Dios está angustiado… ¿qué hacemos?

21/08/2006
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“El extremo del conocimiento humano
de Dios, es conocer que no conocemos a Dios”
( Santo Tomás) La humanidad vive momentos de dolor viendo que la muerte recoge la cosecha de odio y soberbia de los poderosos, que imponen su voluntad sobre otros pueblos violando el derecho a la soberanía, los Pactos y Protocolos internacionales, las normas más elementales y viendo también que mayoría de los ataques y víctimas son a la población civil, mujeres, niños y ancianos. Duele ver que la locura del poder y la soberbia humana utiliza el nombre de Dios, en cuyo nombre se cometen crímenes, guerras, se han lanzado cruzadas, impuesto inquisiciones, desatado persecuciones, masacrado pueblos. Hoy esa tragedia se vive en el Líbano, Palestina, Irak y Afganistán y todo ese horror busca justificar lo injustificable. Así, va rodando y extendiéndose el olor irrespirable de la muerte, con los miedos, las justificaciones para desatar “guerras santas” y “guerras justas”. Y el combate hipócrita que se hace para luchar contra el “eje del mal”, es decir todos aquellos que se oponen a los intereses imperiales, impuestos por George Bush. El juego de la guerra, vencer o morir, siempre que los que mueran sean otros y no ellos, que se encuentran muy seguros. Lanza del Vasto señala que existe una profunda conexión entre juego y guerra. “La guerra es el juego de los poderosos, o de enteras colectividades consagradas a la aserción de sí mismas. Es “el gran vicio público que consiste en jugar con la vida de los hombres”. Pero la verdadera emoción del juego procede de la suspensión de la conciencia. En la guerra, uno supone que no sólo es justo, sino necesario matar. El gran sacrificio de la guerra no es tanto el sacrificio de vidas cuanto la suspensión de conciencias (un sacrificio, sin embargo, que la mayor parte de la gente encuentra fácil y placentero con tal que todos lo hagan al mismo tiempo). Si hay alguna “necesidad” en absoluto que impulse a los hombres a la guerra es esa. La necesidad de la suspensión de la conciencia en masa, una irresponsabilidad total, en que todo el mundo deja correr y se dedica a una sola tarea: destruir al enemigo. El gran peligro de la guerra es esa inmoralidad masiva que el juego de la guerra satisface plenamente. La satisfacción es mayor cuando la suspensión de la conciencia se puede ver como una respuesta carismática a una incitación más elevada y más mística: la intimación a destruir al demonio con un delicioso recurso a utilizar como son los propios métodos del diablo: invocando a Dios y exigiéndole definiciones que deben estar de su parte y no de la otra, para destruir al enemigo. Todos los involucrados en la guerra oran y piden a Dios que les dé la victoria sobre el enemigo. Bien lo señala T. Merton cuando dice: Para ellos Dios no es Amor, sino poder, y la obediencia no es libertad, sino sumisión e inercia. Dios debe estar angustiado al ver tanto horror en aquellos que lo invocan y matan o mueren en su nombre, en ese juego perverso de la suspensión de la conciencia. George Bush, en su lucha de hegemonía mundial, dice que se comunica con Dios. Parece disponer de una línea privada y le reclama que le ayude a destruir al enemigo. Israel y Tony Blair entre otros, oran y le reclaman a Dios que les ayude a destruir al enemigo identificado como “terroristas islámicos”, y a su vez ejercen el terrorismo de Estado. En éste proceso perverso e hipócrita violan sistemáticamente el Derecho Internacional Humanitario, invaden países con total impunidad, desconocen las resoluciones de las Naciones Unidas, salvo las dos últimas de “cese de fuego” en la invasión de Israel contra el Líbano para establecer una tregua sumamente frágil que no garantiza la Paz. Tregua que acaba de ser violada por Israel. Es indignante y doloroso que el Estado de Israel, antes de comenzar el retirado de sus fuerzas, ordenada por la ONU, arrojó miles de toneladas de bombas sobre Beirut y el Sur del Líbano. En el otro frente de guerra, contra Palestina, secuestra al Vice-Primer Ministro palestino y parlamentarios con total impunidad y acusan a los que se oponen a la invasión y critican las atrocidades cometidas por las tropas israelitas, de ser “antisemitas”: Utilizan un mecanismo que, a algunos sectores de Israel, les resulta fácil y les sirve para justificar sus horrores y descalificar a los demás. ¿Cómo pueden acercarse al Dios de la vida, de la dignidad humana y de la Paz? ¿Hasta cuándo Israel puede sustentar su tranquilidad y derechos sentado sobre el poder de las armas? El juego de la guerra les lleva a su perdición. Dicen que “luchan” por alcanzar la Paz…Así comienzan todas las guerras. Es curioso que los grandes medios de comunicación, hablen únicamente del “terrorismo islámico” y callen sobre el “terrorismo cristiano” o el “terrorismo judío”. Se pretende hacer del problema de Medio-Oriente una guerra de religiones entre Oriente y Occidente. Pretenden enfrentar el Islam contra el Cristianismo y el Judaísmo. Aclaremos las cosas, ninguna de las religiones mencionadas son terroristas; honran y son portadoras del mensaje del Dios de la Vida y no de la muerte. Se silencia y oculta que los señores de la guerra, tienen por único dios el “becerro de oro”; son los traficantes de la muerte, su templo está en los bancos y su oración se limita a sumar y restar en su caja de caudales y su riqueza aumenta con el sacrificio y la sangre de los pueblos. Dios debe estar confundido y angustiado con la locura de los hombres, que siempre pretenden meterlo en el medio y utilizarlo, pero se niegan a escucharlo. Angustiado de quienes lo invocan para la guerra y le exigen que combata con ellos para destruir al enemigo, de aquellos que, en el juego de la guerra y la suspensión de las conciencias, buscan que todos jueguen en la ruleta de la muerte en que todos pierden. Necesitamos orar para que no se produzcan más guerras y trabajar para fortalecer los caminos que conduzcan a la Paz No a cualquier precio. La Paz no se regala, es el fruto de la Verdad y la Justicia, del derecho de las personas y los pueblos. ¿Hasta cuándo continuarán matando en nombre de Dios, para defender las políticas hegemónicas del poder de dominación, los intereses económicos y políticos, la apropiación de los recursos del Medio-Oriente, EE.UU., Gran Bretaña, Israel y sus aliados? Dios ve con tristeza infinita la obra de los hombres. Tengo necesidad de rezar, de pedir a Dios por todas las víctimas inocentes caídas en la locura de la guerra, por los niños libaneses, iraquíes, palestinos, judíos que ya no podrán sonreír y ver un nuevo amanecer; que son víctimas de la irracionalidad humana, de aquellos que desprecian la vida. Quiero pedirte, Dios mío, por ese don que diste al ser humano, la libertad, para ser utilizada en bien de todos. Mira cómo la utilizan los poderosos! Pedirte que ilumines la conciencia de aquellos que han arrastrado a los pueblos a la guerra, a la destrucción, la intolerancia. Que escuchen tu palabra de Vida, que cuiden y compartan éste pequeño mundo que es de todos y que se empeñan en destruir. Porque el camino de las armas no lleva a ninguna solución, sólo a más muerte y destrucción. Ilumina sus conciencias para que dejen la soberbia y encuentren los caminos del diálogo para compartir el Pan y la Libertad entre los pueblos. Perdona mi atrevimiento Dios mío, pero tengo que pedirte algo muy especial. Si los poderosos no lo entienden, si no escuchan el clamor de los pueblos que quieren la Paz, si no quieren escuchar tu voz, por favor pégales una patada en el trasero para que despierten y desarmen sus conciencias armadas y dejen de hacer daño masacrando a los pueblos. Amen.
https://www.alainet.org/es/articulo/116663
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