Cambio de gobierno

27/02/2008
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Concluyó el nombramiento de los nuevos dignatarios cubanos por la Asamblea Nacional del Poder Popular –denominación del órgano legislativo en el régimen político cubano-. Al respecto hay que decir que en los medios internacionales hubo una exagerada especulación y expectativa, probablemente porque se trataba del reemplazo del líder histórico de la Revolución Cubana, su mito fundacional, Fidel Castro, pero en la realidad es un cambio en el gobierno.

Es importante recordar que el actual régimen político cubano es producto de una revolución, la que lideraron Fidel y Raúl Castro junto con Ernesto Che Guevara con el Movimiento 26 de Julio contra la dictadura de Fulgencio Batista y que llegó al poder el 1 de Enero de 1959; en general en la historia las revoluciones cambian sustancialmente a través de movimientos similares. Recordemos, por ejemplo, que la revolución bolchevique que llevó al poder en la Unión Soviética a comienzos del siglo XX al partido comunista, fue derrotada por la revolución ciudadana de fines de los años 80s que terminó con el modelo de los países socialistas de Europa del Este y de paso con la llamada guerra fría.

En el caso cubano no hay duda que el régimen político actual cuenta con el apoyo de las mayorías –sin duda existen opositores y descontentos como en todo régimen político, por ello se afirma con frecuencia que toda relación de poder tiende a generar una relación de oposición- y en esa medida existe una sólida estabilidad politica.

Los procesos de cambio conocidos como transiciones políticas, entendiendo como tales el intervalo que va de la crisis de un régimen político a la instauración de uno nuevo, algunos han tratado de asimilarlo a la situación cubana actual, pero ese esquema de análisis tampoco es útil.

Seguramente en Cuba veremos en los próximos tiempos un proceso de cambio gradual, tanto en su dimensión política, como económica y cultural, como de hecho ya lo ha anunciado el actual Presidente Raúl Castro. Pero se trata de un cambio no del régimen político, sino al interior del régimen político, o como prefieren señalar los cubanos un cambio pero al interior del socialismo, al interior de la revolución. Cambio que sin duda será de carácter incremental y no súbito, para evitar poner en riesgo justamente la estabilidad del sistema.

Al respecto es interesante señalar que las dos instituciones más importantes del régimen cubano son el partido comunista y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, son las que le garantizan la estabilidad y en ese sentido hay que destacar que el nuevo liderazgo refleja bien la importancia de las mismas: Raúl Castro es el gran constructor de las Fuerzas Armadas después de la revolución –de hecho ha sido hasta ahora su único comandante general, ayer acaba de nombra a su segundo de a bordo, el general de ejército Julio Casas Regueiro como ministro de las Fuerzas Armadas- y cuenta con el apoyo y legitimidad de las mismas. Por su parte, José Ramón Machado Ventura, electo como vicepresidente primero, y por lo tanto subjefe de Estado y de gobierno, representa muy bien además de la generación histórica, al aparato partidista con su capacidad organizativa y de movilización política en todo el país.

Seguramente veremos en el futuro próximo cambios en la política económica –para resolver los problemas de abastecimiento interno y de eficacia y eficiencia productiva-, en la propia estructura administrativa del Estado cubano –la compactación de organismos que anuncio Raúl Castro- y progresivamente en lo político, con mayores posibilidades de controversia, aceptación de la diferencia; pero no es probable que en un plazo razonable el régimen político cubano adquiera el modelo de una democracia a la occidental.

Lo deseable es que la comunidad internacional respete el ritmo propio de los cambios que se dé la sociedad cubana.

Alejo Vargas Velásquez
Profesor Universidad Nacional

https://www.alainet.org/es/articulo/125935
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