Nueva etapa del capitalismo de Estado
17/08/2006
- Opinión
Me acuerdo de las discusiones que teníamos en el Centro de
Estudios Socioeconómicos (CESO) que dirigía en Chile en el auge
de la Unidad Popular cuando preveíamos la desestructuración de
Europa Oriental como consecuencia de las restricciones impuestas
por una integración a la Unión Soviética, en algunos casos
tecnológicamente más atrasada que sus áreas de influencia
obtenidas por razones militares y geopolíticas. Yo no veía en
esta situación un retroceso hacia unas economías capitalistas
puras sino una expansión del capitalismo de estado
que interactuaría con un comercio mundial cada vez más dominado
por el capitalismo de Estado. Lo mismo planteaba en relación a la
perestroika (aún cuando Yeltsin intentó aplicar los principios
neoliberales en Rusia con resultados destrozos). Lo mismo
señalaba en el caso de las privatizaciones de los años 80s y 90s.
Se trataba de situaciones transitorias pues la tendencia sería la
vuelta al Estado de estas empresas privatizadas, por lo menos las
de menor tasa de ganancia. Lo mismo señalamos en el caso de China,
cuyo fortalecimiento como economía exportadora debería abrir
camino hacia un capitalismo de Estado colosal, incluso en el
sector financiero mundial. Algunas de estas tesis pueden ser
encontradas en mi libro sobre Economía Mundial e Integración
Latinoamericana, publicado por Plaza y Janés en México.
Es con mucho gusto que me refiero al artículo de George Wehrfeitz
en el prestigiado semanario norteamericano, Newsweek , de 1º de
mayo de 2006, con el interesante título “el nuevo capitalismo de
Estado”. Ahí se anuncia sobre todo la creación de una holder
china, la China National Chemical Corp., cuyos primeros pasos,
hoy día ampliados, ya demostraban un fuerte movimiento de compra
e fusiones de empresas en China y en el resto del mundo, incluso
Wall Street.
El autor muestra las tendencias semejantes que se procesan en
Rusia, sobre todo con la Gazprom, con sus desdoblamentos en el
sector automobilístico y en la midia, para analizar en
continuación el caso de Venezuela, a través de PDVSA. Mas su
espanto es aún mayor con el caso de Singapur donde el Estado
controla, a través de la holding Temasek, el sector financiero y
otros en toda Asia o de Dubai donde la Airlines Emirates es un
caso de éxito económico impresionante. Pero no sería muy
diferente la situación si averiguara con más detalle el
capitalismo de Estado en Europa y hasta en los Estados Unidos.
De esta forma, el autor presenta como conclusión lo que
anunciábamos como resultado inevitable de un proceso de
privatización comandado por una teoría del siglo XVIII que
desconoce la tendencia del capitalismo hacia el monopolio y la
estatización. Este tema lo hemos tratado sistemáticamente en
nuestro libro sobre Del Terror a la Esperanza: Auge y Declinación
del Neoliberalismo, publicado por Ideas y Letras en Brasil y por
publicarse en español por Monte Ávila en Venezuela y en mandarín
por Documentation Publisher House de la Academia de Ciencias
Sociales de China.
En otras oportunidades hemos destacado el rol creciente del gasto
público y de la deuda pública en el funcionamiento del
capitalismo contemporáneo. Pero podemos agregar dos elementos más
a la reflexión: el rol de la Organización Mundial del Comercio y
el caso de la OPEP, ambos temas en evidencia en la presente
coyuntura.
La OMC fue presentada a la opinión pública mundial como un
coronamiento de las reformas neoliberales. Sin embargo,
llamábamos la atención en el momento de su surgimiento sobre la
contradicción entre una defensa intransigente del libre mercado
como organizador de la economía mundial y la necesidad de crear
un órgano interestatal para gestionar y controlar este proceso.
El aparecimiento de la OMC era, al contrario de la opinión
dominante, una demostración del rol creciente e insustituible de
los Estados nacionales en la organización del mercado mundial.
Los hechos están a demostrar la corrección de esta concepción y
se intenta desacreditar esta obra clave de los neoliberales que
ahora descubren el valor de los acuerdos comerciales bilaterales
que también no son ninguna consagración del llamado libre mercado.
Por el contrario, son un fuerte instrumento de subsistencia de
métodos de control cambiario, subsidios, establecimiento de
cuotas y otros instrumentos del capitalismo de Estado y
particularmente de los intereses imperialistas dominantes en el
mundo.
Lo mismo pasa con el fenómeno de la OPEP que asegura un control
creciente de los Estados Nacionales sobre el mercado mundial del
petróleo a través de la utilización del cartel como instrumento
de participación en el comercio mundial, en la formación de
precios, en el control de los mercados y evidentemente de la
producción.
Estos son los hechos. Si la teoría neoclásica y neoliberal
desconoce estos fenómenos, peor para la teoría. Traten de
revisarla y aproximarse de una visión realmente científica de la
sociedad y la economía contemporáneas.
- Theotonio dos Santos es Profesor titular de la UFF. Director de
la REGGEN (http://www.reggen.org.br).
https://www.alainet.org/es/articulo/116609?language=es
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