Prensa y libertad
05/05/2007
- Opinión
El diagnóstico acerca del rol jugado por los medios de comunicación, hecho por Roberto Aguilar (El Comercio, 15 de Abril), además de exacto y lapidario, aporta al permanente debate sobre la libertad de prensa: libertad para la prensa y libertad desde los usuarios de la prensa.
No es juego de palabras. Es el juego perverso de varias visiones, aparentemente confusas, que terminan siendo falaces e injustas.
Hasta la proliferación de la prensa alternativa, hoy reforzada por la utilización de la ciber, los transmisores de información se limitaban a los diarios o periódicos (más correctamente: impresos), emisoras radiales (solo audio) y TV (incluyendo imagen): todos ellos llamados medios de comunicación.
Los medios formales de comunicación (como los medios de producción) son propiedad privada de quienes tienen recursos económicos para crearlos, mantenerlos y hacer que permanezcan en el tiempo y, a veces, hacer historia.
Aquí y en el mundo entero, para crear un medio de comunicación no se necesita inteligencia, cultura, experticia para informar, honestidad intelectual, creatividad, ingenio, humor y todas esas zarandajas: Lo único real que se necesita es money, el bendito o maldito dinero. Por eso hay banqueros, terraternientes, chulqueros, monopolistas y hasta traficantes con el oficio complementario de “periodistas”.
Históricamente, en nuestro país, hay medios recién estrenados y antiguos que tienen vigencia en la vida pública de lustros, decenios y hasta siglos, pero siempre surgieron como iniciativa de personas adineradas o vinculadas a los sectores adinerados (productivos) y se sustentaron en la publicidad o propaganda, propia o ajena.
Sin dinero inicial o sin publicidad y propaganda ningún medio subsiste: yo mismo, desde mi lejana juventud, fui autor, cómplice y encubridor de varios intentos de hacer prensa, desde luego que comprometida con las ideas que desde entonces profesamos: Siendo más imberbe que ahora fui llevado de la mano por Pedro Jorge Vera al esfuerzo con Alejandro Carrión y la Revista La Calle y luego sin Carrión la Revista Mañana; progresivamente recorrí periódicos como El Universo, Expreso, Mercurio; radios como Ortiz, C.R.E., Atalaya, Quito, y cual más, cual menos, la balanza se inclinó a los criterios o los intereses de los dueños de esos medios.
Y es lógico: el que paga manda. Y aunque muchas veces trabajara gratis, las dirimencias para el ejercicio de la libertad de expresión, no fue el dinero sino las ideas y los intereses políticos de los propietarios.
Se colige que la libertad de prensa tiene varias vías, pero dos fundamentales: la libertad de los medios (se entiende de sus dueños y de quienes trabajan para ellos) que le pueden a usted decir todo lo que ellos quieran y darse el lujo de manipular, desinformar, chantajear y hasta calumniar.
(Analicen la forma canallesca en que se divulgó la infamante versión del guacharnaco y bailarín diputado Almeida y la defensa frontal del Presidente Correa, acerca de su padre, fallecido hace 3 décadas, con el obvio afán de hacer lo que afirmamos en el párrafo anterior).
¿Y qué derecho, mejor dicho, qué libertad tiene el ciudadano para defender su estropeado honor cuando algún medio decide zarandearlo?
Cuando fui asambleísta (1998) luchamos porque se consigne en la constitución, el derecho a que un medio, en el mismo tamaño o espacio de la ofensa, reproduzca la defensa del agraviado. ¿Cuándo se cumple?
Sobre esto de la prensa y la libertad hay mucha tela que cortar.
Quito, mayo 6, 2007
No es juego de palabras. Es el juego perverso de varias visiones, aparentemente confusas, que terminan siendo falaces e injustas.
Hasta la proliferación de la prensa alternativa, hoy reforzada por la utilización de la ciber, los transmisores de información se limitaban a los diarios o periódicos (más correctamente: impresos), emisoras radiales (solo audio) y TV (incluyendo imagen): todos ellos llamados medios de comunicación.
Los medios formales de comunicación (como los medios de producción) son propiedad privada de quienes tienen recursos económicos para crearlos, mantenerlos y hacer que permanezcan en el tiempo y, a veces, hacer historia.
Aquí y en el mundo entero, para crear un medio de comunicación no se necesita inteligencia, cultura, experticia para informar, honestidad intelectual, creatividad, ingenio, humor y todas esas zarandajas: Lo único real que se necesita es money, el bendito o maldito dinero. Por eso hay banqueros, terraternientes, chulqueros, monopolistas y hasta traficantes con el oficio complementario de “periodistas”.
Históricamente, en nuestro país, hay medios recién estrenados y antiguos que tienen vigencia en la vida pública de lustros, decenios y hasta siglos, pero siempre surgieron como iniciativa de personas adineradas o vinculadas a los sectores adinerados (productivos) y se sustentaron en la publicidad o propaganda, propia o ajena.
Sin dinero inicial o sin publicidad y propaganda ningún medio subsiste: yo mismo, desde mi lejana juventud, fui autor, cómplice y encubridor de varios intentos de hacer prensa, desde luego que comprometida con las ideas que desde entonces profesamos: Siendo más imberbe que ahora fui llevado de la mano por Pedro Jorge Vera al esfuerzo con Alejandro Carrión y la Revista La Calle y luego sin Carrión la Revista Mañana; progresivamente recorrí periódicos como El Universo, Expreso, Mercurio; radios como Ortiz, C.R.E., Atalaya, Quito, y cual más, cual menos, la balanza se inclinó a los criterios o los intereses de los dueños de esos medios.
Y es lógico: el que paga manda. Y aunque muchas veces trabajara gratis, las dirimencias para el ejercicio de la libertad de expresión, no fue el dinero sino las ideas y los intereses políticos de los propietarios.
Se colige que la libertad de prensa tiene varias vías, pero dos fundamentales: la libertad de los medios (se entiende de sus dueños y de quienes trabajan para ellos) que le pueden a usted decir todo lo que ellos quieran y darse el lujo de manipular, desinformar, chantajear y hasta calumniar.
(Analicen la forma canallesca en que se divulgó la infamante versión del guacharnaco y bailarín diputado Almeida y la defensa frontal del Presidente Correa, acerca de su padre, fallecido hace 3 décadas, con el obvio afán de hacer lo que afirmamos en el párrafo anterior).
¿Y qué derecho, mejor dicho, qué libertad tiene el ciudadano para defender su estropeado honor cuando algún medio decide zarandearlo?
Cuando fui asambleísta (1998) luchamos porque se consigne en la constitución, el derecho a que un medio, en el mismo tamaño o espacio de la ofensa, reproduzca la defensa del agraviado. ¿Cuándo se cumple?
Sobre esto de la prensa y la libertad hay mucha tela que cortar.
Quito, mayo 6, 2007
- Alfredo Vera, periodista ecuatoriano, ex- Ministro de Educación.
https://www.alainet.org/es/articulo/120950
Del mismo autor
- La confabulación familiar 10/01/2017
- El lleve de la Perimetral... 13/12/2016
- Un capítulo en falso 18/08/2015
- Un 10 diferente 11/08/2015
- El maicito 04/08/2015
- Poder y corrupción 28/07/2015
- Juego limpio 21/07/2015
- El pensamiento y el corazón del Papa 14/07/2015
- Los vericuetos del diálogo 30/06/2015
- Frustraciones que generan odios 23/06/2015
Clasificado en
Clasificado en:
Comunicación
- Jorge Majfud 29/03/2022
- Sergio Ferrari 21/03/2022
- Sergio Ferrari 21/03/2022
- Vijay Prashad 03/03/2022
- Anish R M 02/02/2022