Calvo y las violaciones de los derechos laborales

20/10/2008
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  • Opinión
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A seis años del inicio de funciones de CALVO en El Salvador, las violaciones a los derechos laborales de su personal y al medio ambiente salvadoreño se hacen más evidentes. Una trayectoria de despidos indiscriminados, que afecta a personas sin recursos, que no saben leer, y que veían en su trabajo la esperanza para salir adelante en la dura realidad salvadoreña. Para el año 2004, Calvo El Salvador despidió cerca de 300 trabajadoras por realizar un paro espontáneo en protesta por las abusivas condiciones de trabajo (jornadas extenuantes y no cumplimiento de los descansos semanales en la descarga de los barcos atuneros) y la falta de elementales medidas de seguridad: fugas en el sistema de refrigeración habían provocado que varias trabajadoras cayeran desmayadas, así como una serie de graves accidentes de trabajo meses atrás. Además, las trabajadoras denunciaban que eran tratadas por los jefes y encargados con insultos y palabras soeces.

 Es de mencionar que se dio un largo debate sobre los derechos laborales y los acuerdos de la OIT. En este sentido, la Unión Europea -ante la negativa del gobierno salvadoreño de aprobar el acuerdo de la OIT- decidió dar plazo hasta el 31 de diciembre de 2006 para que El Salvador los aprobara, de lo contrario El Salvador quedaría fuera del Sistema General de Preferencias Plus (SGPP). A esto se sumó la presión de CALVO de cambiar su planta salvadoreña a Nicaragua, pues estaban interesados en ingresar al mercado de la UE sin aranceles y la negativa del país a firmar los acuerdos -que representaban un requisito para que los productos de CALVO entraran a Europa- se oponía a ello. Finalmente, El Salvador firma dichos acuerdos.
 
Sin embargo, el surgimiento de sindicatos en la empresa (que era uno de los puntos de los Acuerdos de la OIT) no significa que se estén respetando los derechos de los trabajadores y trabajadoras, como explicaré con un caso concreto. Tal parece que Calvo discrimina, mientras en Europa se preocupan por sus consumidores y consumidoras y respetan en cierta medida los derechos de estas personas a un medio ambiente limpio y sus derechos laborales, en El Salvador en cambio las personas son desechables, y se pueden vulnerar sus derechos porque no son parte de su mercado: en palabras de la CEAL, “mientras en Europa hacen buena letra, a El Salvador lo usan como basurero”.
 
A continuación les presento un caso de una mujer que fue despedida sin justificación por responsables de la empresa CALVO y que actualmente se encuentra en la calle. Sin su fuente de ingreso ahora debe buscar alguna manera para mantener a su familia. Camina diariamente lejos de su casa con unas bolsas de crema para vender, solo habiendo desayunado. El día que la entrevistamos, la encontramos a las 3 de la tarde sin haber almorzado, una triste realidad para una mujer de 50 años que fue despedida sin justificación alguna.
 
La empresa y las personas responsables de personal se aprovecharon de que es una mujer sencilla, con necesidades y que no sabe leer muy bien, como la mayoría de mujeres del área rural de El Salvador, mujeres que son trabajadoras de la empresa y a quienes obligan a trabajar sin saber cuales son sus derechos laborales y las razones de los despidos que se realizan.
 
Casos como éste se repiten diariamente en El Salvador. La gran problemática es que no se puede interponer una apelación ante el Ministerio de Trabajo ni ante entidades responsables, porque como Gilberto G., miembro de CEAL, nos comentaba: “en estos casos lo que te dicen es que, como te dan el tiempo (el dinero que según ley te corresponde cuando te despiden) según lo que ellos te calculan, entonces la acción legal se extingue en el momento, porque si no les firmas el finiquito no te dan el cheque, y en el finiquito vos liberas a la empresa de cualquier responsabilidad. Ellos se respaldan en eso. Y luego te dan cualquier razón del despido. Si les levantas un juicio te dan el finiquito firmado y ahí muere todo”. Es decir, la empresa cuida sus espaldas haciendo firmar a la gente documentos que la gente no sabe qué son: firman sin saber que están firmando su carta de despido.
 
Además, sindicalistas y organizaciones que trabajan el tema nos comentaban que la persona responsable de personal de la planta de CALVO, que despidió a esta mujer, se caracteriza por no decirle a la gente que la está despidiendo. Nos contaban el caso de otra mujer que fue despedida con la misma artimaña, con engaños le dijeron que firmara, que era su nuevo contrato. Y cuando ésta firma, le dijo que eso era su despido, pues lo que había firmado era el finiquito...
 
- ¿Qué razones le dieron para despedirla?
 
Me dijeron que firmara, y cuando firmé me dijeron que ya estaba despedida, solo porque reclamé. Dije que había dos personas en el área, que me ponían demasiado trabajo, y cuando yo reclamé me dijeron que firmara. “Vaya, usted ya está despedida”, me dijo, “usted ya no tiene trabajo aquí”. Y entonces yo le supliqué al señor que me diera una oportunidad porque soy una mujer sola y necesito el trabajo; “ya estás despedida”, me dijo.
 
- ¿Cuánto tiempo tenía de trabajar en CALVO?
 Tenía 19 meses de estar trabajando ya. Estaba en ordenanza, limpieza.
 
- ¿Con qué sindicato está afiliada?
 
Lo que hacen ellos es hacerlo que firme uno obligado, para que uno esté con ellos ahí, quitarle el gafete y ya con eso dicen que uno ya esta afiliado con ellos ya. Sí oía decir que en ese sindicato le prohíben a una que platique con otra persona. Escuché decir que a una muchacha, porque se había afiliado al otro sindicato, la echaron también. Ahí uno oye decir que se ha afiliado a otro sindicato y ya le están diciendo que se vaya, le están dando la salida pues.
 
- ¿Y qué esta haciendo ahora?
 
Ando vendiendo crema, ya no tengo “pisto” para vender, de ahí voy sacando para la comida. Me despidieron el 13 de mayo. Ni siquiera he almorzado. Yo tengo familia que mantener. Tengo 3 hijos y solo yo nomás. Mi hijo, que está estudiando, me dice: “mami, ya no comemos como comíamos antes, ¿verdad?”. Me duele cuando me dice así. Sí hijo, le digo yo, estudia hijo, estudia. “Ay, pero yo quizá me voy a salir de la escuela, no sé qué voy a hacer con esta vida”, me dice el niño. Está tan chiquito él y ya va pensando “porque fíjese usted no alcanza pues, yo me voy a ir a trabajar”. No, no quiero que vos vayas a trabajar, soy yo la que tengo que trabajar para darte de comer a vos, le digo.
 
- ¿Y usted leyó lo que le dieron?
 
No, no me dejaron que lo leyera, o sea, yo es que me puse bien nerviosa, yo casi poco sé leer también. Entonces, yo solo agarré el papel y me dijo: “firme ahí, yo tengo que ir a una reunión y a otras diligencias”. Yo le pedí ir a leerlo a la casa despacio. “No, este papel no se da, usted firme aquí”, me dijo. Entonces yo, nerviosa, pues lo hice. Y me temblaba la mano. “Entonces quedas despedida, ya no tienes trabajo”, me dijo. Y le digo: no me saque del trabajo, soy una mujer sola y no tengo ayuda de nadie, solo mi ayudita del trabajo que tengo y dependo de familia también. “Ya estás despedida”, me dijo.
 
Este artículo ha sido publicado en el Boletín OMAL nº30.
 
Fuente: Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL). http://www.omal.info
 
https://www.alainet.org/es/articulo/130406
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