La plataforma militar de Estados Unidos en Filipinas y Asia Pacífico

30/01/2007
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El pueblo filipino y sus movimientos sociales contra las bases y las armas nucleares alcanzaron una gran victoria en 1991, al lograr el retiro de todas las bases e instalaciones militares de Estados Unidos; sin embargo, desde 1999 se registra un retorno al pasado, por la suscripción de nuevos acuerdos que dan luz verde a la reanudación de actividades y ejercicios militares de la potencia mundial.  Filipinas, para los estrategas del Pentágono, ha sido vista como un formidable bastión y enclave estadounidense.

Esta contraofensiva en Filipinas se inscribe en el hecho que Estados Unidos ha utilizado siempre las bases y acuerdos militares como trampolín para la intervención y agresión armada contra otros países; tan es así que están presentes en los países o regiones del mundo donde hay conflictos armados.  Las fuerzas armadas estadounidenses los utilizan para entrar en combate mediante la intervención y la agresión militar.  Donde ya no hay ninguna agresión evidente, las bases y/o instalaciones pasan a ser soportes para actividades de asesoría militar, de espionaje, de entrenamiento e instrumentos contra los movimientos sociales y los gobiernos progresistas que defienden la  integridad nacional y soberanía.  Y es así que EE.UU. ha fortalecido sus posiciones militares para vigilar y reconfigurar la región del Asia-Pacífico y del  mundo en función de las empresas transnacionales estadounidenses.


Bajo la administración Bush, y especialmente después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos ha otorgado a sus grandes empresas transnacionales enormes reducciones de impuestos y grandes contratos militares, combinando esto con una política de keynesianismo militar o el uso de fondos estatales para promover la producción militar.  El actual inquilino de la Casa Blanca se ha aprovechado de los ataques del 11 de septiembre para iniciar una histeria antiterrorista global para apoderarse de la mayor parte del botín de la guerra y de la agresión.  Capitalizando esta situación, ha logrado monopolizar las más grandes ventajas de la serie de  guerras en el Golfo Pérsico, en los Balcanes y en el Asia Central, especialmente para tomar el control de las fuentes y las rutas del petróleo y el gas.

Hasta el  momento,  Estados Unidos sigue logrando lo que desea, pues sus aliados en Europa y Japón se ajustan a sus planes y políticas.  Ahora mismo, está utilizando su ocupación de Irak y el control del petróleo iraquí como palanca para reconfigurar el Medio Oriente a favor de Israel, subordinando a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a sus políticas petroleras y manipulando los requerimientos de combustible de China, la Unión Europea y Japón.

La Tercera Fuerza Expedicionaria de Marines en Okinawa

Desde el 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos ha hecho de Filipinas su "segundo frente" en Asia, después de Afganistán, en su denominada guerra contra los terroristas.  La administración filipina de la presidenta Gloria Macapagal Arroyo le ha proporcionado su total cooperación para renovar la presencia militar estadounidense en Filipinas y,  posiblemente,  para restaurar sus instalaciones y bases militares en el futuro cercano.

Precisamente ahora, miles de tropas de combate estadounidense están ya desplegadas en Luzon, Visayas y Mindanao en Filipinas.  Las Fuerza Expedicionaria de Marines basada en Okinawa  (Japón) ahora se está desplegando no solamente a Irak y Afganistán sino también,  y en forma activa,  hacia varias áreas de conflictos armados en  Filipinas[1].
 
Por lo general, ellos traen a Filipinas sus armas, tanques y equipos incluyendo helicópteros CH-31, CH-53, AH-IH, CH-46, C-9, y C-12 para los ejercicios militares anuales denominados Balikatan (cuerpo a cuerpo).  El pretexto es que entrenan  a  las Fuerzas Armadas filipinas para luchar en las zonas de combate de Basilan,  Jolo y Mindanao contra un pequeño grupo de bandidos y secuestradores –el Abu Sayyaf-, una creación de la CIA, con la colaboración de algunos funcionarios filipinos de la inteligencia militar, allá  en los años 90 como parte de la guerra contra el Frente Moro para la Liberación Nacional.

Así, las unidades expedicionarias de Marines de Estados Unidos ubicadas en Okinawa, que incluyen a los cuerpos especiales llamados "boinas verdes", ahora practican  frecuentemente en Filipinas y constituyen  actualmente la punta de lanza de las fuerzas intervencionistas en Asia-Pacifico y quizá en el mundo entero.

Hay informes oficiales, que forman parte de un plan militar global de realineamiento, que indican que se trasladará a Filipinas un regimiento de la  Tercera Fuerza Expedicionaria de 18.000 soldados estacionado en el Campo Schwab en la Ciudad de Nago, Okinawa
[2].  Sin embargo, el Pentágono está planeando también trasladar la sede de su Primer Cuerpo del Ejército desde  Fort Lewis en Washington, hasta el Campo Zama en la Prefectura de Kanagawa.  De hecho, las bases militares de Estados Unidos en Okinawa se han convertido en la plaza fuerte para las nuevas guerras intervencionistas estadounidenses contra el terrorismo en Afganistán, Iraq y Filipinas donde ya hay conflictos armados.  Y con el traslado de algunas unidades desde Okinawa a  Filipinas, se quiere montar otra Okinawa en Filipinas como una plataforma  adicional para las fuerzas intervencionistas en el Pacífico Occidental.

Tras la firma del acuerdo entre Estados Unidos y Filipinas (el US-Philippine Visiting Forces Agreemeny- VFA) en 1999, Washington lo ha utilizado para desplegar furtivamente en Filipinas fuerzas militares adicionales y agentes civiles del Pentágono y de la CIA.  El Acuerdo de Apoyo en Logísticas Mutuas o MLSA, que fue firmado en 2001 por  los dos países, también es otro documento inconstitucional como el VFA que se ha utilizado para justificar el almacenamiento de armamento estadounidense y  materiales de guerra, como se hizo durante la época de las bases militares de Estados Unidos.  Los ejercicios militares actuales a pequeña o gran escala  llevados a cabo por los dos países en Filipinas se han desarrollado bajo  los términos de los acuerdos VFA y  MLSA.

Según los términos del  VFA, las cortes de justicia filipinas no tienen jurisdicción sobre los soldados estadounidenses para juzgarlos por crímenes tales como  violación, asesinato  u  homicidio, cometidos en nuestro propio país contra filipinos.  De acuerdo al artículo 5 del VFA, las infracciones cometidas por los soldados o el personal de EE.UU. en suelo filipino, no importa cuán graves o atroces sean, se las puede considerar como "actos oficiales", siempre que el comandante emita un certificado de "deber militar".  Esta es la forma cómo EE.UU. dio inmunidad a  miles de sus soldados acusados de actos criminales cometidos en suelo filipino, desde 1947 a 1991, amparados bajo el Acuerdo de las Bases Militares filipino-estadounidenses.


El principal y verdadero objetivo del redespliegue y de la restauración de la presencia militar estadounidense en Filipinas es participar activamente en  los combates contra las fuerzas guerrilleras del Nuevo Ejército del Pueblo y el Ejército Bangsamoro de Mindanao que están presentes  por toda la nación.  También pretende establecer bases militares en las Filipinas meridionales, especialmente en la ciudad de General Santos y en la de Zamboanga, como trampolín hacia el centro de Brunei, Indonesia, Malasia y Filipinas, y para controlar el petróleo y otros recursos naturales, así como las rutas del comercio internacional en la región.  Una nueva base en el sur de  Mindanao sería un punto de apoyo ideal para las operaciones militares de  EE.UU. no solamente en esta isla, sino también para futuros ataques anti-terroristas en los países del Sureste de Asia, particularmente en Indonesia y Malasia que son predominantemente islámicos.  Los mencionados países son productores importantes de petróleo aunque también la Cuenca de Cotabato y las Aguas de Palawan en Mindanao tienen ricas reservas conocidas de petróleo.  Filipinas es igualmente visto como la entrada del Pacífico al Océano Índico y al Golfo Pérsico y por lo tanto es ideal para las fuerzas estadounidenses de avanzada en el Pacífico Occidental.

En suma, el gobierno filipino, mostrando un servilismo rastrero, ha ofrecido voluntariamente otra vez el uso de todo el territorio nacional como base para la agresión y la intervención armada de EE.UU., como hizo en el pasado durante las guerras de Corea, Vietnam, del Golfo y de otros conflictos armados.

El papel de Japón en el proyecto Echelon

Se estima  que hay 702 bases e instalaciones militares extranjeras de EE.UU. que actualmente están situadas en por lo menos 40 países que forman parte de la infraestructura integrada global para la dominación imperial de ese país.  Estas bases y fuerzas militares no solamente se utilizan para la intervención global, para el control de las reservas del petróleo y otros recursos naturales, el comercio y las rutas marítimas, sino también para intimidar a naciones más pequeñas y volverlas sumisas.  Las bases en Japón y Corea del Sur, así  como los acuerdos de "visita" y  "acceso",  tales como los suscritos con Filipinas, Singapur y Tailandia, se utilizan para prestar servicios y reforzar a portaaviones, destructores, submarinos nucleares que hoy sustentan la “diplomacia de las cañoneras” estadounidense.

Pero también hay que tener presente su utilización, por ejemplo, para el comando, el control, las comunicaciones y la inteligencia (C3I), que incluye roles clave en la guerra nuclear, el uso del espacio para la inteligencia y la guerra.  Cabe mencionar también la Inteligencia de las Señales (SIGINT), tal el caso de la Base de la Fuerza Aérea estadounidense en Misawa, Japón, donde se ha instalado y se opera el sofisticado equipo de vigilancia del proyecto Echelon de EE.UU., para espiar e interceptar todas las comunicaciones militares y civiles -incluyendo las realizadas por fax, correo electrónico y las llamadas por telefonía fija o móvil[3] no solamente de China, Corea del Norte y Rusia, sino también de Japón,    Estas instalaciones en Misawa están conectadas al centro de inteligencia de la SIGINT que la Agencia de la Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA) tiene en Fort Meade, Maryland, cerca de Washington.

Hace poco, en Filipinas quedó al descubierto este sistema global de intercepción de comunicaciones del proyecto Echelon, estableciéndose que se lo utiliza incluso contra sus propios aliados, como Filipinas.  Pero además, que se lo emplea para la inteligencia económica a fin de monitorear e interceptar comunicaciones entre las empresas comerciales de países aliados, para reforzar la posición americana en las negociaciones comerciales, por ejemplo con Japón y Filipinas.


La Iniciativa de la Proliferación para la Seguridad

Estados Unidos, por otra parte, también intenta legitimar, bajo apariencia del derecho internacional, su piratería moderna y su diplomacia de las cañoneras contra las naciones más pequeñas.  Bajo la Iniciativa de la Proliferación para la Seguridad (PSI), que fue introducida por ese país en 2003, las cañoneras estadounidenses atracadas en las bases militares alrededor del mundo ahora pueden interceptar en alta mar cualquier navío sospechoso de estar transportando “armas de destrucción masiva”, o los componentes e ingredientes de tales armas.  Esto es muy peligroso, ya que podría desencadenar guerras y conflictos, puesto que, bajo el derecho internacional, las naves con la debida identificación son consideradas extensiones de un Estado, y un Estado extranjero no les puede interceptar o abordar.  Solo pueden ser interceptadas por el Estado de su bandera[4].

¡Pero, mira quién habla!  Durante mucho tiempo, EE.UU. se ha opuesto vehemente al Tratado de la Zona Libre de Armas Nucleares en el Sureste de Asia (SEA-NWFZ, por sus siglas en inglés), de la Asociación de las Naciones del Sureste de Asia (ASEAN).   Ese país percibía que este tratado impone restricciones -o incluso cuestiona- a la libre operación de su Séptima Flota en el Pacífico Occidental, que es de propulsión nuclear y lleva armas nucleares.  ¿Será que otras naciones no perciben esta práctica de doble estándar, cuando las armas de destrucción masiva de las superpotencias no se restringen de ninguna manera, mientras que los navíos de países más pequeños pueden ser sometidos a la inspección completa, incluso en aguas internacionales?  

No obstante las objeciones de EE.UU., el Tratado SEA-NWFZ fue firmado el 15 de diciembre de 1995 por todos los miembros de la ASEAN como "una acción concreta que contribuirá al proceso hacia el desarme general y completo de armas nucleares" en Asia del Sureste.  Desde la perspectiva de los países asiáticos y del movimiento social anti-nuclear, se trataba de una victoria importante hacia la meta de desmilitarizar y desnuclearizar los mares y los océanos en la región.  También fue visto como un paso importante que debilita la infraestructura estadounidense para la intervención y la guerra en la región.  Esto, porque EE.UU. utiliza su acceso y sus bases en Asia del Sureste como su trampolín para la agresión y la intervención contra el Oriente Medio y la propia Asia.

Si EE.UU. y otros países van a implementar una Iniciativa de Proliferación para la Seguridad, entonces, que se incluya la facultad de inspeccionar y prohibir a los navíos de la Fuerza Naval estadounidense que lleven armas nucleares, armas químicas y bacteriológicas y sus componentes, así como la inspección de los navíos japoneses que transportan plutonio desde Europa!

Movimientos sociales en Filipinas

El pueblo filipino se está oponiendo a la restauración militar y a los esquemas intervensionistas de EE.UU. y al régimen filipino servil al Pentágono.  Las organizaciones populares que están implicadas en las campañas contra la guerra y el desarme ven el VFA y el MLSA como un componente militar de la globalización impulsada por Estados Unidos.  En su opinión, la globalización no solamente se remite a la libre circulación del capital estadounidense, sino también a la de sus unidades armadas para que aseguren la protección del capital internacional.  De hecho, un informe del Quadrennial Defense Review del Departamento de Defensa admitió que la política de defensa y seguridad está interrelacionada con la globalización económica en tanto "protección de las rutas marinas de comercio, asegurándose el acceso libre a los mercados clave, a las fuentes de energía y a los recursos estratégicos".  La publicación del Pentágono incluso se refiere a la jurisdicción operacional del Comando Pacífico de EE.UU. como "las carreteras del comercio que son vitales a la seguridad nacional de EE.UU."[5].

El retiro de todas las bases militares de EE.UU. en Clark y Subic, Filipinas, el 16 de septiembre de 1991 fue un hecho histórico, aunque en aquellos lugares quedó una herencia mortal: tierras y aguas contaminadas por basura peligrosa y tóxica que ha redundado en la muerte de muchos filipinos, especialmente niños[6].

Roland G. Simbulan es profesor y vicecanciller de la Universidad de Filipinas.



[1] www.bulatlat.com/news/5-3/5-3-okinawa_printer.html, Philippine alternative weekly newsmagazine.

[2] Japan Times, Feb. 10, 2004.

[3] Nicky Hager, Secret Power, 1995. See also European Commission Report, Assessing the Technologies of Political Control, 1997.

[4] U.S. State Department. Fact Sheet. October 22, 2004.

[5] U.S. Department of Defense. Quadrennial Defense Review, 1997.

[6] Roland G. Simbulan, " Environmental Injustice: Rectifying America\'s Poisoned Legacy in the Philippines", artículo presentado a la First National Conference on Philippine Health Social Science, Manila, Oct. 14, 2000 (no publicado).  Ver también el documental de la British Broadcasting Corporation (BBC) sobre la destrucción ambiental de las bases militares de EE.UU. en Okinawa, "BBC Documentary Highlights U.S. military threat to environment, culture and livelihoods in Okinawa, Japan", difundido el 30 de septiembre de 2005.

https://www.alainet.org/es/articulo/121309
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