El Papa ya está en Brasil
09/05/2007
- Opinión
Para presidir la V Conferencia Episcopal Latinoamericana de la Iglesia Católica Romana Benedicto XVI arribó a Brasil cuyo presidente, Lula da Silva, declaró que el aborto “es un problema de salud pública” propugnado la planificación familiar, que incluye el uso de profilácticos, y donde es muy apreciado el teólogo Leonardo Boff a quien Ratzinger, como titular de la Congregación de la Doctrina de la Fe, le impuso silencio por presunta herejía.
También en Brasil, están a la espera de las declaraciones papales los millares de componentes de iglesias pentecostales, carismáticas y otras que son conscientes de ser causales de la gran preocupación vaticana por el éxodo de fieles católicos romanos hacia esas iglesias, mientras otros millares de católico romanos apagan la vela de la esperanza de que B. XVI produzca alguna señal de un giro que lo mueva desde sus concepciones medievales, incluida su opinión sobre el rock y su apego al latín en la misa.
La elección de un santuario mariano, Aparecida, para el lugar donde se realizará CELAM V, es un signo desde donde se focalizará la visión de la fe que se transmitirá a los y las fieles cuyo ámbito quedará encerrado en los límites de la ICR, por lo que será un CELAM alejado de lo ocurrido en Medellín (1968) y Puebla (1979) que tuvieron signos de revitalización del catolicismo romano en su inserción en la vida integral de la sociedad latinoamericana.
La entrevista de B XVI con el presidente Lula también estará enmarcada en una distancia similar, producida por el interés papal de hablar sobre el aborto, enseñanza religiosa en las escuelas y otros cuestiones similares y la declaración de Lula en cuanto a que esos temas no corresponden para esa entrevista y que en cambio su preocupación es la de conversar sobre la inserción social del catolicismo romano.
En esas perspectivas de esperanzas/desesperanzas, acercamientos/alejamientos habrá que ver en que lugar de la escala queda la preocupación de los obispos católicos latinoamericanos sobre la importancia de tomar decisiones compartidas con los obispos, algo así como la idea “conciliar” que fue frenada por el Vaticano que impuso la verticalidad.
En cuanto a tópicos a tener en cuenta el Papa adelantó algunos en su entrevista con la Pontificia Comisión para América Latina, 20 de enero, en la que mencionó la influencia de la comunicación social en cuanto a los cambios que producen en las costumbres; la inmigración; cuya preocupación es la influencia sobre la vida familiar y religiosa; el futuro y forma de la democracia; la globalización; el secularismo, la pobreza; el deterioro ecológico; violencia, narcotráfico, pero no dio ninguna indicación de cual será el contenido y orientación de esos temas ni en que proyecto de iglesia se enmarcarán.
Hasta el momento todo hace prever que en Aparecida no aparecerá la libertad de los debates sinceros y de corazón abierto y estará ausente la creatividad, la novedad, la osadía y el cambio de ruta de la barca de la ICR que navega por ríos y mares propios obligando a cambiar de embarcación a quienes quieren una fe comprometida con la vida de todos los días.
También en Brasil, están a la espera de las declaraciones papales los millares de componentes de iglesias pentecostales, carismáticas y otras que son conscientes de ser causales de la gran preocupación vaticana por el éxodo de fieles católicos romanos hacia esas iglesias, mientras otros millares de católico romanos apagan la vela de la esperanza de que B. XVI produzca alguna señal de un giro que lo mueva desde sus concepciones medievales, incluida su opinión sobre el rock y su apego al latín en la misa.
La elección de un santuario mariano, Aparecida, para el lugar donde se realizará CELAM V, es un signo desde donde se focalizará la visión de la fe que se transmitirá a los y las fieles cuyo ámbito quedará encerrado en los límites de la ICR, por lo que será un CELAM alejado de lo ocurrido en Medellín (1968) y Puebla (1979) que tuvieron signos de revitalización del catolicismo romano en su inserción en la vida integral de la sociedad latinoamericana.
La entrevista de B XVI con el presidente Lula también estará enmarcada en una distancia similar, producida por el interés papal de hablar sobre el aborto, enseñanza religiosa en las escuelas y otros cuestiones similares y la declaración de Lula en cuanto a que esos temas no corresponden para esa entrevista y que en cambio su preocupación es la de conversar sobre la inserción social del catolicismo romano.
En esas perspectivas de esperanzas/desesperanzas, acercamientos/alejamientos habrá que ver en que lugar de la escala queda la preocupación de los obispos católicos latinoamericanos sobre la importancia de tomar decisiones compartidas con los obispos, algo así como la idea “conciliar” que fue frenada por el Vaticano que impuso la verticalidad.
En cuanto a tópicos a tener en cuenta el Papa adelantó algunos en su entrevista con la Pontificia Comisión para América Latina, 20 de enero, en la que mencionó la influencia de la comunicación social en cuanto a los cambios que producen en las costumbres; la inmigración; cuya preocupación es la influencia sobre la vida familiar y religiosa; el futuro y forma de la democracia; la globalización; el secularismo, la pobreza; el deterioro ecológico; violencia, narcotráfico, pero no dio ninguna indicación de cual será el contenido y orientación de esos temas ni en que proyecto de iglesia se enmarcarán.
Hasta el momento todo hace prever que en Aparecida no aparecerá la libertad de los debates sinceros y de corazón abierto y estará ausente la creatividad, la novedad, la osadía y el cambio de ruta de la barca de la ICR que navega por ríos y mares propios obligando a cambiar de embarcación a quienes quieren una fe comprometida con la vida de todos los días.
Fuente: Agencia de Noticias Prensa Ecuménica, Montevideo Uruguay
https://www.alainet.org/es/articulo/121017
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