TLC: el fondo es también la forma
01/07/2007
- Opinión
"No hay que preocuparse por los cambios que los demócratas y los republicanos hagan en el TLC ya firmado por EEUU y Perú", decían los analistas norteamericanos hace dos meses. ¿Por qué? Porque el gobierno peruano firmará "cualquier cosa que le pongan por delante, ya que quieren el TLC "sí o sí".
Efectivamente, las "addendas" fueron tramitadas en menos de 24 horas por el Mincetur y llegaron al Congreso el lunes pasado. Fueron dispensadas del "trámite de Comisiones" por la Junta de Portavoces. Esta dispensa del análisis que debieran realizar las Comisiones del Congreso denotan la desesperación del actual gobierno y sus aliados en este tema: fujimoristas, Unidad Nacional y la Alianza Parlamentaria.
Así, ese mismo día, las "addendas" fueron aprobadas por amplia mayoría. ¿Qué dicen las "addendas"? Casi nadie lo sabe pero eso importa poco pues, por definición, no puede haber TLC malo con EEUU. El planteamiento se asemeja a un acto de fe: "cualquier perjuicio para el país es solo una pequeña gota de agua en el océano de beneficios que el TLC significa para el Perú" (sic).
Decir "el Perú" es mucho decir. Se benefician los agroexportadores y los consumidores urbanos, lo cual está bien. Pero los sacrificados, es decir los que quedan pésimo en esta mala negociación, son los sectores rurales, sobre todo los pequeños agricultores de la Sierra Sur. Una vez más, se agrava la fractura social entre "los 2 Perúes".
Qué importa que durante las negociaciones se haya dicho hasta el cansancio, por ambas partes, que "nada está acordado hasta que todo esté acordado". Como el TLC estaba "acordado" (el Congreso peruano ya lo había votado), la "lógica" era que no se debería haber cambiado nada pues, supuestamente, se alteraba el "equilibrio logrado en la negociación". Pero como en EEUU la nueva mayoría en el Congreso planteó "addendas", aquí se dijo: "que vengan las addendas, no importa cuál sea su contenido, si nos liga alguna mejora, está bien, y si no, qué importa. Total, no hay TLC malo".
Por tanto, no se aprovechó que EEUU estaba reabriendo el TLC y que Perú podía redactar sus propias "addendas" (por ejemplo, en el tema de los subsidios agrícolas –que nada tienen que ver con el libre comercio– y que perjudican a nuestros agricultores). Pero, una vez más, como no existe TLC malo, ¿para qué plantear addendas propias? Lo que les interesa es que se apruebe el TLC ya, no importa lo que contenga.
Estos sucesivos allanamientos a las posiciones de los republicanos, primero, y de los demócratas, ahora, puede llevar muy lejos al gobierno y al Congreso del Perú. Sucede que, en un comunicado del 29 de junio, los líderes demócratas más importantes del Congreso de EEUU, Nancy Pelosi y Charles Rangel, han dicho que la votación del TLC en el Congreso de EEUU tiene como condición previa que las "addendas" se conviertan en leyes aprobadas por el Congreso del Perú ("Demócratas demoran el voto en los acuerdos comerciales", www.chron.com/disp/story.mpl/business/4933661.html 29/6/2007).
Aquí ha protestado tibiamente la ministra Aráoz, y en EEUU el Poder Ejecutivo (el USTR) dice que el Congreso tiene que "cumplir con lo acordado" y aprobar, en julio, el TLC con el Perú. Pero los demócratas piensan distinto: en el mismo comunicado del 29/6 se dice que Charles Rangel vendrá al Perú en agosto con un grupo de congresistas para constatar que el TLC "se implemente plenamente". Agregan que, si todo sale bien, en EEUU se podría votar el TLC en otoño (del hemisferio norte, o sea, en septiembre).
¿Qué reacción va a tener ahora el Poder Ejecutivo? ¿Y el Congreso? Si nos guiamos por las formas seguidas en el proceso, ya se deben estar preparando los proyectos de ley que hagan realidad las "addendas", de tal manera que estén listos, y aprobados, para cuando llegue Rangel (¿alguien lo ha invitado?).
Cuando se trata de política entre Estados y de defensa de los derechos de sus ciudadanos, las formas en las negociaciones importan tanto como el fondo, como el contenido. Definitivamente, las formas de Toledo (el "sí o sí") fueron también el fondo. Ambas han sido corregidas y aumentadas por este gobierno.
Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: www.cristaldemira.com
Efectivamente, las "addendas" fueron tramitadas en menos de 24 horas por el Mincetur y llegaron al Congreso el lunes pasado. Fueron dispensadas del "trámite de Comisiones" por la Junta de Portavoces. Esta dispensa del análisis que debieran realizar las Comisiones del Congreso denotan la desesperación del actual gobierno y sus aliados en este tema: fujimoristas, Unidad Nacional y la Alianza Parlamentaria.
Así, ese mismo día, las "addendas" fueron aprobadas por amplia mayoría. ¿Qué dicen las "addendas"? Casi nadie lo sabe pero eso importa poco pues, por definición, no puede haber TLC malo con EEUU. El planteamiento se asemeja a un acto de fe: "cualquier perjuicio para el país es solo una pequeña gota de agua en el océano de beneficios que el TLC significa para el Perú" (sic).
Decir "el Perú" es mucho decir. Se benefician los agroexportadores y los consumidores urbanos, lo cual está bien. Pero los sacrificados, es decir los que quedan pésimo en esta mala negociación, son los sectores rurales, sobre todo los pequeños agricultores de la Sierra Sur. Una vez más, se agrava la fractura social entre "los 2 Perúes".
Qué importa que durante las negociaciones se haya dicho hasta el cansancio, por ambas partes, que "nada está acordado hasta que todo esté acordado". Como el TLC estaba "acordado" (el Congreso peruano ya lo había votado), la "lógica" era que no se debería haber cambiado nada pues, supuestamente, se alteraba el "equilibrio logrado en la negociación". Pero como en EEUU la nueva mayoría en el Congreso planteó "addendas", aquí se dijo: "que vengan las addendas, no importa cuál sea su contenido, si nos liga alguna mejora, está bien, y si no, qué importa. Total, no hay TLC malo".
Por tanto, no se aprovechó que EEUU estaba reabriendo el TLC y que Perú podía redactar sus propias "addendas" (por ejemplo, en el tema de los subsidios agrícolas –que nada tienen que ver con el libre comercio– y que perjudican a nuestros agricultores). Pero, una vez más, como no existe TLC malo, ¿para qué plantear addendas propias? Lo que les interesa es que se apruebe el TLC ya, no importa lo que contenga.
Estos sucesivos allanamientos a las posiciones de los republicanos, primero, y de los demócratas, ahora, puede llevar muy lejos al gobierno y al Congreso del Perú. Sucede que, en un comunicado del 29 de junio, los líderes demócratas más importantes del Congreso de EEUU, Nancy Pelosi y Charles Rangel, han dicho que la votación del TLC en el Congreso de EEUU tiene como condición previa que las "addendas" se conviertan en leyes aprobadas por el Congreso del Perú ("Demócratas demoran el voto en los acuerdos comerciales", www.chron.com/disp/story.mpl/business/4933661.html 29/6/2007).
Aquí ha protestado tibiamente la ministra Aráoz, y en EEUU el Poder Ejecutivo (el USTR) dice que el Congreso tiene que "cumplir con lo acordado" y aprobar, en julio, el TLC con el Perú. Pero los demócratas piensan distinto: en el mismo comunicado del 29/6 se dice que Charles Rangel vendrá al Perú en agosto con un grupo de congresistas para constatar que el TLC "se implemente plenamente". Agregan que, si todo sale bien, en EEUU se podría votar el TLC en otoño (del hemisferio norte, o sea, en septiembre).
¿Qué reacción va a tener ahora el Poder Ejecutivo? ¿Y el Congreso? Si nos guiamos por las formas seguidas en el proceso, ya se deben estar preparando los proyectos de ley que hagan realidad las "addendas", de tal manera que estén listos, y aprobados, para cuando llegue Rangel (¿alguien lo ha invitado?).
Cuando se trata de política entre Estados y de defensa de los derechos de sus ciudadanos, las formas en las negociaciones importan tanto como el fondo, como el contenido. Definitivamente, las formas de Toledo (el "sí o sí") fueron también el fondo. Ambas han sido corregidas y aumentadas por este gobierno.
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https://www.alainet.org/es/articulo/122027?language=en
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