El uso de conceptos estáticos y dinámicos en Ciencias Sociales

¿Pobreza y empobrecimiento?

23/10/2007
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

Nadie entre aquí que no sea dialéctico
Georges Gurvtch

Justificación

Los contextos sociohistóricos gestan las condiciones de posibilidad para que los sujetos individuales y/o colectivos emprendan tareas que marcarán el devenir. Otros sujetos hacen de esa actividad una reflexión ideológica, metafísica, teológica, programática, sociológica, etc.

En estos contextos aparecen instituciones destinadas a producir conocimiento. Desde el siglo XIX se gestaron y desplegaron comunidades hermenéuticas destinadas al estudio de la realidad sociohistórica. En la actualidad los Institutos de Investigaciones Sociales (i.e. el de la UCR), el PNUD, FLACSO, CLACSO, CEPAL, etc., son en América Latina centros transformación de eso que Bourdieu, Chamboderon y Passeron en “El Oficio del Sociólogo” diferencian entre hechos sociales (de la doxa) y hechos sociológicos (epistémicos e institucionalizados)

Lo que más interesa resaltar de esos hechos sociológicos, epistémicos, siguiendo a Adorno, es como muchas de esas herramientas de análisis queriendo captar lo dinámico social, logran tan sólo establecer una cristalización teórico-metodológica, que origina la sensación de lectura Estática; de la profunda y cambiante realidad sociohistórica.

Para dar cuenta de ello, centraremos el análisis de la noción: Pobreza. De larga,  importante y actual relevancia, no sólo para esos lugares de producción epistémica, sino por los usos de sociales (políticos, económicos, ideológicos) de la ciencia social.  En contraste, intentaremos, anteponer un concepto más dialéctico, a saber: Empobrecimiento. Que si bien, ante el otro concepto adololece rigurosidad cuantitativa (sinónimo de objetividad para muchos), da mejor cuenta de los procesos de pauperización económica, política, libidinal y simbólica de nuestros países latinoamericanos.

Pobreza: más allá del dato

En su más amplia acepción se entiende pobreza como aquella circunstancia económica en la que una persona carece de los ingresos suficientes para acceder a los niveles mínimos de atención médica, alimento, vivienda, vestido y educación[i]. Es importante hacer notar que las personas que, por cualquier razón, tienen una capacidad muy por debajo de la media para ganar un salario, es probable que se encuentren en situación de pobreza[ii].

Ahora, lo central de estas dos típicas afirmaciones es que la pobreza se determina como un estado (circunstancia) surgida d la incapacidad[iii] de quien padece la pobreza y no como el resultado de las interacciones sociales que le empobrecen[iv].

El asunto se torna más complejo, cuando, a la luz de las expectativas puestas por la sociedad en las ciencias sociales (éstas tributarias del sistema burgués), las cuales establecen patrones de medida a la pobreza, cuantifican a los pobres y ofrecen informes (i.e. la línea de pobreza del método CEPAL ó en la actualidad el índice de desarrollo humano del PNUD). El problema de las personas pobres se transmuta así en un asunto tecnocrático.

Por ejemplo, en el Monitoreo de desarrollo nacional del Observatorio del desarrollo de la UCR, entre los tanto indicadores estadísticos se encuentra el “población pobre total (porcentaje)”, el cual, permite establecer comparaciones necesarias para llevar a cabo una evaluación general del progreso del país en el ámbito de la mitigación de la pobreza y/o una evaluación de políticas o proyectos concretos. Un instrumento importante de comparación de los niveles de pobreza es el perfil de pobreza, que permite desglosar los datos agregados correspondientes a los distintos subgrupos de la población, por ejemplo por región, nivel de instrucción, ocupación, entre otros[v]. Su medición se realiza así:

Porcentaje de pobreza= [Población pobre / población total con ingreso conocido ] *100 [vi]

Es un cálculo estadístico de la situación económica de los pobres en una sociedad. No existe un único instrumento de medición de la pobreza universalmente aceptado.  El Instituto Nacional de Estadística y Censos usa la metodología CEPAL para el cálculo de pobreza. Este indicador, permite comparar los datos en un país determinado a lo largo del tiempo, lo que ayuda a los responsables nacionales a especificar unos indicadores de pobreza que corresponden a su situación concreta y al enfoque que consideran más idóneo. No obstante, ello se hace a expensas de la posibilidad de comparar datos internacionales.
En otras palabras, se refiere al porcentaje de la población en condición de pobreza con respecto a la  población total con ingreso conocido. También se interpreta como el porcentaje de la población que vive por debajo del umbral o línea de pobreza, que se calcula cada año. La población que vive por debajo de la línea de pobreza es la que tiene un ingreso percápita inferior al costo de la canasta normativa de necesidades alimentarias y de necesidades no alimentarias.

La importancia de este tipo de estudios estáticos es que permiten evaluar y aplicar soluciones macro-estructurales sistémicas que permitan minimizar el impacto de la desigualdad estructural en nuestras sociedades capitalistas. Además, permite evaluar el éxito o fracaso de tales medidas. La dificultad más importante se encuentra en:
¿Qué hacer con las personas que no clasifican (están por debajo de los parámetros) en dichas políticas paliativas?
Las políticas de erradicación de la pobreza son fragmentarias y no sumen el problema de la pobreza dentro de la totalidad sistémica de la sociedad capitalista que enriquece al producir pobres.

Producir riqueza empobreciendo ó de la dialéctica del empobrecimiento

La sociedad capitalista o PROMESA LIBERAL DE PROGRESO MODERNO CAPITALISTA se funda en tres presupuestos[vii]:
La sociedad liberal al no fundarse en ningún otro supuesto normativo que en los “derechos de propiedad” en su sentido extenso, expresa y condensa el orden natural y justo
El orden liberal, aparte de ser un orden normativamente justo es “sistemáticamente posible”. Para lograr esto, se parten de las condiciones de posibilidad o premisas conocidas como la Ley de Le Say, a saber: Primero todas las mercancías se adquieren por medio de otras mercancías. Para lograr este intercambio es necesario equiparar todas las mercancías (objetos, servicios, fuerza laboral, etc.), esta equiparación se logra a través de la abstracción del precio. Es decir, el dinero se convierte en la mercancía de intercambio por excelencia. Segundo, todos los individuos para satisfacer sus necesidades y desarrollar sus habilidades persiguen el dinero. Es decir, se crean tensiones de oferta y demanda entre individuos productores e individuos consumidores. Estas relaciones tensionales logran en el tiempo la adecuada relación entre las mercancías (precio-dinero). Es decir, el punto de equilibrio de la oferta y la demanda. Tercero, al existir este equilibrio “todo se venderá porque todo está proyectado para la compra  
Además, al ser justo y posible logra que todos los individuos estén en constante tensión de sus necesidades, capacidades y habilidades. Lo que permite que este sistema sea comparativamente más eficiente. Este es el principio de competitividad.

Este orden liberal o promesa es proyectado como valor absoluto o ideología única y es implementado pragmáticamente a través del Derecho Positivo Liberal conocido como Derecho Privado (derechos individuales, liberales, libertarios) Valor absoluto y pragmática que retorna sobre las relaciones humanas para darles un carácter eterno e inviolable por ser  natural (i.e. Fin de la Historia, Consenso de Washington, TLC, Discurso Único, neoliberalismo, etc.)

En realidad, lo que hace esta doctrina es invisibilizar las relaciones humanas conflictivas del mercado (i.e. teoría de la elección racional) contenidas en el reclamo del fundamento sociopolítico del individuo natural, libre, racional,  calculador, propietario e igual[viii]. Los perdedores (léase pobres) de esta promesa liberal son producto de su propia incapacidad para ser individuos libres, racionales, calculadores, propietarios e iguales[ix].

¿Qué desea ocultar este orden liberal? Específicamente que, esta dinámica competitiva, productiva, e innovadora genera en sus despliegue un movimiento de exclusión y segregación social y espacial de ganadores y perdedores. Efectivamente, produce riqueza pero no es justo al repartir esa riqueza. El orden liberal en su auto producción gesta su negación destructiva e indirectamente niega al sujeto liberal que promete. En resumidas, por más rica que sea una sociedad capitalista liberal no es suficientemente capaz de combatir o impedir el exceso de pobreza que genera su riqueza. Produce en su seno la segregación, la exclusión y la polarización entre una minoría opulenta y una mayoría fragmentada empobrecida. La riqueza se logra al producir pobreza.

Pobreza y subjetividad

Si la pobreza es un dato duro, la solución es tecnocrática. Si la pobreza es un dato sensible: Juan, María, etc., la pobreza asume rostros y con ello compromisos éticos-políticos, pero a la vez dicha pobreza se debe entender en diversos planos o dimensiones: económico, político, simbólico, libidinal. Entonces surge la pregunta ¿qué es ser pobre?

Ser pobre se determina en un  contexto de miradas. Es decir exteriorizaciones objetivantes que le determinan en su condición y carácter, negándole a los sujetos observados toda capacidad de mirarse a sí mismos. Estas miradas pueden ser de diversos tipos: compasión, amenaza, desprecio, culpabilizante, etc. Lo que tienen en común estas miradas es que consideran al pobre como un estado, como un efecto, que le desvincula de todas sus relaciones sociales, le objetiva aisladamente, le fragmenta, le niega humanidad.

Este proceso contextual de mirada exterior al pobre genera una sensibilidad (representaciones, prácticas, instituciones, discursos, etc.) que des-identifican al que mira del mirado, así como a cualquier otro posible interlocutor, que manifiesta responsabilidad y no afección que se expresan y condensan en lógicas y practicas de sometimiento. Donde los procesos de exclusión social no son asumidos como procesos sistemáticos sino como disfunciones de los mismos pobres.

Ejemplo de este tipo de mirada “imperial”, de dominio, es la academicista y politicista (tecnocràtica) que establece análisis y estudios cuantitativos cuya expresión radical es “la línea de pobreza”. Según ésta, habría una pobreza moderada y otra extrema, que se determina por el ingreso mensual y su capacidad de compra respecto a una “canasta básica de consumo”. Por ejemplo, especulemos que en Costa Rica sean 200 dólares, unos 100000 colones; donde aquellos que perciban 100000 sobrepasan la línea de pobreza y las políticas publicas asitenciaslistas y focales no les dedican atención.  Por supuesto, el problema es más complejo y no tan tendencioso como lo estoy presentando, pero en términos generales, así opera ese tipo de mirada.

Otra mirada sobre el pobre, en este caso el empobrecido ideológico simbólico y por ende más cercano a la subjetividad,  es aquella universalización falsa que dice “todos somos pobres”. Aquí pobre designa una “actitud” de humildad, obediencia al Status Quo, respeto,  disciplina, fidelidad, de “pura vida”. Es un modelo ideológico que se expresa el ideario de las clases dominantes que han generado un “tipo ideal” o prototipo, por ejemplo, el pequeño campesino(a) de los costarricenses, con su chonete, sus picardías, su solidaridad, o bien, la imagen electorista de los candidatos que se arrollan las mangas, que abrazan a los niños, que bailan con sus electores.

Todos somos pobres, convoca una imagen de sumisión y de sanción social (choteo, como le decimos los “ticos”), quien no se pliega es soberbio, altanero, orgullosos, pesado, pedante. Este enunciado expresa y condensa una estructura social de dominación que le utiliza como estrategia de estabilidad ideológica con el fin de acallar las asimetrías concretas y operantes presentando estas últimas como manifestaciones deformadas de los no “pobres”.
Es común, observar esta contradicción en la cotidianidad: personas que ostentan todos los bienes sociales que les diferencian de los demás (automóvil, vestimenta, ipods, etc.) pero que en ciertas situaciones expresa su humildad, su seudo-lugar social. Pero por otra parte, también hay personas con recursos limitados que ostentan esos mismos bienes materiales-simbólicos de no pobreza.

Todos somos pobres achata la critica de las diferencias sociales y permite que la sanción social (culpa, vergüenza, pecado) actué y se internalice en las subjetividades particulares.

Todos somos pobres es una excusa de indeferentismo y hermetismo para que sectores sociales altos y medios se sensibilicen y comprometan con los sectores empobrecidos.

Todos somos pobres es una falsa conciencia teleológica y teológica secular del tema “este es un valle de lagrimas”. Convoca, supuesta apatía y resignación de quienes padecen los procesos de empobrecimiento y por ende extrañeza y reacciones violentas cuando esos sectores excluidos desean reivindicar sus condiciones de precariedad o de asimetría excluyente.

Por su parte, si se considerase a los “pobres” desde el criterio de la liberación, entonces aparecen como sujetos negados con capacidad autónoma de  emancipación. Esta es una distancia política al concepto “pobre” que se deviene proceso, es decir, empobrecido. Pero, ¿que es ser empobrecido? Justamente, dentro del eje de estructuración libidinal, las mujeres, son empobrecidas por el  patriarcado y el masculinismo, mientras los jóvenes, por el adultocentrismo. En el eje sociopolìtico los trabajadores, por la lógica de acumulación de capital y por la relación salarial. Es decir, en estas relacione sociales descritas (sucintamente) no encontramos “pobres, sino “empobrecidos”, es decir procesos de empobrecimiento con un carácter específico de dominación estructurada y estructurante.

Es decir, los empobrecidos son la realidad sociohistórica tanto y en cuanto producción-producto de relaciones sociales asimétricas, pero a la vez, como sujetos políticos que se proponen luchas específicas (i.e. MTS, Foro Social Mundial, mujeres con teoría de género, el Movimiento de Cultura contra el TLC, etc.) potencian su capacidad, y necesidad,  de cambiar estas relaciones “naturalizadas”. En este sentido, los empobrecidos en tanto que constitución sujeto revolucionario son la fuente de la esperanza para sí y para el tejido social. Por ello, no son víctimas, sino, signo de lucha. Como afirma Gallardo:

(...) los empobrecidos constituyen la  sociedad como luchadores contra lo que los determina como  empobrecidos. Y \'luchadores\' no quiere decir triunfadores, sino eso: testimonios de lucha (...) por esto mismo, la esperanza no es lo último que \'pierden\' los empobrecidos, sino lo primero que consiguen con su lucha emancipatoria. La esperanza es una construcción sociopolítica, no una cosa.[x]

Lo neural dentro de estos procesos subjetivos es comprender la lógica de sometimiento del empobrecido: estar subordinado (atado) a una lógica de sometimiento dice de un proceso de construcción sociohistórica que ha gestado un empequeñecimiento efectivo tanto en lo objetivo (materialmente) como en lo subjetivo (internalización del sometimiento). Es sentirse despreciable, sin valor, sin sentido auto-producido. Esta insignificancia nace y se reafirma en la contemplación del que le mira. Mirada que es unilateral y vertical.  Ejemplos de ello son:
El pago de la deuda externa (eterna).  En su doble carácter: a) materialmente impagable b) la violencia de las  injusticias sociales que dicha obligación de pago implica.  La anulación, o bien una moratoria, es factor determinante de las condiciones estructurales de la misma dependencia las sociedades/economías latinoamericanas.  Aquí, el sometimiento no sólo es la deuda, la lógica que produce las situaciones de endeudamiento impagable y, con ello, el  sometimiento de los deudores a los acreedores.
La estructura de dependencia internacional que instituye “naturalizando” y justificando la desigualdad y que expía a las economías exportadoras de materias primas y productos agrícolas. Que en tiempo de la globalización neoliberal y en especial para América Latina con los TLC´s con Estados Unidos implica la desregulación de nuestras economías  y el proteccionismo para las economía norteamericana. Esto, a través del monopolio transnacional  y oligopólico de la tecnología, del acceso a la investigación y explotación de recursos, etc. El sometimiento ideològico se formula y sintetiza en frases como: CUALQUIER TLC, ES MEJOR QUE UN NO TLC, SE FIRMA SÍ O SÍ, CON EL TLC GANAN TODOS, AHORA O NUNCA, LA SITUACIÓN SIN UN TLC SERÁ DRAMÁTICAMENTE GRAVE, ESTAR EN CONTRA DEL TRATADO DE LIBRE COMERCIO ES CASI UNA ACTITUD ANTIPATRIÓTICA.

Cultura de la pobreza o metafísica de la pobreza

Para terminar con este ensayo arremetamos contra otra opción metafísica y estática de las ciencias sociales. En este caso la construcción etnográfica y cualitativa de la pobreza. La cultura de la pobreza ha sido una pancarta publicitaria de la precaria recepción del libro del antropólogo estadounidense Oscar Lewis: Antropología de la Pobreza, publicado en la década de 1960.

Este libro trata de brindar un cuadro íntimo y objetivo de la vida diaria de cinco familias mexicanas, cuatro de las cuales pertenecen al sector de ingresos económicos mas bajo. Su objeto es presentar como “dato etnográfico” la cultura de los pobres, y para lograr esto es necesario vivir con ellos, aprender su lengua y costumbres e identificarse con sus problemas y aspiraciones[xi].

Refirámonos a su metodología. Para estudiar a estas familias, el autor Lewis, a utilizado 4 formas de acercamiento para el análisis de estas. Los datos sobre las familias se organizan y presentan bajo encabezados de cultura material, vida económica, relaciones sociales, vida religiosa, relaciones interpersonales, y así sucesivamente. De una gran cantidad de información basada en la vida con la familia, las entrevistas y las observaciones extensivas, se reconstruyeron los aspectos variados de la familia y de los miembros individuales de la misma. El segundo acercamiento, es el analizar la historia a través de los ojos de cada uno de sus miembros. E tercer enfoque es el seleccionar un problema o suceso especial o aquella crisis a la que reacciona toda la familia. El ultimo y cuarto enfoque, es el estudiar a la familia como un todo.

Es neural advertir que el autor llama a la recopilación de estos datos: Realismo Etnográfico, ya que no es ficción ni antropología convencional (para la época); ya que sus miembros, no son inventados, si no personas concretas.
Lewis nos da un recorrido por la vida diaria de cinco familias mexicanas de diferente nivel socioeconómico, para comprender, lo que ellos viven, lo que sienten, la manera en que hablan, lo que compran, sus gustos, costumbres, lo que comen, que les gusta hacer, etc.

De lo que se trata es de una sensibilizazión academicista sobre las penas y glorias de cinco familias que expresarían por su cercanía con otras familias las experiencias de contraste en las cuales los sectores empobrecidos de México (extendiéndolo para el presente análisis  a Latinoamérica) se gestan y despliegan sociohistóricamente.

En términos analíticos Oscar Lewis presenta un modelo conceptual acerca de la cultura de la pobreza; que intenta captar la pobreza y sus rasgos concomitantes como una cultura o para ser más preciso, como una subcultura con sus propias estructuras y razones, como un modo de vida que se hereda de generación en generación, a través de las líneas familiares.

Dicha noción etnográfica es estática y metafísica, pues, tal “cultura de la pobreza” puede existir en una gran variedad de contextos históricos. Así, dicha cultura se “naturaliza” como afán de adaptarse, como una reacción “natural” de los pobres ante su posición marginal en una sociedad capitalista, de estratificación clasista y vigoroso individualismo.

Lo cual nos indica que la “cultura de la pobreza” tiende a perpetuarse de una generación a otra, siendo los candidatos más idóneos los que provienen de los estratos inferiores de una sociedad cambiante y enajenada al menos parcialmente.

Lo más mordaz es que dicha sensibilidad intelectual dice que la “cultura de la pobreza” puede ser estudiada desde diversos puntos de vista: la representación entre la subcultura y la gran sociedad; la naturaleza de los barrios bajos; la naturaleza de la familia; las actitudes, valores y estructura caracterológica del individuo. Es decir, la pobreza es un epifenómeno de interés científico-etnográfico que merece ser estudiado lo mismo que las estrellas, los microbios, los genes, etc.

Dicho criterio de ingreso publicitario e ideologizante nos presenta una imagen distorsionada y fetichista que le indica a todos los que asumen este concepto ideológico de “cultura de la pobreza” que los pobres son todas aquellas personas que tienen acceso a una cantidad de bienes reducidos y su actitud es de desconfianza a las instituciones gubernamentales, por lo que tiene un potencial alto de protesta. Sin embargo persiste en ellas un bajo nivel organizativo, marginal, pudiendo haber en ellas un sentido comunicativo, sobretodo en los barrios bajos urbanos. Además, un rasgo de la cultura de la pobreza es vivir en el presente y la espontaneidad y la sensualidad que no se ven manifestadas en el hombre de la clase media. Hay que considerar que eliminar la pobreza no es suficiente para eliminar la cultura de la pobreza.

Para esta visión metafísica la pobreza es una enfermedad social, una herencia natural y posee inercia teleológica aun cuando se pudiesen mejorar las condiciones materiales de los pobres. De allí que Lewis (y otros, pero sobre todo los economicistas neoliberales) caigan en un error “psicologizante” de un fenómeno sociohistórico al recurrir a los siquiatras para resolver el síndrome de la cultura de la pobreza en la población. 

Ante esta visión de museo, de laboratorio etnogràfico. Para el análisis sociohistòrico dialéctico de nuestra realidad latinoamericana hemos de anteponer un modelo dinámico que fije su sensibilidad epistémica en las relaciones y los procesos que generan y mantienen el empobrecimiento de ciertos sectores sociales y como estos sectores reaccionan.

Entonces, un concepto dialéctico (que reúna esos requisitos básicos) de cultura de la pobreza ha de considerar las lógicas, las prácticas, las institucionalizaciones, los discursos y las relaciones que generan, sostienen y evolucionan las formas de hacer, pensar, sentir y representar la exclusión social, así como el lugar social de producción del conocimiento de dichas interacciones sociales.  Pues, no es lo mismo, pensar[xii] el empobrecimiento si el sujeto que hace este accionar es un catedrático de una universidad prestigiosa, un promotor social desde una ONG,  un analista político que planifica una campaña política, un prestigiado investigador de un prestigiado Instituto de Investigaciones (FLACSO, DEI, CEPAL, etc.) ó un movimiento social como el MST o el Zapatista.

En otras palabras, la superación de la abstracción ontológica a-histórica (metafísica) de la “cultura de la pobreza” tiene que reencontrar la concreción dialéctica de la realidad sociohistórica, sin que por ello deban abandonarse los fenómenos de la alineación que se encuentran en el centro de la vida social actual ni caer en el error opuesto de una dialéctica mecanicista discursiva y vulgar.

Frente a una cultura de la pobreza anteponemos un sujeto revolucionario cuya propuesta ético-política dice la capacidad de un sector social de representar su entorno y tomar decisiones de incidencia sobre el entramado social.

Aquí,  revolucionario no indica revoltoso, ni rebelde, ni agitador, ni ningún apelativo negativo. Aún cuando en sus prácticas políticas tienda a actitudes radicales, anti-sistémicas y por ende, la sensibilidad dominante se le pretenda perverso, malvado, peligroso, etc.

En su lugar sujeto revolucionario aplica a un sujeto humano individual y colectivo que desde lugar social hace sus luchas específicas y las carga de sentido, genera sus raíces, construye su identidad.

Por ejemplo, los  campesinos zapatistas desde 1994 han sino sujetos revolucionarios. Para ello debieron organizarse y luchar por vías extraparlamentarias. Pero logrando algunos avances en lo parlamentario, ganando simpatizantes y constituyendo su lugar epistémico de interpelación, que atractivamente ha sido una de sus estrategias la lucha mediática y en especial el Internet. Esto último no es receta, ni para sujetos similares en sus luchas a los zapatistas, ni a otros de diversas luchas: de género, ambientalistas, jóvenes, creyentes, etc. Otor ejemplo contra-hegemónico es en Costa Rica el Movimiento de Cultura contra el TLC que en su seno, convoca jóvenes, adultos, profesores universitarios, artistas, etc., unidos en un objetivo común; y que en su despliegue están cimentando nuevas formas de cultura política no electoral y redefiniendo el ámbito de lo político (sociabilidad fundamental) 

En resumen, lo que si es común a estos sujetos revolucionarios es la construcción sociohistórica impostergable de su  estatura de sujeto autónomo. Es decir, un sujeto revolucionario no se conforma con la satisfacción de sus necesidades sociales elementales (que corresponden al ideario de un pequeño burgués), sino que su propuesta es tan radical que cimienta una utopía, no un programa mínimo (necesidades radicales). Para ello, ha cambiar el carácter del poder (o prácticas de poder)  dominantes. Sin esta transformación radical la esperanza (confianza y compromiso) se transforma en narcótico y desencanto constantes, cuando no en neurosis y fracaso indignante.

Bibliografía

Berian, J (1990) Estado de Biernestar, Planificación e Ideología. Editorial Popular, S.A.
Binder, A. (1992) “La sociedad fragmentada” En: Pasos Especial No.3
Cortés, F (2002) “Consideraciones sobre la marginalidad, marginación, pobreza y desigualdad, en la distribución del ingreso” En: Papeles de Población. Nueva Época. Año 8. No.31 Enero-marzo 2002. Centro de Estudios Avanzados de Población, México
Fragomeno, Roberto (1999) Intelectuales: el obstáculo de los espejos. Ediciones Perro Azul. Costa Rica
Foucault, M. (2000) El sujeto y el poder Editorial Alianza, España
Gallardo, Helio (2000) “Imaginarios obre el pobre en América Latina”. En: Abisa a los compañeros pronto.
(1981) Pensar en América Latina. EUNA, Heredia, San José
(2004) “Pobres, empobrecidos y la esperanza. Observaciones a "¿De dónde sacar esperanza?" En: www.alianet.org 2004-11-22 
Germani, G (1973) El concepto de marginalidad. Ediciones Nueva Visión. 1era. Edición, Argentina
Hegel, G (2000) Capítulo IV “La verdad de la certeza de sí mismo” Fenomenología del Espíritu. Fondo de Cultura Económica. 20ma. reimpresión de 1era. Impresión. México
Hinkelammert, F (1968) “Marginalidad y Lucha de Clases” En Universidad y Desarrollo, Santiago de Chile. febrero 1968
Weber, M (1978) Economía y Sociedad. FCE, México

Notas



[i] La pobreza relativa (subjetiva) es la experimentada por personas cuyos ingresos se encuentran muy por debajo de la media o promedio en una sociedad determinada. La pobreza absoluta (objetiva) es la experimentada por aquellos que no disponen de los alimentos necesarios para mantenerse sanos.

[ii] Históricamente, este grupo viene formado por personas mayores, discapacitados, madres solteras y miembros de algunas minorías.

[iii] Los pobres son culpables de su situación, solo lo son cuando se les mira desde  las ópticas de la dominación o imperio, desde las instancias economicistas y funcionalistas. Para ese tipo de contexto de producción discursiva (y de acciones) los pobres son flojos, inadaptados, delincuentes, disfuncionales. Su pobreza es un “estado” derivado de su propia incapacidad de producir riqueza ó al menos de ser asalariados. En este tipo de contexto de dominación la falsa conciencia de los que determinan la culpabilidad de los pobres no les permite captarse a si mismos, a los sectores explotadores y a los”pobres” en sus interacciones asimétricas de exclusión, sino que determinan que la pobreza es un estado natural de aquellos que no cumplen con los requerimientos sociales y si el sistema funciona para la mayoría es entonces culpa de los mismos excluidos su situación. Aquí el contexto es metafísicamente (y hasta con alcances teológicos) captado y sentido. El pobre es culpable, acusa un signo social a saber “señal de improductividad”, es decir, no produce y no consume. Ante él desplegamos repulsión y abandono que se expresa en la ausencia de responsabilidad sistemática y social. Son desechables. 

[iv] La pobreza ha sido considerada como indicador de desigualdad de clase social y sexo en las sociedades industriales, en donde las mujeres que viven solas y las familias de clase baja presentan el nivel más bajo de pobreza. Asimismo, ha sido considerada como un indicador de trato económico desigual entre los países desarrollados y en vías de desarrollo, estando la riqueza acumulada en los primeros y la pobreza en los segundos, lo que forma la denominada línea Norte-Sur

[v] La medición de los niveles de pobreza reviste gran importancia para el desarrollo sostenible. La erradicación de la pobreza sigue siendo uno de los principales problemas con que se enfrentan los encargados de la adopción de políticas. Además, para lograr un progreso sostenible es necesario adoptar un punto de vista integrado en el que se tengan simultáneamente en cuenta los distintos aspectos del desarrollo, la utilización de los recursos, la calidad del medio ambiente y el bienestar de la población. Todo aumento en este indicador supone un empeoramiento de la situación, es decir, un aumento en la población que vive por debajo del lumbral de pobreza.

[vi] Este indicador, guarda relación con muchas otras medidas del desarrollo sostenible, como por ejemplo la tasa neta de migración, la tasa de alfabetización adulta, el producto interno bruto por habitante, y la población que vive por debajo del umbral de la pobreza en las zonas secas. Está especialmente vinculado con el índice del grado de pobreza y el índice cuadrado del grado de pobreza, mide la gravedad de ésta aplicando un coeficiente de ponderación mayor a las más pobres de los pobres.

[vii] Para este ensayo, el capitalismo se considera una totalidad abstracta, es decir, el sistema total de acumulación del capital. Esta totalidad abstracta se sustenta y estructura a través de la mediación de la actividad humana que se objetiva en mercancías. Todas las relaciones tienden a su fetichización mercantil: con la naturaleza, consigo mismo y los otros. El capitalismo no deja otro nexo entre individuo e individuo que la relación mercantil. Constituyéndose la forma más impersonal de la vida cotidiana en que los seres humanos pueden relacionarse.

En esta totalidad abstracta los procesos de pauperizaciòn no son exclusivamente materiales, sino que implican el vaciamiento del sentido, de la moral, de la solidaridad, del conocimiento efectivo, de la política, de la vida cotidiana, etc. La razón estructural de tal empobrecimiento radica en la orientación hacia la mercancía y sólo hacia eso:  Cuando al mercado le es permitido seguir sus propias tendencias, sus participantes no miran hacia las personas implicadas, sino sólo hacia la mercancía, no existen obligaciones de hermandad o de reverencia, y ninguna de estas relaciones humanas espontáneas son sustentadas por uniones personales” (Weber, 1978: 494)

[viii] Es decir, una producción ideológica específica propia de la economía política y filosofía política burguesas del siglo XVII y XVIII que impulsan un individuo natural y libre (además racional-calculador) que busca y permite evadir los imperios y abusos provenientes del sistema feudal, clerical y absolutista-arbitrario del poder reinantes; haciendo del trabajo y del consentimiento de cada cual el fundamento de la riqueza y de la legitimidad de los gobiernos.  Este mundo moderno binario enfrenta los intereses privados (individuales) y los intereses colectivos. Crea igualmente una sociabilidad objetiva donde las relaciones son mediadas por el Mercado, todo logra ser equivalente a través de la abstracción del Dinero (la cosa en sí), que genera el proceso de cosificación del mundo circundante y la reificación de la subjetividad. Los sujetos modernos terminan siendo alienados por aquello que les emancipa

[ix] Por ejemplo, en  Tiempos del Mundo Año 10 No. 18 del 17 de mayo del 2007 Pág. 19, en la entrevista hecha al economista Humberto López del Banco Mundial, éste afirma “es difícil convencer a los pobres de que inviertan”

[x] Helio Gallardo “Pobres, empobrecidos y la esperanza. Observaciones a "¿De dónde sacar esperanza?" En: www.alianet.org 2004-11-22

[xi] Lo cual es ya meritorio, pues, en América Latina, por lo general toda elite posee por lo común en escaso conocimiento directo de la cultura de sus propios pobres; ya que la naturaleza jerárquica inhibe la comunicación (sensibilización) entre una clase y otra.

[xii] Aquí pensar designa una actividad histórico-social práctica y radical (tomando posición), tal como la desarrolla Gallardo, H (1981) Pensar en América Latina. EUNA, Heredia, San José. Por ello, es que se privilegiará el lugar epistémico de los sujetos de los movimientos sociales, en detrimento de los lugares sociales de producción de sentido que se jerarquizan y por ende no captan sus sesgos ideológicos. Lo cual no quiere decir que los movimientos sociales ostenten la verdad, sino que los centros academicistas y de cierto prestigio social generan élites de trabajadores intelectuales cuya actitud epistémica en pro de la objetividad tienden a ser meros observadores de lo social y por ello es fácil que devengan lecturas metafísicas de lo social histórico.



Javier Torres Vindas

Sociólogo y linotipista

https://www.alainet.org/es/articulo/123903
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS