Una ministra que toma las riendas
04/08/2008
- Opinión
Que se ofenda verbalmente ridiculizando en los medios a un representante de gobierno sea del partido que sea, nos agravia a todos como uruguayos. Eso es así, pues se afrenta la investidura independientemente de la bandera política que se ostente. Ello supone herir el sentimiento común de respeto por aquellos que fueron elegidos democráticamente por un sector de la población para encargarse de una tarea estatal y queramos o no, simboliza la integralidad de un país.
Si hay menoscabo de uno de ellos hay menoscabo nacional. Concretamente hablo del diario El País y sus dichos con segunda intención sobre la ministra del Interior Daysi Tourné cuando pasó revista a los guardias policiales coraceros montada a caballo, alusiones que no quiero repetir, pero que cualquier adulto imagina surgidas en una reunión de baja estofa y no en un periódico que dice ser nacionalista. Las pretendidas chanzas discriminadoras que mal encubren graves ataques a la intimidad y al pudor o decoro ajenos, en el caso rozarían si voluntad de parte hubiera, la figura delictiva de difamación e injurias prevista por la vigente ley de prensa, agravado el hecho por tratarse de una afrenta al honor de la persona de un jerarca.
Como ser humano reacciono con indignación ante la agresión motivada en el sexo que implica la cobardía del menosprecio por razones biológicas, teoría base del nazismo y de los peores genocidios de la historia.
Si una ministra anda a caballo o toca el tambor, no debe justificar su actitud ni es menos ministra por eso. Si la quieren juzgar por la calidad de su gestión ministerial tal crítica es válida dentro de los límites de la democracia plural.
La broma soez, el uso y abuso de la procacidad para denigrar a una persona en razón de su condición femenina en un medio de prensa, no es un estilo periodístico, sino una forma por antonomasia de violencia contra la mujer.
Eso habla de carencias en el aspecto humano como falta de sensibilidad y en la entrega profesional donde se ven resentidos parámetros éticos que nos identifican, de los cuales nos preciamos internacionalmente. Se insulta por el placer de insultar pues tales datos no agregan nada en absoluto a la información que se debe brindar, más bien quitan credibilidad, corrompen la profesión y ofenden la honra pública, subestimando a su vez al auditorio al que va dirigida la noticia, adosada gratuitamente con la chabacanería de la injuria sexista y misógina en este caso, extraña a las costumbres vernáculas y decididamente ordinaria.
Es impensable además que dichos agresores verbales de mujeres, no tengan madre, hermanas, pareja mujer o hijas a las que no gustaría ver sometidas a tales bajezas. Pruebas a la vista, el tener pene no garantiza la existencia o calidad del cerebro y donde debería primar la preocupación por la veracidad y excelencia del mensaje que se brinda a los destinatarios, campea la viveza criolla festejada por mentes escatológicas.
Tales burlas descalifican a quienes las profieren y no precisamente a aquellas -casi siempre damas- que son objeto de los supuestos chistes malintencionados. Conclusión: broma de pésimo gusto que deshonra a la ciudadanía más que a los particulares y nos degrada culturalmente como sociedad. Insto a no perder la noción de civilidad y moral colectiva, aceptemos o no la gestión e incluso la visión política de los diferentes gobernantes.
La ruindad máxima está en que se pretenda denostarle de esa forma porque es mujer. No se permitirían la obscena alegoría sobre el caballo si fuera un hombre el cuestionado.
Un ataque vulgar y machista. Sencillamente una vileza.
Si hay menoscabo de uno de ellos hay menoscabo nacional. Concretamente hablo del diario El País y sus dichos con segunda intención sobre la ministra del Interior Daysi Tourné cuando pasó revista a los guardias policiales coraceros montada a caballo, alusiones que no quiero repetir, pero que cualquier adulto imagina surgidas en una reunión de baja estofa y no en un periódico que dice ser nacionalista. Las pretendidas chanzas discriminadoras que mal encubren graves ataques a la intimidad y al pudor o decoro ajenos, en el caso rozarían si voluntad de parte hubiera, la figura delictiva de difamación e injurias prevista por la vigente ley de prensa, agravado el hecho por tratarse de una afrenta al honor de la persona de un jerarca.
Como ser humano reacciono con indignación ante la agresión motivada en el sexo que implica la cobardía del menosprecio por razones biológicas, teoría base del nazismo y de los peores genocidios de la historia.
Si una ministra anda a caballo o toca el tambor, no debe justificar su actitud ni es menos ministra por eso. Si la quieren juzgar por la calidad de su gestión ministerial tal crítica es válida dentro de los límites de la democracia plural.
La broma soez, el uso y abuso de la procacidad para denigrar a una persona en razón de su condición femenina en un medio de prensa, no es un estilo periodístico, sino una forma por antonomasia de violencia contra la mujer.
Eso habla de carencias en el aspecto humano como falta de sensibilidad y en la entrega profesional donde se ven resentidos parámetros éticos que nos identifican, de los cuales nos preciamos internacionalmente. Se insulta por el placer de insultar pues tales datos no agregan nada en absoluto a la información que se debe brindar, más bien quitan credibilidad, corrompen la profesión y ofenden la honra pública, subestimando a su vez al auditorio al que va dirigida la noticia, adosada gratuitamente con la chabacanería de la injuria sexista y misógina en este caso, extraña a las costumbres vernáculas y decididamente ordinaria.
Es impensable además que dichos agresores verbales de mujeres, no tengan madre, hermanas, pareja mujer o hijas a las que no gustaría ver sometidas a tales bajezas. Pruebas a la vista, el tener pene no garantiza la existencia o calidad del cerebro y donde debería primar la preocupación por la veracidad y excelencia del mensaje que se brinda a los destinatarios, campea la viveza criolla festejada por mentes escatológicas.
Tales burlas descalifican a quienes las profieren y no precisamente a aquellas -casi siempre damas- que son objeto de los supuestos chistes malintencionados. Conclusión: broma de pésimo gusto que deshonra a la ciudadanía más que a los particulares y nos degrada culturalmente como sociedad. Insto a no perder la noción de civilidad y moral colectiva, aceptemos o no la gestión e incluso la visión política de los diferentes gobernantes.
La ruindad máxima está en que se pretenda denostarle de esa forma porque es mujer. No se permitirían la obscena alegoría sobre el caballo si fuera un hombre el cuestionado.
Un ataque vulgar y machista. Sencillamente una vileza.
https://www.alainet.org/es/articulo/129034
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