Salud y derechos sexuales
01/08/2005
- Opinión
El informe sobre Salud en el Mundo 2005 recalca que todos los
años mueren más de medio millón de mujeres por causas maternas,
incluyendo el aborto inseguro, y millones de niñas y niños
también fallecen en el momento del parto o en sus meses o años de
vida, quienes podrían ser salvados con decisión política para
asignar los recursos necesarios a nivel de servicios. Lo
anterior ocurre con mayor frecuencia en los países de ingresos
medios y bajos, y en especial en las capas más pobres de la
población, lo que demuestra que la mala salud y las muertes
maternas e infantiles tienen directa relación con la pobreza, con
el nulo o escaso acceso a la atención de salud de buena calidad y
sobre todo a la falta de escolaridad de las mujeres.
Cada minuto muere una mujer por complicaciones durante el
embarazo y el parto, lo que significa mil 400 fallecimientos
diarios y más de medio millón al año. En ese minuto mueren 20
niños y niñas menores de cinco años, lo que significa que casi 30
mil pequeños fallecen a diario y 10.6 millones anualmente. Pero
el mayor riesgo lo corren los recién nacidos. Sin embargo, el ex
secretario y el actual secretario de Gobernación introducen el
debate sobre el aborto en México cuando el término "derechos
reproductivos" aparece en el siglo pasado para designar al
conjunto de derechos humanos que tienen que ver con la salud
reproductiva y más ampliamente contados los derechos humanos que
inciden sobre la reproducción humana, así como aquellos que
afectan el binomio población–desarrollo sostenible.
Los derechos del cuerpo están arraigados en los principios más
básicos de los derechos humanos. En términos generales, los
derechos del cuerpo en la sexualidad y la reproducción abarcan
dos principios básicos: el derecho a la atención a la salud
sexual y reproductiva, y el derecho a la autodeterminación sexual
y reproductiva. Estos derechos bajo el derecho internacional de
los derechos humanos son resultado de una combinación de una
serie de derechos civiles, políticos, sociales, culturales y
económicos: el derecho a la salud, a la salud sexual y la salud
reproductiva, el derecho a la planificación familiar, el derecho
a decidir el número de hijos y el espaciamiento de los
nacimientos, el derecho a casarse y a constituir una familia, el
derecho a la vida, a la libertad, integridad y a la seguridad, el
derecho a no ser discriminado por cuestiones de género, el
derecho a no ser agredido ni explotado sexualmente, el derecho a
no ser sometido a tortura ni a otro tipo de castigo o tratamiento
cruel, inhumano o degradante, el derecho a modificar las
costumbres discriminatorias contra las mujeres, el derecho a la
privacidad, el derecho a la intimidad, el derecho a disfrutar del
progreso científico, entre otros.
Fundamentalismos
Varios tratados de derechos humanos y documentos aprobados por
consenso internacional consagran estos derechos de aplicación
universal. El Programa de Acción de la Conferencia Mundial sobre
Población y Desarrollo de 1994 fue la primera conferencia que
definió el término de derechos reproductivos. Además se definió
la salud reproductiva como un estado general de bienestar físico,
mental y social, y no de mera ausencia de enfermedades o
dolencias. Esta última condición lleva implícito el derecho del
hombre y la mujer a obtener información y acceso a los métodos de
planificación familiar de su elección seguros, asequibles y
aceptables. Ninguno reconoce el aborto como un método
anticonceptivo.
Los fundamentalismos siempre son políticos, sean estas religiosos,
económicos, científicos o culturales y prosperan en sociedades
que niegan a la humanidad en su diversidad, legitiman mecanismos
de sujeción de un grupo sobre otro, y generalmente es en estas
sociedades en las que la salud de las mujeres y los niños y niñas
está en los índices más bajos. La salud es un bien público. A
pesar de ser evitables, las muertes por aborto inseguro y
complicaciones del embarazo, parto y puerperio siguen siendo las
principales causas de las muertes maternas.
Una educación sobre la sexualidad responsable es mucho más
provechosa que proponer castigar a quienes no se les brinda esta
educación; para una correcta toma de decisiones, debe
proporcionarse una información objetiva y científica.
https://www.alainet.org/es/articulo/116083?language=en
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