Reconocer el papel de los mayores

10/11/2006
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Médicos y laboratorios farmacéuticos llevan años trabajando en el desarrollo de medicinas y fórmulas que ayuden a vivir más. En el mundo hay más de 600 millones de personas mayores de 60 años. Este segmento de la población crecerá con mayor rapidez que ningún otro en los próximos años. En 2025 habrá 1.200 millones y cerca de 2.000 millones en el año 2050.

El Doctor Leonard Guarente, del Massachussets Institute of Tecnology y uno de los fundadores de Elixir Pharmaceuticals, ha dedicado los últimos quince años a desarrollar fármacos pro-longevidad y anti-vejez. Sus investigaciones en los últimos quince años se han centrado en los llamados genes SIRT, que actúan en el cerebro, las mitocondrias y otras cinco zonas específicas del cuerpo. A partir de experimentos con organismos como el hongo de la levadura, Guarente y su equipo vieron que las enzimas generadas por los genes SIRT eran responsables de ajustes metabólicos que permitían alargar la vida del hongo en cuestión. Se trata de crear mecanismos genéticos que respondan a las agresiones que sufre el cuerpo para incrementar la energía de las células y acelerar su velocidad de regeneración. Las investigaciones de Guarente no son las únicas destinadas a alargar la vida. También son conocidos los experimentos de David Sinclair, de la facultad de medicina de Harvard, que comparte la teoría central de la tesis de Guarente.

Al mirar los datos sobre el envejecimiento de la población mundial, ¿Merece la pena alargar la vida durante la vejez? ¿Tiene sentido añadir años a la vida o deberíamos preocuparnos por sumar vida a los años?

La declaración de Brasilia sobre el envejecimiento saludable de 1996 reconoce que “el envejecimiento está ligado al desarrollo. Las personas mayores saludables significan mucho más para sus familias, sus comunidades y la economía”. Sin embargo, la sociedad de consumo occidental no reconoce el papel fundamental que desempeñan los ancianos.

El trabajo desinteresado de los mayores en países del Norte ha sido un pilar fundamental para la incorporación de la mujer al trabajo, para sostener la cohesión familiar, para cuidar y atender a las personas dependientes y para que los más pequeños aún puedan recibir una educación personal basada en la ternura, el cariño y la transmisión de experiencias.

En algunos países desarrollados se habla ya de “abuelos esclavos”. El miedo a sentirse inútiles, o una carga para los demás, hace que algunos de ellos se auto-impongan una excesiva carga de trabajo familiar, que llevan con alegría. Se encargan de cuidar, alimentar y educar a sus nietos durante largas jornadas para que sus hijos puedan trabajar horas extras y mantener su ritmo de vida.

El número de mayores que viven solos en España aumentó casi el doble desde 1994. La soledad asusta a los ancianos, sienten miedo a quedarse solos, a que sean aparcados tras una vida dedica a la “producción”. Hacerse mayor es inevitable, pero la madurez no significa inactividad o enfermedad. Los abuelos son la experiencia y el ejemplo.

La situación económica de los mayores también es un reflejo del lugar que la sociedad de consumo les otorga. El 30% de los mayores de 65 años en España, por ejemplo, vive por debajo del umbral de la pobreza. El salario medio anual de un pensionista en este país es de 9.000 euros, la mitad del sueldo medio interprofesional. Sólo uno de cada tres hogares españoles tiene ingresos inferiores a esta cifra. Más del 50% de los mayores que viven solos en España no tienen medios económicos suficientes para mantener una calidad de vida digna.

Aunque en ocasiones se asocie vejez con decadencia en los países occidentales, una persona de 60 años conserva en general las ganas de vivir, la salud, y condiciones físicas más que suficientes para hacerlo. Tiene un tercio de su vida por delante para realizar aquello que no pudo hacer en el pasado; para sentir que su papel social es esencial para contribuir al bienestar social y transmitirnos experiencias.

Los ancianos aportan mucho más de lo que la sociedad occidental les reconoce. En unas décadas, el aumento del número de mayores podría colapsar la sanidad pública y el sistema de pensiones. Pero la vida digna es un derecho de aquellos que han trabajado por las generaciones que les iban a suceder.

- Alberto Sierra es periodista.

Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.

www.solidarios.org.es
https://www.alainet.org/es/articulo/118130
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