El diálogo formal exploratorio gobierno - ELN: Un proceso en construcción
02/03/2007
- Opinión
Acaba de concluir en La Habana un nuevo encuentro entre el gobierno nacional y el ELN. Estos encuentros generan una serie de expectativas y comúnmente la evaluación de los encuentros se hace respecto de esas expectativas. No parece ser ese el mejor camino para evaluar un proceso tan complejo como éste. De allí que resulte pertinente avanzar algunas reflexiones al respecto.
El diseño del Diálogo Formal Exploratorio
En la I Ronda de conversaciones en La Habana, en diciembre de 2005, el Alto Comisionado para la Paz y el vocero del ELN, Antonio García, fueron claros en manifestar que se iniciaba un diálogo exploratorio con agenda abierta, cuyo punto de partida eran posiciones muy distantes, y que se proponían adelantarlo sin afanes pero con la decisión de que cada paso que dieran, por pequeño que fuera, sirviera a la consolidación del proceso.
Durante el 2006 se realizaron tres rondas de conversaciones que sirvieron para resolver dificultades inherentes a aproximaciones de esta naturaleza, aclarar cuestiones de procedimiento y precisar algunos aspectos de la agenda sustantiva. Este año largo de conversaciones arroja un balance positivo en una serie de aspectos: se consolidó el reconocimiento del carácter político del ELN por parte del gobierno nacional; se ampliaron las vocerías del grupo insurgente con la presencia de Juan Carlos Cuellar y, a partir del 31 de enero de este año, de Pablo Beltrán. Y si la IV Ronda de octubre de 2006 dejó un cierto sabor de frustración porque las partes no concretaron el Acuerdo Base que se habían propuesto alcanzar, hubo tres avances significativos: la definición de dos pilares para la agenda de negociación: participación ciudadana y ambiente para la paz; la precisión del papel de la comunidad internacional, en particular del grupo de Países Acompañantes -–España, Suiza y Noruega-- y de los Países Colaboradores -–Cuba y Venezuela-- y la creación del grupo de Países Observadores: Holanda, Italia, Canadá y Suecia; y, por último, adoptaron una nueva modalidad de trabajo continuado, sin las formalidades y expectativas de las llamadas rondas, mediante encuentros en el territorio nacional, en Venezuela y en Cuba.
Que el Diálogo Formal Exploratorio se hubiera sostenido en medio de las elecciones presidenciales, y que continúe a pesar de la compleja situación política creada por el develamiento de la profunda penetración narco-paramilitar en instancias estatales y organizaciones de la sociedad, es de por sí una muestra de fortaleza de este proceso. El Comando Central (COCE) del ELN, en Comunicado del 10 de diciembre manifiesta que “Este momento crucial que vive Colombia es de grandes exigencias para todos y debe ser asumido con responsabilidad, por eso seguimos abiertos al diálogo con todos los sectores, a darle continuidad al proceso de paz, para que éste contribuya en la construcción de salidas a la crisis del país. Hoy se requiere crear un ambiente favorable, que propicie la participación de las mayorías. En tal sentido mantenemos la disposición de acordar un cese al fuego y a las hostilidades bilateral con el gobierno y que en este contexto aflore la verdad sobre las causas verdaderas de los dolores de la Patria, las cuales deben ser tratadas con dignidad y de cara a todos los colombianos.” Por su parte el Alto Comisionado para la Paz declaró a los medios de comunicación, el 7 de febrero, que estaban “trabajando para poder avanzar en el acuerdo base, en la firma de un acuerdo base sobre dos ejes fundamentales que tienen que ver con la creación de un ambiente para la paz y participación de la sociedad civil dentro del proceso. Hay compromiso de las partes, hay compromiso del ELN, compromiso del Gobierno…. Yo creo que tenemos una dinámica de trabajo muy seria. Cada vez nos acercamos más a lo que son los puntos cruciales, medulares; por supuesto hay enormes diferencias, no las podemos negar, entre las perspectivas del ELN y las perspectivas del Gobierno, pero también estamos mirando esto de manera muy pragmática. Avanzar en aquello que realmente podemos avanzar, generar hechos de paz, un proceso de paz tiene que generar hechos de paz, y poder dar un salto adelante.”
Se hace camino al andar…
Lo andado en este diálogo es, hasta ahora, exploratorio. Stricto sensu, se trata de un proceso de búsqueda que no repita errores del pasado y aproveche los aciertos. Y además avanzar en dos cuestiones complejas: diseñar mecanismos de participación de la sociedad, compatibles con el hecho de que son las partes las que están sentadas en la mesa y no el conjunto de la sociedad. Y lograr acuerdos en lo militar, diferentes a los esquemas tradicionales de desarme y desmovilización.
En diciembre del 2006 el Grupo de Garantes propuso un Consenso Nacional para la Paz y la Reconciliación que comprende un “itinerario” de tres etapas que a partir de la definición de un Acuerdo Base sobre dos ejes, humanitario y político, permita avanzar hacia el cese del fuego y las hostilidades por tiempo limitado, que podría ser prorrogado de acuerdo a la evaluación que se hiciere del mismo.
Por su parte, un grupo de organizaciones de paz y derechos humanos formularon a las partes dos propuestas: una sobre participación ciudadana y construcción de paz orientada, entre otras cosas, a la articulación de las dinámicas regionales y nacionales de construcción de paz con la mesa de Diálogo; y otra propuesta sobre acuerdos humanitarios posibles. En esta dirección, las mismas organizaciones dirigieron a las partes una Carta Abierta el 26 de febrero, en la que manifiestan su apoyo a la continuación del Diálogo en La Habana y proponen cuatro puntos para ser abordados en ese encuentro: acuerdo especial sobre desplazamiento forzado, desarrollo de acciones de desminado humanitario en diversas regiones del país, coordinación inmediata de acciones que garanticen la atención sanitaria a población y combatientes en zonas de conflicto y, búsqueda de fórmulas que permitan una pronta solución a la grave situación del secuestro.
Estas propuestas son una expresión concreta de la dinámica de participación que se ha generado en torno al Diálogo Formal Exploratorio, y son aportes positivos, que contribuyen a la búsqueda de caminos de paz en una enriquecedora interacción entre organizaciones y sectores de la sociedad, gobierno nacional y grupo insurgente. Si como lo afirmó el COCE y lo reiteró el Alto Comisionado, hay compromiso de las partes para continuar el proceso, también hay esa firme decisión de participación e impulso del proceso por parte de las organizaciones de la sociedad que entienden que la construcción de la paz es un compromiso de todos.
Superar los obstáculos, consolidar lo andado
Los procesos de paz son sensibles a los contextos políticos. Y el actual contexto plantea desafíos, derivados en parte de la incertidumbre que genera el “destape” de lo que han dado en llamar parapolítica, así como de la terca persistencia del fenómeno paramilitar en sus múltiples expresiones. Incertidumbre acentuada por la proximidad del proceso electoral municipal y departamental. El ambiente de polarización política, catalizado por las intervenciones presidenciales contra opositores y críticos del gobierno, no es una señal positiva para las perspectivas de negociación. Muy probablemente esto incida en el ritmo de los acuerdos posibles y deseables.
La confrontación armada entre las Farc y el Eln tiene claras implicaciones negativas sobre el proceso. Tanto sobre los acuerdos humanitarios como sobre los acuerdos en cuestiones militares, para advertir dos dimensiones que se ven directamente afectadas. Y si a ello se suma la persistencia del fenómeno paramilitar, rearme lo llama la MAPP-OEA, reciclaje lo califican otros, las perspectivas prácticas del cese del fuego son difíciles. Eso no debe llamar a engaños.
La comprensión de todos estos elementos es fundamental para saber qué podemos esperar del proceso y hasta dónde podemos avanzar sobre bases ciertas en las demandas que se le formulen a la Mesa. Por eso lo pragmático, para utilizar la expresión del Alto Comisionado, es superar los obstáculos y consolidar lo andado. Superar los obstáculos significa evitar la ruptura del diálogo. Este diálogo se ha sostenido, hasta ahora, porque sirve políticamente al gobierno y al Eln; y sectores de la sociedad lo han rodeado porque también sirve a la sociedad. Consolidarlo es ya un paso adelante que sin duda abre nuevas perspectivas.
Es imperativo reconocer las dificultades, las que derivan del contexto actual y las inherentes a un diálogo de paz. Lo sensato es respaldar al proceso cuanto más difícil sea la situación. Y una manera efectiva de respaldarlo es formularle iniciativas viables.
- Jaime Zuluaga Nieto, Profesor Emérito Universidad Nacional
Director Académico INDEPAZ
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 51
Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org
El diseño del Diálogo Formal Exploratorio
En la I Ronda de conversaciones en La Habana, en diciembre de 2005, el Alto Comisionado para la Paz y el vocero del ELN, Antonio García, fueron claros en manifestar que se iniciaba un diálogo exploratorio con agenda abierta, cuyo punto de partida eran posiciones muy distantes, y que se proponían adelantarlo sin afanes pero con la decisión de que cada paso que dieran, por pequeño que fuera, sirviera a la consolidación del proceso.
Durante el 2006 se realizaron tres rondas de conversaciones que sirvieron para resolver dificultades inherentes a aproximaciones de esta naturaleza, aclarar cuestiones de procedimiento y precisar algunos aspectos de la agenda sustantiva. Este año largo de conversaciones arroja un balance positivo en una serie de aspectos: se consolidó el reconocimiento del carácter político del ELN por parte del gobierno nacional; se ampliaron las vocerías del grupo insurgente con la presencia de Juan Carlos Cuellar y, a partir del 31 de enero de este año, de Pablo Beltrán. Y si la IV Ronda de octubre de 2006 dejó un cierto sabor de frustración porque las partes no concretaron el Acuerdo Base que se habían propuesto alcanzar, hubo tres avances significativos: la definición de dos pilares para la agenda de negociación: participación ciudadana y ambiente para la paz; la precisión del papel de la comunidad internacional, en particular del grupo de Países Acompañantes -–España, Suiza y Noruega-- y de los Países Colaboradores -–Cuba y Venezuela-- y la creación del grupo de Países Observadores: Holanda, Italia, Canadá y Suecia; y, por último, adoptaron una nueva modalidad de trabajo continuado, sin las formalidades y expectativas de las llamadas rondas, mediante encuentros en el territorio nacional, en Venezuela y en Cuba.
Que el Diálogo Formal Exploratorio se hubiera sostenido en medio de las elecciones presidenciales, y que continúe a pesar de la compleja situación política creada por el develamiento de la profunda penetración narco-paramilitar en instancias estatales y organizaciones de la sociedad, es de por sí una muestra de fortaleza de este proceso. El Comando Central (COCE) del ELN, en Comunicado del 10 de diciembre manifiesta que “Este momento crucial que vive Colombia es de grandes exigencias para todos y debe ser asumido con responsabilidad, por eso seguimos abiertos al diálogo con todos los sectores, a darle continuidad al proceso de paz, para que éste contribuya en la construcción de salidas a la crisis del país. Hoy se requiere crear un ambiente favorable, que propicie la participación de las mayorías. En tal sentido mantenemos la disposición de acordar un cese al fuego y a las hostilidades bilateral con el gobierno y que en este contexto aflore la verdad sobre las causas verdaderas de los dolores de la Patria, las cuales deben ser tratadas con dignidad y de cara a todos los colombianos.” Por su parte el Alto Comisionado para la Paz declaró a los medios de comunicación, el 7 de febrero, que estaban “trabajando para poder avanzar en el acuerdo base, en la firma de un acuerdo base sobre dos ejes fundamentales que tienen que ver con la creación de un ambiente para la paz y participación de la sociedad civil dentro del proceso. Hay compromiso de las partes, hay compromiso del ELN, compromiso del Gobierno…. Yo creo que tenemos una dinámica de trabajo muy seria. Cada vez nos acercamos más a lo que son los puntos cruciales, medulares; por supuesto hay enormes diferencias, no las podemos negar, entre las perspectivas del ELN y las perspectivas del Gobierno, pero también estamos mirando esto de manera muy pragmática. Avanzar en aquello que realmente podemos avanzar, generar hechos de paz, un proceso de paz tiene que generar hechos de paz, y poder dar un salto adelante.”
Se hace camino al andar…
Lo andado en este diálogo es, hasta ahora, exploratorio. Stricto sensu, se trata de un proceso de búsqueda que no repita errores del pasado y aproveche los aciertos. Y además avanzar en dos cuestiones complejas: diseñar mecanismos de participación de la sociedad, compatibles con el hecho de que son las partes las que están sentadas en la mesa y no el conjunto de la sociedad. Y lograr acuerdos en lo militar, diferentes a los esquemas tradicionales de desarme y desmovilización.
En diciembre del 2006 el Grupo de Garantes propuso un Consenso Nacional para la Paz y la Reconciliación que comprende un “itinerario” de tres etapas que a partir de la definición de un Acuerdo Base sobre dos ejes, humanitario y político, permita avanzar hacia el cese del fuego y las hostilidades por tiempo limitado, que podría ser prorrogado de acuerdo a la evaluación que se hiciere del mismo.
Por su parte, un grupo de organizaciones de paz y derechos humanos formularon a las partes dos propuestas: una sobre participación ciudadana y construcción de paz orientada, entre otras cosas, a la articulación de las dinámicas regionales y nacionales de construcción de paz con la mesa de Diálogo; y otra propuesta sobre acuerdos humanitarios posibles. En esta dirección, las mismas organizaciones dirigieron a las partes una Carta Abierta el 26 de febrero, en la que manifiestan su apoyo a la continuación del Diálogo en La Habana y proponen cuatro puntos para ser abordados en ese encuentro: acuerdo especial sobre desplazamiento forzado, desarrollo de acciones de desminado humanitario en diversas regiones del país, coordinación inmediata de acciones que garanticen la atención sanitaria a población y combatientes en zonas de conflicto y, búsqueda de fórmulas que permitan una pronta solución a la grave situación del secuestro.
Estas propuestas son una expresión concreta de la dinámica de participación que se ha generado en torno al Diálogo Formal Exploratorio, y son aportes positivos, que contribuyen a la búsqueda de caminos de paz en una enriquecedora interacción entre organizaciones y sectores de la sociedad, gobierno nacional y grupo insurgente. Si como lo afirmó el COCE y lo reiteró el Alto Comisionado, hay compromiso de las partes para continuar el proceso, también hay esa firme decisión de participación e impulso del proceso por parte de las organizaciones de la sociedad que entienden que la construcción de la paz es un compromiso de todos.
Superar los obstáculos, consolidar lo andado
Los procesos de paz son sensibles a los contextos políticos. Y el actual contexto plantea desafíos, derivados en parte de la incertidumbre que genera el “destape” de lo que han dado en llamar parapolítica, así como de la terca persistencia del fenómeno paramilitar en sus múltiples expresiones. Incertidumbre acentuada por la proximidad del proceso electoral municipal y departamental. El ambiente de polarización política, catalizado por las intervenciones presidenciales contra opositores y críticos del gobierno, no es una señal positiva para las perspectivas de negociación. Muy probablemente esto incida en el ritmo de los acuerdos posibles y deseables.
La confrontación armada entre las Farc y el Eln tiene claras implicaciones negativas sobre el proceso. Tanto sobre los acuerdos humanitarios como sobre los acuerdos en cuestiones militares, para advertir dos dimensiones que se ven directamente afectadas. Y si a ello se suma la persistencia del fenómeno paramilitar, rearme lo llama la MAPP-OEA, reciclaje lo califican otros, las perspectivas prácticas del cese del fuego son difíciles. Eso no debe llamar a engaños.
La comprensión de todos estos elementos es fundamental para saber qué podemos esperar del proceso y hasta dónde podemos avanzar sobre bases ciertas en las demandas que se le formulen a la Mesa. Por eso lo pragmático, para utilizar la expresión del Alto Comisionado, es superar los obstáculos y consolidar lo andado. Superar los obstáculos significa evitar la ruptura del diálogo. Este diálogo se ha sostenido, hasta ahora, porque sirve políticamente al gobierno y al Eln; y sectores de la sociedad lo han rodeado porque también sirve a la sociedad. Consolidarlo es ya un paso adelante que sin duda abre nuevas perspectivas.
Es imperativo reconocer las dificultades, las que derivan del contexto actual y las inherentes a un diálogo de paz. Lo sensato es respaldar al proceso cuanto más difícil sea la situación. Y una manera efectiva de respaldarlo es formularle iniciativas viables.
- Jaime Zuluaga Nieto, Profesor Emérito Universidad Nacional
Director Académico INDEPAZ
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 51
Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org
https://www.alainet.org/es/articulo/119908
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