Carta a los judíos

17/01/2009
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“Por mucho que el gobierno de Israel y todos los que le apoyan lo intenten, no los odiaré a ustedes, hermanos judíos. Aunque el ejército israelí mate a centenares de niños y personas inocentes, no llegaré a desear la muerte de sus niños ni a creer culpable a la totalidad de su pueblo.
 
“Aunque manchen la franja de Gaza con la sangre de un pueblo, que también corre por mis venas, mitad árabe, no me indignaré contra ninguna etnia ni juzgaré que hay razas mejores o con más derechos que otras, como quiere hacernos creer el gobierno israelí.

 

 
“Aunque también yo quisiera oír las voces judías de protesta contra la masacre de los palestinos, no dejaré de condenar a los que se callaron ante el holocausto judío. E incluso aunque tomen por la fuerza la tierra del pueblo árabe, no apoyaré jamás la confiscación de los bienes del pueblo judío practicado hace tiempos por el gobierno nazi.
 
“Por más que el gobierno de Israel y todos los que lo apoyan traicionen la tradición hebrea de los grandes profetas que clamaron por justicia y paz, todavía quiero mantener viva la esperanza que ellos anunciaron. Aunque tiren su memoria al tacho de la basura, hago de los profetas del antiguo Israel mis profetas, pues el anuncio de la justicia no distingue credos, naciones o etnias.
 
“Sé que muchos de ustedes condenan la violencia, no apoyan la masacre de los árabes palestinos y quisieran que el gobierno de Israel respetase las decisiones de la ONU y el clamor de la comunidad internacional para un cese al fuego inmediato. ¡Pero griten! Si su voz no fuera escuchada, creerían tener razón los que todavía hablan mal de su pueblo.
 
“A pesar de que sean deplorables todos los antisemitas, el silencio de los judíos ante la masacre perpetrada por el país que ostenta la estrella de David en su bandera puede ser usado como refuerzo para los torpes argumentos de superioridad racial.
 
“Hace más de 60 años su pueblo clamó pidiendo solidaridad al mundo. Llegó el momento de retribuir, de mostrar que la solidaridad es un sentimiento universal y no restringido a una etnia. No dejen al gobierno de Israel hacer olvidar lo que ustedes sufrieron como víctimas, sólo porque ahora él es verdugo y está protegido por la mayor potencia mundial, los Estados Unidos.
 
“No permitan que la acción de Israel haga parecer que, a pesar de las manifestaciones mundiales de condena, su Estado se crea el único que posee la razón, pues así era también como pensaba el gobierno alemán durante el nazismo.
 
“Estén ciertos de una cosa: independientemente del resultado de la absurda campaña israelí, o cualquiera que sea la postura de su pueblo ante la violencia y la injusticia cometida por aquel país, no cederé a la tentación del pensamiento racista; no borraré de mi memoria la catástrofe del nazismo y el sufrimiento del pueblo judío; no pensaré que hay pueblos que no merecen nación y que deben ser eliminados; no dejaré de condenar el antisemitismo o cualquier tipo de prejuicio étnico.
 
“Continuaré defendiendo la idea de que todos, sin distinción, somos iguales y tenemos los mismos derechos: judíos, negros, árabes, indios, asiáticos, etc. Me mantendré firme en mis convicciones, pues nunca desearé igualarme a los gobernantes de Israel y de aquellos que lo apoyan”.
 
Hago mías las palabras de mi querido amigo Mauricio Abdalla, compañero en el Movimiento Fe y Política, profesor de filosofía de la Universidad Federal del Espíritu Santo y autor de reconocida calidad, como lo comprueba el texto anterior, que traduce tan bien la indignación y el dolor de tantos como damos testimonio de la guerra en Oriente Medio.
 
Varios intelectuales judíos han manifestado indignación ante las operaciones del Estado de Israel. Tom Segev, historiador y científico político, escribió en el “Haaretz” que “Israel siempre ha creído que causar sufrimiento a civiles palestinos les haría rebelarse contra sus líderes nacionales, lo que en distintas ocasiones se ha demostrado ser erróneo”. El escritor Amos Oz ha subrayado: “Llegó el tiempo de buscar un cese al fuego”, con lo que concuerdan el escritor David Grossman y el excanciller israelí Shlomo Ben-Ami. (Traducción de J.L.Burguet)
 
- Frei Betto es escritor, autor de “La mosca azul. Reflexión sobre el poder”, entre otros libros.

https://www.alainet.org/es/articulo/131912?language=es
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