FMA: De las Resistencias a las Alternativas

29/02/2008
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Del 26 al 29 de febrero, se realizó en Quito el "Encuentro Latinoamericano del Foro Mundial de Alternativas: De las Resistencias a las Alternativas".  Más de 40 participantes de 19 países, incluyendo actores sociales, políticos y académicos, reflexionaron sobre las experiencias de los países latinoamericanos y sus contribuciones para la construcción de  teoría, con énfasis en la etapa de transición entre el capitalismo como sistema mundial, económico, político y cultural y un lógica poscapitalista o socialista.  Las mesas de debate abordaron cuatro temas:  la crisis del capitalismo y su superación en América Latina; la integración latinoamericana como forma de respuesta; la dimensión sociopolítica y la dimensión cultural.  Sus resultados fueron presentados en un acto público que contó con la presencia del presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Alberto Acosta.  Aquí el documento final del evento (ahora en su versión completa que incluye las conclusiones de las mesas).



Conclusiones de la Reunión Latinoamericana del Foro Mundial de Alternativas

Quito  26-29 de febrero 2008

En América Latina iniciativas nuevas y múltiples tratan de dar respuestas a las necesidades económicas, sociales y culturales de poblaciones profundamente afectadas por décadas de neoliberalismo. Estos esfuerzos son una apuesta para la superación de la crisis generalizada del modelo económico capitalista mundial que fueron el tema de varios encuentros continentales como “En Defensa de la Humanidad”, los encuentros sobre la globalización, las reuniones Internacionales contra el neoliberalismo, los Foros Sociales de las Américas, entre otros.

El desequilibrio ecológico y el calentamiento, global, consecuencia de la sobre explotación de los recursos naturales, en particular de los recursos fósiles, afecta a todas las regiones del mundo y se siente más intensamente en las zonas más deprimidas y dentro de ellas, en los sectores empobrecidos.

Hay una crisis financiera que se expresa en la caída del dólar, en la insolvencia de los bancos, en el incremento de la deuda entre otras cosas, que son parte de la crisis del conjunto del sistema de producción y distribución.

Hay crisis del Estado puesto al servicio del capital; hay un cuestionamiento y deslegitimación de gobiernos, de partidos políticos y de construcción de espacios y procesos democráticos;  problemas sociales que desembocan en la exacerbación de la violencia como método de la solución de los conflictos cotidianos; desorientación cultural, producto de la hegemonía de una cultura occidental de progreso sin límite y excluyente, que provoca desesperanza, visiones fatalistas y la emergencia de fundamentalismos religiosos. Se puede añadir a todo esto que la mayor parte de los medios de comunicación son dominados por los intereses del capital  y sirven como instrumentos de deformación de la conciencia.
 
La guerra es el  instrumento que el sistema capitalista no duda en utilizar para apropiarse  de los recursos naturales en particular energéticos, como en Irak y Afganistán o para resolver las contradicciones internas  no descartando el uso del arma nuclear. La región no esta al margen de esta estrategia geopolítica que aun repercute en una crisis militar. 

Esta claro que se trata de una crisis estructural y no solamente coyuntural, una crisis de modelo de desarrollo de tipo civilizacional que exige un replanteamiento de parámetros, al cual la lógica del capitalismo no puede responder

Se requiere construir en la práctica y la teoría un post capitalismo, es decir el socialismo sobre la base de principios que incluyen el uso sostenible de los recursos naturales y su apropiación social, la predominancia del valor del uso  es decir las respuestas a las necesidades de la gente, sobre el valor de cambio, la democracia generalizada a todas las relaciones sociales, políticas, económicas, culturales, de género y la multiculturalidad, permitiendo a todas las culturas, saberes, filosofías y religiones, dar su aporte propio a la construcción social nueva
 
En América Latina las resistencias al modelo han sido y son numerosas, se encuentran en todos los sectores populares: campesinos, obreros, pueblos indígenas,  afrodescendientes, mujeres y jóvenes. Se encuentran nuevas expresiones de tipo cultural: en la literatura, en la música, en el arte y en la religión con una relectura de la Teología de la Liberación. Grandes convergencias de las resistencias se han manifestado frente al ALCA y a los Tratados de Libre Comercio. Estas convergencias se han expresado en los distintos Foros  Sociales.  

El hecho nuevo es que en la región se pasó de las resistencias a la búsqueda de alternativas que se expresa en la construcción de nuevas institucionalidades a través de los procesos de Asambleas Constituyentes; el desarrollo de procesos de integración como la Alternativa Bolivariana para América Latina ALBA, los trabajos articulados de las redes  y los instrumentos de comunicación como Telesur y el Satélite Simón Bolívar. Varios aspectos de la experiencia latinoamericana ayudan a entender como la lógica del capitalismo puede ser confrontada para entrar en un proceso de transición al socialismo. Son procesos diversos, con actores múltiples que se enfrentan a oposiciones radicales en función de intereses de clases o de grupos dominantes. Encuentran, como todos los procesos sociales dificultades de organización, de orden cultural, éticas e ideológicas.  Son procesos dialécticos que exigen determinación, realismo,  estrategias concretas, pero sobre todo claridad de visión. 

Con el objetivo de profundizar se hace necesario dimensiones económicas, sociopolíticas y culturales del proceso como un paso dentro de la dinámica de cambio.

I – DIMENSION ECONÓMICA

A – La crisis del capitalismo y su superación en América Latina

1- El capitalismo mundial está sumergido en una crisis sistémica muy grave.

Con el neoliberalismo el sector productivo tiende a crecer cada vez menos, el sector financiero especulativo se volvió dominante y es el centro de la crisis económica, financiera, política social, militar y cultural actual. A la vez estamos próximos a la cima de la producción mundial de petróleo y el agua y los recursos minerales se tornan  recursos cada vez más escasos. Por otro lado, esta presente una competencia entre biocombustibles y alimentos por el uso de la tierra, lo cual encarece la producción de los últimos.

Las mayores reservas de recursos naturales se encuentran en el Sur y son ferozmente disputadas por los países dominantes, que ya generó guerras que tienden a ampliarse a otras regiones del planeta. Por tal razón, para protegerse ante la crisis, es necesario que los países latinoamericanos reivindiquen la soberanía sobre sus recursos  naturales, que tienen un peso determinante en la economía mundial y en su propia sobrevivencia.

La actual crisis económica financiera se acompaña además de una crisis ecológica  y de recursos naturales. Estos no son suficientes para atender el actual estilo occidental de vida; actualmente el 20 por ciento de la población mundial, concentrada en el  Norte, consume el 80 por ciento de los recursos naturales.

Hay una distribución extremadamente desigual de la riqueza y la renta, alimentada por un flujo permanente del Sur al Norte. Es necesario un proceso de redistribución de la misma en función de los países pobres y los sectores populares.

El siglo XXI es un período de agotamiento de las reservas de las materias primas, y esta realidad configura una nueva situación y un problema muy grave para la humanidad. Los precios ascendentes de los minerales conducen a una deformación de la estructura económica de los países poseedores de esos recursos. Por otro lado, la tasa de inflación de los productos agrícolas es hoy el doble de la tasa de inflación general.

Con la imposición del modelo neoliberal, la corrupción vinculada al poder se ha convertido en una forma de apropiación de recursos que degrada la funcionalidad del sector público. Esta desestructuración del Estado implicó la descomposición generalizada a todos los niveles de la sociedad. La corrupción forma parte de la lógica económica de las transnacionales y las élites, al tiempo que su acción en las economías periféricas, al priorizar la acumulación de ganancias, distorsiona las funciones racionales de la economía en cuanto a la provisión de bienes,  servicios y empleo para sus respectivas sociedades y lesiona la renovación de los recursos naturales.

2- ¿Cuáles pueden ser los pasos que se pueden dar en América Latina para amortiguar la crisis?

A los países latinoamericanos no les conviene más tener sus reservas internacionales en dólares. Sin embargo, las monedas de todos los países están pegadas al dólar. Esto es una fragilidad estratégica, ya que hoy el dólar está perdiendo su papel de reserva internacional. Actualmente, la gran mayoría de ellas se encuentran en bonos de Estados Unidos recibiendo intereses bajos, mientras la deuda externa latinoamericana se paga a tasas de interés mucho más altas. Es recomendable diversificar y cambiar de moneda de referencia. 

El alza de los precios de los alimentos básicos es una tendencia a largo plazo. La importación de alimentos, a menudo transgénicos, es un fenómeno preocupante cada vez más generalizado. Ante una crisis es fundamental garantizar la soberanía y seguridad alimentaria. 

La nacionalización y control soberano sobre los recursos naturales, ha resultado un proceso muy difícil en el pasado reciente. La profundización de la crisis internacional puede brindar una mejor oportunidad para la nacionalización y socialización de los mismos. Ante una crisis más profunda, el control sobre los precios de los recursos naturales podría favorecerse a través de un acuerdo de precios Sur-Sur, siguiendo el ejemplo de la OPEP.

La profundización de la crisis actual es una oportunidad de desconectarse de las políticas neoliberales y de (re)conectarse con las necesidades y demandas populares y orientar la economía hacia un desarrollo autocentrado y no basado en el fomento de las exportaciones. Así mismo, es una oportunidad de recuperar el control sobre los flujos financieros, en particular sobre los capitales especulativos, para reducir la vulnerabilidad de nuestras economías.

3- ¿Qué es posible hacer?

Los países latinoamericanos deberían desarrollar una mayor reflexión sobre la necesidad de crear una moneda única regional. Asimismo, es necesario impulsar la creación de un sistema multilateral de pagos que favorezca los intercambios, para lo cual se requiere crear una nueva arquitectura financiera regional.

La integración latinoamericana no se puede tratar en abstracto sino en concreto, y no se debe posponer. La integración que propugnamos es la unión de los pueblos, no de los mercados, construida desde los intereses populares, no sólo desde los aspectos económicos, sino a partir de la totalidad de la sociedad. Si no cambia el carácter del Estado, la integración será siempre en beneficio del capital. El tema del Banco del Sur hay que plantearlo en esos términos: saber a quién va a beneficiar y para qué.

Los gobiernos deben priorizar políticas que busquen salvaguardar las reservas naturales y utilizarlas para atender las necesidades de la población. Es decir, recuperar el campo para preservar la soberanía y seguridad alimentaria así como los recursos naturales.

Debemos construir una sociedad que sea sustentable con la naturaleza, las  necesidades humanas presentes y futuras, con una ética solidaria, definidas desde los sectores populares, teniendo como fin la construcción de una sociedad socialista basada en valores de solidaridad,  libertad, democracia, justicia y equidad.  

Ante la crisis, inviabilidad y contradicciones del sistema existente, se requiere de una ruptura pronta y profunda con este, así como el replanteamiento y construcción de nuevas alternativas y la profundización de las que están en marcha tales como ALBA, Banco del Sur, Telesur, etc.

B.- La Integración Latinoamericana como forma de respuesta

La Crisis

La crisis capitalista genera un espacio de oportunidades para los pueblos de América Latina y dependerá de la acumulación de fuerzas sociales políticas del cambio, la orientación que tomen los procesos de integración.

El periodo de crisis parece ser mucho más fuerte de los que ese creía. Es un periodo de crisis de transformaciones cualitativas de las estructuras del sistema de los últimos 30 años. Se instaló un esquema de competencia en base a bajos salarios, con deslocalización de las transnacionales que permitió la aparición de China como actor fundamental.

En EUA es ya una crisis de solvencia de los bancos, están fracasando los instrumentos de salvación se avizora una recesión con fuerte impacto social y tiene menos mecanismos, capacidades, para pasar sus crisis a sus rivales y competidores.

La novedad consiste en la incertidumbre sobre el papel que podría jugar la semi-periferia en una compensación parcial de la crisis, en un escenario de ascenso de países semi-periféricos asociados con grandes empresas trasnacionales. Esos países se han ubicado en la nueva división internacional del trabajo; unos con producción de salarios bajos y otros aprovechando el ciclo de ascenso de las materias primas.

Es una crisis planetaria por las consecuencias devastadoras sobre el medio ambiente pero cuyo impacto recae primero en los países del centro y no solo en la periferia. El grado de alcance de la crisis (de desaceleración o de recesión profunda) y la forma en que se dilucide va a ser determinante para el curso que tome la integración, tanto al interior de América Latina y el Caribe como en  sus relaciones con el resto del mundo. La crisis puede concluir consolidando la hegemonía  capitalista en sus diversas versiones haciendo uso de la fuerza militar, legitimada en la política de seguridad nacional, como sucedió al terminar la crisis de los petrodólares  con una contraofensiva  trasnacional, con la de la deuda y los ajustes neoliberales; o con el fortalecimiento de los procesos de cambio en los países de  América Latina  y el surgimiento de formas alternativas de integración de unión de los pueblos.

Los pasos y los desafíos

Toda crisis busca el reacomodo de la fuerza. La pérdida de dominio  de los Estados Unidos y el estancamiento de las negociaciones en la OMC, revive actores en la lucha por la hegemonía.

El correlato de esta crisis de libre comercio, es también el agotamiento  de las políticas neoliberales más crudas de los  años 90. Algunos  gobiernos como los de  Uribe, Calderón y Alan García mantienen esa política y gobiernos que no tienen ese rostro derechista como Chile, mantienen una política neoliberal de desigualdad  social y privatizaciones. Esta línea de los 90 está en crisis, sin embargo en  algunos  países, a pesar de haber habido cambios políticos importantes se mantienen rasgos fundamentales del modelo.

A la perdida de fuerza de los Estados Unidos para imponer su proyecto, se le suman las experiencias de lucha de resistencia de los pueblos enfrentados a la ofensiva de ajustes neoliberales y en defensa de sus territorios y recursos, en época de escasez de los combustibles fósiles junto a la destrucción ambiental.

En este contexto, los proyectos de integración económica de los años 60s, ALALC y Pacto Andino, reconvertidos en los subregionales de MERCOSUR y CAN, surgieron acoplados a la  expansión instrumentada por los ajuste neoliberales, comienzan a perder su fuerza original.

La lógica de la integración económica hemisférica de inserción a la economía mundial trasnacional que quedó fragmentada podrá ser reorientada y adecuarse para mantener los mecanismos de dominación. La crisis sistémica puede permitir cambios radicales y la emergencia de otra lógica de integración comandada por la unión de los pueblos.

El MERCOSUR a pesar de las limitaciones estructurales sigue avanzando. Debe reconocerse que el marco institucional flexible del MERCOSUR admite la disputa entre diferentes concepciones de integración. Continúa el debate sobre el ingreso de Venezuela y el eventual ingreso de Bolivia.

Pero más allá de eso, es evidente que el MERCOSUR se fortalece económicamente por excedentes comerciales, acumulación de reservas internacionales, datos evidentes del fortalecimiento de los sectores dominantes en América del Sur. Un actor fundamental de este proceso son las translatinas, que expresan una nueva modalidad de asociación internacional de clases dominantes con intereses propios y con nexos importantes en la región. El correlato de esta fisonomía social, cuya perspectiva  va a depender básicamente de Brasil, que es el país que le dará o no hegemonía a esto, dependiendo de si las élites de Brasil apuestan o no apuestan a un proyecto regional.

La crisis en la que entra la CAN, a partir de la Denuncia del tratado por Venezuela en abril del 2006 y de las diferencias políticas entre Perú y Colombia de un lado y Ecuador y Bolivia por otro, agravado por los TLCs de Perú y Colombia y la negociación con la Unión Europea, la mantienen en un terreno inactivo, buscando sobrevivir a través de ingreso de Chile y la propuesta de que UNASUR se constituya de la convergencia institucional de la CAN y el MERCOSUR.  

UNASUR se debate entre constituirse sobre un tratado radical, como el propuesto en la Cumbre de los Pueblos en Cochabamba (diciembre del 2006), con la presencia protagónica  de los sujetos sociales y políticos o de fundarse sobre la convergencia institucional de CAN y MERCOSUR favorables al proceso e expansión capitalista, con una agenda encabezada por el IIRSA (Iniciativa Para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana) que es el único acuerdo firmado entre los 12 países que incluye más de 500 megaproyectos con un costo de más de 400 000 millones de dólares, como proyecto de interacción física que tiene como fin principal facilitar la extracción de la riqueza productiva latinoamericanas con la intención de trazar una nueva geopolítica del espacio.

Las Propuestas

América Latina tiene ante si 3 opciones de integración internacional que tendrán profundas implicaciones económicas, políticas y sociales en el futuro del continente.

La profundización de la neocolonización con base en acuerdos de libre comercio y de protección de inversiones con Estados Unidos y sus satélites
La apuesta a un neo desarrollismo capitalista, tal cual los realizan en MERCOSUR  Brasil y Argentina.
Inscribirse en los procesos con horizonte socialista  en el ALBA. 

La integración por la Unión de los Pueblos es la que esboza el ALBA. El ALBA es un proyecto político y soberano que sustituye los principios de competencia y libre comercio por la ética de solidaridad, persiguiendo la complementariedad productiva y el intercambio compensado. Las propuestas de integración del ALBA se nutren de la cultura colectiva de los pueblos originarios revalorando el “vivir bien” frente al “vivir mejor”. El ALBA se fortalece con los Tratados de Comercio entre los Pueblos (TCP). El ALBA propone integrar las capacidades humanas junto a las riquezas territoriales  para satisfacer necesidades de producción y reproducción de la vida. Hoy lo impulsan con una clara voluntad política antiimperialista, Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Al ALBA se incorporan movimientos sociales  a través de  convenios de cooperación social.

La elaboración política de los convenios del ALBA ha exigido discutir dos grandes problemas de la agenda latinoamericana: las nacionalizaciones y las finanzas.

La nacionalización de los recursos naturales es un tema latinoamericano, depende de la decisión soberana de cada país pero es clave para la utilización productiva. La nacionalización no es solo la antitesis de REPSOL, de la vieja PDVSA, también es la antitesis de la PETROBRAS actual o de PEMEX. No se trata que la empresa sea formalmente estatal como PETROBRAS, pero que con sus acciones limita el alcance de la política soberana de Evo Morales. Necesitamos nacionalizaciones genuinas al servicio de los intereses del proyecto popular latinoamericano.

Las finanzas. El problema de la deuda no ha desaparecido, como tema importante para ciertos países aunque no con la relevancia inmediata que presentaba en las décadas pasadas. Pero es como un cáncer potencia, no hay que olvidar que antes de la crisis del 82 no aparecía como problema y de repente estalló. Mientras la deuda persista constituye un peligro.

Otro problema es la discusión sobre el Banco de Sur. Tenemos que darle seguimiento al perfil que vaya adoptando el Banco. Hay Bancos muy importantes como el BNDS de Brasil, estatal, que por su peso es casi un Banco del Sur y lo que hace es financiar a las multinacionales. No podemos llegar a tener un Banco del Sur que financie a las transnacionales. Uno de los peligros que corre el Banco del Sur es el de contribuir a la reorganización de la arquitectura financiera continental en términos favorables a resolver la crisis a favor de los poderosos y no de los pueblos.

Aprovechar la oportunidad que genera la crisis del capitalismo y los avances políticos en Latinoamérica para dar pasos hacia la transición al socialismo. Un proyecto de integración plena, socialista, tienen muchos puntos en común con los principios del ALBA pero va más allá. Lo central es la vida en común con la naturaleza, la reducción creciente de las desigualdades sociales  y el respeto por los proyectos pluriétnicos y multiculturales, en un mundo sin explotados ni explotadores. Los proyectos populares avanzan en la medida en que se hacen reales las reformas sociales que le dan legitimidad.  Un aporte interesante desde Latinoamérica para el Foro Mundial de Alternativas es destacar que en nuestra región  están surgiendo una variedad de alternativas al calor de las rebeliones populares que han permitido desarrollar una importante conciencia antineoliberal, antiimperialista y anticapitalista en el rumbo al socialismo.


2.- DIMENSIÓN SOCIO POLÍTICA

LA SITUACION EN NUESTRO CONTINENTE

Se abre un nuevo proceso histórico en América Latina, caracterizado por acontecimientos que cuestionan radicalmente la vigencia del modelo neoliberal y que abren la posibilidad de cambios profundos.  Vivimos un período de transición que combina la lucha contra el neoliberalismo, el capitalismo y el imperio en una búsqueda original por construir alternativas poscapitalistas y socialistas.

Atravesamos una coyuntura de cambio que presenta  elementos y procesos diversos que oscilan “entre lo que no puede dejar de ser y lo que todavía no es”. Los movimientos sociales y organizaciones políticas en sus diversas formas son los protagonistas indiscutibles de la historia regional contemporánea, en la que están en juego la configuración del Estado y su institucionalidad, el ejercicio de una ciudadanía que incluya a sectores históricamente excluidos, la convivencia inter y multicultural, y la democracia.

El proceso de resistencia y lucha en nuestro Continente tiene diferentes tiempos y ritmos. De un lado, están los países donde se están produciendo reformas radicales y transformaciones más profundas; otros, en los que los gobiernos progresistas se han quedado en la administración de la crisis, y otros, en donde los movimientos sociales desde la oposición, desarrollan las luchas contra el imperialismo y el sistema.  Esta coyuntura abre expectativas para el triunfo de nuevos gobiernos progresistas en la región.

La presencia de los actores sociales es diversa y configura un panorama extremadamente complejo donde se destaca la acción de los pueblos originarios y movimientos indígenas que han pasado de la reivindicación étnica a la lucha por el gobierno y el poder; de las mujeres y de los trabajadores de empresas públicas estratégicas. Esta participación se combina con el trabajo de los movimientos políticos revolucionarios en diversos sectores. La dirección de las luchas no es uniforme, en algunos casos surge de las bases y desde la transformación de los movimientos sociales en organizaciones políticas; en otros, viene desde arriba, de la iniciativa de los gobiernos.
La combinación de tareas, en el período de transición, de resistencia al imperialismo y al sistema con las de gobierno, ha replanteado la relación entre movimientos sociales, partidos políticos y gobiernos, en algunas ocasiones con temas todavía no resueltos.


El discurso de los actores sociales más fuertes pasó de la defensa de las condiciones de vida, a la defensa de los recursos naturales, a la propuesta de un Estado plurinacional, a la convocatoria a Asambleas Constituyentes.
 
Los procesos electorales se han convertido en un instrumento para el acceso de las fuerzas populares al gobierno aprovechando estructuras institucionales existentes. La convocatoria a las asambleas constituyentes es la apuesta institucional de los movimientos.

El uso por
gobiernos progresistas de los excedentes generados por la explotación de recursos naturales para financiar su desarrollo y la cooperación con otros países se ha convertido en una base para la integración regional. Cuba, por su parte, aporta un paradigma de solidaridad apoyando con  sus limitados recursos a otros países de la región.

Tareas. ¿Qué es posible hacer en función del socialismo o post-capitalismo?


Entre las diversas tareas destacamos las siguientes:

Dar cuenta de la presencia activa del imperialismo en su fase actual y de los peligros que ello entraña para la humanidad y los pueblos del tercer mundo, concretamente para los pueblos de América Latina y los actuales procesos de gobiernos populares o de izquierda.

Atender a las posibilidades que se abren en la actual coyuntura continental y en cada país a fin de trabajar para articular las luchas de resistencias con los procesos electorales, entendiendo a los gobiernos como instrumentos políticos para profundizar el proceso de cambios y la construcción del sujeto revolucionario, no como un fin en sí mismo. Es importante por ello el papel vital que cumplen las Asambleas Constituyentes basadas en la más amplia participación popular.

La organización política tiene entre sus responsabilidades y potencialidades la de superar la sectorialidad y sectorialización de las miradas, las luchas y las propuestas y los actores, reconstruir el tejido social (la sociedad) y la conciencia, es decir, lo uno, desarrollar redes sociales, económicas, culturales, etc.

La construcción del actor colectivo, fuerza social y política capaz de protagonizar e impulsar los proceso de cambio: articular partidos,  movimientos sociales, y otras organizaciones, crear frentes políticos, coordinaciones coyunturales, etc. Tener en cuenta el peso específico que tienen los indígenas, negros y mestizos. Considerar también el papel que pueden desempeñar las clases medias. Buscar temas e intereses para incorporarlos a la plataforma alternativa.

Asumir el lugar central de la batalla cultural, en las distintas manifestaciones y ámbitos en que ella existe y se desarrolla: construcción de subjetividades, imaginarios, ideales,  no solo para combatir la hegemonía dominante y dominación sino como medio para la conformación una cultura alternativa, socialista propia. Esto reclama en primer lugar la transformación de nosotros mismos.

La transformación cultural supone también la construcción de un nuevo pensamiento crítico, y también las vertientes indo-afro-latinoamericanas. Esto implica incluir la descolonización.

Asumir la formación política como un elemento estratégico central del quehacer político en la actualidad.

Construir la unidad como articulación de identidades y referencias diversas y múltiples, no como unicidad. Abandonar las relaciones jerárquicas y subordinantes entre actores sociales y políticos y construir una organización horizontal, sin confundir esto con espontaneísmo, ni basismo, etc.

Apostar a la democracia social popular participativa y desde abajo, como objetivo, y medio. Recuperar derechos, ponerlos en ejercicio y construir ciudadanía activa, crítica y transformadora que incorpore a los sectores históricamente excluidos –de hecho- de ella.

Trabajar en el desarrollo permanente del internacionalismo, nutriéndonos de las luchas independentistas y anticapitalistas de los pueblos.

Tomar a la solidaridad como base de un modo de vida superador del individualismo del mercado capitalista, incorporándola a la batalla cultural y ética por la nueva civilización humana.

Asumir el socialismo como perspectiva histórica de la lucha por la construcción de una nueva civilización humana, asumiendo la tarea de actualizarlo y revitalizarlo con las enseñazas de las experiencias del siglo XX y las nuevas experiencias de lucha de los pueblos, particularmente  latinoamericanos.

En lo inmediato:

Asumir las tareas de formación política, de cuadros y de base, articulando esta labor estratégica y permanente con la batalla cultural.

Estudiar y dar seguimiento a las manifestaciones y formas de existencia de las clases y sus luchas en las condiciones actuales.

Trabajar con los diversos actores políticos y sociales en nuestros países para avanzar en el sentido de estas conclusiones y otros temas que pudieran surgir del trabajo colectivo con ellos.

3.- DIMENSIÓN CULTURAL

Vivimos un momento de cambios en el terreno económico y político, pero también en el de las ideas y de la cultura. Un campo amplio y complejo por lo general descuidado, cuando no ignorado, por los actores sociales y políticos que luchan por la emancipación de la humanidad.

En este nuevo escenario, con los grandes cambios tecnológicos de comunicación, las migraciones, consumismo, etc., se está produciendo aceleradamente una fragmentación, desterritorialización e hibridación de la cultura popular.

Frente a esto, se presenta el desafío que exige cuestionar las ideas y prácticas pasadas que han sido superadas, pero rescatando la memoria histórica y tradiciones, para vincular las experiencias y legados de las luchas anteriores con las presentes.

Frente a la cultura del sistema económico hegemónico imperialista y su lógica de mercado, hay que promover una ‘nueva cultura’ que resignifique lo económico y reconstruya los mercados. Esto implica la revalorización de los diferentes espacios de encuentro, y que estimulen los sentidos de solidaridad y cooperación, lo cual conlleva a una reapropiación de los espacios territoriales por parte de comunidades y distintas organizaciones y movimientos sociales. Por ejemplo, animar las redes para la recuperación de saberes, del sentido de la producción y modos de consumo responsable.

La crisis económica se está convirtiendo en tierra fértil para movimientos milenaristas fundamentalistas, que pregonan la resignación, el fatalismo, constituyendo un obstáculo serio para construir valores y el empoderamiento de ciudadanía.

La democracia liberal está en crisis, su modelo individualizante está colapsado, por lo cual es indispensable tomar en cuenta los derechos colectivos y plantear la plena vigencia de los derechos de los pueblos originarios que históricamente han sido dominados, excluidos, etc. bajo un sistema imperante de colonialismo interno.

Existe un mayor reconocimiento de la diversidad cultural, y diferentes actividades la promueven y la afirman. Sin la aceptación de la diversidad no se construye identidad. El camino es la unidad en la diversidad.

Hay prácticas cotidianas de nuestros pueblos que se refieren a lo económico y lo cotidiano familiar preservando diversos saberes, tradiciones y modos de relación intercultural. En todos los niveles de la sociedad estas prácticas fomentan una cultura de paz, incluido el aporte de las artes y los artistas en la reconstrucción cultural y creación de nuevos sentidos, desde la estética, lo lúdico y la fiesta.

En perspectiva de transformaciones sustanciales, cabe apuntar a una soberanía cultural, del cuerpo y del ser, lo que implica desarrollar un nuevo concepto de la soberanía para aplicarlo a la libertad de decisión de las personas, comunidades y organizaciones, no sólo del Estado-nación.

La recuperación de la identidad es un componente sustantivo en la lucha de emancipación. En tal sentido, como un paso histórico de justicia se impone el respeto y reconocimiento de la identidad indígena y afrodescendientes, como parte de la reconstrucción de la nación, sin dividirla ni debilitarla. El Estado-nación sigue siendo un punto de unión importante; la lucha por la liberación continúa, pero incluye pueblos indígenas y afrodescendientes, en un nuevo proyecto de identidad de comunidad, nacional y humana.

El impulso de autonomías integrales y desarrollo autocentrado se verá reforzado con la articulación de los diferentes grupos sociales que actúan autónomamente, afirmando su fuerza nacional e internacional.

A los medios de comunicación hay que insertarlos en el campo de la cultura aunque es evidente que al mismo tiempo trascienden este ámbito convirtiéndose en un poder político, pues el poder económico los compró y a través de ellos controlan la esfera política. Actualmente, la televisión, la radio y la gran prensa son los lugares donde se disputa el poder político y los sentidos.

En América Latina, las frecuencias radioeléctricas se han distribuido básicamente por dos vías: el amiguismo político, que alimenta la corrupción, y la subasta, que apuntala los procesos de monopolización. Esta ausencia de equidad es la violación más grave de la libertad de expresión, pues deja al margen a la sociedad. Una distribución equitativa debe considerar a tres sectores: el Estado (para asegurar un servicio público y plural), la empresa privada (con fines de lucro, pero que cumpla con la responsabilidad social) y la sociedad civil (movimientos sociales, jóvenes, indígenas, afrodescendientes, universidades, etc.). Las frecuencias digitales abren la oportunidad para democratizar el espectro radioeléctrico, pero los grupos monopólicos pretenden hacer de ellas un gran negocio.

Se debe prestar una atención particular a Internet, en tanto espacio cada vez más decisivo en la creciente convergencia de medios, tanto para aprovechar las ventajas que ofrece, como para impedir que prosperen los intentos en curso para privatizarla. El abaratamiento de costos que se ha dado con las nuevas tecnologías, es un factor que hace posible desarrollar una capacidad de respuesta consistente, pero si va acoplada a una dinámica de redes.

Los procesos de integración en curso tienen un serio reto en la dimensión cultural, porque las políticas neocolonialistas e imperiales, con su premisa de “dividir para vencer”, han cimentado una cultura de animosidad, hostilidad y hasta de rechazo entre nuestros pueblos; la cual es preciso revertirla.

Desde la perspectiva de las alternativas existe el reto de formular propuestas para que la dimensión cultural sea un eje constituyente y constitutivo de los procesos de integración.

Tenemos un espacio de avanzada: el ALBA, donde en materia cultural ha definido ya una programación estratégica. Por lo mismo, para el FMA este espacio debe ser un eje de su actuación futura en la región tanto para proponer/cuestionar, como para articular iniciativas. Específicamente, hay que considerar el Fondo Cultural del ALBA, para implementar iniciativas en los diversos países de la región, promoviendo la proyección e integración de las industrias culturales, la distribución y circulación de bienes culturales y la promoción de nuestros valores.

En este marco, se debe impulsar y concretar la creación de Casas del ALBA, concebidas como espacios de encuentro, información y difusión de ideas y expresiones culturales de lo más diversas, procurando un signo antihegemónico.





https://www.alainet.org/es/articulo/125990

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