Cinco preguntas y respuestas sobre la crisis financiera mundial
20/10/2008
- Opinión
1.- ¿En qué consiste la “crisis financiera internacional”?
La crisis financiera comenzó en EE.UU en Agosto del 2007 con el abrupto colapso del mercado de la construcción. Era el fin de un boom artificial que había elevado el precio de los inmuebles más allá de toda racionalidad, una “burbuja” creada por endeudamiento barato, estimulado por banqueros, inversionistas ansiosos, empresas de evaluación de riesgos, corredores inmobiliarios, etc. Al percibir que la burbuja estaba próxima a estallar, los especuladores se deshicieron de las hipotecas y de otros documentos basadas en ellas. Los precios de estos valores se fueron al suelo.
Se sabía que los especuladores habían creado una montaña de valores de papel, relacionados también con las hipotecas, bonos de aseguradoras, derivados de diferentes clases y estos paquetes de documentos también quedaron contaminados.
Los superpoderosos “bancos de inversión” no sujetos a ninguna regulación ni control, eran los más comprometidos. Tres de los cinco más poderosos de Wall Street colapsaron. Bancos comerciales, compañías aseguradoras y otras instituciones financieras que apostaron fuerte a estos documentos riesgosos, contrayendo enormes deudas, quedaron al borde de la bancarrota.
En el Septiembre Negro del 2008, las acciones de las compañías financieras norteamericanas cayeron estrepitosamente, arrastrando consigo a cientos de otros papeles. Las Bolsas de todo el mundo cayeron en el pánico.
Las pérdidas de valores se contaron por miles de millones de dólares en cosa de días. Se produjo la crisis de liquidez, la escasez de dinero más grande de la historia norteamericana. Por su parte, importantes bancos y fondos de inversión europeos estaban también comprometidos en este enorme negocio ficticio. Varios de ellos cayeron en la bancarrota. En Gran Bretaña la gente empezó a hacer colas para retirar su dinero de los bancos. La falta de liquidez, unida al desconcierto y a la incertidumbre respecto de la verdadera magnitud del desastre que se avecinaba ha llevado a Wall Street y a las bolsas de todo el mundo a nuevas caídas.
A pesar de las bajas de interés de la Reserva Federal, la tasa de interés del mercado se ha elevado. La iliquidez se hizo tan aguda que ha reducido drásticamente el volumen de créditos a corto plazo que los bancos están dispuestos a prestar, con lo que se empieza a afectar los pagos de salarios, a proveedores y a toda la cadena productiva. Se genera así una bola de nieve que afecta a las ventas, los ingresos y el empleo.
Surgió así la idea de un gigantesco rescate por 700.000 millones de dólares, suma superior al ya cuantioso déficit presupuestario. Esta pesada carga a pagar por los contribuyentes, rescate con el que Bush pretendió detener la debacle sin tener ideas claras de cómo usarlo, tuvo tropiezos inesperados en el Congreso, con opositores en los dos partidos, debates encontrados en los medios y la indignación de la gente de la calle. Unos se oponen porque rechazan la intervención del gobierno, otros acusan a Bush de introducir el socialismo, los de más allá opinan que el capitalismo está en grave peligro si no se salva a los banqueros, muchos piden primero sanciones a los culpables.
Se reconoce unánimemente que ésta es la peor crisis financiera desde 1929. Todos admiten que afectará los fundamentos mismos del sistema y que ya está llevando a una recesión profunda o quizás larga depresión económica. El mayor golpe estará en EE.UU, en los principales países de Europa. Los efectos se sentirán en Asia, América Latina y Africa. Nadie sabe cuánto tiempo se prolongará esta situación.
2.- ¿Cuáles son sus causas?
Las causas de esta crisis radican en varias fallas estructurales que desde hace tiempo presenta el sistema financiero norteamericano, las que se difundieron y coctaron a otros países.
Una primera falla es la desregulación máxima de sus operaciones, dejando operar a la “libre” empresa, al “libre” mercado.
Se derogaron leyes vigentes por más de 60 años que le proporcionaban mayor estabilidad al sistema. Incluso se llegó a la privatización total de todos sus sectores, incluido las funciones de evaluación de los riesgos. Bajo la teoría de la “banca universal” se autorizó que los bancos comerciales, con dinero ajeno, operaran en la bolsa, en documentos y apuestas sofisticados y otros sectores altamente riesgosos.
Una segunda falla es la falta de control gubernamental sobre los bancos y otras compañías financieras. Estas se han estado permanentemente excediendo en la contratación de deudas, muy por encima de las normas de seguridad convencionales, en relación a sus capitales y reservas.
El verdadero monto de las obligaciones, la magnitud de las operaciones y las pérdidas previstas, fueron todas ocultadas al conocimiento público. La tolerancia y fomento de los “paraísos fiscales”, ha facilitado el ocultamiento.
Las deudas contraídas por los especuladores se utlizaron en la compra de valores ficticios de alto riesgo, con la complicidad o incapacidad de las agencias certificadoras o clasificadoras de riesgo.
Una tercera falla proviene de las políticas monetarias de la Reserva Federal (Banca Central de EE.UU) las cuales, inspiradas en las teorías de Friedman, han fomentado durante largos años la expansión del dinero a disposición de los banqueros, a tasas de interés casi gratuitas.
La extensión desorbitada del crédito y el endeudamiento consiguiente ha sido un expediente artificial para apuntalar el continuo déficit de la demanda de consumo de la población. Pero también ha servido para financiar, aún en mayor medida, la expansión desmesurada de los mercados financieros no sólo dentro de EE.UU sino también a nivel mundial, mediante las políticas neoliberales de globalización.
Con este estímulo, los especuladores gozan de enormes recursos para colocarlos sin límites en el negocio de hacer subir o hacer bajar los precios de diferentes “productos financieros”. (acciones, bonos, monedas, valores asociados a materias primas, índices bursátiles, precios futuros, derivados, opciones, etc)
El mercado financiero globalizado, hace tiempo, se convirtió en un casino donde se aceptan apuestas a favor o en contra de todo aquello cuyo precio muestra posibilidades de inestabilidad y, por tanto, de elevadas ganancias en el más corto plazo. Este modelo de expansión monetaria virtual se ha justificado por los economistas neoliberales, como una salida para contrarrestar las tendencias periódicas depresivas consustanciales al sistema capitalista.
No pudo evitar las crisis financieras de las últimas décadas, pero las recesiones fueron relativamente cortas, salvo en Japón donde se prolongó por diez años. Pero, al igual que las drogas, aplicado cada vez a mayor escala, el remedio neoliberal tenía que resultar agravando la enfermedad incurable del capitalismo, cual es la contradicción entre la reducida capacidad de consumo de la gran mayoría frente a la creciente capacidad de producción mundial, la contradicción entre la pobreza y estrechez de los más, frente a la extrema riqueza de una minoría.
3.- ¿Cuáles son las consecuencias económicas y sociales que traerá?
Las consecuencias de la crisis financiera son numerosas y aún no se pueden dimensionar por completo, pues ella continúa profundizándose y extendiéndose geográficamente. El crecimiento económico mundial se tornará más lento, disminuirá el comercio interno e internacional, se reducirán actividades, se postergarán proyectos de inversión, vendrán más bancarrotas, disminuirán las ventas y el consumo, aumentará el desempleo, las reducciones de salarios y otros beneficios sociales.
La recesión (o depresión si aquella se prolonga) afectará en mayor o menor grado a todos los países y continentes. Si bien las recesiones frenan las tendencias inflacionistas, éstas pueden convivir con aquéllas.
La actual crisis financiera llega cuando se hace evidente el agotamiento próximo del petróleo, del agua, de los bosques naturales y de otras materias primas, cuando se siente la escasez de alimentos ya experimentamos las consecuencias del calentamiento global, etc.
Esta crisis también tiene lugar en medio de problemas económicos estructurales de EE.UU cuya solución no admite más postergaciones, como son el grave déficit fiscal, el abultado endeudamiento externo e interno, público y privado, el desequilibrio de su comercio exterior, el costoso aparato militar y sus guerras de conquista, la debilidad y volatibilidad del dólar.
Desde luego, está planteada una profunda reestructuración del sistema financiero, tanto a nivel de los estados como en el mercado mundial. Nuevas regulaciones, controles fiscales, intervención directa gubernamental en la propiedad de instituciones financieras, ya se iniciaron.
La intención de los actuales gobernantes no es “socializar” o estatizar el sistema, sino devolverlo al control de los grupos financieros, cuando la crisis haya pasado. Pero, ha quedado demostrada la incapacidad de los mercados y sus agentes para autoregularse. El papel del estado tendrá que acrecentarse.
La globalización neoliberal tendrá que ser transformada, el poderío norteamericano está cuestionado. Se abre paso la idea de una mayor coordinación internacional por parte de los gobiernos, con la participación de los países en desarrollo. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial tendrán que ser reorganizados.
La furia popular contra Wall Street y contra los políticos a su servicio se manifestó en el Congreso y en las calles. Las gigantescas ganancias, los desahucios millonarios de los ejecutivos, banqueros y especuladores, la codicia sin límites, los fraudes y la irresponsabilidad que mostraron, quedaron al desnudo. Así también que el rescate gubernamental, sólo es para ellos y sus negocios, pero los pobres, los asalariados y la clase media tendrán que pagar los costos con mayores impuestos, mientras se extiende el desempleo y los recortes de salarios.
Cualquiera sea el resultado de las elecciones en EE.UU, la agitación y los conflictos sociales van a intensificarse y van a afectar la estabilidad política del país. Otro tanto se vislumbra en varios países europeos. Finalmente esta crisis tiene por consecuencia el fracaso final de las doctrinas y las políticas neoliberales. Se abrirán paso nuevos paradigmas.
4.- ¿Cómo afectará a Chile y en especial a las clases populares?
A Chile, la crisis financiera externa ya nos comenzó a afectar. Los hechos demostraron que no estábamos “blindados” como sostuvo el Ministro de Hacienda.
Desde luego, millones de obreros y empleados obligados a entregar sus ahorros y comisiones a las AFP, han experimentado fuertes pérdidas por la caída estrepitosa de las bolsas mundiales, en cuyas acciones estaban colocados buena parte de sus fondos.
En lo que va del año las rentabilidades se han tornado negativas. Una cuarta parte del valor de las inversiones financieras se ha evaporado. Las pensiones que esperaban obtener los miles de trabajadores que se jubilan en este período serán fuertemente deterioradas, sin ninguna compensación, mientras las AFP siguen con altos lucros y extienden sus comisiones al ahorro voluntario.
Los más jóvenes están en total incertidumbre, nadie puede asegurarles cuándo esos valores se recuperarán. No saben si futuras crisis financieras no los golpeará a ellos cuando les corresponda jubilar.
En segundo lugar, ya se ha producido el fin del auge del precio del cobre y de otras materias primas que se mantuvo en los últimos cuatro años. Esto reducirá los ingresos fiscales del próximo y de los años siguientes.
La balanza comercial mostró déficit por primera vez en 6 años. Es muy probable que el superávit de la balanza de pagos se transforme en déficit de la cuenta corriente, lo cual disminuirá las reservas del Banco Central y su capacidad de maniobra. De país acreedor neto por algunos años, volvemos a convertirnos en país deudor.
La demanda frenética de dólares en los mercados externos ha significado cortes de líneas de crédito para los exportadores e importadores chilenos. Esto ha elevado abruptamente el precio del dólar en el mercado nacional, alza que de continuar impulsará la inflación de los próximos meses. Pero, además el aumento extraordinario del dólar puede desatar fenómenos altamente explosivos como la fuga de capitales y acentuar las tendencias a la desaceleración que ya han sido reconocidas por las autoridades económicas.
Hay numerosas señales de desaceleración del ritmo de crecimiento. Entre ellas menores ventas de departamentos, casas, automóviles, artículos de consumo prescindibles. Ha habido quiebras de empresas financieras (La 6ª corredora más grande de la Bolsa, ALFA), cierre de fábricas (varios grandes aserraderos, Bellavista Tomé) y de plantas como la automotora General Motors en Arica, etc.
Aumentó la tasa de interés de los créditos hipotecarios, de las tarjetas de crédito y de los créditos de corto plazo. Si los sueldos siguen disminuyendo su poder adquisitivo por el alza del costo de la vida, sin la compensación adecuada, mucha gente no podrá pagar sus elevadas deudas o bien deberán reducir sus consumos esenciales.
La tasa de desempleo no bajó en el verano pasado como solía ocurrir y se mantiene alta. El 8,2% de Agosto podría elevarse rápidamente y llegar a los dos dígitos, si no se lo enfrenta con un plan consiste y amplio.
5.- ¿Qué deben hacer los trabajadores y el pueblo para superar las dificultades que se avecinan?
La crisis económica en marcha, plantea como cuestión principal quién o quienes van a pagar los costos inevitables que entraña su superación. No se puede repetir la experiencia de la crisis de la Deuda Externa durante la dictadura que fue resuelta a costa de la población trabajadora, jubilados, pequeños y medianos agricultores e industriales. La cesantía alcanzó niveles históricos, durante varios años.
La pobreza y la indigencia llegaron hasta el fin de la dictadura a afectar a cerca de la mitad de la población. En cambio la extrema riqueza aumentó como nunca antes.
Valiosos activos y empresas públicas fueron entregados a precio vil a nuevos grupos económicos, adictos a Pinochet. Unos banqueros y grandes capitalistas fueron reemplazados por otros a los cuales el Fisco, con cargo a los impuestos a la población, les otorgó grandes facilidades tributarias y de pago. A los banqueros se les otorgó cuarenta años para pagar.
Por lo tanto se requiere un nuevo enfoque para salir de la crisis e imprimir un crecimiento estable y equitativo a nuestra economía. Cinco grupos de medidas inmediatas pueden implementarse.
En primer término, declararse en estado de alerta y utilizar todas las facultades legales y otras nuevas para impedir la fuga de capitales. Llegar a un mayor control de las importaciones y de las salidas de divisas si el dólar sigue subiendo; intervenir el mercado cambiario, para evitar que operaciones sin control sirvan para la fuga. Sería un crimen farrearse las reservas del Banco Central, de la Tesorería o el Fondo de Estabilización para frenar una estampida, alimentándola con más dólares de libre disposición.
Hay que impedir que las sucursales de las compañías transnacionales en Chile transfieran a sus centrales, recursos nacionales. Aumentar los controles sobre los movimientos bancarios, levantar el secreto bancario en esta emergencia.
Prohibir a los bancos que mediante sus firmas dependientes se involucren en operaciones bursátiles. Poner fin a los bancos de inversión, tal como ya tuvo que hacerse en EE.UU. El crédito bancario debe concentrarse en la producción y no en la especulación financiera. Suspender el proyecto de ley del MK3 y revisar los MK2 y MK1.
Luego, los sindicatos y asociaciones sociales deben reforzar su unidad, organización y capacidad de movilización para luchar porque se mantenga su poder adquisitivo, obtener una justa participación en los ingresos de las empresas y a la vez asegurar la estabilidad de la fuente laboral.
Ahora son más necesarias las reformas laborales propuestas por la CUT.
En todas las crisis anteriores, los asalariados han sido los primeros en ser sacrificados y obligados a hacer concesiones a sus patrones, pero cuando éstos se recuperan, se olvidan de las promesas que hicieron.
En tercer término, fortalecer y no reducir el Presupuesto 2009 con mayores recursos para inversiones en salud, educación, viviendas, nuevas fuentes alternativas de energía, proyectos de inversión en empresas estatales y mixtas que generen nuevos empleos. La derogación del 10% de los fondos del cobre de uso exclusivo y reservado de las FF.AA, tantas veces prometidos de derogar, debe hacerse efectiva urgentemente.
Es necesario prepararse para un período en que será indispensable establecer una política nacional única para defender el precio del cobre. Esto implica intervenir en la producción y comercialización de las grandes compañías mineras privadas transnacionales, para tener un solo frente, ante las tendencias negativas del mercado.
En cuarto lugar en el contexto de la crisis recesiva, la reforma tributaria no debe seguir postergándose. Es indispensable la reducción del IVA a productos de primera necesidad para reducir los precios a los consumidores modestos y elevar los tributos a la riqueza extrema, eliminando las fuentes de evasión. Un nuevo Estado democrático y participativo requiere tener más recursos y atribuciones.
Dada la experiencia sufrida por los imponentes de las AFP, se requiere, no sólo crear una AFP estatal similar a las privadas, sino entregarle facultades y prohibiciones que garanticen a quienes deseen colocar en ellas sus ahorros, que estos serán garantizados por el estado y no perdidos en aventuras financieras.
- José Cademartori es esconomista. Ex ministro del gobierno de Salvador Allende. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.
http://www.cronicadigital.cl/modules.php?name=News&file=article&sid=13773
La crisis financiera comenzó en EE.UU en Agosto del 2007 con el abrupto colapso del mercado de la construcción. Era el fin de un boom artificial que había elevado el precio de los inmuebles más allá de toda racionalidad, una “burbuja” creada por endeudamiento barato, estimulado por banqueros, inversionistas ansiosos, empresas de evaluación de riesgos, corredores inmobiliarios, etc. Al percibir que la burbuja estaba próxima a estallar, los especuladores se deshicieron de las hipotecas y de otros documentos basadas en ellas. Los precios de estos valores se fueron al suelo.
Se sabía que los especuladores habían creado una montaña de valores de papel, relacionados también con las hipotecas, bonos de aseguradoras, derivados de diferentes clases y estos paquetes de documentos también quedaron contaminados.
Los superpoderosos “bancos de inversión” no sujetos a ninguna regulación ni control, eran los más comprometidos. Tres de los cinco más poderosos de Wall Street colapsaron. Bancos comerciales, compañías aseguradoras y otras instituciones financieras que apostaron fuerte a estos documentos riesgosos, contrayendo enormes deudas, quedaron al borde de la bancarrota.
En el Septiembre Negro del 2008, las acciones de las compañías financieras norteamericanas cayeron estrepitosamente, arrastrando consigo a cientos de otros papeles. Las Bolsas de todo el mundo cayeron en el pánico.
Las pérdidas de valores se contaron por miles de millones de dólares en cosa de días. Se produjo la crisis de liquidez, la escasez de dinero más grande de la historia norteamericana. Por su parte, importantes bancos y fondos de inversión europeos estaban también comprometidos en este enorme negocio ficticio. Varios de ellos cayeron en la bancarrota. En Gran Bretaña la gente empezó a hacer colas para retirar su dinero de los bancos. La falta de liquidez, unida al desconcierto y a la incertidumbre respecto de la verdadera magnitud del desastre que se avecinaba ha llevado a Wall Street y a las bolsas de todo el mundo a nuevas caídas.
A pesar de las bajas de interés de la Reserva Federal, la tasa de interés del mercado se ha elevado. La iliquidez se hizo tan aguda que ha reducido drásticamente el volumen de créditos a corto plazo que los bancos están dispuestos a prestar, con lo que se empieza a afectar los pagos de salarios, a proveedores y a toda la cadena productiva. Se genera así una bola de nieve que afecta a las ventas, los ingresos y el empleo.
Surgió así la idea de un gigantesco rescate por 700.000 millones de dólares, suma superior al ya cuantioso déficit presupuestario. Esta pesada carga a pagar por los contribuyentes, rescate con el que Bush pretendió detener la debacle sin tener ideas claras de cómo usarlo, tuvo tropiezos inesperados en el Congreso, con opositores en los dos partidos, debates encontrados en los medios y la indignación de la gente de la calle. Unos se oponen porque rechazan la intervención del gobierno, otros acusan a Bush de introducir el socialismo, los de más allá opinan que el capitalismo está en grave peligro si no se salva a los banqueros, muchos piden primero sanciones a los culpables.
Se reconoce unánimemente que ésta es la peor crisis financiera desde 1929. Todos admiten que afectará los fundamentos mismos del sistema y que ya está llevando a una recesión profunda o quizás larga depresión económica. El mayor golpe estará en EE.UU, en los principales países de Europa. Los efectos se sentirán en Asia, América Latina y Africa. Nadie sabe cuánto tiempo se prolongará esta situación.
2.- ¿Cuáles son sus causas?
Las causas de esta crisis radican en varias fallas estructurales que desde hace tiempo presenta el sistema financiero norteamericano, las que se difundieron y coctaron a otros países.
Una primera falla es la desregulación máxima de sus operaciones, dejando operar a la “libre” empresa, al “libre” mercado.
Se derogaron leyes vigentes por más de 60 años que le proporcionaban mayor estabilidad al sistema. Incluso se llegó a la privatización total de todos sus sectores, incluido las funciones de evaluación de los riesgos. Bajo la teoría de la “banca universal” se autorizó que los bancos comerciales, con dinero ajeno, operaran en la bolsa, en documentos y apuestas sofisticados y otros sectores altamente riesgosos.
Una segunda falla es la falta de control gubernamental sobre los bancos y otras compañías financieras. Estas se han estado permanentemente excediendo en la contratación de deudas, muy por encima de las normas de seguridad convencionales, en relación a sus capitales y reservas.
El verdadero monto de las obligaciones, la magnitud de las operaciones y las pérdidas previstas, fueron todas ocultadas al conocimiento público. La tolerancia y fomento de los “paraísos fiscales”, ha facilitado el ocultamiento.
Las deudas contraídas por los especuladores se utlizaron en la compra de valores ficticios de alto riesgo, con la complicidad o incapacidad de las agencias certificadoras o clasificadoras de riesgo.
Una tercera falla proviene de las políticas monetarias de la Reserva Federal (Banca Central de EE.UU) las cuales, inspiradas en las teorías de Friedman, han fomentado durante largos años la expansión del dinero a disposición de los banqueros, a tasas de interés casi gratuitas.
La extensión desorbitada del crédito y el endeudamiento consiguiente ha sido un expediente artificial para apuntalar el continuo déficit de la demanda de consumo de la población. Pero también ha servido para financiar, aún en mayor medida, la expansión desmesurada de los mercados financieros no sólo dentro de EE.UU sino también a nivel mundial, mediante las políticas neoliberales de globalización.
Con este estímulo, los especuladores gozan de enormes recursos para colocarlos sin límites en el negocio de hacer subir o hacer bajar los precios de diferentes “productos financieros”. (acciones, bonos, monedas, valores asociados a materias primas, índices bursátiles, precios futuros, derivados, opciones, etc)
El mercado financiero globalizado, hace tiempo, se convirtió en un casino donde se aceptan apuestas a favor o en contra de todo aquello cuyo precio muestra posibilidades de inestabilidad y, por tanto, de elevadas ganancias en el más corto plazo. Este modelo de expansión monetaria virtual se ha justificado por los economistas neoliberales, como una salida para contrarrestar las tendencias periódicas depresivas consustanciales al sistema capitalista.
No pudo evitar las crisis financieras de las últimas décadas, pero las recesiones fueron relativamente cortas, salvo en Japón donde se prolongó por diez años. Pero, al igual que las drogas, aplicado cada vez a mayor escala, el remedio neoliberal tenía que resultar agravando la enfermedad incurable del capitalismo, cual es la contradicción entre la reducida capacidad de consumo de la gran mayoría frente a la creciente capacidad de producción mundial, la contradicción entre la pobreza y estrechez de los más, frente a la extrema riqueza de una minoría.
3.- ¿Cuáles son las consecuencias económicas y sociales que traerá?
Las consecuencias de la crisis financiera son numerosas y aún no se pueden dimensionar por completo, pues ella continúa profundizándose y extendiéndose geográficamente. El crecimiento económico mundial se tornará más lento, disminuirá el comercio interno e internacional, se reducirán actividades, se postergarán proyectos de inversión, vendrán más bancarrotas, disminuirán las ventas y el consumo, aumentará el desempleo, las reducciones de salarios y otros beneficios sociales.
La recesión (o depresión si aquella se prolonga) afectará en mayor o menor grado a todos los países y continentes. Si bien las recesiones frenan las tendencias inflacionistas, éstas pueden convivir con aquéllas.
La actual crisis financiera llega cuando se hace evidente el agotamiento próximo del petróleo, del agua, de los bosques naturales y de otras materias primas, cuando se siente la escasez de alimentos ya experimentamos las consecuencias del calentamiento global, etc.
Esta crisis también tiene lugar en medio de problemas económicos estructurales de EE.UU cuya solución no admite más postergaciones, como son el grave déficit fiscal, el abultado endeudamiento externo e interno, público y privado, el desequilibrio de su comercio exterior, el costoso aparato militar y sus guerras de conquista, la debilidad y volatibilidad del dólar.
Desde luego, está planteada una profunda reestructuración del sistema financiero, tanto a nivel de los estados como en el mercado mundial. Nuevas regulaciones, controles fiscales, intervención directa gubernamental en la propiedad de instituciones financieras, ya se iniciaron.
La intención de los actuales gobernantes no es “socializar” o estatizar el sistema, sino devolverlo al control de los grupos financieros, cuando la crisis haya pasado. Pero, ha quedado demostrada la incapacidad de los mercados y sus agentes para autoregularse. El papel del estado tendrá que acrecentarse.
La globalización neoliberal tendrá que ser transformada, el poderío norteamericano está cuestionado. Se abre paso la idea de una mayor coordinación internacional por parte de los gobiernos, con la participación de los países en desarrollo. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial tendrán que ser reorganizados.
La furia popular contra Wall Street y contra los políticos a su servicio se manifestó en el Congreso y en las calles. Las gigantescas ganancias, los desahucios millonarios de los ejecutivos, banqueros y especuladores, la codicia sin límites, los fraudes y la irresponsabilidad que mostraron, quedaron al desnudo. Así también que el rescate gubernamental, sólo es para ellos y sus negocios, pero los pobres, los asalariados y la clase media tendrán que pagar los costos con mayores impuestos, mientras se extiende el desempleo y los recortes de salarios.
Cualquiera sea el resultado de las elecciones en EE.UU, la agitación y los conflictos sociales van a intensificarse y van a afectar la estabilidad política del país. Otro tanto se vislumbra en varios países europeos. Finalmente esta crisis tiene por consecuencia el fracaso final de las doctrinas y las políticas neoliberales. Se abrirán paso nuevos paradigmas.
4.- ¿Cómo afectará a Chile y en especial a las clases populares?
A Chile, la crisis financiera externa ya nos comenzó a afectar. Los hechos demostraron que no estábamos “blindados” como sostuvo el Ministro de Hacienda.
Desde luego, millones de obreros y empleados obligados a entregar sus ahorros y comisiones a las AFP, han experimentado fuertes pérdidas por la caída estrepitosa de las bolsas mundiales, en cuyas acciones estaban colocados buena parte de sus fondos.
En lo que va del año las rentabilidades se han tornado negativas. Una cuarta parte del valor de las inversiones financieras se ha evaporado. Las pensiones que esperaban obtener los miles de trabajadores que se jubilan en este período serán fuertemente deterioradas, sin ninguna compensación, mientras las AFP siguen con altos lucros y extienden sus comisiones al ahorro voluntario.
Los más jóvenes están en total incertidumbre, nadie puede asegurarles cuándo esos valores se recuperarán. No saben si futuras crisis financieras no los golpeará a ellos cuando les corresponda jubilar.
En segundo lugar, ya se ha producido el fin del auge del precio del cobre y de otras materias primas que se mantuvo en los últimos cuatro años. Esto reducirá los ingresos fiscales del próximo y de los años siguientes.
La balanza comercial mostró déficit por primera vez en 6 años. Es muy probable que el superávit de la balanza de pagos se transforme en déficit de la cuenta corriente, lo cual disminuirá las reservas del Banco Central y su capacidad de maniobra. De país acreedor neto por algunos años, volvemos a convertirnos en país deudor.
La demanda frenética de dólares en los mercados externos ha significado cortes de líneas de crédito para los exportadores e importadores chilenos. Esto ha elevado abruptamente el precio del dólar en el mercado nacional, alza que de continuar impulsará la inflación de los próximos meses. Pero, además el aumento extraordinario del dólar puede desatar fenómenos altamente explosivos como la fuga de capitales y acentuar las tendencias a la desaceleración que ya han sido reconocidas por las autoridades económicas.
Hay numerosas señales de desaceleración del ritmo de crecimiento. Entre ellas menores ventas de departamentos, casas, automóviles, artículos de consumo prescindibles. Ha habido quiebras de empresas financieras (La 6ª corredora más grande de la Bolsa, ALFA), cierre de fábricas (varios grandes aserraderos, Bellavista Tomé) y de plantas como la automotora General Motors en Arica, etc.
Aumentó la tasa de interés de los créditos hipotecarios, de las tarjetas de crédito y de los créditos de corto plazo. Si los sueldos siguen disminuyendo su poder adquisitivo por el alza del costo de la vida, sin la compensación adecuada, mucha gente no podrá pagar sus elevadas deudas o bien deberán reducir sus consumos esenciales.
La tasa de desempleo no bajó en el verano pasado como solía ocurrir y se mantiene alta. El 8,2% de Agosto podría elevarse rápidamente y llegar a los dos dígitos, si no se lo enfrenta con un plan consiste y amplio.
5.- ¿Qué deben hacer los trabajadores y el pueblo para superar las dificultades que se avecinan?
La crisis económica en marcha, plantea como cuestión principal quién o quienes van a pagar los costos inevitables que entraña su superación. No se puede repetir la experiencia de la crisis de la Deuda Externa durante la dictadura que fue resuelta a costa de la población trabajadora, jubilados, pequeños y medianos agricultores e industriales. La cesantía alcanzó niveles históricos, durante varios años.
La pobreza y la indigencia llegaron hasta el fin de la dictadura a afectar a cerca de la mitad de la población. En cambio la extrema riqueza aumentó como nunca antes.
Valiosos activos y empresas públicas fueron entregados a precio vil a nuevos grupos económicos, adictos a Pinochet. Unos banqueros y grandes capitalistas fueron reemplazados por otros a los cuales el Fisco, con cargo a los impuestos a la población, les otorgó grandes facilidades tributarias y de pago. A los banqueros se les otorgó cuarenta años para pagar.
Por lo tanto se requiere un nuevo enfoque para salir de la crisis e imprimir un crecimiento estable y equitativo a nuestra economía. Cinco grupos de medidas inmediatas pueden implementarse.
En primer término, declararse en estado de alerta y utilizar todas las facultades legales y otras nuevas para impedir la fuga de capitales. Llegar a un mayor control de las importaciones y de las salidas de divisas si el dólar sigue subiendo; intervenir el mercado cambiario, para evitar que operaciones sin control sirvan para la fuga. Sería un crimen farrearse las reservas del Banco Central, de la Tesorería o el Fondo de Estabilización para frenar una estampida, alimentándola con más dólares de libre disposición.
Hay que impedir que las sucursales de las compañías transnacionales en Chile transfieran a sus centrales, recursos nacionales. Aumentar los controles sobre los movimientos bancarios, levantar el secreto bancario en esta emergencia.
Prohibir a los bancos que mediante sus firmas dependientes se involucren en operaciones bursátiles. Poner fin a los bancos de inversión, tal como ya tuvo que hacerse en EE.UU. El crédito bancario debe concentrarse en la producción y no en la especulación financiera. Suspender el proyecto de ley del MK3 y revisar los MK2 y MK1.
Luego, los sindicatos y asociaciones sociales deben reforzar su unidad, organización y capacidad de movilización para luchar porque se mantenga su poder adquisitivo, obtener una justa participación en los ingresos de las empresas y a la vez asegurar la estabilidad de la fuente laboral.
Ahora son más necesarias las reformas laborales propuestas por la CUT.
En todas las crisis anteriores, los asalariados han sido los primeros en ser sacrificados y obligados a hacer concesiones a sus patrones, pero cuando éstos se recuperan, se olvidan de las promesas que hicieron.
En tercer término, fortalecer y no reducir el Presupuesto 2009 con mayores recursos para inversiones en salud, educación, viviendas, nuevas fuentes alternativas de energía, proyectos de inversión en empresas estatales y mixtas que generen nuevos empleos. La derogación del 10% de los fondos del cobre de uso exclusivo y reservado de las FF.AA, tantas veces prometidos de derogar, debe hacerse efectiva urgentemente.
Es necesario prepararse para un período en que será indispensable establecer una política nacional única para defender el precio del cobre. Esto implica intervenir en la producción y comercialización de las grandes compañías mineras privadas transnacionales, para tener un solo frente, ante las tendencias negativas del mercado.
En cuarto lugar en el contexto de la crisis recesiva, la reforma tributaria no debe seguir postergándose. Es indispensable la reducción del IVA a productos de primera necesidad para reducir los precios a los consumidores modestos y elevar los tributos a la riqueza extrema, eliminando las fuentes de evasión. Un nuevo Estado democrático y participativo requiere tener más recursos y atribuciones.
Dada la experiencia sufrida por los imponentes de las AFP, se requiere, no sólo crear una AFP estatal similar a las privadas, sino entregarle facultades y prohibiciones que garanticen a quienes deseen colocar en ellas sus ahorros, que estos serán garantizados por el estado y no perdidos en aventuras financieras.
- José Cademartori es esconomista. Ex ministro del gobierno de Salvador Allende. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.
http://www.cronicadigital.cl/modules.php?name=News&file=article&sid=13773
https://www.alainet.org/es/articulo/130412
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