La Convención sobre la Diversidad de las Expresiones Culturales
24/04/2006
- Opinión
El 20 de Octubre de 2005 la Conferencia General de la UNESCO aprobó, luego de un intenso período de elaboración y debate, la Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales, la que entró en vigor el pasado 18 de Marzo, después de haberse depositado el 18 de Diciembre de 2006 el trigésimo instrumento de ratificación de la misma.
Esta Convención tenía como antecedente, más amplio, la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural , adoptada en el año 2001. Desde que comenzaron los trabajos en torno al proyecto de Convención, el gobierno de los EEUU hizo todo lo posible por impedir que se llegara a resultado alguno. Por eso no sorprendió que la delegación de ese país a la 33ª. Conferencia General de la UNESCO votara en contra de la adopción de la nueva convención y, aun más, votara en solitario contra la aprobación del presupuesto - programa de la Organización para el bienio 2005 -2007 - alegando que una parte, en verdad ínfima del presupuesto cubriría gastos de secretaría de la recién aprobada Convención.
¿Qué podría explicar esa obstinada posición contra un instrumento propuesto inicialmente por Francia y apoyado por todos los aliados de los EEUU en la OTAN y en el resto del mundo?
Evidentemente se trataba de un sensible tema de implicaciones económicas. La producción de las industrias culturales, de la industria del “entretenimiento” (música, cine, televisión, etc.) le producen a los EEUU elevados ingresos; pero al enorme beneficio monetario que sintieron en peligro, hay que añadir el temor a la pérdida de la supremacía ideológico-política que los grandes medios de difusión y comunicación le proporcionan en el actual mundo unipolar altamente globalizado a los centros de poder imperialistas...
Cualquier alteración de ese orden mundial de dominación y control es visto como una amenaza. La defensa de la diversidad cultural apunta contra la hegemonía que el imperio intenta imponer al mundo con todos los medios a su disposición, ya sean económicos, políticos y militares, o los edulcorados de la publicidad. La de manipulador es una profesión bien arraigada en el mundo artificialmente consumista que promueve el imperio.
Del intento de dominación no escapa país alguno. No sólo la inmensa mayoría, los subdesarrollados económicamente, las colonias de ayer que buscan afianzar lugar propio en este mundo para ser lo que desean ser; sino hasta las antiguas potencias colonizadoras, los países ricos, ven amenazadas también sus identidades por la implantación de patrones únicos. Y esto se torna más grave en nuestros días por la acelerada evolución de las tecnologías de la información y la comunicación.
A partir de lo expuesto anteriormente es que la comunidad internacional, a través de la UNESCO, consideró que la diversidad cultural, como característica esencial y patrimonio común de la humanidad estaba urgida, además de la Declaración ya existente, de una Convención que la protegiera y promoviera.
Por supuesto que nadie pretendía cerrar las puertas a la presencia de otras culturas que no fueran la suya propia, porque la comunidad internacional cree en la acción intercultural que enriquece a todos y aumenta la comprensión entre los pueblos y ayuda a la forja de un mundo de paz y de amistad. A lo que se opone la comunidad internacional no es a la presencia distinta, otra, sino a la invasión que pretende barrer lo que se encuentre a su paso, de sustituir de forma excluyente, de colonizar culturalmente.
Como los gobiernos deben defender los intereses de sus pueblos, comenzando por su propia identidad, por su derecho a ser lo que son, la Convención que se aprobó en la UNESCO, en su artículo número 1, inciso h, reitera “los derechos soberanos de los Estados a conservar, adoptar y aplicar las políticas y medidas que estimen necesarias para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos territorios”. Hay aquí la defensa de un principio de soberanía, esencial entre los que recoge la Carta de las Naciones Unidas, que a los círculos en el poder en los EEUU no les gusta respetar.
Lo que afirma el inciso (h) se completa armónicamente con lo que expresa el inciso siguiente, el (i): “fortalecer la cooperación y solidaridad internacionales en un espíritu de colaboración, a fin de reforzar, en particular, las capacidades de los países en desarrollo con objeto de proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales”.
La actitud de defensa de la soberanía no queda reñida con la cooperación internacional, respetuosa y solidaria, especialmente con aquellos que cuentan con menos recursos financieros y técnicos. Esta solidaridad y cooperación debe contribuir a crear y reforzar, en todos los países, “sus medios de expresión cultural, comprendidas sus industrias culturales, que son las que “producen y distribuyen bienes o servicios culturales”.
Las partes firmantes de la Convención , según el articulo 6 de la misma, “podrán adoptar medidas para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos territorios”, entre las que se incluyen reglamentaciones, dar oportunidades a las actividades, bienes y servicios culturales nacionales dentro del territorio nacional “para su creación, producción, distribución, difusión y disfrute, comprendidas disposiciones relativas a la lengua utilizada para tales actividades, bienes y servicios”.
El inciso (d) se refiere a la concesión de asistencia financiera pública y el (g) al apoyo a los artistas y demás personas que participan en la creación de expresiones culturales. Se apoya también la promoción del servicio público de radiodifusión.
Como puede colegirse de lo antes expuesto, la Convención es una respuesta de la comunidad internacional, de la casi totalidad de los gobiernos del mundo, a los intentos neoliberales de imponer la visión cultural mercantilista unilateral y excluyente que promueve el imperio.
El conjunto del articulado de la Convención habla también de la educación y sensibilización del público, de la participación de la sociedad civil, de la protección de los grupos sociales más vulnerables, incluyendo las minorías nacionales, del papel de la cultura en el desarrollo sostenible.
El extenso capitulo 14 se refiere a la cooperación para el desarrollo y ofrece una serie de puntos que pueden integrar un beneficioso programa para los países en desarrollo. Esta cooperación incluye el fortalecimiento de las industrias culturales, el fomento de mercados locales y regionales y el acceso al mercado internacional. También incluye la cooperación entre países desarrollados y en desarrollo en la música, el cine, la transferencia de técnicas, distintas modalidades de apoyo financiero y un trato preferente para los países en desarrollo.
La aprobación de la Convención demuestra el potencial de la diplomacia multilateral, del papel de los organismos internacionales competentes del Sistema de Naciones Unidas para abordar temas de envergadura que preocupan a la humanidad contemporánea.
Para su actividad la Convención crea un “Fondo Internacional para el Desarrollo Cultural” y un Comité Intergubernamental integrado por 18 Estados Partes de la Convención , que podrá elevarse a 24 cuando las Partes sean más de 50. Los integrantes de este Comité se elegirán sobre una base geográfica equitativa, observando el principio de la rotación en el cargo y por un período de 4 años.
La defensa de la diversidad de las expresiones culturales no niega la necesaria interacción entre las culturas, ni los aportes que se hacen unas a otras, sino que garantiza que la riqueza creada por los distintos pueblos a lo largo de su historia pueda ser compartida por todos para el general disfrute y desarrollo del gran patrimonio común de la humanidad, uno y diverso.
El ya tradicional y prestigios evento internacional sobre Cultura y Desarrollo que organiza Cuba cada dos años que se celebrará dentro de pocas semanas, tendrá esta vez como tema central la diversidad cultural. La ocasión será propicia para una reflexión conjunta con los ilustres participantes extranjeros sobre asunto de tanta actualidad y en el que Cuba tiene experiencias útiles que compartir. Eventos internacionales de cine, danza, artes plásticas, teatro, música vocal e instrumental, publicaciones, concursos literarios y artísticos dan fe de la vocación cubana de abrirse al mundo, de promover el conocimiento y disfrute de la diversidad de las culturas.
El trabajo a favor de la cultura que se realiza en nuestro país, el apoyo a los creadores, a las industrias culturales, es verdaderamente excepcional porque se hace a contracorriente de un bloqueo económico inmisericorde al que nos somete la mayor potencia imperialista contemporánea.
Frente a él alzamos el escudo de nuestra cultura, que nos hace libres, con la convicción martiana de que “…la madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la Republica y el remedio de sus vicios, es, sobre todo lo demás, la propagación de la cultura.”
Fuente: CUBARTE
Esta Convención tenía como antecedente, más amplio, la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural , adoptada en el año 2001. Desde que comenzaron los trabajos en torno al proyecto de Convención, el gobierno de los EEUU hizo todo lo posible por impedir que se llegara a resultado alguno. Por eso no sorprendió que la delegación de ese país a la 33ª. Conferencia General de la UNESCO votara en contra de la adopción de la nueva convención y, aun más, votara en solitario contra la aprobación del presupuesto - programa de la Organización para el bienio 2005 -2007 - alegando que una parte, en verdad ínfima del presupuesto cubriría gastos de secretaría de la recién aprobada Convención.
¿Qué podría explicar esa obstinada posición contra un instrumento propuesto inicialmente por Francia y apoyado por todos los aliados de los EEUU en la OTAN y en el resto del mundo?
Evidentemente se trataba de un sensible tema de implicaciones económicas. La producción de las industrias culturales, de la industria del “entretenimiento” (música, cine, televisión, etc.) le producen a los EEUU elevados ingresos; pero al enorme beneficio monetario que sintieron en peligro, hay que añadir el temor a la pérdida de la supremacía ideológico-política que los grandes medios de difusión y comunicación le proporcionan en el actual mundo unipolar altamente globalizado a los centros de poder imperialistas...
Cualquier alteración de ese orden mundial de dominación y control es visto como una amenaza. La defensa de la diversidad cultural apunta contra la hegemonía que el imperio intenta imponer al mundo con todos los medios a su disposición, ya sean económicos, políticos y militares, o los edulcorados de la publicidad. La de manipulador es una profesión bien arraigada en el mundo artificialmente consumista que promueve el imperio.
Del intento de dominación no escapa país alguno. No sólo la inmensa mayoría, los subdesarrollados económicamente, las colonias de ayer que buscan afianzar lugar propio en este mundo para ser lo que desean ser; sino hasta las antiguas potencias colonizadoras, los países ricos, ven amenazadas también sus identidades por la implantación de patrones únicos. Y esto se torna más grave en nuestros días por la acelerada evolución de las tecnologías de la información y la comunicación.
A partir de lo expuesto anteriormente es que la comunidad internacional, a través de la UNESCO, consideró que la diversidad cultural, como característica esencial y patrimonio común de la humanidad estaba urgida, además de la Declaración ya existente, de una Convención que la protegiera y promoviera.
Por supuesto que nadie pretendía cerrar las puertas a la presencia de otras culturas que no fueran la suya propia, porque la comunidad internacional cree en la acción intercultural que enriquece a todos y aumenta la comprensión entre los pueblos y ayuda a la forja de un mundo de paz y de amistad. A lo que se opone la comunidad internacional no es a la presencia distinta, otra, sino a la invasión que pretende barrer lo que se encuentre a su paso, de sustituir de forma excluyente, de colonizar culturalmente.
Como los gobiernos deben defender los intereses de sus pueblos, comenzando por su propia identidad, por su derecho a ser lo que son, la Convención que se aprobó en la UNESCO, en su artículo número 1, inciso h, reitera “los derechos soberanos de los Estados a conservar, adoptar y aplicar las políticas y medidas que estimen necesarias para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos territorios”. Hay aquí la defensa de un principio de soberanía, esencial entre los que recoge la Carta de las Naciones Unidas, que a los círculos en el poder en los EEUU no les gusta respetar.
Lo que afirma el inciso (h) se completa armónicamente con lo que expresa el inciso siguiente, el (i): “fortalecer la cooperación y solidaridad internacionales en un espíritu de colaboración, a fin de reforzar, en particular, las capacidades de los países en desarrollo con objeto de proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales”.
La actitud de defensa de la soberanía no queda reñida con la cooperación internacional, respetuosa y solidaria, especialmente con aquellos que cuentan con menos recursos financieros y técnicos. Esta solidaridad y cooperación debe contribuir a crear y reforzar, en todos los países, “sus medios de expresión cultural, comprendidas sus industrias culturales, que son las que “producen y distribuyen bienes o servicios culturales”.
Las partes firmantes de la Convención , según el articulo 6 de la misma, “podrán adoptar medidas para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos territorios”, entre las que se incluyen reglamentaciones, dar oportunidades a las actividades, bienes y servicios culturales nacionales dentro del territorio nacional “para su creación, producción, distribución, difusión y disfrute, comprendidas disposiciones relativas a la lengua utilizada para tales actividades, bienes y servicios”.
El inciso (d) se refiere a la concesión de asistencia financiera pública y el (g) al apoyo a los artistas y demás personas que participan en la creación de expresiones culturales. Se apoya también la promoción del servicio público de radiodifusión.
Como puede colegirse de lo antes expuesto, la Convención es una respuesta de la comunidad internacional, de la casi totalidad de los gobiernos del mundo, a los intentos neoliberales de imponer la visión cultural mercantilista unilateral y excluyente que promueve el imperio.
El conjunto del articulado de la Convención habla también de la educación y sensibilización del público, de la participación de la sociedad civil, de la protección de los grupos sociales más vulnerables, incluyendo las minorías nacionales, del papel de la cultura en el desarrollo sostenible.
El extenso capitulo 14 se refiere a la cooperación para el desarrollo y ofrece una serie de puntos que pueden integrar un beneficioso programa para los países en desarrollo. Esta cooperación incluye el fortalecimiento de las industrias culturales, el fomento de mercados locales y regionales y el acceso al mercado internacional. También incluye la cooperación entre países desarrollados y en desarrollo en la música, el cine, la transferencia de técnicas, distintas modalidades de apoyo financiero y un trato preferente para los países en desarrollo.
La aprobación de la Convención demuestra el potencial de la diplomacia multilateral, del papel de los organismos internacionales competentes del Sistema de Naciones Unidas para abordar temas de envergadura que preocupan a la humanidad contemporánea.
Para su actividad la Convención crea un “Fondo Internacional para el Desarrollo Cultural” y un Comité Intergubernamental integrado por 18 Estados Partes de la Convención , que podrá elevarse a 24 cuando las Partes sean más de 50. Los integrantes de este Comité se elegirán sobre una base geográfica equitativa, observando el principio de la rotación en el cargo y por un período de 4 años.
La defensa de la diversidad de las expresiones culturales no niega la necesaria interacción entre las culturas, ni los aportes que se hacen unas a otras, sino que garantiza que la riqueza creada por los distintos pueblos a lo largo de su historia pueda ser compartida por todos para el general disfrute y desarrollo del gran patrimonio común de la humanidad, uno y diverso.
El ya tradicional y prestigios evento internacional sobre Cultura y Desarrollo que organiza Cuba cada dos años que se celebrará dentro de pocas semanas, tendrá esta vez como tema central la diversidad cultural. La ocasión será propicia para una reflexión conjunta con los ilustres participantes extranjeros sobre asunto de tanta actualidad y en el que Cuba tiene experiencias útiles que compartir. Eventos internacionales de cine, danza, artes plásticas, teatro, música vocal e instrumental, publicaciones, concursos literarios y artísticos dan fe de la vocación cubana de abrirse al mundo, de promover el conocimiento y disfrute de la diversidad de las culturas.
El trabajo a favor de la cultura que se realiza en nuestro país, el apoyo a los creadores, a las industrias culturales, es verdaderamente excepcional porque se hace a contracorriente de un bloqueo económico inmisericorde al que nos somete la mayor potencia imperialista contemporánea.
Frente a él alzamos el escudo de nuestra cultura, que nos hace libres, con la convicción martiana de que “…la madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la Republica y el remedio de sus vicios, es, sobre todo lo demás, la propagación de la cultura.”
Fuente: CUBARTE
https://www.alainet.org/es/articulo/120750?language=en