El futuro carcelario: Respeto y libertad

28/09/2007
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Cárceles con celdas abiertas, en las que no hay peleas ni drogas sino respeto, los presos participan en la gestión, en la limpieza e incluso dan clases a sus compañeros. No es una utopía sino una forma de organizar la convivencia dentro de las prisiones que favorece la reinserción. Los presos ganan calidad de vida a cambio de cumplir con un plan de trabajo.

El gobierno español quiere implantar en todas las prisiones de su competencia los denominados módulos de respeto. En ellos se propicia un ambiente de coexistencia pacífica entre los reclusos; donde antes flotaba el rencor, la violencia o el tedio ahora se habla de cooperación y solidaridad. La experiencia ya funciona en 10 prisiones españolas, y para 2009 se espera que este modelo, pionero en el contexto internacional, esté implantado en todos los penales españoles. Es el futuro de un sistema carcelario, que responde a su función reeducadora. España es el país del entorno europeo con una mayor tasa de personas encarceladas, 66.000 presos.

El centro penitenciario de Mansilla, en la provincia de León, fue el primero en adoptar el proyecto hace seis años. De sus 14 módulos ocho de ellos son de respeto, y albergan a casi mil presos, el 60% de la población reclusa de ese centro. El ingreso en estos módulos es voluntario, y se consigue tras un informe favorable de los responsables del centro. Los internos firman un compromiso de respetar las reglas del juego. A cambio, logran que el tiempo de condena no se haga tan largo y tedioso.

El compromiso que adquieren es cumplir un programa que incluye trabajo, estudio y ocio. Se respetan los horarios, se cuida la higiene personal, el vestirse adecuadamente para cada actividad, y sólo se puede fumar en las zonas habilitadas. Entre ellos se organizan comisiones de trabajo y celebran asambleas de cultura, de deportes y hasta de medio ambiente. Se aprenden y se practican los valores, es una forma de cambiar la cultura carcelaria entre todos.

“Aquí nos autogobernamos- afirma uno de los internos- nos tratamos con respeto. Vives más tranquilo y resuelves los problemas dialogando”.

Mercedes Gallizo, directora general de Instituciones Penitenciarias afirma que “El sistema penitenciario no es el basurero en el que se depositan los desechos de la sociedad. Es un instrumento para ayudarnos a cuidar de los que están fuera, custodiando a quienes están dentro”. El universo humano que habita las prisiones no es ajeno al mundo en el que vivimos sino que refleja sus problemas: La agresividad y la violencia en las relaciones entre las personas, el consumo de drogas y la dependencia que generan el machismo, el alcoholismo, la enfermedad mental, el fanatismo, la irracionalidad, la soledad, la crueldad, el desafecto… También la pobreza y la desigualdad en el mundo. “Aprendamos a poner en valor los pequeños cambios, los que producen algunas personas, o algunos grupos de personas en algunos sitios. Las cosas verdaderamente importantes cuestan mucho trabajo y comienzan en pequeños espacios. Ahora sé que los pequeños pasos que se dan son –sin duda- pasos de gigante contra la corriente de un mundo en el que los cambios se perciben como riesgo y en el que casi nadie quiere arriesgar” añade Gallizo.

El recurso a la prisión no es efectivo si no se realizan intervenciones en la persona del agresor a través de programas específicos de cambio de actitudes y de conducta. Actividades, trabajo y seguridad son la fórmula que conjura los incidentes. Hay programas dentro y fuera de la institución penitenciaria que buscan abordar el problema que llevó a la prisión a quienes están en ella, interviniendo en sus raíces más profundas, en la dependencia de las drogas o en la mentalidad de quien cometió algunos delitos.

Facilitar la reintegración social es la única forma de evitar conductas delictivas futuras. Cuando se ofrecen tratamientos en semilibertad y en comunidad a quienes han cometido pequeños delitos, está comprobado que se dan menores riesgos de reincidencia, frente a los clásicos regímenes cerrados. La reinserción de los presos es seguridad para todos. Como decía Victoria Kent, mientras más escuelas y más libros se abren, más cárceles se cierran.

- María José Atiénzar es periodista

Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.

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https://www.alainet.org/es/articulo/123517?language=en

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