FSM 2009: Ocho años de Foro

01/02/2009
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La centralidad de la crisis ambiental con sus consecuentes repercusiones socio-económicas, representa el corazón del análisis de los movimientos sociales, indígenas, campesinos, comunidades, instituciones locales y países que en el curso de estos años han practicado, consiguiéndolo,  posibilidades para construir “otro mundo posible”. No es entonces casual la decisión de Belem en el Amazonas brasilero como sede de la novena edición del Foro social mundial.

El Amazonas representa uno de los lugares donde el conflicto entre las dos ideas de mundo se contrapone con mayor fuerza   y que es decisivo para el futuro. De un lado las multinacionales y las grandes instituciones financieras que han mirado el pulmón de la tierra como un recurso para hacer ganancias, del otro, pueblos indígenas empeñados con la fuerza de las ideas y de la propia cosmovisión a defender dicho patrimonio no disponible, que llaman Madre Tierra. “Nuestro mundo no está en venta” se grita desde los años noventa para combatir contra la imposición de las privatizaciones y de los acuerdos comerciales.

En el último decenio los movimientos, sobretodo en América Latina,  han obtenido en estos temas extraordinarias victorias. “obligando” a instituciones y gobiernos poner en el centro de la agenda la defensa de los bienes comunes y la sostenibilidad socio-ambiental. Los movimientos no solo han expulsado multinacionales, promovido manifestaciones, impuesto una nueva idea de política, solidariedad y participación sino que han construido democracia y relaciones sociales desde las bases que han hecho posible victorias contra el modelo neoliberal. 

A distancia de ocho años desde su primera edición, el Foro Social Mundial de Belem demuestra ser  el  único espacio de la política capaz de hablar a todos, de construir esperanza y de representar concretamente la alternativa al modelo capitalista. El FSM no es y no será una Quinta Internacional como proponían algunos intelectuales en el 2005, precisamente porque la cultura del FSM no reconoce la toma del poder institucional como motor del “cambio”. Esto no significa negar la importancia, ni los efectos positivos que puedan tener algunos gobiernos vecinos a los movimientos. Seguramente el rol de los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador es un factor muy positivo. Pero es precisamente esto lo que demuestra cómo son los movimientos el verdadero motor del cambio y la base desde la cual se parte para modificar, también en las altas esferas,  las cosas. Si hoy las Constituciones de estos países reconocen por primera vez derechos humanos como el agua y la plurinacionalidad, garantizando además de la economía de mercado, la comunitaria y pública, se debe a la acción refundadora del movimiento de los movimientos, a sus luchas, a sus ideas. El mismo lenguaje hoy usado por la política carecería de conceptos y prácticas como la democracia participativa, defensa de los bienes comunes, reforma de los organismos sopranacionales y otros que han sido aportados por los movimientos.

La transformación del trabajo y la creciente marginalización de la forma – estado han producido el vaciamiento y la disolución del “espacio público”, han sido por su parte los movimientos quienes se han empeñado desde hace algunos años a tratar de restablecer conexiones y redes sociales, sin las cuales el capitalismo acabaría con todo  y con todos. Es para seguir trabajando en esta dirección que el foro de Belem ha registrado una presencia altísima de los movimientos indígenas y de su aporte cultural indispensable para una mayor comprensión de la situación actual. Han sido de hecho los movimientos indígenas los primeros  a poner en discusión no solamente el modelo de desarrollo, sino también la idea misma de desarrollo entendido como crecimiento del producto interno bruto.

Es este el elemento de gran novedad del foro. No sólo la contraposición a la globalización neoliberal, sino la necesidad de comprender finalmente cómo ha sido precisamente el crecimiento económico, junto con la privatización de los servicios de base y de los bienes comunes, el principal paradigma a través del cual el capitalismo se ha reproducido, acelerando la destrucción ambiental. El fracaso del último encuentro del G-20 sobre la crisis y el cambio climático realizado en Sapporo en el mes de julio 2008, demuestra la incapacidad de la  vieja política, en grado solamente de proponer las mismas recetas que han provocado el desastre bajo los ojos de todos. Discutir la idea del crecimiento implicaría poner en discusión el capitalismo y la presunta supremacía de occidente. Por eso esta crítica no llegará jamás de la vieja política.


Belem marca este salto hacia  adelante en nuestros análisis y propuestas, somos conscientes del gran reto que tenemos, pero también del hecho de que no existen otras salidas y que no hay más tiempo que perder

Publicado en el Il Manifesto

http://www.asud.net/index.php?option=com_content&view=article&id=356%3Afsm-2009-otto-anni-di-forum&catid=5%3Amondo&Itemid=7&lang=es

https://www.alainet.org/es/articulo/132163

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