Un soldado beduino

24/04/2008
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 Un diario de difusión nacional publicaba una noticia sobre la represión israelí en Gaza, donde el disparo de un proyectil de dardos causó la muerte de un cámara de Reuter, cuyas últimas imágenes dieron la vuelta al mundo como póstumo homenaje a los que arriesgan su vida para informarnos a los demás.

Los proyectiles que lanzan una nube de flechas o dardos, también llamados flechettes, no son una invención reciente de la industria bélica. Ya en la Guerra de Vietnam se consideraban munición poco fiable en cuanto a sus resultados sobre el terreno. No se quiere decir con esto que no produjeran las víctimas para las que habían sido cuidadosamente proyectados, sino que su dispersión hacía que éstas estuvieran situadas a veces a gran distancia del objetivo propuesto. Un informe técnico lo precisaba decía: “[Un proyectil] contiene 5.000 dardos de acero y, disparado a unos 300 metros, alcanza de forma indiscriminada objetivos con una dispersión de 100 metros”.

Pero como toda arma fabricada ha de ser utilizada para no traicionar los intereses económicos que han participado en su proyecto, los reglamentos militares especifican que su uso está aconsejado cuando se trata de “hacer frente a los ataques masivos de la infantería”. El cámara y sus dos acompañantes murieron, pues, con el dudoso honor de ser considerados tropas de infantería atacando en masa al ejército israelí.

Tan insidiosa munición es disparada por los carros de combate M1 o M60, fabricados en EEUU y de los que Israel dispone en gran número y utiliza libremente en la represión del pueblo palestino en los territorios ocupados. En numerosas ocasiones se han producido víctimas civiles como consecuencia de su utilización, lo que suscita campañas de protesta que, lamentablemente, han resultado incapaces de modificar en un ápice la actuación del ejército de Israel.

Dentro de EEUU, los grupos que defienden los derechos humanos en Palestina suelen recurrir a la ley estadounidense de Control de la Exportación de Armas, que condiciona el uso de las armas vendidas por EEUU a la seguridad interna y la legítima defensa del país comprador, a la vez que prohíbe su uso contra personal civil. Pero la interesada ceguera de las autoridades de EEUU en todo lo que se refiere a la violación israelí de los derechos humanos de los palestinos hace ineficaz cualquier tipo de protesta.

Un horror al que uno acaba acostumbrándose, ya que el ingenio humano aplicado a la destrucción de sus semejantes parece no tener límites: “Las operaciones del ejército israelí dejaron 20 palestinos muertos el miércoles [16 de abril], entre ellos cinco niños. Fue la respuesta a una emboscada de milicianos de Hamás que abatieron a tres militares israelíes que habían penetrado en Gaza para perseguir a dos de los atacantes”.

En términos deportivos, el resultado del encuentro fue un rotundo marcador: Israel, 20 - Palestina, 3. Este sangriento balance de víctimas, es garantía de que los enfrentamientos armados proseguirán sin fin a la vista, en una espiral de venganzas y represalias.

Uno de los tres soldados israelíes muertos era un beduino, alistado voluntariamente en el Ejército, como muchos otros, para escapar de unas deprimentes condiciones de vida. Este beduino era residía en una de las poblaciones de Israel no reconocidas como tales por no albergar ciudadanos judíos y carente, por tanto, de electricidad, alcantarillado, escuelas o cualquier otro servicio básico.

La paradoja de arriesgar y entregar su vida por una patria que no les reconoce sus derechos más elementales obedece a su condición de no judíos. En Israel, no ser judío supone una merma radical de las condiciones de vida y un estatus de ciudadano de segunda clase.

¿Es éste el tipo de democracia que se pretende difundir en Oriente Próximo a partir del bastión que Israel representa para EEUU en medio del mundo árabe? Si es así, la sangre seguirá derramándose en Palestina año tras año y los nietos de nuestros nietos desayunarán leyendo las sombrías noticias que les llegarán a diario desde Palestina.

Alberto Piris
General de Artillería en Reserva

Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias  (CCS), España.


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