España: Alto el fuego
30/03/2006
- Opinión
El alto el fuego permanente decretado por la organización separatista vasca ETA fue
recibida de inmediato con alegría y esperanza por muchas personas y organizaciones
políticas en el Estado español, excepto por la cúpula del Partido Popular (PP), heredera
ideológica del franquismo. Era de esperar de esa formación, cuyo jefe real, el fascista
José María Aznar, mintió deliberadamente cuando intentó con fines electoreros achacar
a ETA la autoría del atentado terrorista del 11 de marzo, ha sido servil colaborador de
Bush en la inmoral e ilegal invasión de Irak y se ha ofrecido como voluntario para
enfrentar la marea antineoliberal en América Latina.
Este cese el fuego no es comparable a otros anteriores. ETA no ha ocasionado una baja
mortal en casi tres años y según fuentes cercanas al conflicto vasco su determinación de
cesar las acciones armadas es el resultado de un largo proceso de discusión interna y de
la influencia política ejercida por la izquierda abertzale, en particular por la ilegalizada
Batasuna, a la que con un maniqueísmo trasnochado se acusa de ser el “brazo político”
de la organización armada. El vocero de Batasuna, Arnaldo Otegui, habría sostenido
durante los últimos seis años reuniones en secreto con líderes del Partido Socialista de
Euskadi (PSE), expresión vasca del Partido Socialista Obrero Español(PSOE) de José
Luis Rodríguez Zapatero, que crearon un clima de confianza y abrieron el camino a
posteriores contactos de esta con el Ejecutivo.
Hay que reconocer la valentía de quienes en ETA se decidieron a dar este paso, como la
lucidez y el coraje de Otequi y otros integrantes de Batasuna en empujar hacia esa meta.
Pero no le escatimo méritos a Zapatero, sin cuyo decidido concurso este desenlace
habría sido imposible, no obstante mis prevenciones hacia la socialdemocracia en
general, por su alianza con el capital imperialista, y hacia el PSOE en particular también
por eso y por su enorme responsabilidad en el castramiento de la llamada transición
española a la democracia. Una transición que dejó intactos los poderes fácticos del
franquismo y no tuvo en cuenta los derechos nacionales del pueblo vasco al imponerle
una Constitución que este rechazó.
Las acciones de ETA no pueden desligarse de este contexto ni de la sistemática
represión contra el independentismo vasco y en especial contra la izquierda abertzale.
Durante el gobierno de Felipe González esta represión se ejerció por una banda
paramilitar totalmente al margen del estado de derecho con licencia para matar y
torturar. Pero las torturas siguieron en el mandato de Aznar y se han convertido en
práctica cotidiana contra todos los presos vascos, sean o no miembros de ETA. A ello se
ha unido el cierre de publicaciones, la caza de brujas y el hostigamiento permanente
contra quienes sostienen en Euskadi ideas distintas a las dominantes en el Estado
español.
A diferencia de comunicados de ETA previos a anteriores ceses el fuego, en este aboga
por una salida democrática en la que no será la organización armada el actor principal,
sino el pueblo vasco. Encaminarse hacia una solución duradera del conflicto exigirá por
todas las partes involucradas mucha paciencia, altura de miras, capacidad de hacer
concesiones y de perdonar. Y de la necesidad de perdonar habrá que convencer a los
integrantes de algunas de las organizaciones de víctimas de ETA, cuyas directivas son
burdamente manipuladas por el PP. Después de varios días de anunciado el alto el fuego
es que ese partido, por boca de Mariano Rajoy, ha tenido que dar su respaldo a Zapatero
en la negociación con ETA cuando se ha evidenciado que es un clamor del electorado,
aunque lo ha hecho de dientes para afuera y poniendo todos los peros habidos y por
haber. Pero Zapatero también deberá vencer la resistencia de los sectores más
conservadores de su propio partido, que se opondrán, al igual que el PP, a darle un lugar
a Batasuna en el proceso. Y es que esa formación es un dolor de cabeza para el conjunto
de la burguesía, incluyendo la vasca, por su proyección auténticamente socialista e
internacionalista. Por lo pronto el gobierno español tiene que encontrar la forma de
legalizar a Batasuna como un gesto indispensable para dar credibilidad a su intención
negociadora y la amenaza inminente de encarcelamiento que pende sobre Otegui es una
muy mala señal en esa dirección.
https://www.alainet.org/es/articulo/114741
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