Estereotipos culturales

La lucha por la igualdad de género

31/07/2007
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La conquista de los espacios políticos y sociales por parte de las mujeres sigue en constante puja. Un informe de las Naciones Unidas revela la desigualdad en la participación parlamentaria.

La historia nos habla de hombres que debieron manifestarse en luchas para alcanzar distintos derechos. De igual modo, las mujeres hicieron lo propio para conquistar posiciones de igualdad, principalmente en el mercado laboral y el derecho al voto.

Las sociedades construyen un ideal de mujer y de hombre, y establecen los mecanismos para asegurar que sus miembros adquieran, desarrollen y reproduzcan las características esperados según su género.

Los estereotipos tradicionales de lo “masculino” y lo “femenino” encasillan, imponen limitaciones para ambos sexos. Según estos paradigmas, el varón es el proveedor de la familia y la mujer es vista desde el rol de reproducción, vinculado al hogar y a la maternidad.

En la década del ‘80 surgieron estudios de género, cuyos resultados buscaron entender y proyectar los procesos de desarrollo en los países y analizar de manera diferenciada las necesidades de sus habitantes. En los últimos tiempos, los organismos internacionales financiadores de políticas sociales y de desenvolvimiento se interesaron por estudiar las relaciones entre hombres y mujeres, sus desigualdades, discriminaciones, y trataron de apoyar sus acciones desde el enfoque de género.

Hoy, en los temas de interés social, humanístico y de desarrollo, el “enfoque de género” ocupa un lugar importante en las disciplinas que estudian el comportamiento humano, cuyo resultado es el insumo para la elaboración de las políticas públicas.

De ese modo, se intenta entender la compleja relación entre hombres y mujeres en el contexto social de una cultura, espacio geográfico y político determinados. Asimismo, se busca dar respuestas a los interrogantes sobre las causas de las desigualdades entre ambos sexos, ya que como se mencionó, lo “femenino” y lo “masculino” son construcciones culturales.

Esta construcción es histórica y transversal, así lo define la Unidad Didáctica 1 del Programa DELNET de Apoyo al Desarrollo Local, del Centro Internacional de Formación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El Programa asegura que es histórica, por la construcción social; cultural, ya que es determinada por una comunidad; y transversal, porque está presente en lo social, educativo, mercado de trabajo, la religión, los medios de comunicación, el aparato político, la familia y las relaciones interpersonales, permeando las esferas macro y micro de la sociedad.

A pesar de la legislación vigente a nivel internacional y nacional, todavía existen ejemplos de discriminación directa o indirecta hacia las mujeres, los adultos mayores, grupos de minorías, religión, raza. Para no ir lejos, vale abordar las situaciones del empleo.

Tanto en avisos clasificados y entrevistas laborales, abierta o soslayadamente se discrimina con condiciones laborales o filtros para ocupar un puesto de trabajo. Se condiciona la postulación a mujeres solteras, sin hijos, y con la frase “buena presencia”. En el ámbito de la política aún se cree que éste es un espacio muy masculino debido a la baja presencia de las mujeres.

De acuerdo a estudios revelados por las Naciones Unidas ha habido avances importantes respecto a la proporción de mujeres en los cargos de elección popular. El informe asegura que el proceso es lento y a éste ritmo, tomaría mas de cien años lograr la paridad con los hombres.

En ese sentido, las cifras sobre al acceso de las mujeres al parlamento demuestran que la brecha existente entre la proporción de mujeres y de hombres parlamentarios sigue siendo importante. La participación de promedio de las mujeres es de un 29 por ciento en los países de Europa, un 13 por ciento en América Latina, 14,2 por ciento en Asia y un 11 por ciento en África. Los niveles de participación de las mujeres son desiguales entre los países de la Unión Europea, por ejemplo Francia es de 9,1 por ciento, Dinamarca y Finlandia superan el 35 por ciento y en Suecia es del 42 por ciento.

En América Latina y el Caribe no se han alcanzado esos porcentajes, pero en países como Argentina que han establecido cuotas mínimas de participación de las mujeres –un ejemplo es la Ley 24.012/91- los escaños ganados por mujeres ascienden al 28 por ciento.

Desprogramar un sistema arraigado en la cultura y sociedad requiere un proceso de aceptación de los hechos, como la falta de aplicación de los derechos humanos, sociales y de la mujer. Exige además el respeto a los espacios de participación, y una apertura para generar y sostener un sistema de igualdad.

En la mayoría de los ejemplos, las propias políticas públicas encaran acciones para remendar o asistir parcialmente a mujeres, entendiendo que éstas representan el grupo vulnerable. Las desigualdades de género como las distintas formas de discriminación arremeten contra la posibilidad de construir un sistema de vida social, política, económica y educativa, que equilibre mejor la balanza.

- Griselda Nady Rivas es alumna del Seminario Virtual de Posgrado “Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos” que actualmente dicta la Agencia Periodística del Mercosur (APM) desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina

http://www.prensamercosur.com.ar


https://www.alainet.org/es/articulo/122489?language=en

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