Valoración ética del TLC

96 sacerdotes contra el TLC

25/09/2007
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Posición de numerosos sacerdotes católicos

Se ha pedido a nuestra Iglesia manifestarse neutral en esta importante contienda que es el referendo por el Tratado de Libre Comercio de Costa Rica con Estados Unidos. Eso significaría, ni más ni menos, que desfigurarla totalmente, pues la Iglesia debe estar siempre del lado de la verdad, de la justicia y del bienestar social (Mons. Ignacio Trejos, Obispo Emérito de San Isidro de El General).

De manera categórica los presbíteros firmantes declaramos favorecer el justo comercio internacional y somos conscientes de sus posibles beneficios, pero nos oponemos al TLC que será sometido a referéndum, por haber sido tan mal negociado y ser nefasto para la nación costarricense.

Hemos considerado un deber de conciencia publicar esta Valoración Ética del Tratado de Libre Comercio que será sometido a referéndum. Lo hacemos en obediencia a lo dispuesto por nuestros Obispos, que nos invitan a pronunciarnos y orientar al pueblo creyente, con la única restricción de hacerlo durante las celebraciones litúrgicas. Procederemos conforme al método eclesial de VER, JUZGAR y ACTUAR.

VER:

1. Un tratado negociado a espaldas a la ciudadanía y en secreto

El proceso de negociación del TLC con Estados Unidos (EEUU) transcurrió en secreto, sin actas ni grabaciones, sin transparencia ni rendición de cuentas ante la ciudadanía.

Durante las conversaciones, se informó poco, difusa y superficialmente alrededor de textos que se fueron aprobando y ocultando, a pesar de que sus contenidos comprometían aspectos claves de la vida costarricense: los seguros, las telecomunicaciones, la biodiversidad y la propiedad intelectual, entre otros.

Como parte de ambiente creado artificialmente, se dijo que era imposible introducir cambios y se renunció a una negociación equitativa, por lo que nuestro país quedó en clara desventaja.

2. Los negociadores no salvaguardaron los derechos de las minorías

Nuestro país fue el único de los firmantes del TLC que omitió establecer una reserva general para proteger la facultad del Estado “de adoptar o mantener cualquier medida que otorgue derechos o preferencias a las minorías social o económicamente en desventaja”.Incluso Estados Unidos, la Parte más “fuerte” de la relación comercial, tomó medidas para proteger sectores sociales específicos de su país e hizo la reserva respectiva.

Si Estados Unidos lo hizo, Costa Rica habría debido, al menos, pedir lo mismo, siendo un país mucho menos rico.

3. Cuestionable integridad ético-profesional del equipo negociador de COMEX

La integración del equipo técnico negociador no contó con una representación equilibrada de sectores interesados o afectados, tanto del sector productivo como de otros ámbitos sociales claves y mayoritarios. Fue excesiva, inusual e inconveniente, la representación de abogados pertenecientes a bufetes cuyos clientes son precisamente las grandes corporaciones transnacionales, empresarios y banqueros interesados en el TLC.

4. Naturaleza esencial del TLC

4.1 Las políticas de libre comercio y sus Tratados

El TLC sintetiza las ideas neoliberales que se implementaron en América Latina durante los últimos 25 años mediante los llamados “ajustes estructurales” que provocaron una crisis social, económica y cultural en América Latina.

Propósito geoestratégico.- Según declaró Robert Zoellick, negociador del tratado por EEUU, “las naciones que reciban el privilegio de firmar un TLC con los EEUU deben apoyar la política exterior y de seguridad de los EEUU, sus intereses y acciones en la Organización Mundial del Comercio y otros foros internacionales”. Por ello, no resulta casualidad que el TLC esté implícitamente sujeto a 51 reglamentos de seguridad interna de los Estados Unidos.

Los TLC siempre tienen un impacto en la agenda de seguridad de los países que firman con Estados Unidos. La dependencia económica reduce los márgenes de soberanía nacional e impone una cultura política ajena.

Anexionismo Comercial.- Este TLC es parte de la llamada Doctrina Blaine, política económica estadounidense que busca en la expansión comercial -mediante la presión diplomática- la venta de productos que no puede colocar en el mercado interno.

Este anexionismo comercial se concreta con el establecimiento de un sistema de protectorado económico asimétrico, inequitativo, que reduce o disuelve la capacidad de decisión del Estado costarricense y su posibilidad de tener su propia agenda de desarrollo nacional.

Proyecto Económico Globalizador.- La Organización Mundial del Comercio ha dicho con claridad que los TLC, a pesar de ser bilaterales, son parte de una estrategia de los países ricos, liderados por Estados Unidos, para debilitar y desplazar mandatos democráticos de la Organización de la Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo, y avanzar hacia una Constitución Económica Global, que se superponga a las Constituciones Políticas de los países periféricos, pobres o subordinados como el nuestro.

En Estados Unidos, el TLC no es un Tratado, sino un Acuerdo.- Mientras que para Costa Rica el TLC sería una “Ley Suprema de la República” con rango y poder por encima de todas las demás leyes, para Estados Unidos, el tratado no es más que un simple Acuerdo. En otras palabras, hasta una ley de un pueblo o condado de ese país se impone al TLC, mientras que en Costa Rica la Constitución de la República estaría por debajo del TLC. Este desbalance será fuente de muchos abusos y amarguras para Costa Rica, si ratifica ese Tratado. Seremos “siervos menguados”.

Promueve una reforma solapada del Estado.- En general, los TLC, al igual que los tratados multilaterales de la Organización Mundial del Comercio, atan el Estado a la lógica empresarial del comercio y el Derecho Comercial privado, afectando la administración económica y social interna de una nación. El TLC equivale así a una reforma disimulada del Estado, introducida desde arriba y desde afuera de nuestro país.

4.2 Más que un mero tratado comercial, un mega poder.

COMEX ocultó a la ciudadanía el verdadero carácter del TLC, ya que el mismo no es un tratado para EEUU. El país fue confundido por completo al decírsele que el TLC era solo de comercio y acceso a mercados, pues contiene capítulos y normas que atentan contra la soberanía nacional, y de cuyas implicaciones COMEX no ha querido hablar.

El TLC, es un megapoder que “flexibiliza” (entiéndase: elimina derechos laborales) el mercado de trabajo y las relaciones laborales.

El TLC permite a EEUU imponer precios monopolísticos a infinidad de productos sensibles, mediante patentes que incidirán sobre sectores de la educación, la investigación, la cultura, la publicidad, el ambiente, la ecología, la producción de medicamentos, etc. La industria nacional resultaría seriamente afectada por el ingreso de productos estadounidenses subsidiados, de altos niveles de desarrollo y bajos costos de producción. Golpearía fuertemente la agricultura del país y pondría el manejo de semillas en manos de empresas trasnacionales.

De ser aprobado el TLC, cualquier inversionista extranjero puede obligar a nuestro Estado a ir a un arbitraje, en un tribunal internacional si se ve amenazado en su actividad comercial. De ese modo, el Estado queda imposibilitado para tomar medidas de orden social que contravengan el libre comercio y la libre fijación por el mercado, de los precios de todos los bienes y servicios en el país. Aquí Costa Rica perdería su condición de país soberano y queda como si fuera un simple litigante más.

5. Irrespeta la vida humana.

Pero, en cuanto a los alcances de esta manipulación, el TLC y sus defensores esconden una cara, aún bastante oculta, y es que Costa Rica quedaría obligada a aprobar, como parte de la “agenda de implementación”, el Tratado de Budapest, sobre el reconocimiento internacional del depósito de microorganismos. Del Tratado de Budapest, como parte del TLC, el país no podría sustraerse o salirse, salvo que el país renuncie al Tratado en su totalidad o los demás gobiernos acepten que Costa Rica modifique las reglas del juego, algo sumamente improbable. Se estaría posibilitando y facilitando la venta de órganos y el negocio con embriones humanos.

6. El TLC patenta las semillas y otros recursos requeridos para la vida.

Para hacer posible semejante vejamen, el TLC obliga a Costa Rica a aprobar, como “Ley Suprema de la República”, otro tratado internacional, llamado UPOV-91 sobre “obtenciones vegetales” que, en síntesis, permite el patentamiento, o la exclusión privatizadora y mercantil, de formas de vida. Con eso se prohíbe a los agricultores usar libremente las semillas, que serán mercancía patentada. Hay aquí una perversión clara: las plantas no fueron inventadas por ningún ser humano o empresa, por lo tanto, no deben ser sometidas a esas normas.

7. Incompatibilidad del TLC con una Agenda Nacional de Desarrollo

Este TLC es incompatible con una Agenda Nacional de Desarrollo porque, ante él, nuestros gobiernos no pueden gobernar sino sometidos a lo que este Tratado dice. Además, el TLC niega a Costa Rica su derecho de legislar en materia de integración centroamericana.

8. Costa Rica renuncia expresa y perpetuamente a gravar con impuestos la importación y exportación de bienes y servicios, un instrumento fundamental de política económica y desarrollo. Las municipalidades del país también quedarán sujetas a todas las normativas del TLC y esta sujeción da fin a su autonomía y al carácter público y social de sus servicios; asimismo, las subordina a poderes, tribunales y leyes extranjeras, sin defensa ni protección alguna.

El Estado renuncia a cobrar impuestos a servicios transfronterizos, como seguros y telecomunicaciones, por brindarse desde el exterior y sin “presencia comercial local”.

El Estado nacional renuncia a mantener o adoptar monopolios y concesiones exclusivas a entes públicos; pero deja el campo libre a los monopolios privados. Este acto equivalente a un genocidio económico, social cultural en grados y plazos variables, en caso de aprobarse el TLC.

9. Grandes perdedores.

Perderán indudablemente los agricultores. También, otros importantes sectores del campo el agro-alimentario e industrial, en su mayoría de capital nacional y ligados al Mercomún, todos afectados por la triangulación y la desviación de comercio que el TLC provocará, desde otros países centroamericanos. Se verán afectados  los sindicalistas, organizaciones campesinas, ecologistas, la educación pública, los trabajadores que gozan de las garantías sociales y demás grupos que con razón perciben el TLC como nocivo para el país y las grandes mayorías sociales.

Y el gran perdedor neto sería el Estado Costarricense en la medida en que, con el TLC, adoptaría una política suicida de desregulación y libre comercio, y el MODELO DE VIDA COSTARRICENSE, por cuanto Costa Rica perderá parte esencial de su soberanía e identidad. También consideramos una grave falta ética que se haya limitado, por diversos medios, la participación en las negociaciones de sectores que serían afectados por el TLC, especialmente los campesinos y otros pequeños y medianos empresarios.

Vemos con preocupación que el TLC implica una reforma radical del Estado, la imposición de un Estado neoliberal, con su concomitante ensanchamiento de la brecha e injusticia social.

De ser aprobado el TLC, Costa Rica se transformaría en una sociedad todavía más desigual que en la actualidad y perdería su rango actual de país soberano, todo ello innecesariamente, puesto que Costa Rica puede buscar un Tratado con los Estados Unidos, sin participación de los otros países centroamericanos, tal como está haciendo Panamá.
 
JUZGAR

1. Ya indicamos al comienzo de este documento que el comercio internacional, incluso regulado por tratados, podría incrementar el bien común, siempre que, como en este caso, no sea producto de una “modernización” perversa, que desprecie de hecho la dignidad de las personas y convierta al crecimiento económico en un fin en sí mismo.

2. Señalamos las negligencias del equipo negociador, voluntarias o involuntarias, pero en todo caso demostradas hasta la saciedad en las páginas precedentes, que ameritan una severa censura ética y restan validez moral al TLC que será sometido a referéndum. Igual censura merece la orientación sesgada a favor del neoliberalismo, ideología acerca de la cual la Iglesia guarda tantas reservas y reticencias.

3. Hemos comprobado que el TLC se negoció sin información oportuna a la ciudadanía, lo que disminuye gravemente su legitimidad democrática. También consideramos una grave falta ética que se haya limitado, por diversos medios, la participación en las negociaciones de sectores que serían afectados por el TLC, especialmente los campesinos y otros pequeños y medianos empresarios. La Iglesia quiere acompañar a la sociedad costarricense que no participó en la negociación. Con esas mayorías, nuestra voz es de esperanza y solidaridad.

Viene muy a propósito lo que advirtiera Su Santidad Juan Pablo II: “La verdad no puede negociarse con acuerdos de grupos de poder, sociedades o Estados”. En otras palabras, nadie puede arrogarse el privilegio de encubrir información decisiva, sobre todo cuando esa ocultación afecta el bienestar de las mayorías.

4. Recordamos asimismo lo que escribió el Arzobispo de San José, Mons. Hugo Barrantes: “La falta de transparencia es la principal amenaza y obstáculo para un acuerdo nacional”.

Como cristianos, nos interesa una democracia plena, no reducida al ejercicio del sufragio cada cuatro años. Por tanto, vemos con desagrado y cuestionamos el conjunto de maniobras mediante las cuales fue mermada la intervención ciudadana.

5. Es poco ético que se trate de “meter gato por liebre” al pueblo costarricense, llamando “tratado” a esta maniobra comercial, política y cultural, puesto que:

- Más que un tratado comercial, se firmaría la renuncia a gran parte de la soberanía, que es en realidad una verdadera invasión política, económica y cultural.

-Los daños espirituales que de ahí se derivarían son enormes, pues un pueblo golpeado en su dignidad y autoestima, cae en la desmoralización. La Iglesia se opone a todo tipo de imposición e invasión de un pueblo sobre otro, sea por la fuerza militar o la económica.

6. La Iglesia Católica de Costa Rica ha tenido, a través de la historia nacional, una importante participación al promover un Estado de derecho y bienestar social, solidario con los desfavorecidos de bienes de fortuna. Esa contribución ha sido, sin duda, parte esencial para la paz social que ha gozado el país. Por eso vemos con preocupación que el TLC implica una reforma radical del Estado, la imposición de un Estado neoliberal, con su concomitante ensanchamiento de la brecha e injusticia social.

7. En caso de ganar el SÍ en el referéndum se haría inviable la Agenda de Desarrollo, humana, sostenible e integral, que tanto anhelan los Obispos, nuestros pastores, capaz de formular un proyecto de país particular y propio, de coordinar las políticas sociales y económicas para detener el aumento de brecha social y el consecuente empobrecimiento del pueblo costarricense.

Es lamentable constatar que, de llegar a ser ratificado el TLC, esa legítima y solidaria aspiración sería completamente irrealizable, de acuerdo con razones apuntadas en este documento.

8. El triste beneplácito con que el TLC acepta la producción y comercio de armas, es una ofensa a un país que se gloría de no tener ejército y de su tradición neutra y pacifista. Esto es una violencia cultural sin precedentes, ¡impulsada por un Nobel de la Paz! No es digno permitir un retroceso semejante.

9. El descuido con que el TLC dispone sobre los microorganismos, sin excluir los embriones humanos, nos hace recordar la siguiente enseñanza de nuestros Obispos: “la vida humana, aunque enferma, débil o deseada, sigue conservando su dignidad y su derecho, humano y divino, de ser protegida, respetada y salvaguardada tanto a nivel personal como social, desde la concepción hasta el momento mismo de su muerte”.

Llamamos, Instamos a todas y todos los laicos católicos, que tantas veces se han pronunciado por la prensa en materias de anticonceptivos, fecundación in vitro y manipulación genética, a manifestar en público su opinión sobre tan delicados asuntos.

10. De ser aprobado el TLC, Costa Rica se transformaría en una sociedad todavía más desigual que en la actualidad y perdería su rango actual de país soberano.
 

ACTUAR. Pedimos al pueblo costarricense que recuerde:

1. EL VOTO ES LIBRE. Son inaceptables las presiones que reciben las y los trabajadoras en ciertas fábricas y plantaciones, en el sentido de que su obligación es votar a favor del TLC. Corresponde a los propios trabajadores ejercer su libertad y rechazar amenazas abiertas o disimuladas.

2. NO ACEPTAR PROPAGANDA SUPERFICIAL que usa celebridades deportivas y formas livianas e irresponsables de argumentación. Tampoco hay que dejarse llevar por falsedades como la supuesta falta de empleo con montajes de caras tristes y honorables señoras. Debe usarse la inteligencia para rechazar simplezas al estilo de “hay que competir”, “nos está dejando el tren”, “Nicaragua se nos está adelantando”, “no le haga el juego a Fidel Castro ni a Hugo Chávez”.

3. NO VOTAR POR SIMPLE APEGO A TRADICIONES PARTIDARIAS. El referéndum no es una elección entre partidos políticos. De hecho, hay partidarios del Sí y del No en todos los partidos. Se trata de decidir el futuro de Costa Rica, si queremos seguir siendo un pueblo dueño de su destino, soberano.

4. NO DEJARSE METER MIEDO. La ciudadanía debe rechazar con energía las manipulaciones diarias, copiosas y constantes, basadas en el temor, las que sugieren que este TLC es la última y única oportunidad para mejorar el comercio internacional. Eso es falso y es falso que, de no ser ratificado, se perderían miles de empleos y que se cerrarían las aduanas de los EEUU a los productos de Costa Rica. Como ya se explicó, de las veinte empresas exportadoras más fuertes, sólo una es de capital costarricense (por cierto con importante participación de los hermanos Oscar y Rodrigo Arias Sánchez). Nadie se imagina a los EEUU perjudicando a sus propias empresas que operan en el extranjero.

Por otra parte, con el probable relevo en la Casa Blanca del Partido Republicano por el Partido Demócrata el próximo año, se abren oportunidades para otra negociación que garantice mejores condiciones para nuestro país.

Costa Rica puede buscar un Tratado con los Estados Unidos, sin participación de los otros países centroamericanos, tal como está haciendo Panamá. Así se podrá lograr lo que preconizaban nuestros Obispos ya en el 2005:

“Si el tratado se configura de acuerdo a una perspectiva moral adecuada, puede promover el desarrollo humano sostenible, respetando el medio ambiente, fomentando una cooperación económica más estrecha entre los dos países que lo suscriben elevando el nivel de vida de los pobres y marginados. La solidaridad debe acompañar la integración económica a fin de preservar el valor de la vida, proteger a las familias más vulnerables y defender las culturas locales”.

Para que eso sea posible, ES PRECISO QUE TRIUNFE EL NO EN EL REFERÉNDUM.

Los sacerdotes católicos, abajo firmantes, hemos satisfecho nuestra conciencia al comunicar este juicio ético sobre el TLC, inspirado en el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia y después de buscar asesoría entre los mejores expertos del país. Usted, con su voto meditado y responsable, tiene la decisión.

 
Sacerdotes firmantes

 Monseñor Ignacio Trejos, Obispo emérito de San Isidro

Pbro. Armando Alfaro Paniagua, ex director del Eco católico

Y 95 sacerdotes más 


https://www.alainet.org/es/articulo/123442

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