Mejorar la democracia

31/05/2007
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Los fundamentalistas democráticos consideran que la democracia ha dejado de ser un método de convivencia y se ha convertido en una panacea que no precisa mejora alguna, según explica el académico español Juan Luis Cebrián.

Las recientes elecciones en las comunidades y municipios de España invitan a reflexionar sobre esta forma de ver la democracia. A mi regreso a Madrid después de un año de estudios en Canadá, los temas de la actualidad política española eran en esencia los mismos. La diferencia es que ahora se elegían representantes en unos comicios en los que el discurso no era acorde con las cuestiones importantes para el desarrollo local.

Los políticos, en lugar de ocuparse del desarrollo sostenible de los municipios o de una gestión del agua adecuada al entorno, se echaban en cara, en nombre de la libertad y la transparencia, la política para acabar con el terrorismo en España o la Guerra de Iraq. El periodista Joaquín Estefanía escribe que se ha llegado a una situación en la que las “elecciones no se ganan, sino que se pierden”. Ya no es preciso hacer una política de confianza basada en proponer alternativas o cumplir lo prometido, sino que basta esperar a que el otro partido cometa errores que lo descalifiquen.

Como resultado de esta estrategia de desgaste del contrario, más de un tercio de la población llamada a las urnas no acudió a votar. Casi 13 millones de personas ni siquiera manifestaron con el voto en blanco su descontento hacia las diversas opciones políticas. Optaron por renunciar a su derecho, y a su deber como ciudadanos. Aún así, los principales partidos se apuntaron una victoria, como si el sistema se sustentara sólo en el número de concejales obtenidos.

En la Antigua Grecia , la participación era un elemento indispensable. Tanto que Pericles denominaba idiothés a aquellos que pudiendo tomar parte en los asuntos de la ciudad preferían mantenerse al margen. El reto subyace en garantizar cauces adecuados de participación más que en lograr un tanto por ciento elevado. El que el 85% de la población de Francia votase en las elecciones presidenciales diría bien poco si ese compromiso de los ciudadanos no se reflejara en el día a día.

Pero los ciudadanos no tienen toda la responsabilidad por no votar, cuando los políticos ignoran los asuntos que les afectan o no cumplen sus promesas. La clase política de la Unión Europea aún se sorprende de la masiva abstención en el referéndum sobre el proyecto de Constitución. El lastre de Europa consiste en no mostrarse como una realidad atractiva y sí como el escenario de una batalla de intereses económicos y políticos.

Para Aristóteles, la democracia requería una polis donde todos se conociesen. Esa proximidad peligra también con el sistema de listas cerradas en el que se amparan candidatos desconocidos que anteponen sus intereses personales a la responsabilidad social.
El que Winston Churchill dijese que la democracia es el menos malo de los regímenes políticos ya entraña la necesidad de renovarla. No basta con que cada vez que haya elecciones se produzca una avalancha de encuestas, los partidos saquen sus calculadoras y hablen de pactos como si se tratase de un sistema que se renueva cada cuatro años y no de un quehacer diario. Cebrián explica que en vez de dar pie a la crítica, quienes pregonan la democracia como una cura universal la revisten con certezas que alteran la esencia, pues no se trata de un remedio para solucionar problemas, sino “una manera de convivir con ellos, y superarlos”.

Llama la atención que mientras la democracia actual adolece de esa falta de cercanía, haya quien trate de imponerla. Los casos de Iraq y Afganistán, así como la inestabilidad en países de América Latina, de la extinta URSS y de África, sugieren que es preciso educar para que nazca desde dentro. Pues no se trata sólo de crear estructuras democráticas, también de que haya políticos responsables y ciudadanos comprometidos.

- Jorge Planelló es periodista.

Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
www.solidarios.org.es
https://www.alainet.org/es/articulo/121488?language=en
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