América Latina, un continente sin teoría?
- Opinión
Hace poco, en un artículo – Un continente sin teoría – José Luis Fiori se nos ofrece una brevísima y curiosa historia de las ideas en América Latina destinada a espetar el liberalismo que siempre se ha contentado en repetir en los trópicos las teorías “cosmopolitas” que con frecuencia colonial acá se reproducen. Sin embargo, en ese breve artículo, Fiori adhiere al deporte nacional preferido por la intelectualidad paulista: la crítica a la interpretación marxista da la dependencia y al elogio velado “a la escuela paulista de sociología”, especialmente aquella vinculada al nombre de Fernando Henrique Cardoso.
En Brasil, el debate acerca de la dependencia siempre fue mal comprendido. En realidad, es prácticamente desconocido entre nosotros. Todavía ese desconocimiento no es resultado del acaso, pues ha sido construido como un instrumento de dominación política y de legitimación del capitalismo dependiente en el país. Las ciencias sociales paulistas – USP y UNICAMP especialmente, pero todavía no exclusivamente – manufacturaran un consenso acerca de la teoría de la dependencia que ha rendido prestigio académico y posiciones en el aparato del estado para algunos profesores, pero eso es rigorosamente falso.
El principal “argumento” para la manufactura del consenso es ahora repetido por Fiori, para quien la vertiente marxista de la dependencia consideraba “el desarrollo de los países centrales y el imperialismo un obstáculo imposible de lograr para el desarrollo capitalista periférico. Por eso, hablaban del “desarrollo de subdesarrollo” y defendían la necesidad de la revolución socialista inmediata, incluso como estrategia de desarrollo económico”. (Cursiva nuestra, NDO)
Sabemos que la fórmula “desarrollo del subdesarrollo” es una creación del genial André Gunder Frank. Fue Ruy Mauro Marini, quien defendió la necesidad de una teoría marxista de la dependencia y ha dado importante contribución en esa dirección con su magistral Dialéctica de la dependencia, escribió que la formula frankiana era mismo “impecable”. Por lo tanto, puedo concluir sin miedo errar que la crítica de Fiori – repitiendo ahora Fernando Henrique Cardoso, Guido Mantega y José Serra – está dirigida básicamente en contra de Frank y Marini. Pero esa crítica es esencialmente injusta y no corresponde a la historia del debate.
André Gunder Frank (1929-2005) jamás dijo la tontería de que el capitalismo era inviable en la periferia del sistema mundial. Por el contrario, Frank, que puede ser considerado sin lugar a dudas el precursor del debate marxista acerca de la dependencia, no solamente ha desbancado las tesis acerca de la feudalidad en América Latina, como fue el principal crítico del capitalismo dependiente que se desarrollaba frente a los ojos de todos. En ese contexto, la crítica reciente es injusta porque el propio Fiori tuvo el privilegio de asistir a los seminarios de Frank en Chile y por cierto ha escuchado, no pocas veces del propio Frank, su crítica tanto al reformismo comunista cuanto al estagnacionismo que de cierta forma ha seducido mucha gente antes del llamado “milagro brasileño”.. Pero no era necesario participar de las clases de Gunder Frank para saber el obvio acerca de su larga y aun desconocida obra; bastaría (re) leer Capitalism and underdevelopment in Latin América. Historical studies of Chile and Brazil para entender la posición de Frank y su notable contribución al debate de las ideas latinoamericanas.
Es correcto afirmar que en épocas pasadas existían aquellos que defendían – reciclando ideas cepalinas con los colores del marxismo del PCB – que los “obstáculos externos” al desarrollo representaban una estrategia imperialista. Postulaban, por lo tanto, que la “nación” debería contraponerse al “imperialismo”, lo que, obviamente, implicaba en una alianza de clase en el interior del país dependiente entre el proletariado y la burguesía considerada “nacional”. Pero, precisamente en contra eses, André Gunder Frank dirigió sus baterías, destruyendo a un sola vez el “mito del feudalismo en la agricultura brasileña” y los “obstáculos externos” al desarrollo. Fue una crítica devastadora y aun insuperable al dualismo estructuralista de la CEPAL y aliados. La fórmula “desarrollo del subdesarrollo” capta con precisión esa dinámica. Al revés de aquellos que afirmaban los “obstáculos” y/o el “estagnacionismo” – presentes en los escritos de Furtado en 1965, por ejemplo – Gunder Frank y Ruy Mauro Marini afirmaban que el desarrollo capitalista efectivamente podría darse, pero bajo la forma del subdesarrollo.
En la breve historia narrada por Fiori, existiría una vertiente de la teoría de la dependencia – de filiación a un solo tiempo marxista y cepalina (!?) – que tuve vida más larga y ha logrado mejores resultados, en un sorprendente y discreto elogio – tanto tardío cuanto roto – a la FHC. Todavía, la tipología construida por ese y por Enzo Faletto en el Dependencia y desarrollo en América Latina es obviamente de inspiración weberiana y el reconocimiento del conflicto de clases en el interior de la nación que despertó tanta simpatía en los intelectuales progresistas no es, como lo sabemos, exclusividad de los marxistas, porque también existen liberales que valoran la lucha de clases sin vacilación, aun que no saquen las mismas conclusiones que los marxistas.
El “apagón mental” mencionado por Fiori fue producto de una derrota política que, en Brasil, se ha consolidado con el golpe militar de 1964. En el interior de la lucha por la democratización, los liberales progresistas hicieran su parte, calumniando y falsificando la historia del pensamiento crítico, especialmente de la versión marxista de la dependencia, sin recorrer a los textos de Frank y Marini, muchos aun sin traducción al portugués. El CEBRAP fue un instrumento valioso en esa operación ideológica, pero “respetables figuras” del mundo académico paulista – especialmente en las escuelas de economía y sociología de la USP y UNICAMP – aprovecharan la correlación de fuerzas permitida por la dictadura para extirpar la principal contribución marxista acerca del capitalismo latinoamericano de la vida intelectual y universitaria brasileña . Frank y Marini no fueran apenas proscritos: fueran también falsificados! Otro tanto ocurrió también con Theotonio dos Santos, autor del imperdible “Socialismo o fascismo: el dilema latinoamericano”, lamentablemente aun no traducido al portugués.
Parte de aquello “apagón mental” es producto de la otrora útil distinción partidaria entre tucanos y petistas que siempre ocultó algo importante, cada día mas difícil de disfrazar: en el terreno teórico, tanto unos cuanto otros se ponían en línea en la manufacturación del consenso en favor de una versión mas fácil de engullir de los estudios acerca de la dependencia, representada por Cardoso e Faletto. No es apenas una coincidencia que la tese doctoral de Guido Mantega, finalmente vertida en un libro que adultera completamente las tesis de Frank y Marini, fue orientada por Fernando Henrique Cardoso.
Finalmente la cuestión central. ¿Hemos vivido en un continente sin teoría? Es poco probable. El programa de investigación lanzado por Frank y Marini no ha sido superado teóricamente, además tenga sufrido una derrota política a partir de 1964 por la fuerza del terror de estado. Pero las condiciones cambiaran radicalmente en el escenario latino-americano e aquella vertiente crítica de la dependencia, de extracción marxista, está siendo rescatada con mucha fuerza en toda América Latina tras el impulso dado por los gobiernos del nacionalismo revolucionario existentes en Venezuela, Ecuador e Bolivia. Pero también en Brasil el interese por la teoría marxista de la dependencia ha retornado y no es más posible refuerzar el coro dominante que anestesió algunas generaciones de estudiantes y militantes socialistas. Por fin, si efectivamente queremos construir un proyecto nacional-popular para Brasil – que yo defiendo socialista – la tarea intelectual decisiva es la superación del “apagón mental” que tantas limitaciones ha impuesto al ambiente universitario y político brasileño. En ese contexto, podemos o no compartir el ceticismo en relación a las insuficiencias teóricas en los programas destinados a superar la dependencia y el subdesarrollo, pero no tenemos el derecho de olvidar y menos aun de alterar los términos del debate de décadas pasadas. De ahí viene el carácter sorprendente del artículo de Fiori, pues refuerza viejos prejuicios y no capta la nueva correlación que ya esta creando una nueva América Latina bajo la consigna del “socialismo del siglo XXI”. Así, delante del “desarrollo del subdesarrollo”, ¿no era el socialismo la única alternativa indicada por Frank y Marini?
- Nildo Ouriques é profesor del Departamento de Economía y presidente del Instituto de Estudios LatinoAmericanos da UFSC. (www.iela.ufsc.br)
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