La sed globlal

21/03/2006
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Produce inmensa tristeza ver que la naturaleza habla
mientras el género humano no escucha

Víctor Hugo

El 22 de marzo entra la primavera…, así empieza una de las piezas maestras de uno de los juglares del vallenato, Leandro Díaz y precisamente por ello mismo la comunidad internacional celebra en esa misma fecha el día del agua, como principio de la vida que es, imprescindible para la subsistencia de todas las especies vivientes sobre la tierra. Allí donde hay agua hay vida, ello explica los denodados esfuerzos de los científicos por comprobar que en otros astros hay agua, por que de allí se seguiría como corolario su existencia, así sea en estado embrionario. Thales de Mileto afirmó que “Todo es agua” y no exageró; empezando por que el mismo ser humano, el agua es el principal e imprescindible componente de su cuerpo, el cual está integrado por un 75% de agua al momento de nacer y cerca del 60% en la edad adulta. La superficie terráquea asemeja un archipiélago, circundado por doquier por los océanos, los ríos y sus afluentes, así como de complejos lagunares. El volumen total del agua de la tierra es de 1.300 millones de kilómetros cúbicos; este compuesto químico (H2O) cubre casi las ¾ partes del globo. El 97.52% del agua existente es salobre y de escasa utilidad para el consumo humano – “el mar es una isla de agua rodeada de tierra por todas partes”[1] -, únicamente el 2.5% del agua del planeta es dulce y menos del 50% de esta es apta para el consumo humano, 1.76%, aproximadamente, se encuentra en los casquetes polares y en las profundidades de la tierra; el 0.4% se encuentra en los ríos, lagos, depósitos naturales, ciénagas, en la atmósfera, en organismos vivos y de ésta escasamente el 0.1% es agua dulce para consumo humano.

Fenómenos como el progresivo calentamiento global, han venido convirtiéndose en un dolor de cabeza para la comunidad internacional, por su impacto aterrador[2]. El volumen de agua potable por habitante actualmente es el 50% del de 50 años atrás. Mas de un tercio de la población mundial, que pasa ya los seis mil millones de habitantes, sobre todo en América Latina, África y Asia, no disponen de agua potable[3], 31 países sufren ya escasez de agua; se prevé que en los próximos cinco lustros 17 naciones mas sentirán los rigores de su precaria disponibilidad, de tal suerte que, de cumplirse tan espeluznante proyección, una gran parte de la humanidad soportará la sed, ya sea por carencia del agua o por mala calidad de la misma. “La escasez de agua no sólo implica que deben caminar grandes distancias para conseguirla o pagar precios más altos para comprarla. También contribuye a la aparición de enfermedades relacionadas con el consumo de aguas contaminadas, impacta en cadena las cosechas, la disponibilidad de alimentos y es claramente uno de los mayores factores de pobreza”[4]. En este momento, para millones de personas en el mundo, especialmente entre los más pobres del planeta, encontrar agua y comida es cuestión de vida o muerte.

Como lo afirma Marcel Claude, director de la ONG Oceana, “Según el Fondo de Población de Naciones Unidas, dentro de 25 años una de cada tres personas en la Tierra tendrá poca agua o nada…Las obvias consecuencias de esta escasez, ya es motivo de tensiones políticas y sociales en Latinoamérica”[5]. Y lo más grave es que, como lo denunció el Alto vocero de la ONU, Jan Egeland, la Comunidad Internacional ha prestado oídos sordos a los llamados de auxilio[6]. No es difícil predecir que las guerras del futuro ya no serán por el control del petróleo, sino por el acceso a las fuentes de abastecimiento de agua. Como nos lo recuerda Pablo Correa, “En 1979 Anuar el Sadat declaró que el agua del Nilo era el único aspecto que podría llevar a Egipto a entrar de nuevo en guerra. El rey Hussein de Jordania dijo lo mismo en 1990, refiriéndose al Jordán, que en los últimos 50 años se ha combatido por el agua en 37 casos”[7]. Recordemos que el acceso a las aguas de este último río fue una de las causas de la guerra de 1967 en Oriente Medio y sigue siendo hoy motivo de trifulcas entre israelíes y palestinos. En Latinoamérica se han presentado ya las primeras escaramuzas; concretamente en Bolivia; al percatarse de que el acueducto que los surte del preciado líquido había pasado a manos de una multinacional del Estado de California, Estados Unidos, en Cochabamba hubo un alzamiento popular, que puso en aprietos a las autoridades para sofocarlos, luego que al repelerla se causaron varios muertos entre la población civil. Fue preciso decretar el Estado de sitio, para controlar la situación.

Es más, a consecuencia de la falta de agua potable, tratada, cada año mueren 8 millones de personas, 4.6 millones de ellos niños menores de cinco años por enfermedades infectocontagiosas atribuibles a la falta de saneamiento básico, a la insalubridad del agua que consumen (parasitosis, otitis, fiebre tifoidea, hepatitis, el cólera, enfermedades granulosas de la piel, etc); cada cuarto de hora perecen mas de cien personas en el mundo por enfermedades de tipo diarreico, por falta de agua potable. De hecho, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2002 3.1 millones de personas perecieron por cuenta de enfermedades relacionadas con el agua como la malaria y la diarrea. Ello es horripilante y adquieren caracteres cada día más dramáticos, razón suficiente para que la Comunidad internacional se preocupe y disponga las acciones necesarias tendientes a mitigar sus devastadores efectos.

Pero, si por allá llueve, por aquí no escampa. Colombia está aprisionada en la paradoja de ser el cuarto país con mayor disponibilidad de agua por unidad de superficie, después de la antigua Unión Soviética, Canadá y Brasil y al mismo tiempo, es el país en donde el ímpetu destructivo y depredador del ecosistema ha adquirido caracteres más dramáticos. Cada año desaparecen 600 mil hectáreas de bosque húmedo, por cuenta de la tala y la deforestación indiscriminada; a ello han venido contribuyendo desaforadamente el avance incontenible de los cultivos ilícitos y la represión de los mismos por parte de las autoridades. Pese a ello, actualmente la oferta hídrica en Colombia sobrepasa los 57.000 metros cúbicos anuales per cápita, rebasando con creces los 14.000 metros cúbicos promedio estimado por cada habitante de la tierra por la ONU. Pero, como lo afirma el experto Carlos Castaño, “No porque tengamos una gran oferta se puede pensar que el agua es inagotable”[8]

Colombia no escapa al sombrío panorama que delatan las estadísticas a escala mundial. En Colombia, a pesar de tener abundantes fuentes hídricas, su población afronta cada vez más dificultades para acceder al agua potable, al punto que se calcula que para el año 2025, el 69% de la población podría enfrentar desabastecimiento severo del líquido. Casi ninguno de sus municipios menores, que representan más del 80%, cuenta con plantas de tratamiento para potabilizar el agua para consumo humano. 22 millones de colombianos consumen agua de mala calidad, no apta. Se prevé que a la vuelta de 20 años, las dos terceras parte de la población urbana tendrán muy serios problemas de abastecimiento o insalubridad del agua que consumen, con todas sus consecuencias en la morbi-mortalidad de su población, especialmente de aquella más vulnerable.

Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), a partir del 2.016, el 70% de la población colombiana, que para esa época se proyecta a los 53 millones de almas, tendrá problemas de abastecimiento de agua potable, si no se emprende en forma inmediata un ambicioso programa de recuperación, conservación y manejo de sus principales cuencas hidrográficas, hoy amenazadas. En hora buena, la Constitución de 1991 consagró el principio del desarrollo sustentable, entendido éste como aquel que concilia el crecimiento económico, con la preservación de los recursos naturales (Artículo 80), como los dos componentes de esa frágil ecuación, pues razón tenía Gandhi cuando afirmó que la naturaleza nos prodiga lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no la codicia de todos.

El agua, hace rato, dejó de ser un bien libre para la humanidad, para convertirse en un bien económico; de ser un recurso renovable, por acción u omisión de ella misma, se ha trastocado en un recurso no renovable y por ello mismo expuesto a su agotamiento progresivo e irreversible. Esta tesis que hasta hace poco era una herejía, es cada vez más aceptada por parte de los entendidos en el tema. Por ello mismo, ha despertado la codicia de las grandes transnacionales, que hacen cuanto pueden por hacerse al control de este recurso, que es no sólo vital, sino que se ha tornado en estratégico para las naciones del orbe. Ya se sienten pasos de animal grande en muchos países, especialmente del Tercer Mundo, tras su control del agua, la cual empieza a ser para ellas un negocio altamente lucrativo. Coca Cola pronostica que su agua, sí su agua (¡!) -en algunos países más cara que la gasolina- terminará dando mayores beneficios que sus bebidas gaseosas en muy pocos años. Para esto basta recordar la polémica suscitada en el Reino Unido hace exactamente un año, cuando esta transnacional reconoció estar envasando agua potable de Londres, para venderla como agua mineral a 3 euros el litro.

El Banco Mundial con sus políticas está dando pábulo para que haga carrera la fiebre privatizadora en este frente tan sensible, con grave detrimento de la disponibilidad y accesibilidad del agua, especialmente para consumo humano. Para el, sólo el afán de lucro que anima a las empresas particulares hará posible garantizar una mayor y mejor disponibilidad del recurso agua, sobre todo en tratándose de la prestación del servicio de agua potable. Para el Banco, se trata de un recurso más del suelo o del subsuelo, al que hay que atraer la inversión privada y una manera de hacerlo, tal vez la más expedita, es la concesión por un tiempo prolongado del manejo y aprovechamiento del mismo. Esta figura se ha venido abriendo paso en el caso de los parques nacionales en Colombia, como un subterfugio para privatizarlos sin despertar la resistencia y la aprensión que en otras circunstancias enfrentaría. Este es uno de los peligros que entraña un proyecto de Ley que ha venido tramitándose en el Congreso de la República, que puede derivar en lo mismo, con todas sus consecuencias. El agua es y debe seguir siendo un bien público esencial, su administración y manejo deben estar en manos del Estado. Hay que despabilarse, no vaya a ser que el país cometa con el agua el mismo error que cometió con otros recursos, tales como el petróleo, por que nos puede costar muy caro!

Desde la semana anterior se dieron cita en Ciudad de México, la capital más contaminada de los países Latinoamericanos, expertos, investigadores, ONGs y organismos internacionales especializados, para asistir al IV Foro Mundial del Agua. Allí, en el Centro de Convenciones Banamex, se dieron la mano el abuelo africano Robert Yaovi, líder espiritual de su comunidad, el joven coreano Lim Sungil, gerente de una empresa que trabaja para el saneamiento del agua captando tanto recursos públicos como privados y la niña alemana Bárbara Dickler, quien hace parte de una ONG ambientalista, en Colonia, su ciudad natal. Este tipo de encuentros suelen asemejarse más a una especie de aquelarre, en los que la confusión de lenguas, como en la Torre de Babel, hace de las suyas. Sin embargo, esta vez fue la excepción, no fue difícil ponerse de acuerdo, por encima de sus diferencias de sexo, de etnia, de ideología y de credo religioso, en que “la salvación del recurso hídrico es una tarea de todos”[9]!

www.amylkaracosta.com

Bogotá, Marzo 22/2006


[1] El Nuevo Siglo. Oscar Domínguez G. Carta al H2O: al agua, con amor. Marzo, 19 de 2006

[2] Amylkar D. Acosta M. El día después de mañana. Diciembre, 19 de 2005

[3] Consejo de colaboración para el abastecimiento de agua y saneamiento, Ccaas

[4] El Tiempo. Karen Jiménez Zubiría. Agosto, 3 de 2005

[5] Marcel Claude. Director Oceana. Oficina para América Latina y Antártica. La silenciosa guerra por el agua se libra en todo el Planeta

[6] El Tiempo. Agosto, 3 de 2005

[7] El Espectador. Noviembre, 27 de 2005

[8] El Tiempo. Agosto, 3 de 2005

[9] El Tiempo. Marzo 18 de 2006

https://www.alainet.org/es/articulo/114656?language=en

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