Diez azotes contra el humanismo

10/02/2007
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
Una tradición menor del pensamiento conservador es la definición del adversario dialéctico por su falta de moral y por sus deficiencias mentales. Como esto nunca llega a ser un argumento, se encubre el exabrupto con algún razonamiento fragmentado y repetido, propio del pensamiento posmoderno de la propaganda política. No es casualidad que en América Latina otros escritores repitieran la experiencia norteamericana con libros como Manual del perfecto idiota latinoamericano (1996) o confeccionando listas sobre Los diez estúpidos más estúpidos de América Latina. Lista que solía encabezar, con elegante indiferencia, el fénix Eduardo Galeano. Tantas veces lo mataron que se acostumbró a nacer.

Por regla general, las listas de los diez más estúpidos de Estados Unidos las suelen encabezar intelectuales. La razón de esta particularidad la dio hace tiempo un militar de la última dictadura argentina (1976-1983) que se quejaba ante las cámaras de televisión de las marchas de manifestantes por las calles de Buenos Aires: "no sospecho tanto de los trabajadores, porque éstos siempre están ocupados en trabajar; sospecho de los estudiantes, porque al tener demasiado tiempo libre lo dedican a pensar. Y usted sabe, señor periodista, que el exceso de pensamiento es peligroso". Lo cual era consecuente con el anterior proyecto del general Onganía (1966-1970) de expulsar a todos los intelectuales para arreglar los problemas de la Argentina.

No
hace mucho, Doug Hagin, a imagen y semejanza del famoso programa de televisión Dave's Top Ten, confeccionó su propia lista de Las diez estúpidas ideas más estúpidas de los ideales izquierdistas (The top ten list of stupid leftist ideals). Si tratamos de desimplificar el problema quitándole la etiqueta política, veremos que cada acusación contra los llamados izquierdistas norteamericanos es, en realidad, ataques a varios de los principios humanistas:


10: Ambientalismo. Según el autor, los izquierdistas no se detienen en un punto razonable de conservación.

Claro que la definición de qué es razonable o no, depende de los intereses económicos del momento. Como todo conservador, se aferra a que la teoría del Calentamiento global es sólo una teoría, como la teoría de la evolución: no hay pruebas de que Dios no ha creado los esqueletos de dinosaurios y demás especies y las ha desparramado por ahí, sólo para despistar a los científicos y probar así su fe. La mentalidad conservadora, heroicamente inalterable, nunca pudo concebir que los mares pudiesen tener una conducta progresista, más allá de un nivel razonable.

9: Se necesita un pueblo para criar a un niño. El autor lo niega: el problema es que los izquierdistas siempre han pensado de forma colectiva. Como ellos no creen en el individualismo, confían que la educación de los niños deba ser hecha en sociedad.

En cambio, el pensamiento reaccionario confía más en las islas, en el autismo social, que en la sospechosa humanidad. Según este razonamiento de noble medieval, un hombre rico puede ser rico rodeado de miseria, un niño puede convertirse en un hombre moral y ascender al cielo sin contaminarse con el pecado de su sociedad. La sociedad, el vulgo, sólo sirve para que el hombre moral demuestre su compasión donando a los necesitados aquello que le sobra —y descontándolo de los impuestos.

8: Los niños son incapaces de soportar el estrés. Razón por la cual no pueden ser corregidos por los maestros con tinta roja o no pueden enfrentarse con las partes crueles de la historia.

El autor acierta al observar que ver lo desagradable en la infancia prepara a los niños para un mundo que no es placentero. No obstante, algunos compasivos conservadores exageran un poco al vestir a sus niños con uniformes militares y regalarles juguetes que, aunque sólo disparan luces láser, se parecen mucho a las armas de luces láser que disparan otra cosa a blancos (y negros) semejantes.

7: La competencia es mala. Para el autor, no: el que unos ganen significa que otros pierden, pero esta dinámica nos conduce a la grandeza.

No explica si existe aquí el "límite razonable" del que hablaba antes o si se está refiriendo a la odiada teoría de la evolución, que establece la sobrevivencia del más fuerte en el mundo salvaje. Tampoco aclara a qué grandeza se refiere, si a la del esclavo de una próspera plantación de algodón o al tamaño de la plantación. No tiene en cuenta, claro, ningún tipo sociedad solidaria liberada de la neurosis de la competencia.

6: La salud es un derecho civil. No para el autor: la salud es parte de la responsabilidad personal.

Este argumento es repetido por quienes niegan la necesidad de un sistema de salud universal y, al mismo tiempo, no proponen privatizar la policía y mucho menos el ejército. Nadie le paga a la policía después de llamar al 911, lo cual es razonable. Si un asaltante nos pega un tiro en la cabeza, no pagaremos nada por su captura, pero si somos pobres quedaremos en banca rota para que un equipo de médicos nos salve la vida. Somos individuos responsables sólo por lo segundo. Se deduce que, según esta lógica, un ladrón que roba una casa significa una enfermedad social, pero una peste es apenas el cúmulo de algunos individuos irresponsables que no afecta al resto. Nunca se tiene en cuenta que la solidaridad colectiva es una de las formas más altas de la responsabilidad individual.

5: La riqueza es mala. Según el autor, los izquierdistas quieren penalizar el éxito de los ricos con impuestos para dársela al gobierno federal para que gaste irresponsablemente ayudando a aquellos que no son tan exitosos.

Es decir, los trabajadores les deben el pan a los ricos. Ganarse el pan con el sudor de la frente es un castigo que administran aquellos exitosos que no necesitan trabajar. Por algo la belleza física ha estado históricamente asociada a los hábitos cambiantes pero siempre ociosos de la aristocracia. Por algo en el mundo feliz de Walt Disney no existen los trabajadores; la felicidad está enterrada en algún tesoro lleno de monedas de oro. Por la misma razón, es necesario no dilapidar los impuestos en educación y en salud. Los millonarios gastos de los ejércitos alrededor del mundo no se cuentan, porque son parte de la inversión que hacen los Estados responsablemente para mantener el éxito de los ricos y el sueño de gloria de los pobres.

4: Existe un racismo desenfrenado que sólo será resuelto con la tolerancia. No: los izquierdistas ven las relaciones raciales desde el prisma del pesimismo. Pero la raza no es importante para la mayoría de nosotros, excepto para ellos.

Es decir, como en la ficción del calentamiento global, si un conservador no piensa en algo o en alguien, algo o alguien no existen. De las Casas, Lincoln y Martin Luther King lucharon contra el racismo ignorándolo. Si los humanistas dejaran de pensar en el mundo, seríamos más felices porque no existiría el dolor ajeno ni los impiadosos ladrones que roban a los ricos compasivos.

3: Aborto. Para evitar la responsabilidad personal, los izquierdistas apoyan la idea de asesinar a un no nacido.

El asesinato en masa de los ya nacidos es también parte de la responsabilidad individual, según el pensamiento televisivo de derecha, aunque a veces se llama heroísmo y patriotismo. Sólo cuando beneficia nuestra isla. Si nos equivocamos suprimiendo un pueblo, evitamos la responsabilidad hablando del aborto. Un negocio moral doble de una doble moral.

2: Las armas son malas. Los izquierdistas odian las armas y odian a quienes se quieren defender. Los izquierdistas, en cambio, piensan que esta defensa debe ser hecha por el Estado. Una vez más no quieren asumir sus responsabilidades.

Es decir, los asaltantes, pandilleros menores, estudiantes que ametrallan en las escuelas secundarias, narcotraficantes y demás miembros del sindicato ejercen un derecho al defender sus propios intereses como individuos y como corporaciones. Nadie más que éstos desconfían del Estado y confían en su propia responsabilidad. Huelga recordar que los ejércitos, según este tipo de razonamiento, son parte principal de esa responsable defensa hecha por el irresponsable Estado.

1: Apaciguar el mal asegura la Paz. Los izquierdistas a lo largo de la historia han querido calmar a los nazis, a los dictadores y a los terroristas.

La sabiduría del articulista no alcanza a considerar que muchos izquierdistas han estado conscientemente a favor de la violencia, y como ejemplo bastaría con recordar a Ernesto Che Guevara. Aunque tal vez se trataba de la violencia del esclavo, no la violencia del amo. Es cierto, los conservadores no han calmado a los dictadores: por lo menos en América Latina, los han alimentado. Al fin y al cabo, también éstos han sido siempre miembros del Club de las Armas, y de paso eran sujetos de muy buenos negocios en nombre de la seguridad. Los nazis, dictadores y terroristas de todo tipo, con esa tendencia a la simplificación ideológica, también estarían de acuerdo con el último razonamiento de la lista: "los izquierdistas no comprenden que a veces la violencia es la única solución. El Mal existe y debe ser erradicado". Y, finalmente: "We will kill it [the Evil], or it will kill us, it is that simple. Mataremos el Mal, o el Mal nos matará a nosotros; lo único más simple que esto es el pensamiento de izquierda".

Palabra del Poder.

- Jorge Majfud, escritor uruguayo, es profesor de  Literatura Latinoamericana en The University of Georgia, Estados Unidos.

https://www.alainet.org/es/articulo/119218
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS