El Diario del Che
03/10/2007
- Opinión
"El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo contra la enajenación. Si el comunismo pasa por alto los hechos de conciencia, podrá ser un método de repartición, pero dejó de ser una moral revolucionaria". Ernesto Che Guevara, a 40 años de su noble sacrificio en campaña
BUENOS AIRES, ARGENTINA. Tengo en mis manos la doblemente histórica revista quincenal chilena "Punto Final", que me ha obsequiado el querido colega y luchador social de esa nación, Ernesto Carmona. Por qué esa nuestra apreciación sobre la publicación, es de mencionarse primeramente que su labor de difusión es de un profesionalismo a toda y prueba y como consecuencia del mismo fue escogida para tener la primicia, hace 39 años, del Diario de Che.
La propia revista lo relata, no queremos añadir nada y esta es la historia: En la portada de Punto Final de la primera quincena de julio de 1968, que correspondió a la edición exclusiva para América del Sur del Diario del Che en Bolivia, la primera plana se ilustra con la efigie del guerrillero argentino, la clásica la muy conocida la de la gorra de campaña.
Y ahora el relato: Punto Final recibió esa honrosa responsabilidad -que compartió con seis editoriales de Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos, España y México-, gracias a un hecho ya recogido ampliamente por la historiografía sobre el Che.
Una copia fotográfica del Diario del Che, en poder de la inteligencia militar boliviana y de la Agencia de Inteligencia estadounidense, la temible CIA, fue confinada al ministro de gobierno de esa nación sudamericana, Antonio Arguedas. Este decidió enviarla a Cuba en momentos que los militares negociaban la venta del histórico documento a editoriales norteamericanas y británicas. No cambian los castrenses de la región, son simples negociantes a costa de la historia de los pueblos.
El ministro Arguedas se valió de un amigo, el abogado Víctor Zannier, quien se encargó de traerlo a Chile a principios de marzo de 1968. Entonces no existía consulado ni embajada de Cuba en Santiago.
Zannier se dirigió entonces a Punto Final, suponiendo que por esa vía podría tomar contacto con las autoridades cubanas. El enviado de Arguedas transportó la película oculta en el interior de carátulas de discos de música folclórica boliviana. Casualmente se encontraba en Santiago el funcionario cubano, Luis Fernández Oña, quien examinó la película y estimó que efectivamente se trataba de la letra de Che.
La enfermera Flora Martínez Pereira, esposa del director de Punto Final, ocultó la película en el interior de una muñeca y así el Diario del Che viajó a la Habana, vía México. La llevó al secretario de redacción de Punto Final. Mario Díaz Barrientos, que finalmente la puso en manos del comandante Manuel Piñeiro Losada, jefe del Departamento América del Partido Comunista de Cuba.
El presidente, Fidel Castro, a la publicación del Diario del Che, a manera de introducción, precisó: "La forma en que llegó a nuestras manos este Diario no puede ser ahora divulgada; baste decir que fue sin mediar remuneración económica alguna". Los mercaderes habían quedado, como siempre atrás, en la bazofia de la historia.
- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano, vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP. www.ciap-felap.org
https://www.alainet.org/es/articulo/123564?language=en
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