Los aspectos económicos de la integración de los pueblos
04/12/2006
- Opinión
México D.F.
Lo primero que nos llama la atención son los aspectos económicos de la desintegración de los pueblos, lo que dio pie a que aquellos que estaban integrados se desintegraran. Desde el siglo XVI, en este Continente, la labor colonial consistió en desintegrar a los pueblos y en crearles barreras políticas y fronterizas para beneficio de la metrópoli. De esta forma, la economía sudamericana producía orientada al mercado español, mientras que la producción para el consumo dentro de los países fue dejada de lado. Esta situación llevó a una estructura de comercio bizantina; así, si hablamos de la prohibición de producción de vino, por ejemplo, en México, se dejó de producirlo para sustituirlo por vino importado, mientras que las tierras de California y Baja California, buenas productoras de uva, pasaron a producir otra cosa. El crecimiento, basado en las exportaciones, comenzó en el siglo XVI con su propia lógica. Entonces, la división de los pueblos se hizo posible al no encontrarse resistencias sustantivas.
La nueva búsqueda de integración de los pueblos, o más bien reintegración, es, de una parte, volver a reconocer los aspectos en común de regiones y comunidades, como la Aymara, la Ashuar/Ashaninka, por mencionar algunos ejemplos de comunidades divididas por fronteras artificiales, creadas sea en la colonia o en la independencia.
Sin embargo, a inicios del siglo XXI la perspectiva no es la misma que en el siglo XVI. Hoy, la desintegración de los pueblos ocurre sobre todo para favorecer los intereses del país más rico del hemisferio, que tiene una política colonial idéntica a la metropolitana, esta vez con el ropaje del ALCA y, en su ausencia, con los Tratados de Libre Comercio entre Estados Unidos y cada uno de los países. Dicho Tratado no tiene como finalidad el progreso de nuestros pueblos, sino la extracción de los máximos beneficios posibles de materias primas, biodiversidad, agua y mano de obra barata. En este contexto, no existe ninguna posibilidad de convergencia económica entre nuestros pueblos y la economía más rica -que es como se mide el desarrollo económico en el largo plazo- sino que, como desde 1981 hasta la fecha, estamos divergiendo cada vez más, acentuándose la brecha de ingresos entre nosotros y ellos, en un rango de de 6 a 9 y medio veces.
La ofensiva por sujetar a los pueblos para que entreguen lo que tienen se enfrenta con el reto de los pueblos de volver a encontrarse y trabajar de manera conjunta, en primer lugar para ampliar sus propios mercados y producir para ellos mismos, para llegar más lejos con aquello producido y que no puede ser vendido en la comunidad; este es el sentido del comercio. En segundo lugar, la identificación de los pueblos consigo mismos, con orgullo y sin la cabeza gacha, abre la puerta a las relaciones con otros pueblos. Tercero, y lo más importante, frenar los intentos del colonialismo contemporáneo y poner sobre el tapete relaciones de igual a igual entre los pueblos y los dueños del capital; sin duda, este aspecto es esencial para reclamar la parte que le corresponde al pueblo de las explotaciones mineras, petroleras y otras explotaciones en las zonas de las comunidades. Por otro lado, permite el intercambio de experiencias y la defensa conjunta de espacios que cruzan fronteras.
La reciente muerte de un dirigente en Cajarmaca, Perú, por oponerse a la explotación minera que contamina el agua de la zona, es una expresión del grado al que pueden llegar los interesados en explotaciones irracionales. La muerte del dirigente puso en evidencia la fuerza de la resistencia y ojalá la potencie.
La otra economía
Lo más importante de la integración de los pueblos es el respeto a las tradiciones y a la cultura. En principio, este es un componente de la paz, vital para el buen funcionamiento de las economías, en general, y de las economías comunales, en particular. El proceso de inversión y de intercambio entre comunidades y pueblos que se respetan ocurre en un ambiente de paz y concordia, que permite la acumulación de capital comunal y del pueblo. Esto, a la inversa del clima de violencia propiciado por las condiciones reinantes de la acumulación del capital trasnacional (el ejemplo de Cajamarca es válido, pues hay una base popular común).
Un proceso distinto de integración puede, en primer lugar, trabajar hacia la convergencia de ingresos, es decir hacia la mejora de los ingresos de los pueblos más atrasados hacia los niveles de ingresos de los pueblos más adelantados. Con complementariedad económica y sin buscar vencer al competidor por el margen de costos, se puede trabajar mejor protegiendo al medio ambiente y, sobre todo, a la salud y a la educación de la población dentro de las comunidades. Otra economía es posible dentro de este encuadre, a partir de la lógica de la socioeconomía solidaria, por ejemplo. Pueblos armónicos que confían entre sí pueden utilizar monedas de curso forzoso que no son ni la moneda nacional ni las divisas. El dinero es dinero en la medida en que se cree que el instrumento representa cierto valor. Eso mismo se le puede atribuir a cualquier medio, como hicieron los piqueteros en Argentina en ese periodo; los trabajos de Heloisa Primavera lo atestiguan y son utilizables en contextos cerrados, alternativos a la economía capitalista.
Los intercambios de bienes por servicios, que tradicionalmente algunas culturas andinas han utilizado, pueden ser masificados, de forma que se puedan brindar servicios a comunidades que a su vez producen bienes necesarios para los que proveen los primeros. Esto se puede realizar utilizando estos instrumentos de pago comunitarios que pueden circular más allá del propio pueblo y ser parte de una visión más amplia de la comunidad cerrada.
De la misma manera, los sistemas de trueque podrían masificarse en el comercio inter-comunitario, así como intra-comunitario. Los sistemas de comercio pueden incorporar desde la producción de bienes básicos, hasta el agregado de valor en cadenas productivas eslabonadas hacia adelante que, con sus limitaciones, puedan servir para agrandar los ingresos de las comunidades. En la medida en que las comunidades acumulan capital y producen mayores rendimientos con el mismo esfuerzo, agregándole valor a sus productos básicos, la mejora se verá reflejada en las condiciones de vida de la población, dado que las tendencias a la concentración del ingreso no existen (sobre este tema, pueden verse los trabajos de Marcos Arruda, entre otros)
De otro lado, la producción cooperativa que pase las fronteras puede permitir una dinámica económica hacia dentro de la comunidad, así como hacia afuera de ella. El ejemplo de la producción de trucha en el Lago Titicaca es un caso que puede usarse de referencia. Controvertido actualmente, es un proyecto exitoso que podría ser emulado por comunidades de ambos lados del lago, en empresas cooperativas comunes, con estrategias comunes, para abaratar costos. Esa sería una integración real de otra economía.
Para las exportaciones, la búsqueda de mecanismos de comercio justo y su impulso puede ser una fuente de mejores ingresos para las comunidades. Los intentos de comercio justo, impulsados por grupos europeos, podrían masificarse o, en todo caso, buscarlos para dar salida a los productos sujetos al mercado internacional, como el café o el cacao. Los sellos de productos orgánicos para producciones mayores de comunidades de diversas partes, pero comunicadas entre sí, podrían ser una manera de ingresar a dicho mercado para generar divisas y moneda dura.
Existe una limitante de tierras que no permite la producción en escala de productos que no son rentables, lanzando al micro-agricultor al autoconsumo. Así, la falta de dotación de recursos los condena a la pobreza extrema y al autoconsumo. Los mecanismos de agregación de tierras para producción en escalas mayores, utilizando criterios de comunidad ampliados y los mecanismos indicados, podrían servir para revertir el modo en el que ese pequeño agricultor concibe su producción. Si el panllevar puede ser provisto por unos y la producción para exportar por otros, el pequeño agricultor se convierte en un colaborador que intercambia sus servicios por el panllevar que se produce en una tierra que no es la suya, mientras la suya se utiliza para los cultivos extensivos, mejorándose así la rentabilidad general de la tierra. Este es un ejemplo práctico cuando nos referimos a una nueva concepción de la economía. Sin duda, cualquier esquema económico nuevo parte de la premisa de la confianza entre los actores y de un sistema de justicia que impida el quiebre de las reglas.
Lo óptimo es una economía integrada internamente con métodos que son extracapitalistas, como la socioeconomía solidaria, y externamente mediante cooperativas y búsqueda de comercio justo. En otros términos, estas pueden ser maneras beneficiosas para el avance de la integración de los pueblos entre sí y con el mundo.
El ambiente
La protección tradicional del ambiente fue descuidada por el hombre de la ciudad, en particular de la ciudad grande. La teoría convencional dice que la pobreza genera contaminación y corrupción; sin embargo, lo que se aprecia es que ambas están vinculadas a la riqueza antes que a la pobreza. El proceso de avance en una economía distinta parte del cuidado del entorno que va más allá de lo inmediato. El hoyo en la capa de ozono que afecta a las poblaciones del sur de Chile y Argentina, y a las que están en el Círculo Ártico en Noruega, es producido por el uso de refrigerantes con un químico que consume ozono. Quienes más refrigerantes usan son los más ricos que están en latitudes distintas, en donde están dichos hoyos. El cuidado del ambiente, por tanto, es una tarea inmediata, pero implica también involucrarse en los temas del calentamiento global, de la lucha contra la utilización de combustibles fósiles (petróleo) y el uso de fuentes energéticas limpias. Energías del aire (eólica), del agua (hidroeléctrica) y de la caña de azúcar (etanol) son modos distintos de alimentar las energías sin afectar el ambiente inmediato ni el más lejano. Esto es fundamental para las consideraciones de transporte y para las consideraciones de producción misma.
El uso de insecticidas y fertilizantes orgánicos puede ser contemplado nuevamente como en las etapas tradicionales. El manejo tradicional más tecnificado de la tierra puede ser más limpio y productivo, aunque sea, en un inicio, más costoso. El beneficio para la humanidad y para la comunidad misma es ilimitado y puede ser más rentable en el mediano plazo. Los costos para la salud, debido al uso de químicos en la tierra y de insecticidas, están probados, como también lo está el uso de refrigerantes de cierto tipo que dañan la capa de ozono. Quienes deben proteger de estos factores a la población son quienes están directamente vinculados a la tierra.
Las luchas por el agua limpia, en un momento en el que el agua comienza a escasear, es un tema relevante en la nueva integración. Los ríos avanzan desde las fuentes recorriendo comunidades y países; así, éstos deben ser cuidados en su totalidad para asegurar que sigan siendo una fuente de vida y de nutrición para todos los pueblos ribereños. La integración vista desde el agua es otra manera de entender cómo estamos unidos a la vida desde el agua.
La lengua y la economía
No hay duda de que las transacciones entre los agentes económicos se hacen utilizando un idioma comprensible para todas las partes; sin embargo, lo que está en cuestión es si los idiomas tienen jerarquías. Desde el punto de vista económico, los idiomas no las tienen; se utilizan para hacer transacciones entre quienes lo comprenden y se sellan los contratos verbales o escritos en un idioma respetado por las partes. No hay razones para que los contratos sean efectuados en idiomas ajenos a los de las partes. El mejor ejemplo de esto es el flamenco en Bélgica; hablado por medio país (1.5 millones de personas), se usa para las transacciones y es respetado por todos. Esto implica también que existen medios de comunicación en flamenco (TV, radios, periódicos) y que la otra mitad del país debe hacer el esfuerzo por comprender este idioma, del mismo modo que ellos deben aprender el francés que habla la otra mitad. El bilingüismo es la virtud de la diversidad cultural. La integración debería producir, necesariamente, el bilingüismo. En Suiza, todos los habitantes hablan obligatoriamente alemán, francés, italiano y románico, como formas de respeto a las diferencias entre ellos, aunque en realidad los idiomas de mayor uso son el alemán y el francés.
En América Latina esto no ocurre, pues el colonialismo interno lo impide. El idioma común es el español, pero no hay educación en un segundo idioma, y cuando se trata de un idioma nativo esto se complica porque no se usa para transacciones entre las partes. Sin lugar a dudas, un proceso nuevo de integración deberá utilizar los idiomas nativos como válidos para los contratos y las transacciones comerciales y, sobre todo, para el entendimiento de los pueblos. Una nueva economía requiere de una nueva educación, en la cual los ciudadanos sean educados en su lengua y los otros ciudadanos sean educados para comprenderla; en la que la Ley y la justicia estén en su lengua y en la que la formulación de la nueva economía se haga de manera comprensible para todos. Como en las ceremonias religiosas, en la economía lo que importa es que todos comprendan el lenguaje de lo que se está haciendo para que lo puedan respetar. Como en las ceremonias religiosas, alguien debe validar la palabra y ese alguien debe comprender profundamente lo que está haciendo y lo que significa para los involucrados. La economía no es una operación impersonal, sino que son transacciones entre la gente que se mira en el mercado, en el que se comparten preocupaciones, intereses y un futuro cuando sale el sol…
Oscar Ugarteche, economista peruano, Instituto de Investigaciones Económicas - UNAM, miembro de la directiva de ALAI.
Lo primero que nos llama la atención son los aspectos económicos de la desintegración de los pueblos, lo que dio pie a que aquellos que estaban integrados se desintegraran. Desde el siglo XVI, en este Continente, la labor colonial consistió en desintegrar a los pueblos y en crearles barreras políticas y fronterizas para beneficio de la metrópoli. De esta forma, la economía sudamericana producía orientada al mercado español, mientras que la producción para el consumo dentro de los países fue dejada de lado. Esta situación llevó a una estructura de comercio bizantina; así, si hablamos de la prohibición de producción de vino, por ejemplo, en México, se dejó de producirlo para sustituirlo por vino importado, mientras que las tierras de California y Baja California, buenas productoras de uva, pasaron a producir otra cosa. El crecimiento, basado en las exportaciones, comenzó en el siglo XVI con su propia lógica. Entonces, la división de los pueblos se hizo posible al no encontrarse resistencias sustantivas.
La nueva búsqueda de integración de los pueblos, o más bien reintegración, es, de una parte, volver a reconocer los aspectos en común de regiones y comunidades, como la Aymara, la Ashuar/Ashaninka, por mencionar algunos ejemplos de comunidades divididas por fronteras artificiales, creadas sea en la colonia o en la independencia.
Sin embargo, a inicios del siglo XXI la perspectiva no es la misma que en el siglo XVI. Hoy, la desintegración de los pueblos ocurre sobre todo para favorecer los intereses del país más rico del hemisferio, que tiene una política colonial idéntica a la metropolitana, esta vez con el ropaje del ALCA y, en su ausencia, con los Tratados de Libre Comercio entre Estados Unidos y cada uno de los países. Dicho Tratado no tiene como finalidad el progreso de nuestros pueblos, sino la extracción de los máximos beneficios posibles de materias primas, biodiversidad, agua y mano de obra barata. En este contexto, no existe ninguna posibilidad de convergencia económica entre nuestros pueblos y la economía más rica -que es como se mide el desarrollo económico en el largo plazo- sino que, como desde 1981 hasta la fecha, estamos divergiendo cada vez más, acentuándose la brecha de ingresos entre nosotros y ellos, en un rango de de 6 a 9 y medio veces.
La ofensiva por sujetar a los pueblos para que entreguen lo que tienen se enfrenta con el reto de los pueblos de volver a encontrarse y trabajar de manera conjunta, en primer lugar para ampliar sus propios mercados y producir para ellos mismos, para llegar más lejos con aquello producido y que no puede ser vendido en la comunidad; este es el sentido del comercio. En segundo lugar, la identificación de los pueblos consigo mismos, con orgullo y sin la cabeza gacha, abre la puerta a las relaciones con otros pueblos. Tercero, y lo más importante, frenar los intentos del colonialismo contemporáneo y poner sobre el tapete relaciones de igual a igual entre los pueblos y los dueños del capital; sin duda, este aspecto es esencial para reclamar la parte que le corresponde al pueblo de las explotaciones mineras, petroleras y otras explotaciones en las zonas de las comunidades. Por otro lado, permite el intercambio de experiencias y la defensa conjunta de espacios que cruzan fronteras.
La reciente muerte de un dirigente en Cajarmaca, Perú, por oponerse a la explotación minera que contamina el agua de la zona, es una expresión del grado al que pueden llegar los interesados en explotaciones irracionales. La muerte del dirigente puso en evidencia la fuerza de la resistencia y ojalá la potencie.
La otra economía
Lo más importante de la integración de los pueblos es el respeto a las tradiciones y a la cultura. En principio, este es un componente de la paz, vital para el buen funcionamiento de las economías, en general, y de las economías comunales, en particular. El proceso de inversión y de intercambio entre comunidades y pueblos que se respetan ocurre en un ambiente de paz y concordia, que permite la acumulación de capital comunal y del pueblo. Esto, a la inversa del clima de violencia propiciado por las condiciones reinantes de la acumulación del capital trasnacional (el ejemplo de Cajamarca es válido, pues hay una base popular común).
Un proceso distinto de integración puede, en primer lugar, trabajar hacia la convergencia de ingresos, es decir hacia la mejora de los ingresos de los pueblos más atrasados hacia los niveles de ingresos de los pueblos más adelantados. Con complementariedad económica y sin buscar vencer al competidor por el margen de costos, se puede trabajar mejor protegiendo al medio ambiente y, sobre todo, a la salud y a la educación de la población dentro de las comunidades. Otra economía es posible dentro de este encuadre, a partir de la lógica de la socioeconomía solidaria, por ejemplo. Pueblos armónicos que confían entre sí pueden utilizar monedas de curso forzoso que no son ni la moneda nacional ni las divisas. El dinero es dinero en la medida en que se cree que el instrumento representa cierto valor. Eso mismo se le puede atribuir a cualquier medio, como hicieron los piqueteros en Argentina en ese periodo; los trabajos de Heloisa Primavera lo atestiguan y son utilizables en contextos cerrados, alternativos a la economía capitalista.
Los intercambios de bienes por servicios, que tradicionalmente algunas culturas andinas han utilizado, pueden ser masificados, de forma que se puedan brindar servicios a comunidades que a su vez producen bienes necesarios para los que proveen los primeros. Esto se puede realizar utilizando estos instrumentos de pago comunitarios que pueden circular más allá del propio pueblo y ser parte de una visión más amplia de la comunidad cerrada.
De la misma manera, los sistemas de trueque podrían masificarse en el comercio inter-comunitario, así como intra-comunitario. Los sistemas de comercio pueden incorporar desde la producción de bienes básicos, hasta el agregado de valor en cadenas productivas eslabonadas hacia adelante que, con sus limitaciones, puedan servir para agrandar los ingresos de las comunidades. En la medida en que las comunidades acumulan capital y producen mayores rendimientos con el mismo esfuerzo, agregándole valor a sus productos básicos, la mejora se verá reflejada en las condiciones de vida de la población, dado que las tendencias a la concentración del ingreso no existen (sobre este tema, pueden verse los trabajos de Marcos Arruda, entre otros)
De otro lado, la producción cooperativa que pase las fronteras puede permitir una dinámica económica hacia dentro de la comunidad, así como hacia afuera de ella. El ejemplo de la producción de trucha en el Lago Titicaca es un caso que puede usarse de referencia. Controvertido actualmente, es un proyecto exitoso que podría ser emulado por comunidades de ambos lados del lago, en empresas cooperativas comunes, con estrategias comunes, para abaratar costos. Esa sería una integración real de otra economía.
Para las exportaciones, la búsqueda de mecanismos de comercio justo y su impulso puede ser una fuente de mejores ingresos para las comunidades. Los intentos de comercio justo, impulsados por grupos europeos, podrían masificarse o, en todo caso, buscarlos para dar salida a los productos sujetos al mercado internacional, como el café o el cacao. Los sellos de productos orgánicos para producciones mayores de comunidades de diversas partes, pero comunicadas entre sí, podrían ser una manera de ingresar a dicho mercado para generar divisas y moneda dura.
Existe una limitante de tierras que no permite la producción en escala de productos que no son rentables, lanzando al micro-agricultor al autoconsumo. Así, la falta de dotación de recursos los condena a la pobreza extrema y al autoconsumo. Los mecanismos de agregación de tierras para producción en escalas mayores, utilizando criterios de comunidad ampliados y los mecanismos indicados, podrían servir para revertir el modo en el que ese pequeño agricultor concibe su producción. Si el panllevar puede ser provisto por unos y la producción para exportar por otros, el pequeño agricultor se convierte en un colaborador que intercambia sus servicios por el panllevar que se produce en una tierra que no es la suya, mientras la suya se utiliza para los cultivos extensivos, mejorándose así la rentabilidad general de la tierra. Este es un ejemplo práctico cuando nos referimos a una nueva concepción de la economía. Sin duda, cualquier esquema económico nuevo parte de la premisa de la confianza entre los actores y de un sistema de justicia que impida el quiebre de las reglas.
Lo óptimo es una economía integrada internamente con métodos que son extracapitalistas, como la socioeconomía solidaria, y externamente mediante cooperativas y búsqueda de comercio justo. En otros términos, estas pueden ser maneras beneficiosas para el avance de la integración de los pueblos entre sí y con el mundo.
El ambiente
La protección tradicional del ambiente fue descuidada por el hombre de la ciudad, en particular de la ciudad grande. La teoría convencional dice que la pobreza genera contaminación y corrupción; sin embargo, lo que se aprecia es que ambas están vinculadas a la riqueza antes que a la pobreza. El proceso de avance en una economía distinta parte del cuidado del entorno que va más allá de lo inmediato. El hoyo en la capa de ozono que afecta a las poblaciones del sur de Chile y Argentina, y a las que están en el Círculo Ártico en Noruega, es producido por el uso de refrigerantes con un químico que consume ozono. Quienes más refrigerantes usan son los más ricos que están en latitudes distintas, en donde están dichos hoyos. El cuidado del ambiente, por tanto, es una tarea inmediata, pero implica también involucrarse en los temas del calentamiento global, de la lucha contra la utilización de combustibles fósiles (petróleo) y el uso de fuentes energéticas limpias. Energías del aire (eólica), del agua (hidroeléctrica) y de la caña de azúcar (etanol) son modos distintos de alimentar las energías sin afectar el ambiente inmediato ni el más lejano. Esto es fundamental para las consideraciones de transporte y para las consideraciones de producción misma.
El uso de insecticidas y fertilizantes orgánicos puede ser contemplado nuevamente como en las etapas tradicionales. El manejo tradicional más tecnificado de la tierra puede ser más limpio y productivo, aunque sea, en un inicio, más costoso. El beneficio para la humanidad y para la comunidad misma es ilimitado y puede ser más rentable en el mediano plazo. Los costos para la salud, debido al uso de químicos en la tierra y de insecticidas, están probados, como también lo está el uso de refrigerantes de cierto tipo que dañan la capa de ozono. Quienes deben proteger de estos factores a la población son quienes están directamente vinculados a la tierra.
Las luchas por el agua limpia, en un momento en el que el agua comienza a escasear, es un tema relevante en la nueva integración. Los ríos avanzan desde las fuentes recorriendo comunidades y países; así, éstos deben ser cuidados en su totalidad para asegurar que sigan siendo una fuente de vida y de nutrición para todos los pueblos ribereños. La integración vista desde el agua es otra manera de entender cómo estamos unidos a la vida desde el agua.
La lengua y la economía
No hay duda de que las transacciones entre los agentes económicos se hacen utilizando un idioma comprensible para todas las partes; sin embargo, lo que está en cuestión es si los idiomas tienen jerarquías. Desde el punto de vista económico, los idiomas no las tienen; se utilizan para hacer transacciones entre quienes lo comprenden y se sellan los contratos verbales o escritos en un idioma respetado por las partes. No hay razones para que los contratos sean efectuados en idiomas ajenos a los de las partes. El mejor ejemplo de esto es el flamenco en Bélgica; hablado por medio país (1.5 millones de personas), se usa para las transacciones y es respetado por todos. Esto implica también que existen medios de comunicación en flamenco (TV, radios, periódicos) y que la otra mitad del país debe hacer el esfuerzo por comprender este idioma, del mismo modo que ellos deben aprender el francés que habla la otra mitad. El bilingüismo es la virtud de la diversidad cultural. La integración debería producir, necesariamente, el bilingüismo. En Suiza, todos los habitantes hablan obligatoriamente alemán, francés, italiano y románico, como formas de respeto a las diferencias entre ellos, aunque en realidad los idiomas de mayor uso son el alemán y el francés.
En América Latina esto no ocurre, pues el colonialismo interno lo impide. El idioma común es el español, pero no hay educación en un segundo idioma, y cuando se trata de un idioma nativo esto se complica porque no se usa para transacciones entre las partes. Sin lugar a dudas, un proceso nuevo de integración deberá utilizar los idiomas nativos como válidos para los contratos y las transacciones comerciales y, sobre todo, para el entendimiento de los pueblos. Una nueva economía requiere de una nueva educación, en la cual los ciudadanos sean educados en su lengua y los otros ciudadanos sean educados para comprenderla; en la que la Ley y la justicia estén en su lengua y en la que la formulación de la nueva economía se haga de manera comprensible para todos. Como en las ceremonias religiosas, en la economía lo que importa es que todos comprendan el lenguaje de lo que se está haciendo para que lo puedan respetar. Como en las ceremonias religiosas, alguien debe validar la palabra y ese alguien debe comprender profundamente lo que está haciendo y lo que significa para los involucrados. La economía no es una operación impersonal, sino que son transacciones entre la gente que se mira en el mercado, en el que se comparten preocupaciones, intereses y un futuro cuando sale el sol…
Oscar Ugarteche, economista peruano, Instituto de Investigaciones Económicas - UNAM, miembro de la directiva de ALAI.
https://www.alainet.org/es/articulo/121259?language=es
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