Libertad de expresión, el avestruz y el G38
14/12/2007
- Opinión
John Stuart Mill, (en Sobre la Libertad) ha expresado que la lucha entre la libertad y la autoridad es la característica más notable en aquellas partes de la historia que nos han sido familiares desde un principio y especialmente en las de Grecia, Roma e Inglaterra. Sin embargo, antiguamente esa contienda se producía entre los súbditos, o algunos de ellos, y el Gobierno.
En Costa Rica, la lucha se está dando entre el G38 (un grupo de diputados de varios partidos, pero que ahora se conformaron en un solo partido monolítico) y el pueblo en una batalla por las más caras libertades, la libertad de expresión, y por tanto, a la de opinión y comunicación de las ideas.
El G38 se olvida de que está forzando valores inherentes a la libertad de pensamiento, la libertad de opinión y de expresión. Estas libertades están consagradas en la Declaración Universal de Derechos Humanos, al establecer (Art. 19) que "... todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión..." Nuestra Constitución Política, en igual forma, establece (Art. 29) que "... Todos pueden comunicar sus pensamientos de palabra o por escrito y publicarlos sin previa censura...".
El punto medular es que la comunicación es un proceso de doble vía y si el poder público le cierra al pueblo el derecho de ser escuchado y visto, es una flagrante violación a sus derechos fundamentales. Esta violación la ha cometido el G38 al poner una pared de cristal para no ver ni escuchar al pueblo. Menos lesivo es la conducta de otros Congresos de Centroamérica (Guatemala y El Salvador) que aprobaron el TLC en las oscuras horas de la madrugada para que el pueblo no se diera cuenta. Así el atropello a la democracia costarricense, históricamente, hubiera sido menos vergonzoso.
A través de la historia, el pueblo disconforme con sus gobernantes ha recurrido a los gritos, cartelones, grafittis e inscripciones en piedras y paredes para transmitir sus pensamientos y expresar sus ideas. Han sido las formas más fecundas de periodismo y métodos de expresión en el decurso de los siglos. En los primeros momentos de la cultura estas formas de expresión se daban en esos gritos e inscripciones, hoy se manifiestan en carteles y correos electrónicos, y el poder público no tiene el derecho de cerrar al pueblo su derecho de ser escuchado y tener una respuesta.
José Altabella, antiguo profesor de la Escuela de Periodismo de Madrid (en Periodismo, Nicolás González Ruiz, Ed, Noguer) nos dice que "... Voltaire nos ha dicho que la China tenía periódicos desde 'tiempos inmemoriales', el historiador judío Flavio José quiere ver el origen de la prensa en los historiógrafos que, en Babilonia, estaban encargados de escribir, día con día, los sucesos que pasaban; Samuel Johnson nos habla del Agora griega, donde según Demóstenes, los atenienses iban a preguntar las novedades que circulaban por la plaza pública; y, por último Le Clare nos sitúa estos sucesos en la Roma cesárea..."
Conocida es la historia de que en la Antigua Roma se fijaban los libelos o escritos en una estatua dedicada a Pasquín. De allí proviene el nombre de cierto tipo de propaganda impresa (yo agregaría también verbal) contra los poderes públicos. En Atenas fueron muy famosos los pregoneros. El más famoso fue Estentor, por sus cualidades y voz potente, el G38, en connivencia con el Gobierno sería llevado al cadalso.
En la Costa Rica de nuestros padres fundadores, éstos fueron en la mayoría de los casos, respetuosos de nuestra libertad de opinión y expresión. En el siglo antepasado, el presbítero Vicente Castro, que firmaba con el pseudónimo de Padre Arista, en su periódico La Tertulia, tenía el siguiente lema: "La libertad mental y la impresa son tan absolutas que ninguna censura previa, ningún reglamento, ningún tribunal especial o común podrán restringirla. El trastorno mismo del orden constitucional, la rebelión armada ni la guerra civil serán un motivo para reprimirla" (21 de febrero de 1834).
En síntesis, el G38 pasará a la historia como el polinomio perfecto que ha atropellado una forma de expresión que ha sido sagrada a lo largo y ancho de la historia. Con un cristal cierran sus oídos y sus ojos al pueblo, para no ver ni escuchar los derechos que reclaman sus conciudadanos. Ni más ni menos, la política del avestruz.
- Claro González Valdés es profesor universitario de periodismo y administración de negocios
En Costa Rica, la lucha se está dando entre el G38 (un grupo de diputados de varios partidos, pero que ahora se conformaron en un solo partido monolítico) y el pueblo en una batalla por las más caras libertades, la libertad de expresión, y por tanto, a la de opinión y comunicación de las ideas.
El G38 se olvida de que está forzando valores inherentes a la libertad de pensamiento, la libertad de opinión y de expresión. Estas libertades están consagradas en la Declaración Universal de Derechos Humanos, al establecer (Art. 19) que "... todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión..." Nuestra Constitución Política, en igual forma, establece (Art. 29) que "... Todos pueden comunicar sus pensamientos de palabra o por escrito y publicarlos sin previa censura...".
El punto medular es que la comunicación es un proceso de doble vía y si el poder público le cierra al pueblo el derecho de ser escuchado y visto, es una flagrante violación a sus derechos fundamentales. Esta violación la ha cometido el G38 al poner una pared de cristal para no ver ni escuchar al pueblo. Menos lesivo es la conducta de otros Congresos de Centroamérica (Guatemala y El Salvador) que aprobaron el TLC en las oscuras horas de la madrugada para que el pueblo no se diera cuenta. Así el atropello a la democracia costarricense, históricamente, hubiera sido menos vergonzoso.
A través de la historia, el pueblo disconforme con sus gobernantes ha recurrido a los gritos, cartelones, grafittis e inscripciones en piedras y paredes para transmitir sus pensamientos y expresar sus ideas. Han sido las formas más fecundas de periodismo y métodos de expresión en el decurso de los siglos. En los primeros momentos de la cultura estas formas de expresión se daban en esos gritos e inscripciones, hoy se manifiestan en carteles y correos electrónicos, y el poder público no tiene el derecho de cerrar al pueblo su derecho de ser escuchado y tener una respuesta.
José Altabella, antiguo profesor de la Escuela de Periodismo de Madrid (en Periodismo, Nicolás González Ruiz, Ed, Noguer) nos dice que "... Voltaire nos ha dicho que la China tenía periódicos desde 'tiempos inmemoriales', el historiador judío Flavio José quiere ver el origen de la prensa en los historiógrafos que, en Babilonia, estaban encargados de escribir, día con día, los sucesos que pasaban; Samuel Johnson nos habla del Agora griega, donde según Demóstenes, los atenienses iban a preguntar las novedades que circulaban por la plaza pública; y, por último Le Clare nos sitúa estos sucesos en la Roma cesárea..."
Conocida es la historia de que en la Antigua Roma se fijaban los libelos o escritos en una estatua dedicada a Pasquín. De allí proviene el nombre de cierto tipo de propaganda impresa (yo agregaría también verbal) contra los poderes públicos. En Atenas fueron muy famosos los pregoneros. El más famoso fue Estentor, por sus cualidades y voz potente, el G38, en connivencia con el Gobierno sería llevado al cadalso.
En la Costa Rica de nuestros padres fundadores, éstos fueron en la mayoría de los casos, respetuosos de nuestra libertad de opinión y expresión. En el siglo antepasado, el presbítero Vicente Castro, que firmaba con el pseudónimo de Padre Arista, en su periódico La Tertulia, tenía el siguiente lema: "La libertad mental y la impresa son tan absolutas que ninguna censura previa, ningún reglamento, ningún tribunal especial o común podrán restringirla. El trastorno mismo del orden constitucional, la rebelión armada ni la guerra civil serán un motivo para reprimirla" (21 de febrero de 1834).
En síntesis, el G38 pasará a la historia como el polinomio perfecto que ha atropellado una forma de expresión que ha sido sagrada a lo largo y ancho de la historia. Con un cristal cierran sus oídos y sus ojos al pueblo, para no ver ni escuchar los derechos que reclaman sus conciudadanos. Ni más ni menos, la política del avestruz.
- Claro González Valdés es profesor universitario de periodismo y administración de negocios
https://www.alainet.org/es/articulo/124790
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