Cruzar mares para las fresas
10/04/2008
- Opinión
Una agencia de turismo en España tardaría pocas horas en vender diez viajes a Filipinas por 200 euros. Casi 300 mujeres filipinas han recibido la oferta de cubrir en sentido contrario la distancia de 12.000 kilómetros que separa a ambos países, pero con la condición de que trabajen en la campaña de recogida de la fresa y de cítricos en Huelva, al Sur de España.
Dos de estas mujeres filipinas ya han llegado a Huelva vienen desde Lipa City, desde donde han tenido que viajar en autobús hasta Manila; de ahí un vuelo a Hong Kong, luego a Londres, luego a Madrid y, por último, a su destino rural en Almonte, Huelva. Casi tres días de viaje. El alcalde tuvo esta idea para reforzar el sector con el trabajo que hacen temporeras polacas, rumanas, búlgaras, ucranianas y marroquíes desde hace ocho años, y que había funcionado muy bien y garantizaba el retorno.
Esta iniciativa ha contado con la colaboración de Aenas Cartaya, un programa español con apoyo gubernamental que gestiona las contrataciones de inmigrantes que realizan los empresarios agrícolas en Huelva, principalmente con personas que vienen desde Marruecos.
Según el programa, se buscan mujeres de entre 25 y 45 años, preferentemente con experiencia en trabajo en el campo. Ninguna de las dos mujeres ya instaladas en Huelva tiene experiencia en el sector. El Ayuntamiento ha contribuido para recaudar 10.000 euros destinados al pago de la mitad de sus vuelos. Ellas esperan recibir los 900 euros al mes que se cobra por convenio en el sector y así cubrir la otra mitad del viaje. Ahorrarán el resto para invertirlo en Manila con sus maridos, que ganan 75 euros al mes como conductores.
En la última década, miles de jornaleros españoles han probado suerte en sectores más rentables como el de la construcción y la hostelería, cada vez más ocupados también por inmigrantes de varias partes del mundo. Los agricultores de fresas y cítricos de Huelva han cubierto el déficit de jornaleros para sostener su sector con mujeres de Europa del Este y, además del nuevo experimento con mujeres filipinas, ya habían enviado emisarios a Senegal para contratar a 750 mujeres que trabajan en el campo actualmente.
En este punto, consideremos los cambios tan abruptos y repentinos en el mapa mental y que ahora se imagine lo que supone no sólo recorrer 12.000 kilómetros en tres días, sino encontrarse con un clima, un paisaje, un idioma, una cultura y una forma de pensar tan distintas. ¿Ansia de notoriedad de un Alcalde? Podría ser.
Las dificultades con el idioma y con las relaciones sociales son dos de los cinco factores que conducen a muchos inmigrantes a la exclusión social. Estas mujeres tendrán cubiertos los otros tres factores durante la temporada de fresas y de cítricos: el acceso al empleo, a la vivienda y la seguridad administrativa.
Transcurridos los cuatro meses de la temporada de fresas y de cítricos, estas jóvenes filipinas volverán a su lugar de origen, como se hace con las europeas del Este y las marroquíes.
Los trámites y los procedimientos para traer a personas que se encuentran a 12.000 kilómetros para recoger fresas y cítricos se presentan como un experimento discutible que vincula el fenómeno migratorio exclusivamente a la agricultura, la construcción y el turismo. Sin embargo, no olvidemos que cuando buscamos mano de obra llegan personas con sus cualidades y necesidades.
Los países desarrollados tendrán que emplearse a fondo para crear modelos de acogida eficaces para los inmigrantes, especialmente ahora que la crisis del sector de la construcción amenaza el trabajo de 80.000 inmigrantes que viven del sector. Sigue pendiente el diálogo con millones de personas que llevan años aportando no sólo horas de trabajo, sino los ingredientes para construir una auténtica sociedad de acogida. Pero emergen otros sectores como el acompañamiento al creciente número de ancianos, la restauración y como pequeños empresarios que precisan otro tipo de ayudas.
La realidad es que el reconocimiento de la necesidad de inmigrantes por la sociedad de acogida ha significado un avance fundamental, a pesar de extravagancias filipinas.
- Carlos Mígueles, Periodista
Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
Dos de estas mujeres filipinas ya han llegado a Huelva vienen desde Lipa City, desde donde han tenido que viajar en autobús hasta Manila; de ahí un vuelo a Hong Kong, luego a Londres, luego a Madrid y, por último, a su destino rural en Almonte, Huelva. Casi tres días de viaje. El alcalde tuvo esta idea para reforzar el sector con el trabajo que hacen temporeras polacas, rumanas, búlgaras, ucranianas y marroquíes desde hace ocho años, y que había funcionado muy bien y garantizaba el retorno.
Esta iniciativa ha contado con la colaboración de Aenas Cartaya, un programa español con apoyo gubernamental que gestiona las contrataciones de inmigrantes que realizan los empresarios agrícolas en Huelva, principalmente con personas que vienen desde Marruecos.
Según el programa, se buscan mujeres de entre 25 y 45 años, preferentemente con experiencia en trabajo en el campo. Ninguna de las dos mujeres ya instaladas en Huelva tiene experiencia en el sector. El Ayuntamiento ha contribuido para recaudar 10.000 euros destinados al pago de la mitad de sus vuelos. Ellas esperan recibir los 900 euros al mes que se cobra por convenio en el sector y así cubrir la otra mitad del viaje. Ahorrarán el resto para invertirlo en Manila con sus maridos, que ganan 75 euros al mes como conductores.
En la última década, miles de jornaleros españoles han probado suerte en sectores más rentables como el de la construcción y la hostelería, cada vez más ocupados también por inmigrantes de varias partes del mundo. Los agricultores de fresas y cítricos de Huelva han cubierto el déficit de jornaleros para sostener su sector con mujeres de Europa del Este y, además del nuevo experimento con mujeres filipinas, ya habían enviado emisarios a Senegal para contratar a 750 mujeres que trabajan en el campo actualmente.
En este punto, consideremos los cambios tan abruptos y repentinos en el mapa mental y que ahora se imagine lo que supone no sólo recorrer 12.000 kilómetros en tres días, sino encontrarse con un clima, un paisaje, un idioma, una cultura y una forma de pensar tan distintas. ¿Ansia de notoriedad de un Alcalde? Podría ser.
Las dificultades con el idioma y con las relaciones sociales son dos de los cinco factores que conducen a muchos inmigrantes a la exclusión social. Estas mujeres tendrán cubiertos los otros tres factores durante la temporada de fresas y de cítricos: el acceso al empleo, a la vivienda y la seguridad administrativa.
Transcurridos los cuatro meses de la temporada de fresas y de cítricos, estas jóvenes filipinas volverán a su lugar de origen, como se hace con las europeas del Este y las marroquíes.
Los trámites y los procedimientos para traer a personas que se encuentran a 12.000 kilómetros para recoger fresas y cítricos se presentan como un experimento discutible que vincula el fenómeno migratorio exclusivamente a la agricultura, la construcción y el turismo. Sin embargo, no olvidemos que cuando buscamos mano de obra llegan personas con sus cualidades y necesidades.
Los países desarrollados tendrán que emplearse a fondo para crear modelos de acogida eficaces para los inmigrantes, especialmente ahora que la crisis del sector de la construcción amenaza el trabajo de 80.000 inmigrantes que viven del sector. Sigue pendiente el diálogo con millones de personas que llevan años aportando no sólo horas de trabajo, sino los ingredientes para construir una auténtica sociedad de acogida. Pero emergen otros sectores como el acompañamiento al creciente número de ancianos, la restauración y como pequeños empresarios que precisan otro tipo de ayudas.
La realidad es que el reconocimiento de la necesidad de inmigrantes por la sociedad de acogida ha significado un avance fundamental, a pesar de extravagancias filipinas.
- Carlos Mígueles, Periodista
Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
https://www.alainet.org/es/articulo/126878
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