Una visión desde África
- Opinión
Los acontecimientos globales de las dos últimas décadas han demostrado que la economía global, y especialmente sus flujos financieros, son demasiado importantes como para dejarlos en manos de unos pocos banqueros, financistas, economistas y corporaciones multilaterales. Tampoco es ningún secreto que, para que la economía global y sus flujos financieros trabajen en pos del progreso y el beneficio de todos, la participación, la inclusión y la propiedad públicas son vitales. Para que surja una "nueva arquitectura económica" para la economía global, todos y todas a quienes afecta deben poder ayudar a darle forma.
El hecho de que numerosos países de América Latina, Asia y África han estado expuestos a la tiranía de las finanzas internacionales, debido a las tendencias antidemocráticas y contraproducentes, nos obliga a volver a revisar la cuestión de si los flujos de capital son gobernables o ingobernables, o si, de cara a la crisis global, debemos intentar simplemente civilizar el capital global; y si es así, ¿cómo? La mayoría de los países pobres del Sur, especialmente en el África sub-sahariana, han estado expuestos a la tiranía de las finanzas internacionales, experimentando economías distorsionadas, reducción de la autosuficiencia y autodeterminación de sus economías, extracción de recursos naturales y la imposibilidad de control estatal sobre los precios de varios productos esenciales. La liberalización financiera ha significado la sustracción de los sistemas financieros del ámbito de la responsabilidad pública, y la sustitución del capital productivo por el capital especulativo.
La participación de África en la riqueza global, en las dos últimas décadas, se ha reducido enormemente en varias áreas; el comercio mundial, la producción mundial, los flujos financieros netos -incluso en la era de reformas-, y las inversiones extranjeras directas han sido obstaculizados, sea por el mal gobierno y el peso de la deuda, sea por los conflictos y la inestabilidad política.
Los hechos concretos
- Hoy, las nueve décimas partes de los flujos de capital son de carácter especulativo, y no productivo. Una quinta parte de todos los activos en el mundo que están en manos de extranjeros, está controlada por apenas 100 corporaciones multinacionales. Esta concentración de la riqueza y del poder está creciendo, debido a una ola sin precedentes de fusiones y adquisiciones. Entretanto, la globalización ha distorsionado las economías, ha reducido la autosuficiencia y ha expandido la extracción y uso insostenible de los recursos naturales, desplazando familias y comunidades, y haciendo que miles de millones de personas sean dependientes de los mercados extranjeros volátiles[1].
- En el 2003, los países en vías de desarrollo transfirieron un valor neto de US$ 210 mil millones al mundo rico - es decir, ellos desembolsaron US$ 210 mil millones más de lo que recibieron en nuevas entradas. De lejos el componente más grande de este monto se debe a la compra de US$ 276 mil millones de reservas de moneda extranjera, que superaron ampliamente los flujos netos de valores -las inversiones de cartera y las Inversiones Extranjeras Directas- por un monto de US$ 149 mil millones. El solo pago de intereses continúa acaparando US$ 95 mil millones de los recursos de los países en vías de desarrollo, casi tres veces el valor de lo que ellos reciben en ayuda de la cooperación[2]. Estas cifras están subestimadas, al excluir las fugas de capitales. Aunque es difícil de medir exactamente, un estudio inicial encontró que durante el período 1970 - 1996, el equivalente de US$ 285 mil millones salieron de África[3].
- El hecho de que el sistema global comercial discrimina a los países pobres está bien establecido. Las barreras arancelarias y no arancelarias, el dumping y los estándares para los productos cuestan un estimado US$ 100 mil millones por año a los países en vías de desarrollo, 50% más del total de la ayuda oficial[4]. Estos valores también son subestimados, porque no incluyen los costos del proteccionismo de los países ricos en términos de la reducción de oportunidades de empleo, de la reducción de ingresos para mercancías básicas como el alimento, el cuidado médico o la pérdida de oportunidades de inversión.
- Los flujos de capital se desplazan de acuerdo con los principios básicos del neo-liberalismo, que son la privatización, la liberalización y la desregulación. Lo que llamamos globalización –que sería más honesto llamarlo capitalismo global- ha creado un mundo injusto, inestable e insostenible. Es más, los programas de recuperación que aplica el FMI en países pobres han sido criticados, tanto por conservadores como por progresistas, por haberse equivocado completamente, en el diagnostico y en la curación. Los paquetes del FMI de reducción presupuestaria y altas tasas de interés exacerban el problema, al hundir más estas economías en la recesión. La mayoría de países africanos que implementaron reformas económicas, como parte de la condición para recibir los préstamos del FMI, han registrado tasas de crecimiento negativas y sus sectores financieros se han empantanado con los préstamos improductivos, de difícil recuperación. Se incrementó el desempleo y el subempleo, y la bancarrota afectó a millares de pequeñas empresas, mientras que muchas familias tuvieron que destinar sus ahorros de varios años para simplemente sobrevivir.
- Los flujos financieros están respaldados ideológicamente por think tanks muy influyentes y economistas e instituciones políticas. Están promovidos en cada instancia por corporaciones, protegidos por los gobiernos más poderosos del mundo y divulgados por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio. Ellos - el Fondo, el Banco y la OMC- son los caballos de Troya de la liberalización comercial y financiera, y es en estas organizaciones que necesitemos centrar nuestra atención[5].
- La volatilidad financiera trae consigo un masivo colapso económico, inseguridad, aumento de la pobreza, desempleo y desplazamientos, abusos de las condiciones
ambientales y laborales, la pérdida de vida salvaje y de la biodiversidad, desplazamientos masivos de la población, crecientes tensiones étnicas y raciales, y conflictos internacionales. El mundo ha aprendido que el "dinero caliente" puede escaparse de un país tan rápidamente como entró. Anulación de la deuda
En conclusión
En general, existe la necesidad, especialmente en los países de África en vías de desarrollo, de regular el capital especulativo desestabilizador, favoreciendo la inversión a largo plazo, y asegurando un máximo de políticas nacionales gubernamentales en la fijación de las tasas de cambio y la regulación del mercado de capitales. La transparencia y la rendición de cuentas, con una mayor y plena participación pública, ayudarán obviamente a regular y a democratizar los flujos financieros globales.
Dar una solución permanente al problema de las Inversiones Extranjeras Directas en África es un paso importante para ayudar a cambiar la imagen del continente y a recolocarlo en el mapa global de ubicación de inversiones. Alguien, en alguna parte tiene que darse cuenta que la equidad, la autodeterminación, la justicia, los derechos humanos, el desarrollo centrado en la gente, la sustentabilidad ambiental, el pluralismo, el control local, la democracia y la participación de la comunidad, tienen precedencia sobre el mercado y sus beneficios. Es hora de asegurarnos de que la economía internacional del futuro esté construida sobre sólidos cimientos del desarrollo sostenible, y no en las ganancias ilimitadas para unas pocas corporaciones y élites globales.
- Charles Mutasa es Director Ejecutivo del African Forum & Network on Debt and Development (AFRODAD - Foro y Red Africano sobre Deuda y Desarrollo). El presente texto es un extracto, traducido por ALAI, de su artículo: How to control and democratize global financial flows: Is Africa caught between the rock and the hard place? http://alainet.org/active/18583.
El acuerdo sobre la deuda adoptado por el G-8 en Gleneagles, en 2005, estableció un precedente importante al conceder la anulación del 100% de la deuda a todos los países pobres severamente endeudados, por la cual activistas de la sociedad civil han estado abogando durante largos años. Pero el acuerdo solo representa la octava parte de lo que necesita África en términos de la anulación de la deuda, pues, significa anular solamente US$ 40 mil millones, de un total -en crecimiento- de la deuda africana de más de US$ 330 mil millones. Los US$ 40 mil millones que se anularán representan menos del 10% de la anulación de deuda requerida para que las naciones pobres puedan cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para 2015. El plan no incluye a los países de ingreso medio que están fuertemente endeudados y empobrecidos. Globalmente, los 18 países que inmediatamente califican representan menos de la tercera parte de los países (por lo menos 62) que necesitan la completa anulación para cumplir los ODM internacionales convenidos, que apuntan a reducir en un 50% la extrema pobreza para el año 2015.
El acuerdo sobre deuda del G-8 no trata los verdaderos desequilibrios globales de poder, sino que más bien refuerza el apartheid global. La cuestión de la responsabilidad compartida del acreedor y del deudor hacia la deuda del Sur continúa sin resolver, mientras que se sigue corriendo un velo sobre el tema de las deudas odiosas e ilegítimas. No implica una solución duradera, en la cual todos los interesados, tenedores de deuda y acreedores tengan voz. Es solamente una medida de parches, que parece tratar los síntomas de los problemas y no las causas.
* Extracto del ensayo del autor: ¿ The Politics of the MDGs in Africa- Is Global Partnership really working? http://alainet.org/active/18582.
[1] Declaration: Addressing the Global Economic Crisis from a Conference - "Toward a Progressive International Economy" - realizada en Washington, DC, 9-10 de diciembre 1998. Ver Economic Justice News, Vol 2, Number 1, May 1998.
[2] Global Development Finance 2004, Volumes 1 and 2
[3] Boyce and Ndikumana 2000 ‘Africa’s Is Africa a net Creditor? New Estimates of Capital Flight from Severely Indebted Low Income Sub-Saharan African Countries, 1970 – 1996’.
[4] Oxfam. Rigged Rules and Double Standards
[5] Nicola Bullard (1999) Capital flows and global instability: or how the neo-liberals helped fuel the fire in East Timor, Ponencia presentada at the ACFOA Annual Council Meeting, Canberra, Australia, 11-12 September 1999.