Caen las lágrimas de los olivos sobre el terreno infértil de la paz

24/07/2006
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"Y de piedras construiremos el estado de los amantes", Mahmud Darwish, El poema de Beirut A pesar de la catarata informativa proveniente de Oriente Medio, pocas son las novedades ocurridas: la mayoría de los países árabes dejan a Palestina y a el Líbano danzar solos, en el mismo escenario donde se desarrolló la huelga de 6 meses en 1936 y esto tampoco es novedoso, al igual que las cifras de muertos. A pesar del realismo exhibido por las cadenas informativas: en 1982, una revista de Naciones Unidas informaba que en el conflicto armado entre el Líbano e Israel, ocurrido ese año, habían muerto, entre el 6 de junio y el 15 de agosto, 6.765 personas, 30 mil resultaron heridas y del total de muertos, el 80 por ciento eran civiles. Según analistas, Israel cometió un error al invadir el Líbano, teniendo en cuenta los logros obtenidos por Estados Unidos al expulsar a las fuerzas sirias del territorio libanés: el Líbano estaba ordenado e Israel lo desordenó. Pareciera no ser tan así. La actual no es la primera vez que la política israelí contradice a la motorizada por Washington, a modo de ejemplo citemos el plan impulsado por Ronald Reagan, dado a conocer el 1º de septiembre de 1982, el cual fue caracterizado por Simón Peres como el "acto mayor para el futuro del Medio Oriente", sin embargo, a los cuatro días, el gobierno israelí anuncia la implantación de tres nuevos asentamientos en la Ribera Occidental. Por otro lado, la invasión a el Líbano podríamos observarla como producto del estancamiento de Estados Unidos tanto en Irak como en Afganistán y la profundización de contradicciones que se suscitan día a día en los pagos de Bush, donde George no está lejos del "impeachment", juicio político para destituirlo. En el día de ayer la senadora demócara Hillary Clinton acusó al gobierno de Bush de estar "...llevando a la quiebra a nuestro país y no atiende los problemas de la gente" y parafraseando a su marido dijo: "Lo importante es conseguir el sueño americano, estúpido". La falta de reflejos de Estados Unidos le indicó a Israel que debía actuar y actuó. Desde las transparentes elecciones democráticas realizadas en Palestina el 25 de enero, cuando Hamas obtuvo un triunfo aplastante, Israel apuntó los cañones con esa orientación y ahora jala repetidamente el gatillo contra el gobierno democrático de Hamas. El otro objetivo, reducir a la mínima expresión al Hizbollah (1), que no sólo representa al 40 por ciento de la población chiíta libanesa, sino que es el único movimiento armado que derrotó al ejército israelí, justamente en la actual zona de conflicto. Sin embargo, la derrota que Israel pretende infringirle a Hizbollah es más política que militar. Hizbollad, de concepción antiimperialista, posee una extendida influencia en varios partidos chiítas en Irak, donde posee una extendida red destinada a la acción social. El Hizbollad es un movimiento político al cual no se lo puede derrotar simplemente por las armas. Repeticiones reiteradas En una entrevista que Zbigniew Brzezinski brindó Ghassan Bishara, corresponsal en Washington del periódico Al-Fajr, luego de los Acuerdos de Camp David (1977 a 1981), el ex asesor en Asuntos de Seguridad Nacional del presidente Jimmy Carter explica: "El problema con la política árabe respecto de Israel ha sido que es en gran medida retórica y declamatoria. El lado árabe nunca ha sido serio, sea en cuanto a la lucha o las negociaciones. Luchar una vez cada diez años durante diez días no es ser serio acerca de la lucha, y desear que los norteamericanos negocien con los israelíes de parte de los árabes no es una muestra de seriedad en cuanto a negociar" (2). Coincidente con la opinión de Brzezinki, un despacho de la agencia RIA-Novosti subraya, ya en nuestros días, que "El mundo árabe está dispuesto a hacer la vista gorda a la crisis libanesa-israelí. A los regímenes actuales les importa más conservar su poder que interceder por los hermanos libaneses" (3). Hasta el momento, los únicos países que manifiestan seriedad ante el conflicto son Siria e Irán; del Egipto de Abdel Gamal Nasser (1918-1970) nada queda; Anuar Sadat primero y luego Hosni Mubarak se encargaron de barrer hasta el último vestigio del panarabismo impulsado por el Coronel Nasser y hoy privilegia "la paz por separado", los buenos entendimientos con los Estados Unidos, a contribuir a detener esta nueva matanza en el Líbano y el asedio de Gaza, donde ni siquiera llega la ayuda humanitaria. Mientras el control del petróleo está en juego, cotizándose en dólares o euros, Palestina y el Líbano danzan solos esperando la música que fue ejecutada en 1973, cuando los países árabes aplicaron sanciones económicas a Estados Unidos y Holanda, ante la avanzada de Israel en 1967, cuando se apropió de la península del Sinaí, egipcia y del Golán, Siria. Aquella música sonó y tronó fuerte, el embargo petrolero árabe hizo retroceder al pujante Israel y al ahora enclenque Estados Unidos. ¿Surgirán novedades en el presente conflicto? ¿O estaremos hablando, dentro de diez años, de los diez años transcurridos? Notas: (1) Roberto Bardini: "Israel-Líbano, Fábula del elefante y la hormiga". (2) "Zbigniew Brzezinski: la paz en una impasse", entrevista publicada en Estudios Palestinos, Buenos Aires, octubre-diciembre de 1984, Pág. 66. (3) "Hezbollah corre el riesgo de quedar aislado", RIA-Novosti, 21/07/06. Fuente: Rebanadas de Realidad, - Buenos Aires, 25/07/06.-
https://www.alainet.org/es/articulo/116253
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