacionadas con el
terrorismo en el Reino Unido”. Más claro ni el agua. Pero más allá de la
evaluación policial es fundamental en este análisis la historia de
agresiones, engaños y pillaje contra los pueblos árabes y musulmanes por
parte de los imperialismos occidentales. Entre ellos, muy destacadamente
el británico desde principios del siglo XX y cada vez con mayor presencia
el estadounidense desde los años posteriores a la segunda guerra mundial.
Cierto, el terrorismo, entendido como el ataque a civiles inocentes, no
tiene justificación moral alguna venga de donde venga. Aunque vale
aclarar que no debe confundirse el terrorismo con el legítimo derecho a
la lucha armada contra la ocupación extranjera. Pero atentados tan
repudiables como los de Nueva York, Madrid y Londres no se habrían
producido de no existir previamente el terrorismo de Estado ejercido en
proporciones masivas por las potencias occidentales en el tercer mundo,
hasta llegar con frecuencia al genocidio. No se trata sólo de las
recientes invasiones de Afganistán e Irak con la alta cuota de
destrucción, muerte y sufrimientos impuestas a sus poblaciones. Yendo más
atrás en la historia esas mismas naciones y otras del mundo árabe y
musulmán fueron invadidas y saqueadas por el imperialismo británico. Como
no es posible hacer el relato en este espacio, tomemos a Palestina en
todo su simbolismo como ejemplo paradigmático de la imagen que los
seguidores del Islam se han forjado de occidente en las últimas décadas.
Palestina es un caso colonial singularizado por la extrema crueldad que
se le ha aplicado, en cuya génesis, por cierto, Inglaterra tuvo una gran
responsabilidad. Un pueblo campesino despojado de la mayor parte de sus
tierras de labranza y hogares, con una gran porción de sus habitantes
expulsados hacia otros países. Un pueblo mil veces humillado,
bantustanizado y sometido por una de las máquinas de guerra más poderosas
del mundo. Es decir, mediante el empleo por Israel del terrorismo de
Estado a gran escala con el apoyo político y militar irrestricto de
Washington y el silencio cómplice o la hipocresía sinuosa de occidente.
A este respecto acaba de poner el dedo en la llaga sir Bernard Crick, ex
asesor del Foreign Office y prominente académico, al comentar la actitud
del gobierno de Blair respecto a los atentados: “Es muy fácil –afirmó-
refutar que Irak tiene la culpa de todo, pero lo que no se puede refutar
fácilmente es que este tipo de protestas en el mundo árabe e islámico se
han llevado a cabo desde el incumplimiento por Israel de las resoluciones
de la ONU después de la guerra de 1967. Es evidente para muchos jóvenes
musulmanes inteligentes y educados que hemos caído detrás de una política
exterior estadounidense muy equivocada…” Por su parte el reporte del
reconocido tanque pensante Chatham House enfatiza que después de la
invasión de Irak aumentó el peligro de atentados terroristas en el Reino
Unido y fueron estimuladas la propaganda y las posibilidades de
financiamiento y reclutamiento de nuevos terroristas por Al Quaeda. En
este mismo sentido opina una amplia corriente de diputados laboristas de
izquierda y académicos que según el diario The Guardian confiesan su
asombro de que este debate no hubiera surgido inmediatamente después de
los atentados. Aunque lo más importante es que su opinión es compartida
por dos tercios de los británicos, de acuerdo con una encuesta encargada
por el citado diario. Blair trata de engañar una vez más al mundo pero
más rápido se atrapa a un mentiroso que a un cojo.
https://www.alainet.org/es/articulo/112476?language=en
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