EE.UU. acusa a otros países de pisotear DDHH:
George Bush, el gran violador de DD HH en su país y el mundo
30/07/2006
- Opinión
Estados Unidos acusa a Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Irán, China, Siria y otros países de ser violadores de los derechos humanos. Pero la realidad muestra que dentro y fuera de EE.UU. el gran negador de esas garantías es George Bush.
Cada año el Departamento de Estado publica un informe sobre los derechos humanos en el mundo. En sus páginas se reproducen acusaciones contra países socialistas y del Tercer mundo, que tendrían los peores récords en tanto EE. UU. emerge impoluto como campeón humanitario.
Pero los hechos ponen al supuesto paradigma de los derechos humanos en un lugar menos expectable de esa tabla de posiciones. El mantener bajo ocupación militar a Afganistán desde octubre de 2001 y a Irak desde marzo de 2003, con 200.000 muertos en total y una enorme destrucción material y cultural, pinta a la administración Bush como la menos humanitaria del planeta.
En 1999, con William Clinton en el Salón Oval, le había tocado sufrir a los yugoslavos una "intervención humanitaria" que devastó los Balcanes con misiles, bombas de fragmentación, de racimo, de grafito, munición con uranio empobrecido y el resto de la parafernalia de la OTAN.
Desde entonces se popularizó la cínica expresión de "daños colaterales" en referencia a bajas civiles. Y eso que se trataba de "armas inteligentes" que los contratistas venden al Pentágono en sumas millonarias y supuestamente no pueden errar al blanco más que por centímetros.
Esas guerras son puro genocidio, descalificado aún más por bombardeos, fusilamientos de civiles, prisiones ilegales, torturas y desapariciones.
Esas noticias están ocupando cada vez más espacio en los medios aunque en Washington arguyen que se trata de "casos aislados" de pocos integrantes de sus fuerzas armadas. El genocida Jorge R. Videla se les anticipó treinta años al querer disimular su terrorismo de Estado como meros "errores" y "excesos".
En noviembre pasado los marines mataron a 24 iraquíes desarmados en dos viviendas de Haditha, a 200 kilómetros al noroeste de Bagdad, entre ellos diez mujeres, niños y un anciano en silla de ruedas. La soldadesca estaba furiosa porque la resistencia había eliminado a uno de ellos. Recién en marzo de este año se supo de la masacre por un reportaje de la revista británica Time pero aún el gobierno norteamericano dice estar investigando lo ocurrido.
En marzo de 2006 la fuerza de ocupación atacó una casa en Isahaqi, a 80 kilómetros al norte de Bagdad, y asesinó a once personas, incluyendo a cinco niños. El vocero militar estadounidense Stacy Simon dijo que los soldados repelieron "fuego enemigo".
En mayo de este año la aviación bombardeó una residencia en Ramadi, capital de la provincia de Al Anbar, y mató a doce miembros de una familia. En junio un grupo de marines violó a una mujer en Mahmudiyah, al sur de Bagdad, y luego la mató y quemó junto a tres de sus familiares.
La secuencia indica un patrón de conducta de los invasores.
No se cura con un curso
Aquellos crímenes y el arrasamiento de la ciudad mártir de Fallujah a fines de 2004, indican que la fuerza de ocupación no tiene ningún freno ético. Los principales responsables de su actuación son el comandante en Irak, general George Casey, y el jefe de la Junta de Estado Mayor, general Peter Pace, que en 2000 cerró en Córdoba el ejercicio "Cabañas I" entre el ejército de su país y el argentino.
Desde agosto de 1945, cuando en Hiroshima y Nagasaki tiraron bombas atómicas sin ninguna necesidad militar, y más adelante en 1952 cuando dejaron 3 millones de coreanos muertos y en 1975 otro tendal de 4 millones de vietnamitas, esas fuerzas norteamericanas no tienen remedio democrático. Son la armada del Cuarto Reich.
En junio, ante la evidencia de tantas masacres en Irak, se anunció que la tropa realizaría un curso de treinta días sobre "los valores básicos en tiempos de guerra". El teniente general Peter Chiarelli, número dos de la fuerza multinacional en la Mesopotamia, puntualizó que la formación giraría sobre "la conducta profesional en combate, así como el respeto a la cultura iraquí".
Sólo los tontos y los propagandistas del Pentágono pueden creer que ese cursito va a cambiar algo la doctrina neocolonial. Pace, Casey y Chiarelli insuflaron en sus unidades la cultura del crimen y ahora ponen caras de compungidos.
La mentalidad de esa gente se transparentó el mes pasado, cuando se suicidaron tres prisioneros supuestamente talibanes en Guantánamo. El comentario del responsable del lugar, comandante Harry Harris, fue: "creo que esto no fue un acto de desesperación sino un acto de guerra contra nosotros".
En Guantánamo -base naval usurpada a Cuba desde 1903-, Abu Ghraib y otra veintena de cárceles clandestinas en varios países del mundo, como se supo tras el destape de doscientos vuelos secretos de la CIA, los derechos humanos no existen. Ni siquiera se salvan prisioneros de renombre que los norteamericanos y títeres debieron "blanquear": a Saddam Hussein ya le mataron a tres de sus abogados.
El Tribunal Supremo de Justicia estadounidense entendió, luego de una demora interminable, que Bush había actuado mal al poner a los centenares de detenidos en Guantánamo bajo cortes militares especiales. Pero el tejano ratificó que a éstos no les corresponden las Convenciones de Ginebra y entendió que la Corte aceptó de hecho la existencia de esa cárcel.
Un imperio decadente
Un capítulo conocido del prontuario de la superpotencia es el de los frustrados atentados contra Fidel Castro. Según el inventario de la seguridad cubana, fueron 644 intentos. Pero no solamente Cuba denuncia esos planes pues en junio fue el miamense "El Nuevo Herald" quien recogió declaraciones de un ex directivo de la Fundación Nacional Cubano Americana (Fnca), José Antonio Llama, sobre lo planificado por esa colateral de la CIA en 1997. Quisieron matar al mandatario cubano en la Cumbre Iberoamericana de isla Margarita.
Esas historias le costaron a EE.UU. no haber sido electo para la Comisión de Derechos Humanos hace dos años. El desprestigio era tal que, cuando la ONU decidió transformar el organismo en Consejo de Derechos Humanos, Washington no pudo candidatearse a uno de los 47 asientos.
Entre quienes no ven a Bush como asesino serial está Robert Ménard, el subsidiado y vitalicio jefe de Reporteros Sin Fronteras que protestó por la inclusión de Cuba y China en el flamante CDH. Ménard no se preocupa por los periodistas asesinados pues el Instituto Internacional de Prensa (IPI) informó el 29 de mayo que en 2005 habían muerto 65 cronistas, la mayoría en Irak.
La mala fama del imperio no se basa sólo en las invasiones de sus marines sino también en cuestiones de política interior.
En sus cárceles hay presos políticos como Mumia Abu Jamal, periodista y activista afro-americano y Leonard Peltier, líder del movimiento indio, desde hace 24 y 28 años respectivamente. O los cinco cubanos presos por el "delito" de espiar en Miami a la terrorista Fnca, que el 12 de setiembre cumplirán ocho años de detenidos.
Como les espetó China el año pasado, las autoridades estadounidenses son responsables de un notable incremento de la población carcelaria, que aumentó de 320.000 internos a dos millones, entre 1980 y 2000, con mayoría de afro americanos y latinos pobres.
Justamente la proliferación de la pobreza es otro dato clave de la violación a los derechos humanos. Una Comisión por la Verdad que sesionó recientemente en Cleveland, Ohio, difundió un informe según el cual en EE. UU. hay 31 millones de pobres y 45 millones que no tienen acceso a la salud, entre ellos 8,5 millones de niños.
Esos padecimientos, que afectan con crudeza a los inmigrantes, están en la base de la rebelión de millones de estas personas, que este año protestaron en California y otros estados. Para ellos Bush no es campeón de nada y menos que menos de derechos humanos.
Fuente: http://www.laarena.com.ar
https://www.alainet.org/es/articulo/116350?language=en
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