El terrorismo no es el gran tema del continente: Canciller Maduro

03/06/2008
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Medellín

“El terrorismo no es el gran tema del continente”, dice con el énfasis que lo caracteriza el Canciller de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro. Para el jefe de la diplomacia venezolana, los grandes temas de América Latina tienen que ver con los derechos a la salud, a la alimentación, al empleo, a la educación y a la seguridad energética de las mayorías.

El tono de sus afirmaciones tiene un dejo de crítica que cuestiona la tendencia del discurso del gobierno colombiano que siempre aprovecha los escenarios internacionales para hacer referencia al terrorismo y a extender solicitudes de ayuda para superarlo. La XXXVIII Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), realizada en Medellín, Colombia, y que este martes llegó a su fin, no fue la excepción.

El tema lo inició el canciller colombiano Fernando Araujo durante un foro por el 60 aniversario de la OEA realizado el sábado 31 de mayo en la Universidad Escuela de Administración y Finanzas (Eafit): “Necesitamos, esperamos y confiamos que en América seamos capaces de asumir el mismo compromiso para poder acabar con la lacra del terrorismo que tanto daño le ha hecho a Colombia".

Luego fue retomado al día siguiente por el presidente Álvaro Uribe Vélez durante su intervención en la instalación de las sesiones del organismo multilateral de las Américas: “Pedimos a los países hermanos considerar que en una democracia como la colombiana no procede reconocer estatus de beligerancia a grupos terroristas financiados por el narcotráfico”.

Al respecto, Maduro toma distancia y reitera su posición: “Es mentira que el terrorismo sea el tema esencial de la región”. En conversación con la Agencia de Prensa IPC al final de las sesiones ordinarias de la Asamblea y antes de la clausura, el Canciller de Venezuela señala que los temas sociales vitales para la vida cotidiana de los millones de habitantes de América Latina y el Caribe son los verdaderamente importantes.

“Suramérica es un continente que tiene grandes posibilidades si se integra en lo energético, lo alimentario, en lo social, para avanzar en la superación de la pobreza”, señala el alto funcionario.

Sus apreciaciones no sólo reflejan cuestionamientos a la posición colombiana; también intentan resaltar la agenda multilateral que se viene construyendo en la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), creada el 8 de diciembre del año pasado, y considerada como un escenario regional que contrasta con el de la OEA, donde persiste una alta injerencia de Estados Unidos.

Por eso ve con malos ojos todo aquello que provenga de ese país, pues considera que el gobierno norteamericano pretende desestabilizar los progresos de América Latina. “Sabemos que estamos en un conflicto histórico de rupturas de un viejo esquema de dependencia y subordinación que tuvo sometido a todos nuestros países”, dice Maduro.

Desde su perspectiva, América Latina es un continente “soberano, democrático, despierto, activo. Ese es el gran optimismo que nos mueve a nosotros”; por ello fustiga la posición de los representantes del gobierno norteamericano sobre su país, que ha conducido a ambas naciones a una constante confrontación política en todos los escenarios en los que coinciden, como éste de la OEA.

“Hemos buscado la libertad y la independencia por la vía política, por la vía pacífica, por la vía democrática, y hemos enfrentado a la elite norteamericana en todos los terrenos, incluyendo estos escenarios. Nos han querido condenar durante seis años en la OEA y no lo han logrado”, expresa Maduro.

En esta XXXVIII Asamblea de la OEA, la discusión entre los dos gobiernos la inició esta vez Jhon Negroponte, subsecretario de Estado, de Estados Unidos, quien en rueda de prensa el lunes pasado aseveró, entre otras cosas, que “yo no creo que exista duda de que las Farc han buscado refugio en territorio venezolano”.

La postura de Negroponte, fuertemente criticada por Maduro, tiene una explicación de fondo: el Canciller venezolano asocia las declaraciones de Subsecretario norteamericano con la foto que en la mañana de ese lunes se había tomado con su homólogo colombiano durante una reunión de trabajo.

“Ellos (Estados Unidos) no pueden entender ni pueden aceptar que los gobiernos de Colombia y Venezuela nos sentemos a hablar y regularicemos las relaciones. Negroponte vino ayer (lunes) a la Asamblea calladito, la palabra Venezuela ni la nombró, pero cuando vio la foto del saludo del canciller colombiano y mi persona salió desesperado a dar declaraciones”, cuenta Maduro.

Respetar soberanía


El proyecto de la República Bolivariana de Venezuela se sustenta, según el Canciller, en la ruptura de dependencias políticas, ideológicas, culturales y económicas, y califica la democracia de su país como “absolutamente soberana, sin injerencias de nadie”.

Tal postura no sólo lo lleva a cuestionar las políticas exteriores de Estados Unidos sino a considerar inaceptable la propuesta de revaluar la soberanía de la región que lanzó el canciller colombiano un día antes de la instalación de las sesiones de la Asamblea de la OEA sobre la base de que “es necesario mirar una soberanía con un aspecto mucho más amplio, que incluya la seguridad para todos los ciudadanos, seguridad integral del ser humano, más allá del concepto de soberanía territorial".

El canciller Maduro reacciona a esa idea: “Le dijimos al Canciller Araujo que esos conceptos son muy peligrosos”. Sus argumentos apelan a las mismas ideas del jefe de la diplomacia colombiana y no vacila en advertir que la aplicación del concepto de “soberanía integral” podría afectar a Colombia, “pues abriría la puerta para que cualquier país del mundo que considere afectado su interés acuda a esa doctrina y acabe con un principio sagrado como lo es la soberanía territorial”.

La propuesta del canciller colombiano lo lleva a preguntarse por los costos de la defensa de la soberanía a través de la historia de América Latina: “¿Cuánta sangre ha costado el principio de soberanía territorial, política, estatal, en nuestros países? Sería volver a la tierra sin ley”, responde con vehemencia y agrega que el principio de soberanía “es justo, correcto y, además, tiene que ser respetado por todos, es una garantía de la paz regional y mundial”.

La discusión sobre la soberanía tiene relevancia hoy dada la ruptura de relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Quito y Bogotá, suspendidas por Ecuador el 3 de marzo pasado a raíz de la incursión realizada dos días antes por militares colombianos a ese país para atacar un campamento de la guerrilla de las Farc ubicado en territorio del país vecino, donde murió Raúl Reyes, segundo al mando de ese grupo subversivo.

Las relaciones entre ambos países aún no se resuelven, durante la Asamblea de la OEA fue poco lo que se avanzó en el tema y la canciller ecuatoriana, María Isabel Salvador, explicó ante los medios de comunicación que primero “es necesario trabajar en el proceso de la recuperación de confianza perdida por parte del Ecuador en Colombia antes de restablecer relaciones”.

Dejar los computadores

Al sugerirle el tema de los computadores portátiles hallados en ese campamento, cuya información al parecer compromete al gobierno del presidente Hugo Chávez con la guerrilla colombiana, Maduro se muestra sorprendido por la facilidad con la que las autoridades colombianas sacan información para involucrar a su país.

“No puede ser que un computador, todos los días, emita un correo distinto que es titular de prensa y cada vez crea más problemas entre nuestros países”, dice el canciller venezolano. La intención de lo que él llama “intrigas” es llevar a Colombia y a Venezuela “a un gran conflicto”.

Y la realidad es que tales computadores han alterado las relaciones binacionales, al punto que en el escenario de la OEA sólo hubo expresiones de buenas intenciones entre Colombia y Venezuela, sin que se vislumbrara una solución al corto plazo.

“Nuestras relaciones pudieran ir mejor, estamos dispuestos a mejorar las relaciones acelerada y ampliamente”, reconoce Maduro, pero pone una condición: se debe ceder a la tentación de convertir el computador en el centro de la política internacional de la región y bilateral.

“No puede ser que un computador que escribe desde ultratumba, al cual le hacen correos a la carta, sea el centro de la relación entre los dos país”, ironiza el Canciller, sin dejar de reconocer que se puede hacer más para que, en algún momento, “podamos restablecer los niveles de confianza y de trabajo conjunto. Creo que es posible”.

Agencia de Prensa IPC
Medellín, Colombia
www.ipc.org.co
https://www.alainet.org/es/articulo/127928
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