Conflicto entre España y Venezuela: De cojones va la cosa
15/11/2007
- Opinión
¡Vivan los cojones de Juan Carlos!, ha sido la expresión favorita utilizada por una legión de españoles- analfabetos funcionales- para alabar el incidente, provocado por el sucesor de Franco, en la Cumbre Iberoamericana. ¡Vivan las cadenas! exclamaban los ignorantes, hace 200 años cuando Fernando VII, el Rey felón, antepasado directo del actual, hacía su entrada triunfal en Madrid, tras liquidar de un plumazo las libertades alcanzadas por los liberales.
Quienes alaban, con semejante vocablo, la salida de tono del Rey que juró fidelidad a las leyes franquistas, son en su mayoría ciudadanos que no llegan a fin de mes, carecen de capacidad de ahorro porque están endeudados, de por vida, a causa de unas hipotecas que suben continuamente y son golpeados por las imparables subidas de los productos de primera necesidad, como el pan y la leche, consecuencia del precio del petróleo y la especulación capitalista.
La prepotencia, chulería e ignorancia del populacho, contrasta con la inquietud que muestran los empresarios y el Gobierno. Zapatero y compañía, intentan que la borrasca pase cuanto antes, mientras el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Gerardo Díaz Ferrán, ha admitido la preocupación por el futuro de las inversiones españolas en Venezuela (unos 1800 millones de euros en los últimos seis años), después del despropósito regio.
Pero hete aquí, que Hugo Chávez no está por la labor y pretende replantearse sus relaciones con España, vigilando de cerca a las empresas españolas con intereses en Venezuela. Dicho de otra manera: esas empresas van a tener que rendir más cuentas, como ha manifestado el propio mandatario venezolano, ya que las inversiones de España, como potencia de segunda división, no son indispensables para Venezuela.
Por supuesto que no lo son, sobretodo si las comparamos con las presentes, y futuras, inversiones chinas. El gigante asiático se ha comprometido con Venezuela en aumentar sus inversiones considerablemente, y para ello ha creado, conjuntamente con Caracas, un fondo estratégico dotado con más de 4000 millones de euros que se emplearán para financiar la construcción y el desarrollo de fábricas de telefonía móvil, vehículos, construcción de viviendas maquinaria y ferrocarriles. Consciente de ello, la CEOE no ha hecho referencia alguna a los atributos genitales del Borbón, pero sí que ha expresado su temor a que el Gobierno venezolano pegue una patada en los cojones a los empresarios españoles.
¿Y qué ocurriría si Repsol YPF, el BBVA, Telefónica o el Banco de Santander ven reducir sus beneficios, o en el peor de los casos tengan que salir de Venezuela? Sus acciones en Bolsa sufrirían un descalabro que afectaría a los inversionistas, enfriaría la economía, subiría la inflación y con ella habría una nueva escalada en la subida de precios. Si ello ocurriera, lo soportarían bien los bolsillos de los grandes empresarios y también el del Borbón, pero quienes ahora gritan “Vivan los cojones de Juan Carlos”, se acordarían de los antepasados de la Familia Real por engendrar tan impresentable bocazas.
Quienes alaban, con semejante vocablo, la salida de tono del Rey que juró fidelidad a las leyes franquistas, son en su mayoría ciudadanos que no llegan a fin de mes, carecen de capacidad de ahorro porque están endeudados, de por vida, a causa de unas hipotecas que suben continuamente y son golpeados por las imparables subidas de los productos de primera necesidad, como el pan y la leche, consecuencia del precio del petróleo y la especulación capitalista.
La prepotencia, chulería e ignorancia del populacho, contrasta con la inquietud que muestran los empresarios y el Gobierno. Zapatero y compañía, intentan que la borrasca pase cuanto antes, mientras el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Gerardo Díaz Ferrán, ha admitido la preocupación por el futuro de las inversiones españolas en Venezuela (unos 1800 millones de euros en los últimos seis años), después del despropósito regio.
Pero hete aquí, que Hugo Chávez no está por la labor y pretende replantearse sus relaciones con España, vigilando de cerca a las empresas españolas con intereses en Venezuela. Dicho de otra manera: esas empresas van a tener que rendir más cuentas, como ha manifestado el propio mandatario venezolano, ya que las inversiones de España, como potencia de segunda división, no son indispensables para Venezuela.
Por supuesto que no lo son, sobretodo si las comparamos con las presentes, y futuras, inversiones chinas. El gigante asiático se ha comprometido con Venezuela en aumentar sus inversiones considerablemente, y para ello ha creado, conjuntamente con Caracas, un fondo estratégico dotado con más de 4000 millones de euros que se emplearán para financiar la construcción y el desarrollo de fábricas de telefonía móvil, vehículos, construcción de viviendas maquinaria y ferrocarriles. Consciente de ello, la CEOE no ha hecho referencia alguna a los atributos genitales del Borbón, pero sí que ha expresado su temor a que el Gobierno venezolano pegue una patada en los cojones a los empresarios españoles.
¿Y qué ocurriría si Repsol YPF, el BBVA, Telefónica o el Banco de Santander ven reducir sus beneficios, o en el peor de los casos tengan que salir de Venezuela? Sus acciones en Bolsa sufrirían un descalabro que afectaría a los inversionistas, enfriaría la economía, subiría la inflación y con ella habría una nueva escalada en la subida de precios. Si ello ocurriera, lo soportarían bien los bolsillos de los grandes empresarios y también el del Borbón, pero quienes ahora gritan “Vivan los cojones de Juan Carlos”, se acordarían de los antepasados de la Familia Real por engendrar tan impresentable bocazas.
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