FIDH rechaza torturas a soldados por parte del ejército
22/02/2006
- Opinión
París, 22 de febrero de 2006.- La Federación Internacional de Derechos
Humanos (FIDH) expresa su rechazo a las torturas y tratos inhumanos y
degradantes a los que fueron sometidos 21 soldados en el Centro de
Instrucción y Entrenamiento (CIE), compañía del Batallón Patriotas del
Ejército Nacional, en Piedras, departamento del Tolima.
Según lo revelaron diferentes medios de comunicación en Colombia el
lunes 20 de febrero y lo reconoció el Gobierno colombiano, el pasado
25 de enero, durante una sesión de entrenamiento, del curso de
formación por el que tienen que pasar todos los soldados en los
primeros cuatro meses de entrada al ejército; los soldados del CIE
debían pasar una prueba, llamada "pista de evasión y escape," que
consistía en un ejercicio para aprender cómo escapar de la guerrilla y
qué hacer en caso de ser atrapados. En esta prueba participaron 65
soldados de los cuales 44 lograron huir en el momento del simulacro y
21 fueron atrapados por los supuestos miembros de la guerrilla quienes
eran sus superiores.
La FIDH constata con gran preocupación los numerosos maltratos de los
que fueron víctimas los 21 soldados. En efecto, los soldados fueron
sometidos a violentos ataques físicos: fueron golpeados con puños,
patadas, palos y piedras, y objeto de agresión verbal. Igualmente
fueron quemados en numerosas partes del cuerpo, con hierros para
marcar ganado, algunos, según los certificados del Instituto de
Medicina Legal presentaron quemaduras de segundo grado, además fueron
sometidos a pruebas de asfixia y ahogamiento, y a violencias y
humillaciones sexuales.
Es todavía mas alarmante el hecho que estos soldados que ingresan al
Ejército por convicción o necesidad personal, no teniendo más
oportunidades laborales o profesionales, tienen un promedio de edad
entre los 18 y los 20 años, provienen de humildes familias campesinas
y carecen de formación sobre sus derechos, lo cual los hace aún más
vulnerables.
La FIDH manifiesta su preocupación por la forma en que los soldados
formados de esta manera tratarían a sus prisioneros y a la población
civil en general que se considere "colaboran con el enemigo".
Igualmente la FIDH encuentra sorprendente la tardanza con que lo
ocurrido fue dado a conocer a la opinión pública y al mismo gobierno,
manteniendo la denuncia por tortura oculta entre los altos mandos del
ejército hasta el pasado 20 de febrero.
La FIDH se suma a la denuncia hecha por diferentes medios de
comunicación en Colombia y urge al Estado de Colombia a continuar las
investigaciones pertinentes para esclarecer los hechos ocurridos,
tomar las medidas adecuadas para que estos hechos de tortura sean
investigados y condenados por la justicia ordinaria, respetando las
sentencias de la Corte Constitucional que indican que este tipo de
violaciones de los derechos humanos no se pueden considerar como
propias o con ocasión del servicio militar, aún cuando las víctimas
son soldados.
Es de público conocimiento la existencia de cursos de derechos
humanos y derecho internacional humanitario al interior de las Fuerzas
Armadas, incluso seguidos por los superiores de los involucrados
directamente en los hechos, lo que demuestra la inocuidad de tales
medidas, si no se acompañan de la voluntad política de tener unas
fuerzas armadas realmente comprometidas con el respeto de los derechos
humanos.
Las sanciones penales y disciplinarias a los directamente
responsables de las torturas realizadas no son suficientes, tampoco lo
es la separación del servicio del Comandante del Ejército, General
Reynaldo Castellanos, lo que está en cuestionamiento es el tipo de
instrucción que está recibiendo la fuerza pública, por tanto la FIDH
pide al gobierno de Colombia que conforme una comisión independiente
para investigar el tipo de formación física, sicológica y académica
que recibe la Fuerza Pública colombiana en la preparación para la
lucha contrainsurgente u operaciones de orden público.
La FIDH llama la atención sobre el hecho que lo ocurrido sucede pocos
días después de la publicación del informe de la Alta Comisionada de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de
los derechos humanos en Colombia, el 20 de enero de 2006. En él se
resalta un incremento de las denuncias por violaciones de los derechos
humanos atribuidas a miembros de la fuerza pública y particularmente
al Ejército colombiano. Denuncia igualmente torturas y tratos crueles,
inhumanos o degradantes que involucran a miembros de la policía, del
Ejército, y a personal de centros de detención. Otras denuncias, según
el informe, hacen referencia a la utilización de la tortura en
interrogatorios de personas capturadas o detenidas. Este caso de
torturas en el interior del Ejército se suma a la violación por parte
del mismo del irrespeto de los principios internacionales de derechos
humanos y de derecho internacional humanitario como se ha denunciado
anteriormente. Sin embargo resulta sorprendente que el vicepresidente
colombiano al dar a conocer las observaciones a este informe, el
pasado 20 de febrero, mencione que "las Fuerzas Militares han dado
instrucciones permanentes, formación y capacitación para que la
totalidad de sus miembros actúe con pleno respeto a los derechos
humanos y al derecho internacional humanitario," sin tomar en
consideración los deplorables hechos acontecidos al interior del
Ejército en los días anteriores.
La FIDH se encuentra extremadamente preocupada por el incremento de
las violaciones de derechos humanos imputables directamente a la
Fuerza Pública en particular el Ejército, sobre los hechos aquí
denunciados el Estado vulnera el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, así como la Convención contra la Tortura y Otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes ratificada por
Colombia el 8 de diciembre de 1987, en especial el artículo 3 que
estipula que frente a los casos de tortura los responsables no pueden
invocar el cumplimiento de una orden de un funcionario superior como
justificación contra la tortura.
La FIDH alienta al Estado Colombiano a cumplir el artículo 4 según el
cual todo Estado parte castigará esos delitos con penas adecuadas en
las que se tenga en cuenta su gravedad, y el artículo 12 que señala
que todo Estado parte velará por que, siempre que haya motivos
razonables para creer que dentro de su jurisdicción se ha cometido un
acto de tortura, las autoridades competentes procedan a una
investigación pronta e imparcial.
https://www.alainet.org/es/articulo/114417