Desgarre de vestiduras

06/04/2008
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Toda una serie de condenas “desgarradoras”, fue la reacción inmediata del gobierno mexicano y de otros sectores privatizadores, ante la decisión soberana de Venezuela de nacionalizar la industria cementera por considerar que la misma es estratégica para su vida y desarrollo interno, sólo porque afecta al industrial Lorenzo Zambrano, dueño o principal accionista de Cementos Mexicanos, CEMEC.

Sin tomar en cuenta que México es pionero en estas acciones nacionalistas, apenas conocida la decisión del presidente Hugo Chávez, aquí en nuestro país, sobre todo los que están alrededor del poder, del Ejecutivo Federal, que por ahora detenta la derecha, se desgarraron las vestiduras

En 1938, el presidente Lázaro Cárdenas del Río, en un acto verdadero y genuino de soberanía, nacionalizó la industria petrolera. La reacción fue la misma no sólo en México sino también en el extranjero, la más retrógrada élite de los negocios fue exactamente igual: absurda y crítica, como lo estamos observando a 70 años de la hazaña patriótica, con respecto a la decisión del presidente Chávez.

Es de señalarse, que al contrario de ahora, la Iglesia Católica y no pocos miembros de la iniciativa privada, se colocaron al lado del pueblo y en apoyó de la determinación del presidente Lázaro Cárdenas; en una carta del entonces Arzobispo Primado de México -aquí si vale lo de su ilustrísima-, Luís María Martínez que dirigió al Papa Pío XII, se refiere al gobernante mexicano de aquel entonces, “como un verdadero héroe nacional”, como nos los recordó en su muy significativo artículo, Jean Meyer.

Ahora la iglesia, en manos de Norberto Rivera Carrera, al contrario de su ilustre antecesor que consideró “la medida como patriótica y necesaria”, se coloca en el terreno que favorece los negocios privados a contrapelo de los intereses nacionales y por ello en una declaración de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que aglutina a todos los obispos y arzobispos, no podía ser de otra manera, avala la Reforma Energética, que permita “alianzas estratégicas con la iniciativa privada”.

La Nacionalización de la Industria Petrolera, sin discusión, fue un acto histórico sin precedente en todo el mundo que todos reconocieron, pues las empresas extranjeras en forma inconsecuente y abusiva explotaban el tesoro negro de todos los mexicanos para su único y unilateral beneficio.

Ahora otro presidente de origen michoacano, Felipe Calderón Hinojosa y su secretario de Hacienda, Agustín Cartens se colocaron al lado de la reacción y criticaron acremente al presidente venezolano Hugo Chávez, sólo porque de alguna manera afectará la medida tomada a las corporaciones extranjeras como Cementos Mexicanos, CEMEX, de Zambrano, y La Farge, de Francia, sin recordar la historia patria sobre ese renglón de enseñanza soberana. Esa misma reacción las esperábamos y nunca llegó, en razón del asesinato de 4 mexicanos y lesiones a una más, por parte de la soldadesca colombiana en una violatoria irrupción en territorio ecuatoriano.

“El gobierno de México velará por los intereses legítimos de las empresas mexicanas en el exterior, advirtió en la voz del subsecretario para América Latina y el Caribe, Gerónimo Gutiérrez, quien expresó la preocupación del mismo por la decisión de Venezuela de nacionalizar la industria cementera, misma que pudiera afectar los intereses de la trasnacional mexicana.

La crítica de Calderón Hinojosa fue más grotesca, al decir que “aquí se ofrecen condiciones claras y de certeza a la inversión extranjera”. Cartens por su parte, la calificó como “inadecuada y reprobable”.

Tuvo que ser el embajador de Venezuela en México, Roy Chadertón, quien pusiera en su exacta dimensión la determinación de su país, al destacar “que se trata de una medida legal tomada en el marco de su soberanía nacional, no se trata –explicó-, de una toma compulsiva, violenta y agresiva de instalaciones y haberes sino de un proceso constitucional y negociado con las empresas”.

Es decir, como en tiempos de Cárdenas, las empresas serán indemnizadas, en consecuencia de esa decisión aparejada a la nacionalización, se antoja la pregunta: ¿para qué tanto desgarre de vestiduras? Y como a toda acción hay una reacción, es esperarse que esta polémica sirva para reforzar la defensa de nuestro petróleo, en estos momentos en que se afilan las garras perversas por desnacionalizadas.

- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano.
https://www.alainet.org/es/articulo/126759
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