En la tierra de García Lorca

15/03/2007
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Durante el carnaval volví a la universidad de Granada, donde ya estuve en noviembre del 2006. Fundada hace 500 años, hoy acoge a 60 mil estudiantes. “Ética y sociedad civil” fue el tema del nuevo seminario. Entre los conferencistas destacaban Boaventura de Sousa Santos, Marciano Vidal y Juan José Tamayo.

Visité la casa de Federico García Lorca. Formado en Derecho por aquella universidad, amigo de Buñuel y de Dalí, visitó en 1929 los Estados Unidos, Cuba y Argentina. Al regresar a su país fundó un grupo de teatro y no escondió su homosexualidad ni sus ideas socialistas. En agosto de 1936, al inicio de la guerra civil que desembocaría en la dictadura del general Franco, apoyada por la Iglesia católica, Lorca se refugió en Andalucía, su tierra. Un diputado franquista ordenó la prisión del joven poeta con el argumento de que él sería “más peligroso con la pluma que otros con el revólver”. Asesinado de un tiro en la nuca, su cuerpo fue enterrado en algún lugar de la Sierra Nevada, cercana a Granada. Lorca nos dejó, a los 38 años, una obra de altísima calidad en poesía, prosa y teatro.

Último baluarte de la ocupación mora de España, Granada se reintegró a la cristiandad el mismo año en que Colón llegó a América. Durante una década se evitó la represión a los vencidos y el palacio de la Alambra, preciosidad arquitectónica habitada por los reyes musulmanes, fue mantenido intacto, a pesar de que las mezquitas edificadas sobre antiguos templos cristianos hayan servido de cimientos para la construcción de nuevas iglesias, cuyos campanarios sustituyeron a los minaretes… Granada, eternizada por la hermosa canción de Agustín Lara, es el nombre españolizado de una granada, que simboliza a la ciudad. El nombre del explosivo deriva de esta fruta llena de semillas.

Encontré una España tensa ante las amenazas del terrorismo, las frecuentes huelgas de trabajadores de sectores esenciales, como el transporte, y las oleadas migratorias procedentes de África, atraídas por la economía más robusta de la Unión Europea. Habiendo muerto la primera soldada española en Afganistán, en los últimos días de febrero, España se siente incómoda con las presiones de la Casa Blanca para colaborar con tropas de ocupación en países extranjeros. Jóvenes militares engrosan la estadística de muertos y heridos por meterse a una guerra que no es suya. Aunque es verdad que el presidente Zapatero ya retiró de Iraq las tropas españolas, marcando su posición contraria a la beligerancia de Bush.

Las relaciones entre el gobierno y la jerarquía católica están a punto de ebullición. Temas como el matrimonio de homosexuales (aprobado en plebiscito) y las células troncales causan tanta irritación a los obispos como la introducción, en el currículo escolar, de la disciplina Educación Ciudadana, opción para los alumnos que no desean asistir a las clases de religión.

Zapatero teme que su futuro próximo sea como el presente de Prodi, primer ministro italiano, derribado por la presión conjunta del Vaticano y de Washington. Los Estados Unidos quieren ampliar sus bases militares en territorio italiano, cumpliendo el acuerdo firmado con Berlusconi, jefe del gobierno anterior. Y la Santa Sede recela de que Prodi repita lo de Zapatero y convoque a un plebiscito sobre el matrimonio de homosexuales.

En el seminario de Granada me correspondió el tema de la ética y el poder. Volví a las tesis expuestas en mi libro más reciente, “La mosca azul”, recalcando que la primavera democrática que despunta hoy en América Latina, tras décadas de dictaduras militares, comprueba que el pueblo se cansó de las viejas oligarquías políticas y ahora vota a aquellos que son su imagen y semejanza. Vota con la esperanza de que haya cambios en nuestra estructura social por la vía democrática y pacífica. Y en caso de que los nuevos gobiernos decepcionen a la expectativa popular, sólo Dios sabe el futuro que nos espera.

Hice notar que no basta con exigir ética a los políticos, sino que es necesario crear instituciones políticas y jurídicas capaces de inhibir y cohibir a los corruptos. Por lo mismo, cualquier debate sobre ética en la política que ignore la urgencia de una reforma que imprima ética a la política es llover sobre mojado. En el nivel superior Brasil necesita una reforma política; en el de abajo una reforma agraria. Fuera de eso, lo demás es palabrerío electorero, pura demagogia para engañar a los incautos. (Traducción de J.L.Burguet)

- Frei Betto es escritor, autor de “Sabor de uva”, entre otros libros.
https://www.alainet.org/es/articulo/120066
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