Crónicas caraqueñas

Libertad de expresión a debate

29/05/2007
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Venezuela sigue caliente, pero en un tono menor. Las lluvias en Caracas han puesto en la atmósfera un ligero frescor. Continúan las marchas de uno y otro color. Hasta donde se sepa – ayer noche se reportaron para todo el país 17 heridos y casi doscientos arrestos provisionales – hoy miércoles tampoco ha habido incidentes de alta significación. La oposición no oculta su contento de que un sector de estudiantes haya salido en manifestación a clamar por ellos el respeto a la libertad de expresión. La renuencia de los órganos de gobierno y de justicia a prorrogar la concesión a RCTV, que es denunciada como una empresa controlada por capital colombiano, ha trascendido también las fronteras como un ataque a la libertad de expresión.

De modo, que las manifestaciones y contramanifestaciones en las calles llevan en su seno, en lo más recóndito, una ardiente confrontación acerca de la controvertida expresión. Por todos los medios ha salido a la discusión la artillería intelectual a cruzar fuegos para ventilar la cuestión.

Medios nacionales y extranjeros están enfrascados en el debate. En auxilio de la oposición han venido la CNN, la Sociedad Interamericana de Prensa, la famosa SIP, fundada hace medio siglo por el agente-periodista Jules Dubois, que es un sindicato de propietarios de periódicos, y Reporteros Sin Fronteras, y sin otras cosas, pero con mucha plata acuñada en los sótanos del gobierno estadounidense. Sus protestas son acogidas y difundidas por los grandes y poderosos medios con enormes recursos a su disposición. Repiten la misma canción, el desgastado estribillo, sin entrar en discusión. Los grupos juveniles acogidos a esta bandera son pan fresco para la operación de desacreditar al gobierno. La idea rectora es presentarlo como autoritario y censor de las ideas opuestas. Pero el resto de los medios privados sigue funcionando con poca objeción.

Del otro lado de la acera se ha producido una enardecida reacción. En primer lugar de los periodistas y técnicos expulsados de RCTV, la empresa desarmada de la señal, por no haberse alineado con su línea de maliciosa oposición. A esta orilla de la controversia se han sumado otros comunicadores que en tiempos anteriores al chavismo fueron censurados y despedidos por salirse de la línea trazada por la empresa. Le han propinado a la cabeza visible, Marcel Granier, ganchos al hígado con certera precisión. Viejas facturas se han cobrado. Junto a ellos funcionarios de gobierno y periodistas identificados con el proceso bolivariano e incluso de los que se califican no chavistas, han salido a responder con variada argumentación.

En este terreno se enfrentan de nuevo en las pantallas y letras impresas venezolanas una abstracción con las crudas realidades. Desde luego, no se dice nada nuevo, aunque sea conveniente repetirlo hasta la saciedad: son los dueños de los medios (y otras empresas relacionadas y subyacentes) quienes definen y controlan las líneas de información. Para quienes detentan los recursos, la "libertad de expresión" es su libertad de expresión. Como bien señalan la defensa de sus intereses, de sus patrones de cultura, de su idea de cómo entretener – en el sentido más estricto – a las masas, telenoveleras y futboleras, es la más genuina libertad de expresión. Otra idea es un atentado digno de repulsión. Son ellos quienes deciden difundir los productos hollywoodenses, con su carga ideológica a favor de una visión yankicéntrica del mundo. Son ellos quienes deciden qué se dice y qué se calla, qué se promociona y qué se ahoga. Son ellos quienes deciden qué debes escuchar, qué debes ver, qué debes opinar.

Por supuesto, esgrimen sus adversarios, los pasos que ha dado el presidente Hugo Chávez tienden a romper ese predominio, a sentar nuevas pautas en el quehacer político, ideológico y cultural. Tienden a encaminar la vida venezolana por una senda que les asusta, cuestiona los poderes tradicionales, propone reducir sus potencialidades. Nada que afecte ese ejercicio irrestricto les puede complacer. Lo mismo que suceden Bolivia con los proyectos de Evo Morales. Lo mismo que sucede en Ecuador con Rafael Correa. Lo mismo que hubiera sucedido en México si hubiera resultado electo Manuel López Obrador. Los poderes constituidos, transnacionalizados, no quieren que se mueva una paja, ni tan siquiera para enmendar las injusticias más elementales. Injusticias que se han acrecentados y profundizados con el correr de los modelos económicos impuestos desde fuera.

Estos "defensores" de la libertad de expresión son quienes han hecho lo indecible para monopolizarla, como lo han hecho en México Televisa y TV Azteca. Esta elite mediocrática ha hecho cuanto pueden para cerrarle el paso a radios y televisoras comunitarias. Son quienes se erigen en árbitros de las contiendas electorales inclinando a gusto la balanza de las preferencias. Ungiendo y santificando con el aliento de las más podridas complicidades. De modo, que la emergencia de medios públicos y sociales, de novedades como TeleSur, a la cual tratan de impedirle espacio, pero que hoy por hoy es el mejor medio informativo de todo el continente, constituyen un peligro para su predominio. No sólo el predominio en los patrones ideológicos y de consumo, principalmente el predominio de un sistema alienante del cual son el brazo palabrero.
Son las 8:00 pm. En Montalbán, Caracas, un poco de cacerolas y pitos vuelven a sonar. Otros episodios de este trascendental enfrentamiento están por llegar. ¿Buscando muertos?

Salvador E. Morales Pérez
Historiador cubano



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