Mentiras para invadir, ¿mentiras para retirarse?

15/12/2006
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Las cosas se están torciendo en esa Casa Blanca donde Bush ve, entre irritado y obcecado, cómo sus planes para Iraq, y para todo Oriente Medio, se van al traste ante la creciente oposición que sus monumentales errores y no menos abultadas mentiras han hecho crecer en EEUU.

En un informativo televisado se emitieron dos secuencias sucesivas: un bombardeo estadounidense en Iraq, que produjo una treintena de muertos, incluyendo mujeres y niños, con escenas de tragedia familiar: ruinas domésticas, llanto, sangre y cadáveres. Acto apareció un beatífico coro formado por la feliz familia Bush junto con sus allegados más inmediatos, cantando dulces canciones navideñas para festejar el encendido del árbol de Navidad en la Casa Blanca, con la participación musical de la banda del Ejército de EEUU. Sonrisas, besos, parabienes, espíritu de paz y concordia.

Los dos acontecimientos tuvieron lugar casi a la vez. Ambos tenían su origen en la misma Casa Blanca que, por un lado, muestra un semblante de felicidad navideña y, por otro, la ya prolongada violencia que gestiona implacablemente. El mismo rostro inexpresivo y oficial del presidente de EEUU avalaba ambos sucesos.

Ni el mismo Bush se cree ya su frase: “Continuaremos allí [en Iraq] hasta terminar nuestro trabajo”, porque sabe que la presión opositora va a crecer si las cosas siguen igual. El giro que tomarán los acontecimientos no es del todo imprevisible. La hipótesis más probable es que, del mismo modo que el gobierno de EEUU recurrió a la mentira para forzar la invasión y ocupación de Iraq, también ahora hará todo lo posible por engañar a la opinión pública vistiendo con mentiras y engaños una retirada militar que se anuncia irremediable.

De la última reunión entre Bush y su vasallo europeo, Blair, cabe deducir que ambos intentarán responsabilizar del fracaso iraquí a todo el mundo menos a sí mismos. Anticipemos cómo nos explicarán el abandono parcial -las bases militares de EEUU permanecerán allí mientras sea posible- de Iraq. En primer lugar, se responsabilizará al pueblo iraquí. El nuevo jefe de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes del Congreso de EEUU ya ha apuntado en esa dirección: “Los iraquíes habrán de tomar decisiones difíciles y aceptar la responsabilidad de su futuro”. ¡Formidable argumento! Destruya usted primero su ejército, liquide la administración civil, hunda al país en el caos, abra las puertas al terrorismo, fuerce la emigración de la población que puede todavía irse y, a continuación, exija a ese mismo pueblo que tome en sus manos las riendas del futuro.(¿Cabe mayor hipocresía?)

Puede intuirse también que se escuchará en los círculos dirigentes de Washington y Londres un dolido reproche hacia ese pueblo ingrato que no apreció los esfuerzos liberadores y desinteresados de la coalición ocupante. Con esto se cerrará el círculo: el culpable de lo que suceda después será el mismo pueblo víctima de lo que está sucediendo ahora.

No es descartable, por último, que se nos insista en que la ocupación ayuda todavía a la recuperación y, por tanto, se está favoreciendo al pueblo iraquí manteniendo allí los ejércitos. Se dice: sólo nos iremos, a nuestro pesar, cuando los dirigentes iraquíes nos lo pidan. Pero muchos dirigentes iraquíes independientes han sido claros al respecto: “La raíz de nuestros problemas está en los errores cometidos por los americanos desde que nos invadieron”, opinión que comparten chiíes y suníes.

Lo peor de la serie de mentiras que está al caer será que, al no haber aprendido nada del fracaso, se esté predispuesto a repetirlo en otro lugar, por ejemplo, Irán. Bush admira a los que llama “líderes fuertes”, entre los que él se considera, sin advertir que suelen ser líderes testarudos y obcecados. Los griegos de la Antigüedad ya lo sabían: “Los dioses ciegan a quienes quieren perder”.

- Alberto Piris es General de Artillería en la Reserva, a nalista del Centro de Investigación para la Paz (FUHEM)

Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
www.solidarios.org.es
https://www.alainet.org/es/articulo/118716
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