“El género tiene que estar en la agenda de los gobiernos”
26/06/2007
- Opinión
Gladys Acosta Vargas y María del Carmen Feijóo nos muestran el camino que recorrieron en la lucha por los derechos de las mujeres, de los nuevos desafíos, de los espacios de activismo, de sus principios, de su poder de negociación y hasta se permiten contar experiencias individuales que influyeron en sus opciones militantes. Un encuentro con dos mujeres que vienen de los movimientos feministas latinoamericanos y que hoy ocupan lugares claves en UNICEF y UNFPA en Argentina.
Sus agendas son apretadas, por eso juntarlas para una nota no es sencillo, pero gracias a sus colaboradoras se agilizaron los tiempos, y las dos mujeres se mostraron encantadas de compartir este espacio. Incluso interrumpieron varias veces la charla para exteriorizar la necesidad de repetir la experiencia: “Si vinieran mas seguido a entrevistarnos nos justaríamos para debatir, este espacio es muy interesante”.
Risas, complicidades, recuerdos compartidos de dos mujeres que hicieron de la lucha por los derechos de la mujer el eje de sus vidas; militaron en los movimientos de mujeres que entre los ‘80 y los ’90 golpearon la puerta de Naciones Unidas y consiguieron, entre otros avances, ocupar cargos ellas mismas en el organismo internacional. Aseguran que cambiaron de lugar de activismo, pero que sus principios son los mismos y con nuevas posibilidades de negociación.
Ellas son Gladys Acosta Vargas, peruana, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Argentina, y María del Carmen Feijóo, oficial de enlace del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) en nuestro país. Ambas son sociólogas y Acosta Vargas suma un título de abogada, una dilatada carrera en representaciones de ONU en distintos países y ojos iluminados cuando habla de su tarea por la infancia. Feijóo ocupó cargos públicos, es investigadora, escribió libros, fue convencional constituyente nacional y comenta con pasión pormenores de su trabajo.
No se ponen de acuerdo sobre el momento exacto en que se conocieron, pero están seguras de que fue en la década del ‘80, en uno de los tantos encuentros que reunían a las latinoamericanas cuando se consolidaba el movimiento de mujeres. Coinciden en que esta corriente feminista acompañó la consolidación democrática en nuestros países, pero también concuerdan en la necesidad de fortalecer el sistema para que todas las personas tengan las mismas posibilidades.
- ¿Y qué ha pasado de los ‘80 hasta ahora con los temas que ustedes debatían?
María del Carmen Feijóo: -Yo creo que las reivindicaciones de las mujeres, la reivindicación del movimiento feminista, fue de siempre. Me parece que en ese momento había una fortaleza que vinculaba los temas de la mujer y la transición democrática. Ese “push”, esa energía, hoy se acabó. Para bien, en el sentido de que la transición democrática está definitivamente consolidada en la mayoría de los países… Y para mal en el sentido de que la agenda de la mujer se convirtió en un elemento más de múltiples agendas sociales.
- ¿Se ha podido capitalizar esa lucha de las mujeres en la transición democrática?
Gladys Acosta Vargas: - Yo creo que sí, creo que definitivamente está en proceso una ampliación de la realización de los derechos humanos… Y esto incluye de una manera muy sustantiva a las mujeres. La práctica en aquella época era muy de movimiento, práctica que se mantiene; pero la diferencia es que en esa época, por ejemplo, recién se estaba entendiendo la fuerza de una Convención Internacional, como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, que nació en el ‘79, y que nació acompasada también de un movimiento internacional que tocó las puertas de las Naciones Unidas. Y ésa es una época de una fuerte reafirmación de los derechos en los órdenes legales. Es la época donde se discuten todos los temas sobre la violencia doméstica, y cómo se debían regular mecanismos para la protección de las mujeres. Y de hecho, ahí comienzan las leyes que prácticamente se expanden por todos los países.
Recuerdo que la primera ley –creo- fue la de Puerto Rico, y se instaló un debate de cómo conquistar los espacios legales. Yo creo que era simbólico; así como las mujeres del comienzo de siglo deciden conquistar el espacio político a través del voto, no porque pensaran que debían limitarse al voto, sino porque pensaban que conquistar el voto era un símbolo, yo creo que en los ‘80 se consolida el movimiento para conquistar este orden jurídico, con el gran empuje que venía de una Convención Internacional que sentaba bases de una reunificación de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Sienta las bases en el ‘79 y luego recobra la fuerza en el ‘89 con la Convención Sobre los Derechos del Niño que no hubiera existido como tal, si no hubiera estado precedida en el ‘79 por la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, que ya reunifica los contenidos que estaban en los dos Pactos civiles y políticos y los económicos y culturales.
Yo creo que esta reunificación que comienza con las mujeres, luego sigue con los niños y luego va a seguir con otros movimientos…
Feijóo: - Creo que además pasaron dos cosas. Por un lado, la institucionalización del tema de género en los organismos de gobierno. Ésta es la diferencia que a principios de los ‘80 no podíamos percibir con la intensidad y la fuerza con la que se desplegó. Por otro lado, la promoción y el acompañamiento que hizo Naciones Unidas, que también generaron una serie de hitos que fueron definitorios para que el tema de género tenga que estar en la agenda de los gobiernos.
- Ahora, estas legislaciones ¿Cómo consideran que se aplican en la vida cotidiana, en lo que nos pasa todos los días?
- Feijóo: - Yo creo que ha producido cambios importantes. A mí me gusta mucho la consigna del Programa de Salud Reproductiva del gobierno nacional: “Es ley, es tu derecho”; creo que lo que se ha implantado en la cabeza de las mujeres es precisamente esa idea… También está la otra idea: “Es tu derecho aunque todavía no sea ley”. Esto no cambia de manera radical muchas situaciones cotidianas, pero establece un horizonte de justicia y exigibilidad que creo que es uno de los cambios significativos en todo este proceso. Dicho más sintéticamente: no es porque la ley esté que muchas condiciones han cambiado, pero pueden cambiar porque la ley está. Y yo creo que ése es el cambio que de ninguna manera hay que subvaluar.
- O sea, la ley cambia las cosas, pero debe haber todo un trabajo de los movimientos de mujeres que acompañe ese proceso…
Acosta Vargas: - El movimiento de mujeres está cada vez más consciente de la diversidad de posibilidades que da el orden democrático para ganar los derechos. Muy bien dice María del Carmen que la ley no es lo primero, lo primero es el derecho. Y los derechos humanos surgen antes que las leyes, siempre ha sido así. Creo que la potencia de Declaración Universal aún no está totalmente desarrollada. Y ésta es la nueva conciencia en los movimientos, que no parten de un cero, parten de la capacidad de hacer realidad un derecho por miles de caminos. Y son las mujeres las que primero deben estar convencidas de que están en un espacio democrático donde su derecho es válido. Pero sus derechos valen en la medida en que puedan usar los mecanismos que la sociedad permite.
Creo que ahí es donde viene el engarce entre las normas de derechos humanos, que son normas de carácter internacional, que ingresan a la vida nacional a través de un acto de soberanía de los Estados, que es cuando ratifican los tratados… excepto la Declaración Universal, que no necesitó de ninguna ratificación para tener vida.
Pero luego hay que luchar palmo a palmo, porque nuestros países adolecen de esa distancia entre la ley y la realidad. Todavía el sistema democrático tiene que fortalecerse, para que dé a todas las personas las mismas posibilidades; de hecho la discriminación contra las mujeres es un fenómeno de tipo social, político y económico que no se ha borrado con ninguna ley. Es así que los movimientos deben construirlo palmo a palmo, en una correlación de fuerzas políticas y en la medida en que logran transmitir su mensaje político a la capilaridad de la sociedad.
Cuando entre en las casas, cuando entre en las familias, cuando el respeto por los derechos no sea solamente requerido por el Estado, sino que ya forme parte de la vida social, recién podremos decir que es un derecho efectivo.
- Ustedes llegaron desde los movimientos de mujeres a ocupar cargos en organismos de Naciones Unidas ¿En qué momento dijeron éste es mi lugar, desde aquí puedo luchar?
Feijóo: - Bueno, es el resultado de un conjunto de factores que normalmente están fuera de tu control. Di con el Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas durante el año 2002, cuando vinieron a pedir una reunión preparatoria de sociedad civil para la conmemoración de los 10 años de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de El Cairo. Yo estaba en el gobierno nacional en ese momento, y me pareció tan obvio que un organismo del sistema de Naciones Unidas pidiera que se convocara a la sociedad civil para que opinara sobre eso, que lo hice. Y parece que fue como una acción un poquito revolucionaria, nadie había hecho eso en Argentina hasta ese momento, sobre todo porque Argentina había dejado una muy mala estela en la Conferencia Internacional de El Cairo. Recordemos que tuvo lugar simultáneamente con la Convención Constituyente, donde los representantes argentinos osaron algo que hoy da vergüenza retrospectiva, que fue poner la noción de salud reproductiva entre paréntesis. El mandato que tuvieron los representantes en ese momento fue espantoso: la verdad es que las reservas de Argentina en el texto final preceden a las reservas de los países fundamentalistas.
Volviendo al tema, así fue que me conecté con el Fondo de Población, me interesó colaborar con ellos, me pareció que era un momento en el que podía aportar y podía también recibir mucho del conocimiento de este mundo que Gladys maneja tan bien, y que es un mundo nuevo, ya que el orden del sistema de Naciones Unidas es un supra-orden.
- ¿La acompaña el movimiento de mujeres con el que usted estaba relacionada?
Feijóo: - Yo creo que nosotras tenemos que reconocer el derecho de todas las compañeras a cambiar de escenario, respetarlas, apoyarlas, y pedirles rendición de cuentas; que cuando nos mudamos de puesto, sigamos manteniendo los mismos valores que sosteníamos cuando estábamos sólo en el movimiento de mujeres. Es la estrategia del agua, el agua entra por todas partes; creo que es la estrategia que a nosotras nos sirve.
Acosta Vargas: -Completando lo que dice Mary, creo que si los movimientos no hubiesen tocado tan fuerte las puertas de Naciones Unidas, probablemente nosotras no estaríamos acá. Creo que hubo una presencia política de los años ‘80, de los años ‘90; yo puedo recordar por ejemplo lo importante que fue la II Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena, cuando se estipuló con claridad que los derechos de las mujeres y de las niñas eran parte de los Derechos Humanos. Y era en el año ‘93, porque aunque parezca increíble, en esa época todavía se discutían esas cosas…
Feijóo: - No se puede creer, es tan reciente… es como cuando dijeron que los indios sí tenían alma.
Acosta Vargas: - Sí, es algo parecido, porque algo que ahora nos parece muy obvio, en ese momento no lo era, y recuerdo que el vértice de la discusión era sobre la violencia contra la mujer… Y todavía en esa época, algunos movimientos de derechos humanos no lo aceptaban, y consideraban que podía haber un debilitamiento de los movimientos, justamente porque lo que se estaba cuestionando era la acción de actores privados, en este caso dentro de las parejas, dentro de las familias…
Yo creo que la acción de los movimientos y el impacto tan fuerte dentro de las Naciones Unidas, hizo que este organismo abriera compuertas para captar otro tipo de funcionarios: mujeres que venían de esta trayectoria ya no eran sospechadas, más bien eran trayectorias de un tipo de activismo reconocido de derechos humanos, que requería un desarrollo también dentro de las organizaciones de Naciones Unidas.
Uno está dentro de la historia, y a veces le cuesta trabajo reconocer cómo la individualidad depende de factores históricos, colectivos, que se consolidan en determinado momento… Parecen individuales pero no lo son tanto. Porque si no se hubieran dado las otras condiciones, lo individual no se concretaría. Esos años para mí fueron de descubrimiento de un movimiento internacional; fue ahí donde conocí a mujeres americanas, asiáticas, todas luchando por lo mismo, con realidades culturales muy distintas, con historias muy distintas. Era como que el final del siglo XX nos unía en una lucha que era global, y que sin embargo no borraba nuestras características propias.
Para mí fue muy importante, y creo que tocar esos hilos más universales, me hizo pensar que yo también podía trabajar desde la construcción de los estándares. Lo que Mary dice es cierto: este orden supra-nacional, siendo mínimo, se adelanta a las épocas. Y luego, los órdenes nacionales tienen que ajustarse para alcanzar esos estándares.
Una había luchado mucho en esos órdenes nacionales, somos una buena cantidad de mujeres que venimos de ese activismo en nuestros países, activismo que no hay que abandonar, porque uno tiene que estar en su lugar luchando, si no, lo otro es como una superestructura. Y dar este salto a las Naciones Unidas, es un salto, pero conectado; como dice Mary, uno cambia de lugar pero no cambia sus principios. Se puede negociar mejor, en mi caso implicó un esfuerzo por entender la conexión entre los derechos de las mujeres y los de las niñas y niños, fue un proceso… y hoy en día no puedo defender los unos sin los otros.
- Dentro del sistema de Naciones Unidas en Argentina funciona un Grupo Temático Interagencial de Género que apoya y promueve prácticas hacia dentro y hacia fuera de la ONU para instalar la temática de género. Acosta Vargas y Feijóo son activas participantes, y sus esfuerzos en estos tiempos están centrados en reducir la mortalidad materna-infantil?.
Acosta Vargas: - Estamos apoyando un esfuerzo nacional muy importante para reducir la mortalidad materno-infantil, porque la verdad es que cuando se pierde la vida de una mujer por un embarazo, hay una especie de micro-cataclismo en lo social. Y tiene un valor simbólico muy fuerte: hay que reconocer que la maternidad también es un riesgo, no es solamente un acto natural. Y entonces eso implica que tiene que haber un cuidado mucho mayor, que tiene que haber un sistema de salud mucho más proactivo, cuidadoso. Y tiene que haber una consciencia social de la protección especial que requieren las mujeres embarazadas, no por discapacitadas –no ver la maternidad como una discapacidad- sino justamente, hacerse cargo socialmente de lo que significa la maternidad. Entonces, la muerte de una mujer por razones de embarazo es algo que necesita ser revertido, sobre todo para un país como la Argentina, que puede.
Feijoo: - Lo que hay es como una resiliencia de la Tasa de Mortalidad Materna a disminuir en relación con el nivel de desarrollo de nuestra sociedad, en relación con las metas fijadas por los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y en relación con lo que sí ha sido la consistente disminución de la mortalidad infantil. De modo que la tasa de mortalidad materna, que si todo se mantiene igual no va a cumplir con el ODM del 2015, está expresando prácticas que en el fondo, son discriminatorias. Bien porque no se les presta atención suficiente a las mujeres que van a dar a luz, bien por prácticas instaladas en el sistema hospitalario, bien por carencias de cierto tipo de recursos, como sangre segura o vías de acceso rápido a centros de mayor complejidad. Lo cierto es que hasta que no logremos instalar la idea de que toda muerte materna importa, esta mortalidad materna se va a mantener, y se va a mantener especialmente castigando a los grupos de las mujeres pobres y a los pueblos originarios, de los cuales ni siquiera tenemos información.
El Grupo Interagencial de Género está formulando una propuesta que tiene el acuerdo del Ministerio de Salud de la Nación y de todos nuestros colegas de Naciones Unidas, para acceder a un financiamiento que España acaba de brindar al Programa de Naciones Unidas Para el Desarrollo, para tener una estrategia que contribuya a consolidar los esfuerzos del gobierno en la reducción de la mortalidad materna.
Además de eso, el Grupo tiene una página feb y una serie de actividades que están dirigidas a conmemorar las efemérides que tienen que ver con el sistema de Naciones Unidas.
Acosta Vargas: - Es que el Grupo Interagencial también tiene por objeto hacer que las propias Naciones Unidas conserven los estándares que están en la normatividad, y de alguna manera encontrar las vías de solución a ciertas inercias. Los organismos de las Naciones Unidas también son parte de la sociedad, y lograr que haya una paridad de género, que haya un respeto por la diversidad, que las mujeres estén adecuadamente representadas en el mundo del trabajo, que tengan representatividad política, es algo que no viene por sí solo, hay que promover ciertas medidas, muy explícitas y con mucho respaldo político.
En resumen: el Grupo Interagencial proyecta hacia fuera de Naciones Unidas, y también trabaja internamente por lograr estos mismos objetivos.
-¿Les queda tiempo para estar en contacto con la gente? ¿Ustedes se sienten comprometidas con la sociedad? ¿Viajan a las provincias?
Feijóo: - Yo sí me siento en la sociedad, tengo una diferencia con Gladys, yo soy personal nacional, estoy en mi propio país, y trato de viajar, sí… Ahora, tampoco el tema es viajar, sino estar en contacto con la gente. Porque a veces los viajes te facilitan ese contacto, y a veces son un obstáculo, depende del tipo de viaje…
Acosta Vargas: - En mi caso también; el tipo de programa que UNICEF tiene es muy cercano a la gente. Siempre decimos que UNICEF es un organismo que tiene que ensuciarse los zapatos, y eso hace que siempre haya un contacto, en la ciudad y fuera de la ciudad, uno no necesita irse muy lejos, sale aquí nomás, a un hospital de Buenos Aires y ya observa un problema grave. Las mujeres que están en Naciones Unidas, en general tienen una actitud bastante abierta a las personas comunes y corrientes, y eso es algo que no se debe perder nunca, porque le da otra dimensión al trabajo que hacemos.
A nosotros nos toca recorrer toda la pirámide política. Nuestro trabajo es poner en relación, es hacer que los problemas de determinados sectores sociales no muy escuchados se escuchen, es hacer que los medios de comunicación tomen ciertos problemas y abran las compuertas a ciertas voces que normalmente no se escucharían.
El sistema político no ha puesto todavía las escuchas lo suficientemente potentes como para captar lo que están diciendo las nuevas generaciones, entonces todo eso obliga a una mayor agudeza, sobre todo de los chicos y chicas desde los 10 años, cuando ya empiezan a tener opiniones… porque esa idea de que hay que esperar a que voten… a veces es demasiado tarde.
-¿Cómo se define la mujer Gladys y la mujer María del Carmen?
Acosta Vargas: - Cuando mis hijos eran pequeños tuve una lucha legal por su tutela, y la verdad es que fue una lucha que me hizo despertar a un mundo que no sabía que me tocaba a mí. Yo fui muy privilegiada, estudié en Francia, era una profesional que había recorrido mucho más que lo que las mujeres de mi familia habían recorrido. Sin embargo, a la hora del ejercicio de los derechos, estaba tan limitada como cualquier mujer de mi generación. Yo creo que hay luchas que uno vive personalmente y que no se las olvida nunca. Por eso también creo que el hecho de que ahora exista la patria potestad compartida, que no haya posibilidades legales para que las mujeres pierdan la tutela de sus hijos, a una la forma. Una no se forma solamente en los claustros universitarios, una se forma en esas luchas que son a veces cotidianas, individuales, pero que se conectan a esta historia colectiva de la que hablábamos antes.
Feijóo: - Soy una de las millones de mujeres trabajadoras que hay nuestro país, que tuvo grandes oportunidades educativas… y, en la medida de lo posible, muy comprometida con los distintos desafíos que hemos tenido a lo largo de esta historia.
Sus agendas son apretadas, por eso juntarlas para una nota no es sencillo, pero gracias a sus colaboradoras se agilizaron los tiempos, y las dos mujeres se mostraron encantadas de compartir este espacio. Incluso interrumpieron varias veces la charla para exteriorizar la necesidad de repetir la experiencia: “Si vinieran mas seguido a entrevistarnos nos justaríamos para debatir, este espacio es muy interesante”.
Risas, complicidades, recuerdos compartidos de dos mujeres que hicieron de la lucha por los derechos de la mujer el eje de sus vidas; militaron en los movimientos de mujeres que entre los ‘80 y los ’90 golpearon la puerta de Naciones Unidas y consiguieron, entre otros avances, ocupar cargos ellas mismas en el organismo internacional. Aseguran que cambiaron de lugar de activismo, pero que sus principios son los mismos y con nuevas posibilidades de negociación.
Ellas son Gladys Acosta Vargas, peruana, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Argentina, y María del Carmen Feijóo, oficial de enlace del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) en nuestro país. Ambas son sociólogas y Acosta Vargas suma un título de abogada, una dilatada carrera en representaciones de ONU en distintos países y ojos iluminados cuando habla de su tarea por la infancia. Feijóo ocupó cargos públicos, es investigadora, escribió libros, fue convencional constituyente nacional y comenta con pasión pormenores de su trabajo.
No se ponen de acuerdo sobre el momento exacto en que se conocieron, pero están seguras de que fue en la década del ‘80, en uno de los tantos encuentros que reunían a las latinoamericanas cuando se consolidaba el movimiento de mujeres. Coinciden en que esta corriente feminista acompañó la consolidación democrática en nuestros países, pero también concuerdan en la necesidad de fortalecer el sistema para que todas las personas tengan las mismas posibilidades.
- ¿Y qué ha pasado de los ‘80 hasta ahora con los temas que ustedes debatían?
María del Carmen Feijóo: -Yo creo que las reivindicaciones de las mujeres, la reivindicación del movimiento feminista, fue de siempre. Me parece que en ese momento había una fortaleza que vinculaba los temas de la mujer y la transición democrática. Ese “push”, esa energía, hoy se acabó. Para bien, en el sentido de que la transición democrática está definitivamente consolidada en la mayoría de los países… Y para mal en el sentido de que la agenda de la mujer se convirtió en un elemento más de múltiples agendas sociales.
- ¿Se ha podido capitalizar esa lucha de las mujeres en la transición democrática?
Gladys Acosta Vargas: - Yo creo que sí, creo que definitivamente está en proceso una ampliación de la realización de los derechos humanos… Y esto incluye de una manera muy sustantiva a las mujeres. La práctica en aquella época era muy de movimiento, práctica que se mantiene; pero la diferencia es que en esa época, por ejemplo, recién se estaba entendiendo la fuerza de una Convención Internacional, como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, que nació en el ‘79, y que nació acompasada también de un movimiento internacional que tocó las puertas de las Naciones Unidas. Y ésa es una época de una fuerte reafirmación de los derechos en los órdenes legales. Es la época donde se discuten todos los temas sobre la violencia doméstica, y cómo se debían regular mecanismos para la protección de las mujeres. Y de hecho, ahí comienzan las leyes que prácticamente se expanden por todos los países.
Recuerdo que la primera ley –creo- fue la de Puerto Rico, y se instaló un debate de cómo conquistar los espacios legales. Yo creo que era simbólico; así como las mujeres del comienzo de siglo deciden conquistar el espacio político a través del voto, no porque pensaran que debían limitarse al voto, sino porque pensaban que conquistar el voto era un símbolo, yo creo que en los ‘80 se consolida el movimiento para conquistar este orden jurídico, con el gran empuje que venía de una Convención Internacional que sentaba bases de una reunificación de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Sienta las bases en el ‘79 y luego recobra la fuerza en el ‘89 con la Convención Sobre los Derechos del Niño que no hubiera existido como tal, si no hubiera estado precedida en el ‘79 por la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, que ya reunifica los contenidos que estaban en los dos Pactos civiles y políticos y los económicos y culturales.
Yo creo que esta reunificación que comienza con las mujeres, luego sigue con los niños y luego va a seguir con otros movimientos…
Feijóo: - Creo que además pasaron dos cosas. Por un lado, la institucionalización del tema de género en los organismos de gobierno. Ésta es la diferencia que a principios de los ‘80 no podíamos percibir con la intensidad y la fuerza con la que se desplegó. Por otro lado, la promoción y el acompañamiento que hizo Naciones Unidas, que también generaron una serie de hitos que fueron definitorios para que el tema de género tenga que estar en la agenda de los gobiernos.
- Ahora, estas legislaciones ¿Cómo consideran que se aplican en la vida cotidiana, en lo que nos pasa todos los días?
- Feijóo: - Yo creo que ha producido cambios importantes. A mí me gusta mucho la consigna del Programa de Salud Reproductiva del gobierno nacional: “Es ley, es tu derecho”; creo que lo que se ha implantado en la cabeza de las mujeres es precisamente esa idea… También está la otra idea: “Es tu derecho aunque todavía no sea ley”. Esto no cambia de manera radical muchas situaciones cotidianas, pero establece un horizonte de justicia y exigibilidad que creo que es uno de los cambios significativos en todo este proceso. Dicho más sintéticamente: no es porque la ley esté que muchas condiciones han cambiado, pero pueden cambiar porque la ley está. Y yo creo que ése es el cambio que de ninguna manera hay que subvaluar.
- O sea, la ley cambia las cosas, pero debe haber todo un trabajo de los movimientos de mujeres que acompañe ese proceso…
Acosta Vargas: - El movimiento de mujeres está cada vez más consciente de la diversidad de posibilidades que da el orden democrático para ganar los derechos. Muy bien dice María del Carmen que la ley no es lo primero, lo primero es el derecho. Y los derechos humanos surgen antes que las leyes, siempre ha sido así. Creo que la potencia de Declaración Universal aún no está totalmente desarrollada. Y ésta es la nueva conciencia en los movimientos, que no parten de un cero, parten de la capacidad de hacer realidad un derecho por miles de caminos. Y son las mujeres las que primero deben estar convencidas de que están en un espacio democrático donde su derecho es válido. Pero sus derechos valen en la medida en que puedan usar los mecanismos que la sociedad permite.
Creo que ahí es donde viene el engarce entre las normas de derechos humanos, que son normas de carácter internacional, que ingresan a la vida nacional a través de un acto de soberanía de los Estados, que es cuando ratifican los tratados… excepto la Declaración Universal, que no necesitó de ninguna ratificación para tener vida.
Pero luego hay que luchar palmo a palmo, porque nuestros países adolecen de esa distancia entre la ley y la realidad. Todavía el sistema democrático tiene que fortalecerse, para que dé a todas las personas las mismas posibilidades; de hecho la discriminación contra las mujeres es un fenómeno de tipo social, político y económico que no se ha borrado con ninguna ley. Es así que los movimientos deben construirlo palmo a palmo, en una correlación de fuerzas políticas y en la medida en que logran transmitir su mensaje político a la capilaridad de la sociedad.
Cuando entre en las casas, cuando entre en las familias, cuando el respeto por los derechos no sea solamente requerido por el Estado, sino que ya forme parte de la vida social, recién podremos decir que es un derecho efectivo.
- Ustedes llegaron desde los movimientos de mujeres a ocupar cargos en organismos de Naciones Unidas ¿En qué momento dijeron éste es mi lugar, desde aquí puedo luchar?
Feijóo: - Bueno, es el resultado de un conjunto de factores que normalmente están fuera de tu control. Di con el Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas durante el año 2002, cuando vinieron a pedir una reunión preparatoria de sociedad civil para la conmemoración de los 10 años de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de El Cairo. Yo estaba en el gobierno nacional en ese momento, y me pareció tan obvio que un organismo del sistema de Naciones Unidas pidiera que se convocara a la sociedad civil para que opinara sobre eso, que lo hice. Y parece que fue como una acción un poquito revolucionaria, nadie había hecho eso en Argentina hasta ese momento, sobre todo porque Argentina había dejado una muy mala estela en la Conferencia Internacional de El Cairo. Recordemos que tuvo lugar simultáneamente con la Convención Constituyente, donde los representantes argentinos osaron algo que hoy da vergüenza retrospectiva, que fue poner la noción de salud reproductiva entre paréntesis. El mandato que tuvieron los representantes en ese momento fue espantoso: la verdad es que las reservas de Argentina en el texto final preceden a las reservas de los países fundamentalistas.
Volviendo al tema, así fue que me conecté con el Fondo de Población, me interesó colaborar con ellos, me pareció que era un momento en el que podía aportar y podía también recibir mucho del conocimiento de este mundo que Gladys maneja tan bien, y que es un mundo nuevo, ya que el orden del sistema de Naciones Unidas es un supra-orden.
- ¿La acompaña el movimiento de mujeres con el que usted estaba relacionada?
Feijóo: - Yo creo que nosotras tenemos que reconocer el derecho de todas las compañeras a cambiar de escenario, respetarlas, apoyarlas, y pedirles rendición de cuentas; que cuando nos mudamos de puesto, sigamos manteniendo los mismos valores que sosteníamos cuando estábamos sólo en el movimiento de mujeres. Es la estrategia del agua, el agua entra por todas partes; creo que es la estrategia que a nosotras nos sirve.
Acosta Vargas: -Completando lo que dice Mary, creo que si los movimientos no hubiesen tocado tan fuerte las puertas de Naciones Unidas, probablemente nosotras no estaríamos acá. Creo que hubo una presencia política de los años ‘80, de los años ‘90; yo puedo recordar por ejemplo lo importante que fue la II Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena, cuando se estipuló con claridad que los derechos de las mujeres y de las niñas eran parte de los Derechos Humanos. Y era en el año ‘93, porque aunque parezca increíble, en esa época todavía se discutían esas cosas…
Feijóo: - No se puede creer, es tan reciente… es como cuando dijeron que los indios sí tenían alma.
Acosta Vargas: - Sí, es algo parecido, porque algo que ahora nos parece muy obvio, en ese momento no lo era, y recuerdo que el vértice de la discusión era sobre la violencia contra la mujer… Y todavía en esa época, algunos movimientos de derechos humanos no lo aceptaban, y consideraban que podía haber un debilitamiento de los movimientos, justamente porque lo que se estaba cuestionando era la acción de actores privados, en este caso dentro de las parejas, dentro de las familias…
Yo creo que la acción de los movimientos y el impacto tan fuerte dentro de las Naciones Unidas, hizo que este organismo abriera compuertas para captar otro tipo de funcionarios: mujeres que venían de esta trayectoria ya no eran sospechadas, más bien eran trayectorias de un tipo de activismo reconocido de derechos humanos, que requería un desarrollo también dentro de las organizaciones de Naciones Unidas.
Uno está dentro de la historia, y a veces le cuesta trabajo reconocer cómo la individualidad depende de factores históricos, colectivos, que se consolidan en determinado momento… Parecen individuales pero no lo son tanto. Porque si no se hubieran dado las otras condiciones, lo individual no se concretaría. Esos años para mí fueron de descubrimiento de un movimiento internacional; fue ahí donde conocí a mujeres americanas, asiáticas, todas luchando por lo mismo, con realidades culturales muy distintas, con historias muy distintas. Era como que el final del siglo XX nos unía en una lucha que era global, y que sin embargo no borraba nuestras características propias.
Para mí fue muy importante, y creo que tocar esos hilos más universales, me hizo pensar que yo también podía trabajar desde la construcción de los estándares. Lo que Mary dice es cierto: este orden supra-nacional, siendo mínimo, se adelanta a las épocas. Y luego, los órdenes nacionales tienen que ajustarse para alcanzar esos estándares.
Una había luchado mucho en esos órdenes nacionales, somos una buena cantidad de mujeres que venimos de ese activismo en nuestros países, activismo que no hay que abandonar, porque uno tiene que estar en su lugar luchando, si no, lo otro es como una superestructura. Y dar este salto a las Naciones Unidas, es un salto, pero conectado; como dice Mary, uno cambia de lugar pero no cambia sus principios. Se puede negociar mejor, en mi caso implicó un esfuerzo por entender la conexión entre los derechos de las mujeres y los de las niñas y niños, fue un proceso… y hoy en día no puedo defender los unos sin los otros.
- Dentro del sistema de Naciones Unidas en Argentina funciona un Grupo Temático Interagencial de Género que apoya y promueve prácticas hacia dentro y hacia fuera de la ONU para instalar la temática de género. Acosta Vargas y Feijóo son activas participantes, y sus esfuerzos en estos tiempos están centrados en reducir la mortalidad materna-infantil?.
Acosta Vargas: - Estamos apoyando un esfuerzo nacional muy importante para reducir la mortalidad materno-infantil, porque la verdad es que cuando se pierde la vida de una mujer por un embarazo, hay una especie de micro-cataclismo en lo social. Y tiene un valor simbólico muy fuerte: hay que reconocer que la maternidad también es un riesgo, no es solamente un acto natural. Y entonces eso implica que tiene que haber un cuidado mucho mayor, que tiene que haber un sistema de salud mucho más proactivo, cuidadoso. Y tiene que haber una consciencia social de la protección especial que requieren las mujeres embarazadas, no por discapacitadas –no ver la maternidad como una discapacidad- sino justamente, hacerse cargo socialmente de lo que significa la maternidad. Entonces, la muerte de una mujer por razones de embarazo es algo que necesita ser revertido, sobre todo para un país como la Argentina, que puede.
Feijoo: - Lo que hay es como una resiliencia de la Tasa de Mortalidad Materna a disminuir en relación con el nivel de desarrollo de nuestra sociedad, en relación con las metas fijadas por los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y en relación con lo que sí ha sido la consistente disminución de la mortalidad infantil. De modo que la tasa de mortalidad materna, que si todo se mantiene igual no va a cumplir con el ODM del 2015, está expresando prácticas que en el fondo, son discriminatorias. Bien porque no se les presta atención suficiente a las mujeres que van a dar a luz, bien por prácticas instaladas en el sistema hospitalario, bien por carencias de cierto tipo de recursos, como sangre segura o vías de acceso rápido a centros de mayor complejidad. Lo cierto es que hasta que no logremos instalar la idea de que toda muerte materna importa, esta mortalidad materna se va a mantener, y se va a mantener especialmente castigando a los grupos de las mujeres pobres y a los pueblos originarios, de los cuales ni siquiera tenemos información.
El Grupo Interagencial de Género está formulando una propuesta que tiene el acuerdo del Ministerio de Salud de la Nación y de todos nuestros colegas de Naciones Unidas, para acceder a un financiamiento que España acaba de brindar al Programa de Naciones Unidas Para el Desarrollo, para tener una estrategia que contribuya a consolidar los esfuerzos del gobierno en la reducción de la mortalidad materna.
Además de eso, el Grupo tiene una página feb y una serie de actividades que están dirigidas a conmemorar las efemérides que tienen que ver con el sistema de Naciones Unidas.
Acosta Vargas: - Es que el Grupo Interagencial también tiene por objeto hacer que las propias Naciones Unidas conserven los estándares que están en la normatividad, y de alguna manera encontrar las vías de solución a ciertas inercias. Los organismos de las Naciones Unidas también son parte de la sociedad, y lograr que haya una paridad de género, que haya un respeto por la diversidad, que las mujeres estén adecuadamente representadas en el mundo del trabajo, que tengan representatividad política, es algo que no viene por sí solo, hay que promover ciertas medidas, muy explícitas y con mucho respaldo político.
En resumen: el Grupo Interagencial proyecta hacia fuera de Naciones Unidas, y también trabaja internamente por lograr estos mismos objetivos.
-¿Les queda tiempo para estar en contacto con la gente? ¿Ustedes se sienten comprometidas con la sociedad? ¿Viajan a las provincias?
Feijóo: - Yo sí me siento en la sociedad, tengo una diferencia con Gladys, yo soy personal nacional, estoy en mi propio país, y trato de viajar, sí… Ahora, tampoco el tema es viajar, sino estar en contacto con la gente. Porque a veces los viajes te facilitan ese contacto, y a veces son un obstáculo, depende del tipo de viaje…
Acosta Vargas: - En mi caso también; el tipo de programa que UNICEF tiene es muy cercano a la gente. Siempre decimos que UNICEF es un organismo que tiene que ensuciarse los zapatos, y eso hace que siempre haya un contacto, en la ciudad y fuera de la ciudad, uno no necesita irse muy lejos, sale aquí nomás, a un hospital de Buenos Aires y ya observa un problema grave. Las mujeres que están en Naciones Unidas, en general tienen una actitud bastante abierta a las personas comunes y corrientes, y eso es algo que no se debe perder nunca, porque le da otra dimensión al trabajo que hacemos.
A nosotros nos toca recorrer toda la pirámide política. Nuestro trabajo es poner en relación, es hacer que los problemas de determinados sectores sociales no muy escuchados se escuchen, es hacer que los medios de comunicación tomen ciertos problemas y abran las compuertas a ciertas voces que normalmente no se escucharían.
El sistema político no ha puesto todavía las escuchas lo suficientemente potentes como para captar lo que están diciendo las nuevas generaciones, entonces todo eso obliga a una mayor agudeza, sobre todo de los chicos y chicas desde los 10 años, cuando ya empiezan a tener opiniones… porque esa idea de que hay que esperar a que voten… a veces es demasiado tarde.
-¿Cómo se define la mujer Gladys y la mujer María del Carmen?
Acosta Vargas: - Cuando mis hijos eran pequeños tuve una lucha legal por su tutela, y la verdad es que fue una lucha que me hizo despertar a un mundo que no sabía que me tocaba a mí. Yo fui muy privilegiada, estudié en Francia, era una profesional que había recorrido mucho más que lo que las mujeres de mi familia habían recorrido. Sin embargo, a la hora del ejercicio de los derechos, estaba tan limitada como cualquier mujer de mi generación. Yo creo que hay luchas que uno vive personalmente y que no se las olvida nunca. Por eso también creo que el hecho de que ahora exista la patria potestad compartida, que no haya posibilidades legales para que las mujeres pierdan la tutela de sus hijos, a una la forma. Una no se forma solamente en los claustros universitarios, una se forma en esas luchas que son a veces cotidianas, individuales, pero que se conectan a esta historia colectiva de la que hablábamos antes.
Feijóo: - Soy una de las millones de mujeres trabajadoras que hay nuestro país, que tuvo grandes oportunidades educativas… y, en la medida de lo posible, muy comprometida con los distintos desafíos que hemos tenido a lo largo de esta historia.
Fuente: Boletín Artemisa Noticias (Argentina)
http://www.artemisanoticias.com.ar
https://www.alainet.org/es/articulo/121918?language=en
Del mismo autor
Clasificado en
Clasificado en:
Mujeres
- Paola Ricaurte 10/03/2022
- Giorgio Trucchi 03/03/2022
- Diana Carolina Alfonso, Mónica Miranda 22/02/2022
- Miguel Pinto Parabá 26/01/2022
- Jo-Marie Burt, Paulo Estrada 12/01/2022
