Jóvenes, al poder

20/11/2008
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Somos un país de jóvenes, hombres y mujeres que a diario labran su futuro, en diferentes contextos, algunos replicando las calamidades de sus progenitores, otros capacitándose para escalar algún escaño social; los menos afortunados están estigmatizados debido a su condición social, de género o étnica. Todos deberían ser nuestra reserva y esperanza de futuro, pero no es así.

Las enormes diferencias de clase, las desigualdades e injusticias sociales y la falta de oportunidades determinan que el país se mantenga en esta crisis, que se va prolongando sin tocar fondo. Es dramático el caso de los menores en conflicto con la ley, o los que están involucrados en las maras, los que viven en las calles o están siendo descuartizados en los centros correccionales. Ellos y ellas son producto de la sociedad que los expulsa y excluye, que no les deja espacio más que para el resentimiento y frustración, que culminan frecuentemente con la muerte.

Pero, por otro lado, es gratificante observar el desarrollo, capacidades y calificación de un sector de la juventud guatemalteca, por supuesto aquella que pertenece al reducido segmento de quienes tienen acceso a la educación superior, que cuentan con un capital social, o sea, con las relaciones que les abren puertas, o bien que por sus mérito logran ocupar espacios de toma de decisiones en puestos estratégicos.

Esta juventud inquieta se mueve en áreas científicas, tecnológicas, de investigación, del arte o en nuevas carreras, como la alta cocina. Son un potencial que se convierte en la esperanza de solución de los enormes rezagos y problemas que afrontamos. Son quienes podrían, si se dan otras condiciones, hacer la diferencia.

Lamentablemente, es tan reducida esa élite de privilegiados que tendrán que empujar mucho para hacer avanzar este pequeño territorio que no encuentra su camino, porque diversas generaciones, una tras otra, a pesar de haber aportado esfuerzo, vidas y valor, no logran edificar el cambio.

Orgullosos los padres de esos talentos, pero hay otros jóvenes, los menos, que tienen inclinaciones políticas, a pesar de lo desprestigiado y desgastado que está ese arte de lo posible. Esos sí que son de admirar, creen en las utopías, navegan contra corriente y seguramente enfrentan oposición a su vocación.

Recientemente, se celebró la II Convención Nacional de Juventudes Partidarias, en donde hubo discusiones sobre la necesidad del trabajo en común para el abordaje de los problemas estructurales, las que concluyeron en una declaración política sobre temas de por sí trascendentales.

La juventud partidaria reflexionó sobre asuntos vitales como la ciudadanía, la participación política, el Estado y el desarrollo. Demandó la reforma y fortalecimiento del Estado y la implementación de políticas públicas. Exigió el respeto a la diversidad social y cultural. Reclamó el aumento de la participación política, procesos de formación y capacitación y el fortalecimiento de los espacios multipartidarios. Todas estas reivindicaciones fueron consensuadas, junto al compromiso de promover el diálogo interpartidario, intergeneracional e intercultural, así como de trabajar por la transformación política del país.

 Este documento es un indicador del potencial con que contamos. Esperamos que la dirigencia de sus partidos acepte el reto de quienes les están dando ejemplo de madurez y sensatez.

- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es Directora de la Agencia CERIGUA.

http://cerigua.info/portal/

https://www.alainet.org/es/articulo/130952?language=es
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