Migrantes: otra integración es posible
04/12/2006
- Opinión
São Paulo
El fenómeno migratorio ha asumido proporciones gigantescas. Es difícil precisar el número exacto de migrantes; sin embargo, es importante recalcar que tanto en los países de origen como en los de destino, la migración trae consecuencias y supone desafíos.
El hecho es que los migrantes, hoy por hoy, son quienes interpelan más fuerte y más evidentemente al actual proceso de globalización. Tal proceso tiene dos características que los migrantes cuestionan contundentemente: concentrador y excluyente. Los migrantes no quieren quedarse afuera y no admiten que sólo una minoría se apropie de los beneficios del desarrollo. El tema está cada vez más presente en las agendas nacionales e internacionales. El fenómeno es complejo y contradictorio: las migraciones son, al mismo tiempo, denuncia y anuncio; denuncia del modelo de desarrollo que no prioriza a los seres humanos sino al capital, principalmente al financiero; denuncia de la concentración de la riqueza, de la tierra y del poder; y denuncia de las restricciones que se imponen a las personas migrantes (muros, policía, persecuciones y leyes restrictivas); pero, por otro lado, son anuncio de otra sociedad que queremos construir: una sociedad económicamente justa, políticamente democrática, socialmente equitativa/igualitaria, culturalmente plural y religiosamente macroecuménica.
Migraciones y cambios marchan juntos. El hecho de migrar cambia no sólo a la persona que migra, sino también a las sociedades de destino y origen. La presencia del extraño, del diferente, nos hace reflexionar sobre la integración, la ciudadanía y sobre los derechos de las personas, estén donde estén. ¿Qué es integración? El mundo debe ser repensado como la casa común de la humanidad. Esta es una convicción del Foro de las Migraciones, con su propuesta de ciudadanía universal y derechos humanos para todos. Aunque es todavía una utopía, es necesario soñar para que se transforme en realidad un mundo donde sea posible vivir con dignidad en todos los países.
¿De que integración hablamos?
Los proyectos latinoamericanos de integración en marcha exigen la formulación de algunas interrogantes vitales. ¿Integración para quién? ¿Para los sectores privilegiados de estas sociedades? ¿Para que los capitales, nacionales o transnacionales, puedan moverse libremente en todo el Continente? ¿O, por el contrario, para los pueblos, para las mayorías empobrecidas, excluidas, subordinadas, para los migrantes? No basta que sea una integración latinoamericana o sudamericana para que se corresponda a los intereses populares. Todo depende del modelo de integración en cuestión.
¿Una integración orientada por los valores del individualismo posesivo, de la competencia de todos contra todos, que garantice el éxito de los más fuertes sobre la base de la explotación y exclusión de los más débiles, esto es, una integración que acentúe las inaceptables desigualdades actuales?
¿O una integración guiada por los valores de la igualdad, de la participación, la pluralidad, la solidaridad y la comunidad; una integración que reconozca, valore y haga posible el despliegue de la extraordinaria variedad de modos de vida de los pueblos de nuestro Continente?
La integración debe tener algunas características básicas:
- Entender a América Latina como una unidad, respetando las diferencias y culturas; debe articular las diferencias;
- Garantizar el protagonismo de los sujetos sociales dentro de un espacio plural, democrático, sustentable y equitativo; este es un proceso y no puede ser impuesto;
- Promover la complementariedad en lugar de la competencia entre los países y establecer una sociedad donde reine el bien común;
- Tener a la interculturalidad como un motor de desarrollo; respetar el hecho de que las culturas interactúan, incluyen valores y se complementan previendo relaciones igualitarias;
- Garantizar una integración geopolítica, concebida como parte de los procesos de resistencia al orden global que busca imponer la política unilateral e imperial del capital transnacional y del gobierno de los Estados Unidos;
- Garantizar el derecho de las personas a transitar por la región, poder trabajar y tener todos los derechos garantizados;
Para alcanzar estos propósitos, necesitamos luchar por la superación del sistema capitalista y cambiar su paradigma. Los problemas son reflejo de la explotación capitalista.
Convivir con la diversidad
Cada pueblo tiene su manera de ser, de vivir, de relacionarse, de manifestarse y de reproducirse. Es necesario valorar las culturas y las identidades de los grupos. No se trata de nivelar las culturas o identidades para integrar, ni de formar guetos con los semejantes, con los que hablan la misma lengua ni con aquellos con quienes nos entendemos fácilmente; se trata de articular las identidades, y, a partir de las particularidades y de las culturas de cada grupo, buscar otra sociedad en donde todos sean valorados, se respeten sus derechos y puedan vivir dignamente.
Queremos poder vivir la ciudadanía universal; todas las personas tienen ese derecho por el simple y fundamental hecho de pertenecer a la familia humana y ser miembros de la “sociedad humana”, con derecho a ocupar un espacio vital y poder contribuir con su presencia y actuación. Es necesario reconocer la legítima pluralidad de las culturas existentes en cada país.
¿Qué dice el II Foro Social Mundial de las Migraciones?
Crear otro mundo posible, necesario y urgente. Las y los migrantes son sujetos y agentes de transformación de las sociedades a las que llegan y de las que salen, y se debe reconocer y promover este papel y la oportunidad que representa para el crecimiento de ellas.
La migración es un proceso que tiene lugar, en este momento, en el marco de la globalización y no puede ser analizado fuera de ésta. No se debe, por tanto, abordar como un tema exclusivamente de fronteras o de “puertas adentro”, sino como un proceso económico, político, cultural y social, relacionado directamente con los efectos que el modelo capitalista neoliberal impuesto genera mundialmente.
Las políticas migratorias no pueden estar al margen de los Derechos Humanos; éstos son patrimonio común de la humanidad, por tanto, se debe asegurar su interdependencia, integralidad y universalidad.
La ciudadanía universal es una necesidad para los procesos de convivencia. Todas las personas que llegan a un nuevo país tienen todos los derechos que son inherentes a la condición de ciudadano, sin vincularse a la nacionalidad, incluido el voto.
El desarrollo global, como responsabilidad pública, deber ser asumido por los Estados y organismos multilaterales con la participación de la ciudadanía.
Los Derechos Humanos están garantizados en todas las sociedades, más allá de la situación administrativa de las personas y en todas las etapas de los procesos migratorios: origen, tránsito, destino y retorno. No se puede criminalizar a las y los migrantes por el hecho de no tener papeles; que se deroguen las leyes de extranjería que contradigan el derecho internacional de los Derechos Humanos y que se garantice el Derecho a la Libre Circulación.
Es necesario ratificar y poner en práctica la Convención Internacional para los Derechos de los Trabajadores Migrantes y sus Familias, el Convenio 143 de la Organización Internacional del Trabajo sobre las y los trabajadores migrantes, y el Convenio 49 contra el tráfico de seres humanos.
El derecho a vivir en familia es fundamental para todas las personas migrantes. Debe ser garantizado para todos.
Debe ser ampliada la protección internacional a las personas que son víctimas de otras formas de persecución no incluidas en la Convención de Ginebra. Que se garantice a los perseguidos el acceso al derecho de asilo en un país seguro y el derecho al retorno, con garantías, de las personas refugiadas.
Bibliografia
- Declaração de Rivas, IIºFSMM: www.migrações.com.br
- Lander, Edgardo, Modelos Alternativos de Integração, Revista OSAl, nº15, Enero de 2005.
- Internacionalismo del Capital o Integración de los Pueblos, del 18 al 20 de septiembre de 2006, Río de Janeiro, Rebrip y Otras Redes.
Luiz Bassegio es Secretario Ejecutivo del Servicio Pastoral de los Migrantes de Brasil y Secretario del Grito Continental de los Excluidos.
El fenómeno migratorio ha asumido proporciones gigantescas. Es difícil precisar el número exacto de migrantes; sin embargo, es importante recalcar que tanto en los países de origen como en los de destino, la migración trae consecuencias y supone desafíos.
El hecho es que los migrantes, hoy por hoy, son quienes interpelan más fuerte y más evidentemente al actual proceso de globalización. Tal proceso tiene dos características que los migrantes cuestionan contundentemente: concentrador y excluyente. Los migrantes no quieren quedarse afuera y no admiten que sólo una minoría se apropie de los beneficios del desarrollo. El tema está cada vez más presente en las agendas nacionales e internacionales. El fenómeno es complejo y contradictorio: las migraciones son, al mismo tiempo, denuncia y anuncio; denuncia del modelo de desarrollo que no prioriza a los seres humanos sino al capital, principalmente al financiero; denuncia de la concentración de la riqueza, de la tierra y del poder; y denuncia de las restricciones que se imponen a las personas migrantes (muros, policía, persecuciones y leyes restrictivas); pero, por otro lado, son anuncio de otra sociedad que queremos construir: una sociedad económicamente justa, políticamente democrática, socialmente equitativa/igualitaria, culturalmente plural y religiosamente macroecuménica.
Migraciones y cambios marchan juntos. El hecho de migrar cambia no sólo a la persona que migra, sino también a las sociedades de destino y origen. La presencia del extraño, del diferente, nos hace reflexionar sobre la integración, la ciudadanía y sobre los derechos de las personas, estén donde estén. ¿Qué es integración? El mundo debe ser repensado como la casa común de la humanidad. Esta es una convicción del Foro de las Migraciones, con su propuesta de ciudadanía universal y derechos humanos para todos. Aunque es todavía una utopía, es necesario soñar para que se transforme en realidad un mundo donde sea posible vivir con dignidad en todos los países.
¿De que integración hablamos?
Los proyectos latinoamericanos de integración en marcha exigen la formulación de algunas interrogantes vitales. ¿Integración para quién? ¿Para los sectores privilegiados de estas sociedades? ¿Para que los capitales, nacionales o transnacionales, puedan moverse libremente en todo el Continente? ¿O, por el contrario, para los pueblos, para las mayorías empobrecidas, excluidas, subordinadas, para los migrantes? No basta que sea una integración latinoamericana o sudamericana para que se corresponda a los intereses populares. Todo depende del modelo de integración en cuestión.
¿Una integración orientada por los valores del individualismo posesivo, de la competencia de todos contra todos, que garantice el éxito de los más fuertes sobre la base de la explotación y exclusión de los más débiles, esto es, una integración que acentúe las inaceptables desigualdades actuales?
¿O una integración guiada por los valores de la igualdad, de la participación, la pluralidad, la solidaridad y la comunidad; una integración que reconozca, valore y haga posible el despliegue de la extraordinaria variedad de modos de vida de los pueblos de nuestro Continente?
La integración debe tener algunas características básicas:
- Entender a América Latina como una unidad, respetando las diferencias y culturas; debe articular las diferencias;
- Garantizar el protagonismo de los sujetos sociales dentro de un espacio plural, democrático, sustentable y equitativo; este es un proceso y no puede ser impuesto;
- Promover la complementariedad en lugar de la competencia entre los países y establecer una sociedad donde reine el bien común;
- Tener a la interculturalidad como un motor de desarrollo; respetar el hecho de que las culturas interactúan, incluyen valores y se complementan previendo relaciones igualitarias;
- Garantizar una integración geopolítica, concebida como parte de los procesos de resistencia al orden global que busca imponer la política unilateral e imperial del capital transnacional y del gobierno de los Estados Unidos;
- Garantizar el derecho de las personas a transitar por la región, poder trabajar y tener todos los derechos garantizados;
Para alcanzar estos propósitos, necesitamos luchar por la superación del sistema capitalista y cambiar su paradigma. Los problemas son reflejo de la explotación capitalista.
Convivir con la diversidad
Cada pueblo tiene su manera de ser, de vivir, de relacionarse, de manifestarse y de reproducirse. Es necesario valorar las culturas y las identidades de los grupos. No se trata de nivelar las culturas o identidades para integrar, ni de formar guetos con los semejantes, con los que hablan la misma lengua ni con aquellos con quienes nos entendemos fácilmente; se trata de articular las identidades, y, a partir de las particularidades y de las culturas de cada grupo, buscar otra sociedad en donde todos sean valorados, se respeten sus derechos y puedan vivir dignamente.
Queremos poder vivir la ciudadanía universal; todas las personas tienen ese derecho por el simple y fundamental hecho de pertenecer a la familia humana y ser miembros de la “sociedad humana”, con derecho a ocupar un espacio vital y poder contribuir con su presencia y actuación. Es necesario reconocer la legítima pluralidad de las culturas existentes en cada país.
¿Qué dice el II Foro Social Mundial de las Migraciones?
Crear otro mundo posible, necesario y urgente. Las y los migrantes son sujetos y agentes de transformación de las sociedades a las que llegan y de las que salen, y se debe reconocer y promover este papel y la oportunidad que representa para el crecimiento de ellas.
La migración es un proceso que tiene lugar, en este momento, en el marco de la globalización y no puede ser analizado fuera de ésta. No se debe, por tanto, abordar como un tema exclusivamente de fronteras o de “puertas adentro”, sino como un proceso económico, político, cultural y social, relacionado directamente con los efectos que el modelo capitalista neoliberal impuesto genera mundialmente.
Las políticas migratorias no pueden estar al margen de los Derechos Humanos; éstos son patrimonio común de la humanidad, por tanto, se debe asegurar su interdependencia, integralidad y universalidad.
La ciudadanía universal es una necesidad para los procesos de convivencia. Todas las personas que llegan a un nuevo país tienen todos los derechos que son inherentes a la condición de ciudadano, sin vincularse a la nacionalidad, incluido el voto.
El desarrollo global, como responsabilidad pública, deber ser asumido por los Estados y organismos multilaterales con la participación de la ciudadanía.
Los Derechos Humanos están garantizados en todas las sociedades, más allá de la situación administrativa de las personas y en todas las etapas de los procesos migratorios: origen, tránsito, destino y retorno. No se puede criminalizar a las y los migrantes por el hecho de no tener papeles; que se deroguen las leyes de extranjería que contradigan el derecho internacional de los Derechos Humanos y que se garantice el Derecho a la Libre Circulación.
Es necesario ratificar y poner en práctica la Convención Internacional para los Derechos de los Trabajadores Migrantes y sus Familias, el Convenio 143 de la Organización Internacional del Trabajo sobre las y los trabajadores migrantes, y el Convenio 49 contra el tráfico de seres humanos.
El derecho a vivir en familia es fundamental para todas las personas migrantes. Debe ser garantizado para todos.
Debe ser ampliada la protección internacional a las personas que son víctimas de otras formas de persecución no incluidas en la Convención de Ginebra. Que se garantice a los perseguidos el acceso al derecho de asilo en un país seguro y el derecho al retorno, con garantías, de las personas refugiadas.
Bibliografia
- Declaração de Rivas, IIºFSMM: www.migrações.com.br
- Lander, Edgardo, Modelos Alternativos de Integração, Revista OSAl, nº15, Enero de 2005.
- Internacionalismo del Capital o Integración de los Pueblos, del 18 al 20 de septiembre de 2006, Río de Janeiro, Rebrip y Otras Redes.
Luiz Bassegio es Secretario Ejecutivo del Servicio Pastoral de los Migrantes de Brasil y Secretario del Grito Continental de los Excluidos.
https://www.alainet.org/es/articulo/121254
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