Un cardenal, amigo de la inteligencia
- Opinión
El día 18 de julio de este año, visité en São Paulo a mi antiguo maestro, el cardenal Paulo Evaristo Arns. Encontré a un sabio bíblico, cargado de días, pero lleno de vida y de lucidez intelectual. Sobre la mesa había varios libros abiertos, sus amigos predilectos: los textos de san Jerónimo, de san Juan Crisóstomo, de
Tres pasiones marcan la vida del más importante de nuestros cardenales en el siglo XX: la pasión incandescente por Dios, la pasión por los pobres en la perspectiva de su liberación, y la pasión por la inteligencia. Para Don Paulo, Dios no es un concepto teológico sino una experiencia de intimidad y de fascinación. Él puede hablar de derechos humanos y denunciar su violación sistemática, y de justicia social. Y lo hace bien. Pero dejémosle hablar de Dios para darnos cuenta de que sus palabras ganan dulzura y profundidad, corroborando lo que decía Pascal: «quien siente a Dios es el corazón, no la razón».
Su otra pasión son los pobres, gran tradición de san Francisco, pues Don Paulo sigue siendo fraile franciscano. Como joven estudiante de teología trabajé con él durante dos años, los viernes, los sábados por la tarde y los domingos, en el barrio Itamarati de Petrópolis y en las barriadas vecinas donde vivían los pobres. Hablaba con ellos con cariño; fundó escuelas y animaba la cultura local. Cuando fue cardenal arzobispo de São Paulo llamó a Paulo Freire para orientar pedagógicamente la pastoral de las periferias. Pero sobre todo defendió a los que el régimen militar consideraba subversivos, con frecuencia torturados y hasta asesinados. Arriesgó la vida para defenderlos. El papa Pablo VI sabiendo de su compromiso por los derechos humanos lo hizo inmediatamente cardenal de São Paulo. La sociedad brasilera le debe la contribución inestimable de su libro Brasil nunca mais, relato de las torturas a partir de las fuentes oficiales de los tribunales militares. Colaboró así a desmantelar el régimen militar y acelerar el retorno de la democracia.
Su tercera pasión es la inteligencia. Se graduó en
Cuando me embarqué el 16 de julio de 1965 para estudiar en Alemania me puso en la mano una nota que guardo todavía hoy: «Quiero que sepas esto: queremos darte lo mejor porque Brasil y
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