Consideraciones sociológicas para una estética de la recepción literaria

28/02/2008
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Toda "palabra" está viva, nace en el interior del diálogo como respuesta, réplica, reflexión y refracción ideológica. Dicha interacción dialógica se da entre las palabras ajenas en el interior de los enunciados. Todo signo verbal se comporta (pues) como campo de luchas de los lenguajes, y esto es así por que  el espacio de los lenguajes es un espacio social. De allí que, la ley del lenguaje es la lucha por el signo que, a su vez, representa y comprime puntos de vista sobre el mundo, formas de conceptualizar las experiencias sociales, cada una marcada por tonalidades, entonaciones, valores, verdades y significados diferentes. La lucha sígnica no es otra cosa que lucha de fuerzas sociales. Es decir, todo el material ideológico debe materializarse. Todo material ideológico expresa y condensa  a los seres culturales que le han producido. Todo material ideológico posee significación, sentido y valor intrínseco. Por esto, ningún material ideológico puede estudiarse fuera de su proceso social de producción (y de recepción) que le aporta su sentido de totalidad.

Así, toda forma literaria se constituye, en fenómeno social ideológico cuya expresión se articula en zonas de creatividad ideológica, que articulan su horizonte ideológico ó totalidad axiológica. En resumen, todos los factores culturales y sociales están en juego; todo es reflejado y refractado en los respectivos "textos-tensionados" que pertenecen a específicos horizontes ideológicos, que a su vez pertenecen a las diversas configuraciones sociales dinámicas y que compiten con otras configuraciones sociales contemporáneas, pasadas o bien futuras.


En resumen, TODA IDEOLOGÍA responde a una dimensión de la sociabilidad fundamental que da cuenta las relaciones sociales y la justificación que se da de las mismas por un colectivo social. Toda ideología nace de la división del trabajo, esta ligada sustantivamente a las estructuras de poder (condición y producto, a la vez). Sus rasgos sobresalientes son:

(a) No es arbitraria, es orgánica e históricamente necesaria, forma el entramado de sentido donde los hombres y mujeres producen y reproducen su quehacer

(b) Posee una función específica dentro de una configuración social, por un lado oculta y desplaza las contradicciones sociales y por otro reconstituye una coherencia discursiva de orientación sobre lo que acontece desde las relaciones sociales


(c)
Es capaz de articular conjuntos y subconjuntos de discursos más o menos móviles, más o menos contradictorios, más o menos coherentes; que permanecen opacos a los diversos agentes que hacen uso de ellos

(d)
Se materializa o institucionaliza en prácticas más o menos palpables

Freud afirmaba en 1930 en "El malestar en la Cultura": "... la escritura es el lenguaje del ausente". Esta ausencia en un comienzo, es temporaria. Posteriormente, la complejización del psiquismo, produce ausencias más radicales; y ésta es saldada por la escritura que consistió en una apropiación creciente de la palabra oída. Por ello, leer, es lectura con la presencia del objeto, no hay texto sustituto, mas allá de la forma intertextual fijada en cada texto. Así, toda manifestación literaria se articula profundamente con su contexto sociohistórico y al estar inserto allí responde su expresión a las contradicciones internas y externas de su producción.

Es decir, toda obra literaria entra en diálogo con su tiempo, su contexto, sus productores, sus receptores, su pasado inmediato y lejano, sus posibles futuros interlocutores; sea en consonancia o tonos contradictorios. Este diálogo se manifiesta como una toma de posición frente al mundo, al conjunto social, al individuo. Reproduce o es contestatario. Entonces, las literaturas se constituyen en prácticas e institucionalizaciones objetivas de producción y reproducción de prácticas discursivas contradictorias, es decir, de grupos humanos en contradicción. Un "texto literario" expresa y condensa "cosmovisiones" de grupos sociohistóricos, que tratan de dar sentido a sus existencias.
Esto se traduce como:
Esquema 1: Generación dialógica de textos Literarios

Fuente: Elaboración propia

Lo cual indica que el campo artístico de producción de textos literarios responde a una forma particular ser-estar en la formación social que descubre su estructura relacional en el esquema mismo de sus límites. Es decir, el campo literario es un espacio de conflictos y de competencia al interior del cual se desarrolla una batalla por establecer un monopolio sobre la especie específica de capital que es eficiente para construir una autoridad y un poder. Es una lucha por la definición del juego y las reglas del juego que son características de toda relación social. Más que una población considerada como la suma de agentes individuales, ligados por simples relaciones de interacción y de cooperación, la noción de campo invita a reflexionar sobre las relaciones objetivas que son constitutivas de la estructura del campo y que orientan las luchas que tienen por propósito conservarla o transformarla.

El análisis de un campo literario es doble: por un lado se observa como un campo de fuerzas actuando sobre todos aquellos que entran de manera diferencial según la posición que ocupan; al mismo tiempo el campo es un espacio de luchas de competencia que tienden a conservar o a transformar ese campo de fuerzas. De esta manera, las viejas oposiciones entre estructuras e individuos, entre objetividad y subjetividad, se desvanecen al momento de unificar el análisis de la realidad en tanto ella se expresa, es decir la práctica de agentes en el seno de estructuras construidas por ellos mismos jugando el juego a partir de sus diferentes habitus y posesiones de capital.

De allí que tanto profanos como mandarines del campo literario deben disponer de los habitus estructurantes y estructurados con el fin de ser efectivos en el ocupar sus posiciones.

¿Qué es habitus? Esta noción se orienta a la reflexión sobre el funcionamiento sistemático del cuerpo socializado (incluida la postura corporal), hacia el conocimiento incorporado (saber, saber-hacer, conocimiento del juego y de las leyes del juego) que es determinante para la construcción de las estrategias de los agentes, de sus prácticas y de sus formas de conducta. Específicamente acusa Bourdieu:
“(son) sistemas de disposiciones duraderas y transmisibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, en tanto principios generadores y organizadores de prácticas y de representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas a su objetivo sin suponer una meta consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlas”.

Así, el habitus permite a los individuos:

(a) su orientación en el espacio social propio,
(b) la adopción prácticas acordes a su pertenencia social
(c) elaboración de estrategias anticipatorias orientadas por esquemas inconscientes producto de la internalización de la objetividad de las relaciones sociales a través de los procesos de socialización.

Dado el caso del campo literario, éste logra delimitar sus espacios en trono a las luchas autónomas de sus posibilidades enfrentadas a las presiones heterónomas al mismo:
“(…) más exactamente, dado que el mercado literario y artístico, con sus sanciones anónimas, imprevisibles y mutables, puede crear disparidades sin precedentes entre los intelectuales, éstos están obligados a identificarse, más o menos claramente en función de lo que realmente son, es decir, productores e mercancías. De esta relación suya con el mercado depende la imagen que los escritores y los artistas se hacen del “gran público”, fascinante y despreciado a la vez (…)  medida que se desarrolla el mercado de bienes simbólicos, las características puramente intelectuales y artísticas de los productores de bienes simbólicos, o sea, el sistema de los factores asociados a su posición en el campo intelectual) adquieren una mayor fuerza explicativa”[i]

Esquemáticamente sería:
 Esquema 2: Lógica estructural del Campo Literario

Fuente: Elaboración propia

En otras palabras, el pasaje del espacio de las posiciones económicas y sociales al espacio de la toma de posiciones simbólicas, de los signos sociales de distinción (que no son signos distinguidos sino para una pequeña parte de la sociedad, los dominantes), se cumple por la intermediación del habitus: el habitus como sistema de disposiciones es el producto de la incorporación de la estructura social a través de la posición ocupada en esta estructura (y, en cuanto tal, es una estructura estructurada), y al mismo tiempo estructura las prácticas y las representaciones, actuando como estructura estructurante, es decir como sistema de esquema práctico que estructura las percepciones, las apreciaciones y las acciones. De manera más simple, los agentes tienen tomas de posición, gustos en pintura, en literatura o en música, pero también en cocina o en materia de pareja sexual o aún de opiniones políticas que corresponden a su posición en el espacio social, por consiguiente al sistema de disposiciones, al habitus, que está asociado, por la intermediación de los acondicionamientos sociales, a esta posición.
Así el estudio del campo literario para la comprensión de las relaciones entre poder-escritura-institución ha de discernirse al menos desde:

(a) El análisis de la posición del campo literario en el campo del poder y su evolución en el decurso del tiempo
(b) El análisis de la estructura interna del campo literario
(c) El análisis de la génesis de los habitus de los ocupantes de las diversas posiciones.

Todo lo cual nos remite, al espectro de la denominada estética de la recepción. Y que por razones de espacio no explayaremos más que en dos citas textuales:
“(…) para el que se ocupa [de las obras de arte] en cuanto dialéctico histórico, integran estas obras tanto su prehistoria como su historia sucesiva, una historia sucesiva por virtud de la cual se percibe también su prehistoria en tanto que implicada en una transformación constante. Le enseñan que su función sobrevive a su creador, le enseñan también como dar la espalda a sus intenciones; cómo la acogida por parte de sus contemporáneos es un componente de la repercusión que la obra artística tiene sobre nosotros, y cómo este efecto se funde no sólo con en el encuentro con ella, sino con la historia que le ha permitido llegar hasta nuestros días.” [ii]

“(…) El texto se despliega en su lectura misma, pero no oculta significados previos que el lector tiene que descubrir. Los significados no son susceptibles de una interpretación, sino que se generan en el proceso de la recepción (…) la recepción evita el peligro de la interpretación psicológica arbitraria si es capaz de establecer metódicamente la estructura del horizonte de expectativas del público y el impacto producido por la obra en función de las distancia o desnivel estético en el acto de la recepción”[iii]

Lo anterior, se expresaría:
Esquema 3
: Interacciones entre Obra de Arte y su entorno

Fuente: Elaboración propia

Por tanto, toda consagración-legitimación de una obra literaria se determina dentro del campo literario en los rituales de consagración-legitimación que hacen de ella un hito de referencia.

Dichos rituales de implican, al menos, premios nacionales e internacionales (tanto en el ámbito literario como extra-literario), participación en diversos jurados de premiación o bien evaluación experta sobre aquello que se determina como arte, difusión de su obra en editoriales,., de prestigio nacional e internacional, publicación de artículos sobre la autor(a) en periódicos nacionales e internacionales, publicación de análisis de sus diversos trabajos en revistas especializadas, redacción y defensa de tesis de grado y postgrado nacionales e internacionales, realización de materiales audiovisuales sobre el/la autor/a y su obra, etc.

Entonces, estos rituales de consagración-legitimación se transforman en indicadores cuantitativos y cualitativos que podemos referir para determinar el impacto recepcional de la producción-recepción de las obras de arte. En otras palabras: un(a) autor(a) es consagrado/a dentro del campo artístico en tanto sea significante y por ello digno de ser mencionado, estudiado, premiado.

Nos encontramos ante una evidenciar la dialéctica de la (estética de la)[iv]. Ese picnic donde el/la autor/a aporta su obra y el/la lector/a la re-significación. Media entre ambos una estructura estructurante que filtra, dirige, omite, niega, alumbra: El campo artístico. 

En otras palabras, el o la receptor(a) de la obra no parte de cero; es “consciente” de que está en un contexto[v] sociohistórico que le envuelve en el seno de una tradición. La aceptación de tal contexto no es un defecto de su capacidad de reflexión, sino la realidad sociohistórica que lo define. A este contexto le corresponde un cierto horizonte que puede estrecharse o ampliarse, pero que ante todo le permite ubicar (clasificar-jerarquizar-valorar) las cosas en su ámbito.

Notas





[i] Bourdieu, P Campo del Poder y Campo Intelectual. Folios Ediciones. Argentina, 1983. Pág. 23

[ii] Walter Benjamin “Historia y coleccionismo: Eduard Fuchs” En: Discursos interrumpidos I. Taurus. Madrid, 1973. pág. 91

[iii] Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina “La recepción de la obra de arte” En: Historia de las Ideas Estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas. Vol. II. Balsa de Medusa, 2da. Edición. Madrid, 1999. Pág. 223-224

[iv] Para una lectura sintética de la denominada Estética de la Recepción confrontar: Presas, Mario “La recepción estética” En: Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía: Estética. Vol. 25. Editorial Trotta. Consejo Superior de Investigación Científica. Madrid, 2003 (pp. 123-144) y; Sánchez Ortiz, Ricardo “La recepción de la obra de arte” En: Historia de las Ideas Estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas. Vol. II. La Balsa de Medusa-Visor. Segunda Edición. Madrid, 1999 (pp. 213-228)

[v] Contexto, donde, todos los sujetos hablantes están potencialmente convidados a participar. Pero, cada sujeto aporta cuotas diversas de opinión que se ven estructuralmente constituidas por tramas sociales asimétricas. Toda conversación en la que los individuos se reúnen como público se constituye una porción de espacio público (reuniones familiares, el almuerzo en la oficina, un café en una soda, una mesa de discusión, una mesa de tragos, una fiesta, un acto religioso, etc.) Dicho comportamiento se da cuando se reúnen y acuerdan libremente, sin presiones y con la garantía de poder manifestar y publicar libremente su opinión, sobre las oportunidades de actuar según intereses generales (i.e. la corrupción en Costa Rica, la selección nacional, etc.)  Por ello, todo espacio de opinión pública se comprende como un contexto de interacciones simbólicamente mediadas; donde cada  sujeto constructivamente se identifica y posee identidad. Cada opinión conquista diversos caracteres y alcances: políticos, literarios, ociosos, libidinosos, estéticos, científicos, etc.

 

Javier Torres Vindas

Sociólogo y linotipista

https://www.alainet.org/es/articulo/125956
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