El genocidio de 140 millones de esclavos africanos en la época colonial

El esclavismo subsiste en el Siglo XXI

11/06/2008
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Desde comienzos del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX tiene lugar el más absoluto de los silencios, el genocidio de 140 millones de esclavos africanos. Uno de los más crueles de toda la historia humana, donde hombres, mujeres y niños fueron raptados de sus aldeas, encadenados y trasladados en barcos negreros rumbo América. En sólo un instante esas vidas vieron cambiar su valor y se convirtieron en mercancía objeto de compraventa.

A partir del 12 de octubre de 1492, se produjo la conquista del territorio americano y la mano de obra indígena fue sometida, para el duro trabajo en los campos y en las minas. Los indígenas fueron destruidos por pestes y por el duro trabajo sin descanso.

Al comenzar a escasear esta mano de obra, prácticamente gratuita hubo que recurrir a su reemplazo por otros, igualmente sin costo remunerable y así se llegó a importar esclavos africanos. Esto fue bien visto por los colonizadores, incluso aquellos que se decían humanistas, como los evangelizadores, entre ellos, Fray Bartolomé de las Casas, que pugnó por el buen trato a los indígenas, vio con la llegada de los negros esclavos, un alivio para los pobladores locales.

En el año 1518 llegaron los primeros cuatro mil negros esclavos que venían del sur del desierto de Sahara, estos fueron llevados a los primeros asentamientos de esclavos en la zona del Caribe y al Brasil.

Los negros esclavos, eran comprados con productos, tales como tabaco, ron y armas, para luego ser trasladados en condiciones infrahumanas hacia América, encadenados y hambrientos, muriendo aproximadamente la mitad de ellos en la travesía. Las riquezas mineras de América y sus materias primas, explotadas por los mismos esclavos, servían de pago a los comerciantes de esclavos (negreros). Esto se llamó comercio triangular (Entre América, Europa y África).

Entre los siglos XV y XVII, los mayores exportadores de esclavos fueron los portugueses, que los traían desde el Congo, lugar próspero al que habían llegado en 1483. A partir del siglo XVII los ingleses, franceses y holandeses ocuparon el primer lugar en el comercio esclavista.

En el siglo XVIII luego de la Guerra de Sucesión Española se establecieron empresas inglesas, holandesas y francesas, dedicadas al tráfico de esclavos. La Compañía Francesa de Guinea y la Inglesa British South Sea Company lograron monopolizar el tráfico. La Compañía inglesa tuvo su centro de distribución en la isla de Jamaica, las francesas en Haití y las holandesas en las Antillas, quedando el Caribe como eje central del comercio esclavista.  

El esclavismo subsiste en el Siglo XXI en varios países de América

Ejemplo de esta realidad es, entre otros países Estados Unidos en el que cada año más de 20 mil personas son víctimas
del esclavismo. Se trata, sobre todo, de personas que son traídas con falsas promesas y que terminan como prostitutas o en trabajos forzados.

Según la ONU, doscientos cincuenta millones de personas viven en situación de esclavitud. De ellas, ciento cincuenta millones son niños. Las víctimas son las mismas que hace siglos, personas que viven en situación de esclavitud; servidumbre por deudas, explotación sexual, salarios ínfimos, reclutamiento forzoso, niños trabajadores o soldados, matrimonios forzados. El objetivo que se persigue no ha variado: sigue siendo el poder y el dinero.
 
En Bolivia grandes hacendados de los departamentos de Chuquisaca, Tarija y Santa Cruz, tienen desde hace varias décadas, cientos de familias enteras guaraníes, viviendo bajo un sistema de servidumbre y esclavitud basado en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo familiar, trabajan desde las 6 de la mañana a 9 de la noche, sin derechos, sin tierras, sin recibir un pago justo. Los pagos en su mayoría se hacen en especie y no en dinero, con cuentas que se transmiten de generación en generación. Las condiciones precarias de trabajo y por consiguiente de vida de familias guaraníes sometidas a una situación laboral signada históricamente por el abuso y por la marca de la servidumbre y el patronazgo, que las ha hecho cautivas en su propia tierra, son prácticas aún vivas en el Chaco boliviano, como si el tiempo, y la modernidad, nunca hubieran pasado por esas tierras.

Y con ellos ancianos y niños que trabajan, sin pago alguno y sin acceso a los derechos básicos como la educación, la sanidad, la libertad de movimiento y a la propiedad de la tierra. La esclavitud en el Chaco también se extiende a los niños. Las niñas comienzan como domésticas en las haciendas y luego se quedan como cocineras, mientras que los varones inician como mozos de mano, es decir, realizan mandados menores para los hacendados y luego, de grandes, trabajan la tierra. En la mayoría de los casos, no reciben pagos por sus trabajos, la escuela está prohibida para estos niños, así como salir de las haciendas.

Balderas es un líder indígena guaraní  que hasta su adolescencia trabajó como peón en una de estas haciendas bajo un régimen de explotación laboral. Pero tuvo la suerte de poder estudiar y conseguir a través de la educación esa libertad que cientos de familias de su pueblo aún anhelan.

La situación de los guaraníes en el sur de Bolivia es vista con preocupación por organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Organización de Estados Americanos (OEA) y Organizaciones No Gubernamentales (ONG).

Fortunato Silva y Victoria Méndez, padres de ocho hijos, por su parte reciben por sus faenas uno o dos kilos de arroz en la hacienda de Crispín Pérez, también ubicada en Huacareta, y que si piden arroz adelantado, es descontado al final del mes, la Sra. Victoria que realiza labores domésticas dijo: "nunca me han pagado, ni un centavo", asombrosamente se reproduce una situación que se creía desaparecida, y hay reportes de trabajadores que reciben latigazos si no cumplen con su tarea. Si bien esto no es generalizado, existen casos y documentos con vídeos que sí ocurren y corroboran esta infamación.

Algunos "cautivos", incluso, duermen en galpones y no pueden salir de la hacienda. "Los patrones prohíben que las familias que viven en sus haciendas se comuniquen con organismos y les coartan la educación o las condiciones sanitarias mínimas", denunció Justo Molina, presidente del Consejo de Capitanes de Chuquisaca, quien denunció la "violación de los derechos humanos" que viven numerosas personas de su comunidad y explicó que el 90 por ciento de esta población es analfabeta.

Los llamados "ajustes" son el resultado de la suma en la que se consignan ítems como "adelantos" o "pedidos" de víveres para comer, que por lo general arrojan cifras exuberantes para los empleados guaraníes, por lo que terminan con deudas en lugar de ganancias, las mujeres ganan la mitad que los hombres cuando les pagan, los niños y los ancianos la mayor parte de las veces no ganan nada.

El relator especial de Naciones Unidas[1] sobre los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de los Indígenas, Rodolfo Stavenhagen, que cumpliendo con una invitación oficial de Evo Morales, el primer Presidente indígena del Latinoamérica, y se reunió con varios miembros de su gabinete e hizo conocer su preocupación por el alto nivel de racismo contra los campesinos e indígenas bolivianos. Tras sostener una reunión con el presidente Evo Morales en Palacio Quemado, en La Paz, Stavenhagen señaló que en sus días de permanencia en el país ha conocido que aún algunos pueblos indígenas viven en estado de esclavitud, que las mujeres indígenas son las más discriminadas puesto que no tienen acceso a la educación como tampoco a una atención médica.

En su reunión con el Primer Mandatario, el relator de la ONU dijo que Evo Morales le expresó su compromiso para defender los derechos de todos los pueblos. Stavenhagen felicitó al Jefe de Estado por haber promulgado como Ley de la República la declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas que fue aprobada por 143 votos el 13 de septiembre 2007 en la ONU. "Esto es algo importante y lo felicitamos (al presidente) porque es el único país que ha ratificado la declaración y la ha incorporado a su legislación interna", agregó.

La esclavitud que vivimos en nuestro tiempo, no es un fenómeno individual, como señala Manos Unidas en su informe[2] "La esclavitud hoy, un problema de nuestros días", sino que tiene un carácter social y colectivo. "La esclavitud actual sigue siendo un fenómeno social que afecta a determinados grupos de población, que se produce en determinados países”.

"Los derechos humanos han sido relegados,
como lo explica la periodista de la Agencia de Información Solidaria (AIS) Marta Caravantes, que según declaración de alguien con nombre y apellido, pero por seguridad en un caso concreto no se puede dar nombres, dijo: "Primero te quitan la dignidad, te hacen sentir miserable, que no vales nada. Dejas de ser persona. No tienes poder de elección sobre tu propia vida. Pasas a ser una mercancía que pertenece a un amo. Te sitúas en una especie de limbo jurídico donde no existen los derechos más elementales. Puedes ser comprado y vendido. Eres una especie de marioneta cuyos hilos son movidos por unos individuos que deciden por ti el resto de tu vida..."

Las empresas multinacionales que se implantan en los países pobres para lograr un abaratamiento de los costos de producción. La oferta que los gobiernos del Sur plantean a las multinacionales se basa en la posibilidad de explotar mejor a sus ciudadanos, de pagarles los salarios más bajos, con contratos más precarios y condiciones laborales indignas. Ese es el eslogan de quienes se preocupan más por atraer inversiones y lucir cifras macroeconómicas que por mejorar el nivel de vida de la población.

El gobierno mexicano por ejemplo, está conforme de que el comercio con EEUU se haya duplicado desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio. El reclamo para atraer la inversión extranjera es por supuesto la mano de obra barata. Así, el país cuenta por un lado con una importante entrada de capital extranjero y por otro, tiene a un pueblo cada vez más empobrecido que ha perdido más del 34% del poder adquisitivo y cuenta en estos momentos con un salario mínimo de los más bajos del mundo semiindustrializado. "Cuando algunos líderes manifiestan su intención de incorporarse al primer mundo, parece que se refieren sólo a la minoría de multimillonarios que aprovechan los privilegios ofrecidos por el libre comercio. Mientras los mercados se abren, los trabajadores más pobres son las víctimas propicias para el sacrificio", añade Caravantes.

"Cuanto mayor es la 'libertad' de los mercados, mayor es la esclavitud de los pueblos y la pobreza de las naciones. Cuanto mayor es la 'libertad' financiera, mayor es el provecho de ladrones y menor el bienestar de los trabajadores. Cuanto mayor es la 'libertad' del dinero, mayor es la humillación de los pobres y menor la probabilidad de ser respetados como personas", explica Luís Ferreira, miembro de ATACC, en La Opinión Pública.

A medida que la crisis económica se hace más tangente, las cifras de la explotación infantil aumentan. Según UNICEF[3] en su informe anual, en la actualidad existen unos doscientos millones de niños trabajadores entre cinco y diecisiete años. Trabajan en las calles venta ambulante, guías turísticos, repartidores, limpiabotas; en lugares peligrosos e insalubres hornos, minas, picando piedra, en el campo o pesca, son vendidos como esclavos por sus padres por cantidades irrisorias a usureros para trabajar en la fabricación de alfombras, ladrillos, obras públicas, etc.; niñas son entregadas al servicio doméstico en jornadas de quince horas a cambio de cama y comida. Y además, en muchas ocasiones esto lleva asociado el abuso sexual del menor, cuando no son vendidos a redes de prostitución que operan por todo el mundo.

Según un informe[4] de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), 153 millones de niños que trabajan, se encuentran en Asia. 80 millones en África y 17,5 millones en América Latina. "Una de las razones es que los niños trabajadores no suelen ser fácilmente visibles. Es un ejemplo de “ojos que no ven, corazón que no siente”. En la mayoría de los casos, mientras estos niños trabajan sus padres están desempleados. Son mano de obra barata, no dan problemas, son fáciles de adoctrinar y tienen miedo. Y una de las razones por las que muchos acaban siendo reclutados a la fuerza para participar de forma activa en conflictos armados. Un gran número pierde la vida o es torturado, golpeado, interrogado o hecho prisionero de guerra. Según Amnistía Internacional, al menos 300.000 niños y niñas combaten en algún conflicto bélico. Estos millones de niños han sido privados de su derecho sagrado a una vida digna, a una formación y una cultura.

La humanidad se encuentra en un punto sin retorno, como nunca antes había estado. La mayor parte de la riqueza del planeta se encuentra en manos de un reducido grupo de personas que con sus decisiones e intereses han puesto en marcha un sistema político y económico donde el hombre es un número más con el que comerciar. Lo mismo ha ocurrido con la biodiversidad, los ecosistemas, el aire, los árboles, la tierra, hasta el agua, elementos que han acompañado al hombre desde sus orígenes, y ahora todo esto forma parte de intereses privados.

Fuente: Barómetro Internacional (Venezuela)



[1] Fuente de Información: Agencia Boliviana de Información

[2] "Manos Unidas en su informe "La esclavitud hoy, un problema de nuestros días".

[3] UNICEF, en su informe anual 2007, ",El trabajo infantil: Lo intolerable en el punto de mira", de la Oficina Internacional del Trabajo.

[4] Declaración "En Defensa de la Humanidad", firmada por intelectuales de todo el mundo reunidos en la ciudad de México en octubre del pasado año (Diario La Jornada, México D.F. Domingo, 26-10-07).

https://www.alainet.org/es/articulo/128091?language=en
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