Crimen de guerra
04/03/2008
- Opinión
Sí el propósito de Washington, antes de la salida de George W. Bush, es la de incendiar a América Latina, en cierta forma va en ese logro, por lo que es de esperar moderación por parte de los gobiernos de Ecuador y Venezuela; de Colombia nada que esperar ya que se ubica en la órbita del gobierno estadounidense al provocar el incidente que puede provocar un conflicto bélico en Sudamérica de proporciones mayúsculas, porque sin duda sería el pretexto del imperio para cumplimentar sus políticas intervencionistas.
El presidente de Colombia, Álvaro Uribe y todo su aparato de gobierno cometieron cuando menos dos violaciones que sanciona el Derecho Internacional, primero incursionar militarmente en un país extranjero y segundo asesinar, ese es el término, al subjefe de las FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Raúl Reyes y a veinte guerrilleros más, porque la acción se llevó al cabo en periodo de negociaciones de paz.
Es más, y esto es de destacarse, el guerrillero ultimado, además de vocero de las FARC, era el jefe negociador para la paz desde el Gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana Arango (1998-2002), y actualmente estaba a cargo de las pláticas conciliadoras respecto a la liberación de rehenes, que como es de todos sabido, no obstante las absurdas trabas del mandatario Álvaro Uribe que entorpeció dichas negociaciones, seis fueron exitosas.
Se trata efectivamente de un crimen de guerra, como lo consignó oportunamente el diario La Jornada, y lo reproducimos textual, por su sustancia basada exclusivamente en el Derecho Internacional que es de estricto cumplimiento para los países miembros, como es Colombia, sin embargo es de entenderse que para el gobierno de este país su símil o mejor dicho su patrón a seguir es el que le dicte la potencia del norte.
Según el protocolo adicional a la Convención de Ginebra de 1977, nos indica el diario que dirige nuestra entrañable y respetada amiga colega, Carmen Lira, añadido al protocolo original de 1949, el asesinato de un miembro de un ejército adversario mientras existen negociaciones de paz es un crimen de guerra bajo el rubro de perfidia.
“Se prohíbe matar, herir o capturar a un adversario recurriendo a la perfidia. Actos que invitan a la confianza del adversario y que lo llevan a creer que está bajo protección de las leyes internacionales aplicables a un conflicto armado y el traicionar esa confianza constituye perfidia”, señala el texto del documento.
Una de las definiciones de perfidia, establece la Convención, es la de matar, herir o capturar a un adversario mientras existe un proceso de negociación abierto.
La Convención de Ginebra, por ser un tratado de regulación del derecho internacional, obliga a todos los países, por encima de sus propias constituciones nacionales a respetar lo estipulado en el documento, en cuanto a respeto a los derechos humanos y leyes de combate.
El presidente de Ecuador Rafael Correa ha pedido la intervención de la Organización de Estados Americanos, OEA, y expulsó al embajador Colombiano. Venezuela por su parte rompió relaciones con la nación agresora y ambos países han reforzado militarmente sus fronteras.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, expresó su preocupación por el aumento de la tensión entre Colombia y sus países vecinos, Venezuela y Ecuador, y les pidió a todos que solucionen sus problemas mediante el diálogo. Esperemos sensatez de todas las partes, a nadie conviene un conflicto bélico en nuestra América Latina. No le hagamos el juego al imperio intervencionista.
- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano.
El presidente de Colombia, Álvaro Uribe y todo su aparato de gobierno cometieron cuando menos dos violaciones que sanciona el Derecho Internacional, primero incursionar militarmente en un país extranjero y segundo asesinar, ese es el término, al subjefe de las FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Raúl Reyes y a veinte guerrilleros más, porque la acción se llevó al cabo en periodo de negociaciones de paz.
Es más, y esto es de destacarse, el guerrillero ultimado, además de vocero de las FARC, era el jefe negociador para la paz desde el Gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana Arango (1998-2002), y actualmente estaba a cargo de las pláticas conciliadoras respecto a la liberación de rehenes, que como es de todos sabido, no obstante las absurdas trabas del mandatario Álvaro Uribe que entorpeció dichas negociaciones, seis fueron exitosas.
Se trata efectivamente de un crimen de guerra, como lo consignó oportunamente el diario La Jornada, y lo reproducimos textual, por su sustancia basada exclusivamente en el Derecho Internacional que es de estricto cumplimiento para los países miembros, como es Colombia, sin embargo es de entenderse que para el gobierno de este país su símil o mejor dicho su patrón a seguir es el que le dicte la potencia del norte.
Según el protocolo adicional a la Convención de Ginebra de 1977, nos indica el diario que dirige nuestra entrañable y respetada amiga colega, Carmen Lira, añadido al protocolo original de 1949, el asesinato de un miembro de un ejército adversario mientras existen negociaciones de paz es un crimen de guerra bajo el rubro de perfidia.
“Se prohíbe matar, herir o capturar a un adversario recurriendo a la perfidia. Actos que invitan a la confianza del adversario y que lo llevan a creer que está bajo protección de las leyes internacionales aplicables a un conflicto armado y el traicionar esa confianza constituye perfidia”, señala el texto del documento.
Una de las definiciones de perfidia, establece la Convención, es la de matar, herir o capturar a un adversario mientras existe un proceso de negociación abierto.
La Convención de Ginebra, por ser un tratado de regulación del derecho internacional, obliga a todos los países, por encima de sus propias constituciones nacionales a respetar lo estipulado en el documento, en cuanto a respeto a los derechos humanos y leyes de combate.
El presidente de Ecuador Rafael Correa ha pedido la intervención de la Organización de Estados Americanos, OEA, y expulsó al embajador Colombiano. Venezuela por su parte rompió relaciones con la nación agresora y ambos países han reforzado militarmente sus fronteras.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, expresó su preocupación por el aumento de la tensión entre Colombia y sus países vecinos, Venezuela y Ecuador, y les pidió a todos que solucionen sus problemas mediante el diálogo. Esperemos sensatez de todas las partes, a nadie conviene un conflicto bélico en nuestra América Latina. No le hagamos el juego al imperio intervencionista.
- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano.
https://www.alainet.org/es/articulo/126029?language=en
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